68 SEMINCI – Crítica película El viejo roble de Kent Loach

Crítica película El viejo roble de Kent Loach – Carlos Ibañez

Ficha

Título original: The Old Oak

Año: 2023

Duración: 110 min.

País: Reino Unido

Dirección: Ken Loach

Guion: Paul Laverty

Reparto: Dave Turner, Ebla Mari, Claire Rodgerson, Trevor Fox, Chris McGlade, Col Tait, Jordan Louis, Chrissie Robinson, Chris Gotts, Jen Patterson…

Música: George Fenton

Fotografía: Robbie Ryan

Compañías: Coproducción Reino Unido-Francia; Sixteen Films, Why Not Productions. Distribuidora: Front Row Filmed Entertainment

Género: Drama | Vida rural

Sinopsis

    El futuro del último pub que queda, The Old Oak, en un pueblo del noreste de Inglaterra, donde la gente está abandonando la tierra a medida que se cierran las minas. Las casas son baratas y están disponibles, por lo que es un lugar ideal para los refugiados sirios.

Crítica

            Guion, siempre pulcro, de Paul Laverty para su amigo y habitualmente comprometido Ken Loach sobre cómo se desmonta la ecuación de Averroes y la diferencia social.

            Muy bien aprovechado cada plano para explicarnos qué es la xenofobia y quiénes son los xenófobos y racistas en esta Europa de mercaderes y de menesterosos que creen que deciden algo con su voto. Y cómo la ausencia de educación en valores sociales, la educación en general, conduce a que gentuza sin escrúpulos lance discursos del odio, con la connivencia de los medios, para que calen en la población de más bajo rango, la clase obrera más golpeada y que agoniza en un pub de pueblo que se cae desde la propia letra K del rótulo que da nombre al local y que comienza a cambiar tras un incidente de uno de estos bestias que rompe la cámara de fotos de una recién llegada refugiada al pueblo, otrora brillante y rico por la mina y ahora agonizando como todos los habitantes, pocos, que allí moran.

            El dueño es una persona solitaria cuyo único placer radica en pasear en una playa de piedras con su perra Marra, que luego descubriremos su importancia para el desarrollo y su posición de papel bisagra en el libreto del autor escocés.

            Siempre aprovechando sus escasos recursos, Loach es molesto a los poderosos y se nota que rueda con lo justo, nos hace llegar el significado de la palabra empatía y todo lo que puede hacer compartir un espacio con los que son diferentes para conocer y respetar su idiosincrasia y que no sintamos amenazada la nuestra.

            Y resulta que quien es calificado de perdedor y memo por sus vecinos es quien da una lección de convivencia y de asunción de algo tan humano como el respeto al vecino frente al odio que determinadas ideologías, y sus secuaces sin ética, tratan de imponer.

            Hay todo un catálogo de situaciones de exclusión que borramos de un plumazo con las bellas imágenes del comedor y el compartir mesa y mantel, aunque no sea de hilo ni haya estrellas de una marca de neumáticos en su puerta.

            El final es efectista y recuerda a las películas de Frank Capra, con todo lo bueno y manido que esto tenga y hay un estrambote que habla de plena integración sin perder nadie su esencia… Espero que se molesten, y mucho, los que vean esta película desde el punto de vista del que rompe la cámara de fotos nada más empezar.

Carlos Ibañez

Kent Loach, director, Paul Laverty, guionista y Javier H. Estrada, Jefe Programación SEMINCI. Foto: Luis Gracia Reglero

Ken Loach, cuya trayectoria ha estado ligada al festival desde Kes (1969), su segunda película, regresa a la Sección Oficial con el que, como ha sugerido, puede ser su último largo, El viejo roble, un retrato sobre «las semillas del racismo» a partir de la historia de un grupo de refugiados que llega a un pueblo en crisis ubicado en el norte de Inglaterra.

«Lo que tratamos de explicar es que, cuando una comunidad pierde la esperanza, cuando cierran los comercios, las viviendas se quedan vacías y su valor cae; cuando el conjunto de la comunidad se queda abandonada y no se ve un futuro, caen en la desesperanza», ha reflexionado el cineasta británico sobre las causas de la xenofobia y el auge de formaciones que convierten en bandera esos postulados. Loach ha precisado que su filme no constituye un «alegato político», sino «un relato que refleje el sistema para mostrar también cómo hay buena gente susceptible a este problema», una valoración en la que ha coincidido su colaborador habitual, Paul Laverty.

«Queríamos desentrañar la complejidad de lo que teníamos delante», ha precisado Laverty, guionista de cabecera de Loach desde principios de los noventa, con relación al entramado económico, político y social que da lugar al rechazo al migrante. «Esa furia es legítima, pero hay que buscar al verdadero culpable y tener la empatía de ponerse en la piel de esas personas», ha sostenido el libretista escocés, para quien la solución pasa por «el sentimiento de comunidad».

El tándem ganador de dos Palmas de Oro —por El viento que agita la cebada (2006) y Yo, Daniel Blake (2016)— ha evidenciado también su preocupación por el momento actual, con discursos escorados hacia posiciones extremas, y ha reivindicado la necesidad de consolidar una industria cinematográfica europea «robusta e independiente» frente a la «colonización» de las producciones norteamericanas. «Creo que el cine es más que el negocio de Hollywood», ha defendido Loach, un planteamiento al que se ha sumado Laverty, que ha alabado el papel de los festivales como SEMINCI—«faros de esperanza», según ha definido— y ha puesto Green Border, crónica del drama migratorio en la frontera entre Polonia y Bielorrusia firmada por Agnieszka Holland y también a competición en Sección Oficial, como ejemplo del «potencial enorme» del séptimo arte.

Paul Laverty y Kent Loach artífices de El viejo roble a su paso por la SEMINCI. Foto: César Mena
Kent Loach. Foto: César Mena
Paul Laverty. Foto: César Mena
Kent Loach. Foto: César Mena

fotografías: Luis Gracia Reglero – César Mena

Revista Atticus