Crítica película La pecera de Glorimar Marrero Sánchez

Crítica La pecera de Glorimar Marrero Sánchez – Gonzalo Franco Blanco

Ficha

Título original: La pecera

Año: 2023.

Duración: 92 min.

País: Puerto Rico.

Dirección: Glorimar Marrero Sánchez.

Idioma original: castellano.

Guion: Glorimar Marrero Sánchez.

Fotografía: P J López.

Música: Sergio de la Puente.

Reparto: Isel Rodríguez, Modesto Lacen, Carola García, Georgina Borri, Anamin Santiago, Maximiliano Rivas, Magalí Charraquillo.

Productora: coproducción Puerto Rico-España. Solita Film, Auna Producciones, La Canica Films.

Género: drama, enfermedad, denuncia política.

Festivales: ha sido selecciona para las Secciones Oficiales del Festival de Málaga y de Sundance de 2023.

Sinopsis

Noelia (Isel Rodríguez) es una mujer joven, enferma de cáncer, que toma una decisión que solo puede tomar ella: no aceptar los tratamientos médicos que la recomiendan y dejar que la enfermedad siga su curso. Esa decisión no es entendida, como es obvio, ni por su pareja, ni por su familia, ni por sus amigos. Para ejercer su derecho inalienable a vivir y morir como quiera, regresa a su lugar de nacimiento, a Vieques, una isla no muy grande situada al este de la gran Antilla que es Puerto Rico, que en buena parte estuvo ocupada por la Marina de EE.UU. y que la utilizó como campo de tiro y lugar de experimentación de nuevas armas.

Crítica

Sin el trabajo interpretativo de Isel Rodríguez (Noelia) esta sencilla película (en producción, no en ambición artística), no hubiera sido posible, no existiría. A través de Noelia, el personaje que interpreta, los espectadores asistimos a algo que no solo es inalienable, sino que es lo más auténticamente nuestro, lo que nos define como homo sapiens, como es la enfermedad y la muerte, pues solo nosotros somos conscientes de ellas y solo nosotros podemos vivirlas. Algo en lo que el acompañamiento o la solidaridad de otras personas tienen un papel importante, pero (desgraciadamente) limitado. Noelia, cuando sabe que su cáncer se ha “metastizado”, decide no seguir ningún tratamiento y alejarse de la que ha sido su vida social y personal hasta el momento, distanciarse de su pareja y de sus amigos, y regresar a su lugar de nacimiento, a su isla, Vieques, y a la casa materna, para vivir en su mismidad y en el entorno de su infancia el curso de su enfermedad.

“Yo y mi cuerpo. Una de las cosas que nos separa de los” (otros) “animales es esa distancia diminuta, momentánea, entre nosotros y nuestro cuerpo… El cuerpo es la casa del yo, la morada del alma… Pero el cuerpo también puede ser nuestra prisión y nuestra carga”. Recojo esta cita de la escritora Anna-Kari Palm, que a la vez es citada por Juan Luis Arsuaga en Nuestro cuerpo (Ed. Destino, 2023). Noelia, en la bañera de su casa, siente, percibe, cómo la enfermedad sigue su inexorable rumbo, y lo vemos en ese rastro de sangre en el agua. Lo que perturba al espectador no es la sangre (hemos visto mucha, demasiada), sino el rostro, la piel del rostro de Isel Rodríguez expresando para nosotros el desconcierto, el dolor íntimo, quizá la resolución que empieza a nacer en su conciencia: ese dejar que la enfermedad siga su curso, ese negarse a sufrir un tratamiento que puede quebrantar su cuerpo y su voluntad con resultados poco halagüeños.

Es la decisión de Noelia, y solo suya, que tiene que hacer valer, también, ante la preocupación y el cariño de su pareja y de sus amigos, que quieren lo mejor para ella, que solo puede ser que se someta a las terapias que le ofrecen. Podía haber dicho la pelea de Noelia, porque para ellos (quizá para nosotros también) su decisión es incomprensible y no la entienden ni la comparten. Es por eso que Noelia huye, casi literalmente. La ves hacer su valija, ir al puerto, embarcar y alejarse para arribar a su mundo, en esa pequeña isla maltratada por el destino y el poder ajeno. Noelia necesita estar con ella misma, en un entorno a la vez acogedor y alejado del ya ajeno para ella mundanal ruido, como solo puede serlo el lugar de nuestra infancia, la casa materna y ese sitio donde nacimos. El protagonismo de Noelia es absoluto: es el eje de la película y solo importa, y nos importa, ella en su viaje hacia el vacío. Su mirada, su cuerpo herido, sus palabras, sus mentiras (a la madre), su búsqueda de medicamentos para sus dolores, nos arrastra, con una cámara muy cercana siempre a ella, que solo opta por otros planos más alejados en las secuencias del mar.

