Crítica película Maestro(s) de Bruno Chiche

Crítica Maestro(s) de Bruno Chiche – Luisjo Cuadrado

Ficha

Título original: Maestro(s)

Año: 2022

Duración: 96 min.

País: Francia

Dirección: Bruno Chiche

Guion: Bruno Chiche, Yaël Langmann, Cecilia Rouaud. Idea: Joseph Cedar

Reparto: Denis Dumar (Yvan Attal) François Dumar (Pierre Arditi) Hélène (Miou-Miou) Virginie (Caroline Anglade)

Música: Florencia Di Concilio

Fotografía: Denis Rouden

Compañías: Apollo Films, Orange Studio, Vendôme Films, Vendôme Production

Género: Drama | Familia. Música

Sinopsis

    En la familia Dumar, el oficio de director de orquesta se transmite de padres a hijos: François termina una brillante carrera internacional, mientras que Denis acaba de ganar una enésima Victoria de la Música Clásica. Cuando François se entera de que ha sido elegido para dirigir la Scala, su gran y último sueño, no se lo puede creer.

Crítica

François (Pierre Arditi) y Dennis (Yvan Attal) son padre e hijo y ambos son dos reconocidos directores de orquesta. Mientras uno, el padre, está en el ocaso de carrera; Dennis, el hijo, está saboreando la plena madurez con la concesión del prestigioso premio Victoria de la música clásica en París. Lejos de ser una relación paterno filial modélica, ambos están alejados, distantes, sin apenas contacto. François lleva toda una vida junto a Hélène (Miou-Miou), la madre de Dennis, una mujer racional, sensata, que actúa de mediadora entre padre e hijo. Dennis tiene un hijo, Mathieu (Nils Othenin-Girard), de la relación de su exesposa, Jeanne (Pascale-Arbillot). A pesar de estar separados siguen manteniendo una cordial y curiosa relación ya que ella es su representante artístico. Virgine (CarolineAnglade) es la actual pareja de Dennis. Es violinista, guapa y una atractiva mujer que toca bajo la dirección él en la orquesta que dirige Dennis, a pesar de los problemas que tiene en la audición. François un buen día recibe una llamada de teléfono en la que le comunican que ha sido elegido para ser el director de la Scala en Milán. Una confusión provocará que las vidas de padre e hijo se vean alteradas.

Antes de entrar en materia, cabe recordar que este tipo de películas con la música clásica y el concierto como protagonistas ha dado buenas películas. Una buena propuesta fue El último concierto (2012) Yaron Zilberman en la que destacable Philip Seymour Hoffman. Francesa también es El concierto (2009) de Radu Mihăileanu donde se narra el intento de volver a reunir una vetusta orquesta. Y, por último, otro buen ejemplo es La audición (2019) dirigida por Ina Weisse donde una profesora de violín enseña a unos jóvenes en una escuela de Berlín.

La película es una inspiración de otra obra (Footnote) traducida por Pie de página, un largometraje dirigido en 2011 por el neoyorquino Joseph Cedar. Y digo inspiración porque realmente no tiene mucho que ver, aquella transcurría en un ambiente judío con profesores del Talmud. El francés Bruno Chiche, nos sitúa en el ámbito de las grandes orquestas de música clásica. Chiche es un polifacético dentro de la industria del cine ya que ha sido productor, director y actor entre otros oficios. En esta ocasión el foco se sitúa en los conflictos que surgen n la vida con motivo de la paternidad. Nos plantea cuestiones tan vitales como la de ¿qué es ser un buen padre?, si uno hace todo lo que «debe» y ¿qué es ser un buen hijo?, si uno hace todo «cuanto le exigen» para cumplir esa condición. Un padre siempre ha sido hijo, y un hijo, a veces, se convierte en padre y tiene que ejercerlo y muchas veces hacer aquello que repudiaba en su infancia. Eso sucede con nuestros protagonistas con el trasfondo de la música, pero que vale para nuestra vida, aunque es verdad que aquí está mediatizado por la cuestión del éxito y lo que significa alcanzarlo (o no).

La película es entretenida, es sencilla, resultona, eso de la música actúa como catalizador y verdaderamente amansa al espectador. No tiene un guion muy complicado y la puesta en escena es muy eficaz. La música te envuelve, está muy presente tanto en temas orquestales como en actuaciones en solitario. Las actuaciones son solventes. A la cabeza está el principal protagonista, Yvan Attal, que es también director en otros proyectos (se quejaba en una entrevista que desde que es director le ofrecen pocos papeles). Tal vez, como espectador, eches en falta la justificación del mal rollo que tienen padre e hijo, de cuáles han sido las razones de ese brutal distanciamiento.

A pesar de este duelo masculino, la película también se centra en el papel de la mujer. Tres mujeres nos muestran distintas facetas que se pueden extrapolar a distintas fases de nuestras vidas. La madura y fiel esposa que se mantiene al lado del marido a pesar de ese aparente abandono en pos del éxito (esposa y madre), en un claro reflejo del amor sosegado; la anegada exesposa que se mantiene al lado de su ex tal vez porque sigue enamorada del intelecto del que un día fuera su esposo; y, por último, la joven, la atractiva y guapa novia del flamante director de orquesta, que refleja la incertidumbre y zozobra de los comienzos de la relación amorosa donde brilla la pasión.

En esta película tienen mucho peso los diálogos. Se ha estructurado la acción por medio de conversaciones ya sea en una mesa de un restaurante, en el salón de casa o en el conservatorio. A veces en esas conversaciones y en otros momentos el alcohol también es el protagonista.

Tras ver Maestro (s) sales con la sensación de haber degustado un plato ligero, sabroso, con buen regusto. Pero también tienes la sensación de que podía haber dado mucho más juego y ser un plato de una estrella Michelín.

Os dejo un tráiler:

Luisjo Cuadrado

Revista Atticus