68 SEMINCI – Crítica película La contadora de películas

Crítica La contadora de películas – Carlos Ibañez

Ficha

Título original: La contadora de películas

Año: 2023

Duración: 115 min.

País: España

Dirección: Lone Scherfig

Guion: Walter Salles, Rafa Russo, Isabel Coixet. Novela: Hernán Rivera Letelier

Reparto:Bérénice Bejo, Antonio de la Torre, Daniel Brühl, Sara Becker, Geraldine Neary…

Música: Fernando Velázquez

Fotografía: Daniel Aranyó

Compañías: Coproducción España-Chile-Francia; A Contracorriente Films, Selenium Films, Altiro Films

Género: Drama | Años 60

Sinopsis

    Años 60, desierto de Atacama, Chile. María Magnolia es una mujer que, a pesar de vivir bajo difíciles condiciones, trata de transmitir a su hija, María Margarita, su pasión por el arte. María Margarita se convertirá en la contadora de historias del pueblo, donde la mayor parte de sus habitantes no pueden pagarse una entrada de cine.

Crítica

            Pastelón sin fondo de una película desaprovechada prácticamente desde el primer minuto de metraje, con una idea que podría haber sido buena, pero que acaba en una de serie de Netflix con la que te quedas dormido. No se puede tener ingredientes tan jugosos, actores de tanta calidad y localizaciones tan estupendas para realizar una historia sin fondo y donde todo confluye en la desgracia, la pobreza y un cine que, como el Cinema Paradiso de Tornatore, magma primigenio de todas estas películas posteriores sobre el cine y su historia y las historias paralelas que hace vivir, sabemos que va a morir, porque los entretenimientos cuando se vuelven caros desaparecen.

            Aquí es una familia con cuatro hijos de un minero del salitre en Atacama, el lugar donde menos llueve del planeta. En una colonia minera donde todo el mundo se mata a trabajar salvo el domingo, que es cuando hay cine y las familias se reúnen ante la pantalla grande para que le cuenten historias hermosas que hagan olvidar sus vidas de Sísifo, infierno e incomprensión incluidos.

            El marido se aja poco a poco en la mina, la esposa lo hace en casa cuidando de sus hijos mientras estos crecen y ella recuerda la belleza admirada que fue. Y los hijos viven una vida de niños que muy pronto dejarán de serlo. Y la niña, protagonista con dos actrices diferentes, por motivos de la edad, pero muy bien equilibradas en gesticulación y miradas (sin duda lo más destacable del metraje junto a los insertos de clásicos).

            Cómo no, acontece una desgracia en la mina y el padre (un siempre digno Antonio de la Torre con acento chileno) pierde la movilidad y el trabajo en la mina. La madre, hermosa y regia, que tanto agrada al director de la mina, un alemán solitario en el medio de esa sequedad continua y trabajo desagradecido a la par que desagradable, sólo pierde la amargura en el cine e invitando a esa bella mujer (la desaprovechadísima Bérénice Bejo) por la que bebe los vientos con discreción de diplomático (Daniel Brühl cumple, sin más) y dejan de poder ir al cine y comienza el ciclo de la miseria, que es que sólo uno de los hijos pueda ir al cine y se lo cuente al resto de la familia. Diferentes situaciones en cada una de las narraciones y, al final, llega a la niña, que las cuenta tan bien que comienza a tener público de fuera de casa, quienes no pueden permitirse una entrada de cine, y saca un salario contándoselas por mucho menos de lo que cuesta un boleto.

            Gags de serie, planos evidentes y una historia de culebrón que comienza cuando un espectáculo de variedades llega a la colonia. A partir de aquí todo es evidente, manido y repleto de clichés. Cada situación está vista mil veces y rezas para que se acabe lo antes posible o salga alguna película clásica que te alivie el tiempo que aún queda.

            Y, por supuesto, como el cine español de hace cuatro décadas, o sale la Guerra Civil y Franco o no hay película seria, como pasa ahora en Chile con el golpe de estado de Pinochet auspiciado por el Plan Cóndor del siempre abyecto Henry Kissinger, que, increíble pero cierto, posee el premio Nobel de la Paz.

            Un festival del fuste de SEMINCI no puede comenzar con algo tan flojito y que tan poco tiene que ver con el espíritu de éste.

Carlos Ibañez

Equipo La contadora de películas. Foto: Luis Gracia Reglero
Antonio de la Torre. Foto: Luis Gracia Reglero
Parte del equipo de La contadora de películas en su paso por la SEMINCI.
Foto: César Mena

Pese a ganar la Espiga de Oro en el año 2001 con Italiano para principiantes, una de las joyas del movimiento Dogma, no ha sido hasta esta mañana cuando Lone Scherfig ha acudido personalmente a la Semana Internacional de Cine de Valladolid. Lo ha hecho con La contadora de películas, adaptación de la novela homónima de Hernán Rivera Letelier que inaugura, esta noche, la Sección Oficial, e historia sobre una niña que, en la década de los sesenta, se dedica a contar a la gente de su pueblo, en pleno desierto chileno, las películas cuya entrada no pueden pagar.

«El cine no es solo ver la película, es verla acompañado», ha mencionado Adolfo Blanco, uno de los productores del filme en relación tanto al propio argumento como a la situación actual en el que el auge de las plataformas ha desplazado al consumo en salas. «El problema del cine de autor hoy es que no tiene cabida en los medios», ha resaltado Scherfig. Con un guion firmado por Walter Salles, Isabel Coixet y Rafa Russo, esta historia supone la primera incursión en español de la realizadora danesa, una «valentía» que ha alabado Antonio de la Torre, protagonista de la película junto a la francesa Bérénice Bejo y quien ha señalado que el principal motivo para aceptar el papel, además de rodarlo en el desierto de Atacama, fue la presencia de Scherfig en la dirección. «Es la película que, si llego a viejo, recordaré, porque ha supuesto una experiencia maravillosa», ha concluido el intérprete.

fotografías: Luis Gracia Reglero – César Mena

Revista Atticus