Ese lugar, que es el origen y puede ser a la vez el final, es la isla de Vieques, al oriente de la isla mayor de Puerto Rico. Una isla pequeña en comparación con las grandes Antillas, conocida durante varias décadas porque un tercio del misma fue empleada por la Marina estadunidense como campo de tiro y lugar para probar nuevos armamentos, lo que incluía desde el napalm a los defoliantes o los proyectiles de uranio empobrecido. El resultado fue -y es- un medio ambiente destruido, un ecosistema herido, y unos daños para la salud de los habitantes de la isla que permanecen en el tiempo, tanto como resultado de la contaminación, de la radioactividad, como por la presencia de explosivos y minas en la zona. Cuando estuve en Puerto Rico en 1992, el tema de Vieques y su uso como campo de tiro era una tema de conversación y un asunto de reivindicación social y política su eliminación. Así fue hasta finales de 1999, pero la propiedad del lugar en manos del Gobierno Federal o las secuelas permanecieron.

Hay por tanto un vínculo, buscado, entre el cuerpo herido de Noelia y el “cuerpo” herido de la isla de Vieques. No sabemos, ni sabremos nunca, si la enfermedad de Noelia pudiera ser resultado de esa infancia en Vieques, o no lo es, pero la asociación entre esos dos cuerpos dañados es inmediata y funciona en un plano simbólico y a la vez real. No es casual que Noelia, además del reencuentro con su madre y con viejos conocidos, quiera participar en las tareas de limpieza de la zona contaminada con los grupos de activistas que se dedican a ello, incluida la inmersión con bombonas de oxígeno en el mar que rodea la isla, con la presencia de pecios y restos herrumbrosos de barcos y proyectiles: de basura militar. Su cuerpo quizá no tenga cura, pero quiere ayudar a restaurar ese otro cuerpo que contiene a todos y que conocerán las generaciones futuras.

El agua se constituye en un elemento cardinal del film y de la personalidad de Noelia, pues la película se inicia con ella en una bañera y de alguna manera el final cierra un círculo acuático, en el que la inmersión, el buceo en el agua, nos trae recuerdos olvidados del claustro materno y del líquido amniótico. El agua, la bañera, es un espacio de recogimiento, de seguridad, en el que parece que nada malo pudiera suceder, como lo son también las profundidades del mar, o esa pecera a la que alude el título.  Si algo caracteriza el trabajo y el estilo de la cineasta, Glorimar Marrero Sánchez, es esa pericia para conferir otros significados a los objetos, sean la bañera o esos pecios militares del fondo del mar.

De la actriz principal, Isel Rodríguez, ya hemos comentado que es el alfa y omega de la película; su trabajo como actriz lo ha desarrollado principalmente en Puerto Rico, y está muy bien acompañada por un elenco de actores a la altura de la propuesta. El cine de Puerto Rico, condicionado por el gigante americano, es un milagro que se debe cuidar para evitar su extinción. Esta película es una coproducción entre Puerto Rico y España, y esa es una buena noticia y un bien camino que se debería continuar. Que la película solo se exhiba en un cine de Valladolid y otro de Madrid, habla también de milagro y del buen ojo, en el caso concreto de Valladolid, del exhibidor.

En el caso de la directora, es su opera prima, y demuestra una enorme sensibilidad y valentía para tratar un asunto complejo, lleno de aristas y de puntos de vista diferentes, pero que sabe elevar a un plano de auténtica poesía cinematográfica, desde el respeto a la realidad y a las emociones de los personajes.

Es desde luego una directora que engrosa la nómina de cineastas a seguir en el futuro.

Os dejo un tráiler:

Gonzalo Franco Blanco

Revista Atticus