Crítica película Una buena persona de Zach Braff

Crítica Una buena persona de Zach Braff – Luisjo Cuadrado

Ficha

Título original: A Good Person

Año: 2023

Duración: 129 min.

País: Estados Unidos

Dirección: Zach Braff

Guion: Zach Braff

Reparto: Florence Pugh (Allison), Morgan Freeman (Daniel) Celeste O’Connor (Ryan) Molly Shannon (Diane) Zoe Lister-Jones (Simone)

Música: Bryce Dessner

Fotografía: Mauro Fiore

Compañías: Killer Films, Metro-Goldwyn-Mayer (MGM), Elevation Films, Elevation Pictures. Distribuidora: United Artists Releasing

Género: Drama

Sinopsis

Allison (Florence Pugh), una joven con un futuro brillante, y Daniel (Morgan Freeman), el padre de su prometido, sufren la misma pérdida trágica. En un momento de crisis, los dos protagonistas forjan una amistad que suscita la compasión y el perdón necesario para superar su culpa y encontrar la libertad.

Crítica

Una buena persona es la nueva propuesta del director Zach Braff (que se dio a conocer como actor en la serie Scrubs -también llegó a dirigir tres capítulos-). Esta película se suma a su corta pero interesante filmografía, Algo en común (2004) o Un golpe con estilo (2007).

La película arranca con la pareja protagonista, Allison (Florence Pugh) que nos presenta a su novio Nathan (Chinaza Uche) en su fiesta de compromiso. Se declaran su amor y vemos a toda la gente guapa a su alrededor en amor y compañía. Ah, qué bonito tan felices y enamorados. En un momento, nos trasladamos en el coche de Allison cuando van camino de tiendas para probarse vestidos para el evento. Conduce ella, a su lado va su futura cuñada y atrás su novio (y hermana de esta) y el marido. Con la carretera atiborrada de coches y algo de embotellamiento debido a unas obras sucede un suceso que condicionara la vida de todos los protagonistas. No voy a contar más, he leído críticas de películas en las que sinceramente creo que se cuenta demasiado. Creo que las cuatro líneas de la sinopsis me parece que contienen la información justa.

Este accidente provoca que Una buena persona sea un drama desgarrador, brutal, pero que el resultado es un tanto irregular, a pesar de tener muy buenos mimbres. Vaya por delante que es una película que me ha gustado mucho, que tiene sus peros (menores) pero que recomiendo sin ninguna duda.

La película trata unas cuántas cuestiones que tienen que ver con la adicción (en este caso a un medicamento para aliviar el dolor), el alcoholismo, el dolor, el sentimiento de culpa, la relación paterno filial y el intento de superar un drama y poner de nuevo en orden tu vida.

En los primeros minutos a la película le cuesta arrancar. Hay un exceso de dulce. Muestra una situación tan idílica que resulta excesiva la relación de Allison y Nathan. Todo sea para mostrarnos que eso se puede perder en un instante. Pero, sin embargo, el director crea unos buenos personajes. Allison es divertida, entrañable, romántica, trabajadora. A su lado, un apuesto Nathan que promete y un padre de este, Daniel (Morgan Freeman), que se desborda por la pantalla cada vez que aparece. Un tipo que tiene un pasado que por mor del guion vamos descubrimiento poco a poco, entre otras cosas el detalle de su tatuaje en el antebrazo: Love fati. El tatu alude a una locución latina que puede traducirse como amor al destino. Daniel quiere tener esa actitud de aceptar todo lo que sucede en la vida, incluso el sufrimiento o una gran pérdida, como bueno, o, por lo menos, como necesario.

A partir del accidente el peso de la cinta empieza a recaer en Florence Pugh. Debe mostrar que sabe adaptarse a ese giro dramático. Demuestra sus dotes para el canto. Llega a interpretar una curiosa versión de After Hours de The Velvet Underground. Incluso un par de temas compuestos e interpretados por ella misma. Contemplamos la ruina que ha supuesto ese fatídico accidente que la lleva a la autocompasión y al sufrimiento que le causa la adicción legal del OxyContin (es un fármaco de la familia de los opiáceos, la oxicodona, que se utiliza para el tratamiento del dolor moderado o intenso y que crea una gran adicción -esta circunstancia produjo un grave problema social en los EE. UU y miles de muertes a partir de la mitad de la década de los 90-). Damos un salto en el tiempo y vemos como lleva su vida tras un año de dar tumbos.

También en esos primeros minutos nos presentan a Daniel, un aparentemente dulce abuelo que se entretiene trabajando en una enorme maqueta de tren a escala HO, 1:87. Al director le sirve como una bonita metáfora para hablar del poder que tiene su creador para representar la vida a su imagen a semejanza, donde las cosas suceden guiadas por su mano. Circunstancia que no sucede en la vida real. Recurre a ella a lo larga de la cinta.

Allison y Daniel, son dos personas perdidas que se ven abocadas a un circunstancial encuentro. Tras ese encuentro, Allison, también conocerá a Ryan (Celeste O’Connor), nieta de Daniel y la zozobra volverá a su vida.

La película iba bien hasta la aparición de esta muchacha. Su actuación resulta poco creíble. Su comportamiento es difícil de justificar incluso para un adolescente. Se mueve entre lo increíble y lo absurdo. Su actuación provoca una serie de respuestas en los protagonistas que tienen que solventar a duras penas. Solo la solvencia, la prestancia y el oficio de ambos lo salva (sobre todo de la mano de Morgan Freeman). Aquel retrato de unos personajes bastante bien esbozados se ve manchado por el papel de Ryan que fuerza situaciones que solo el tiempo (o una buena elipsis) nos hubiera encauzado. Hay una escena que quienes vean (o hayan visto) la película, entenderán lo que quiero expresar y es la incomprensible secuencia de la fiesta más propia de un telefilme de la sobremesa que un proyecto de esta entidad. Cuando el director se recrea en los excesos rocambolescos pierde esa credibilidad que había ganado con la mesura y la buena sintonía entre Allison y Daniel.

A pesar de este pero, quien se acerque a Una buena persona encontrará actuaciones solventes con instantes de buenas emociones y sinceras reflexiones de personas que ocultan un terrible pasado de alcoholismo, de terribles episodios de maltrato en el ámbito familiar y de segundas oportunidades que traten de ser eso, buenas personas, mientras viven sus vidas con la losa del pasado sobre sus espaldas. La pérdida, la culpa, el destino se convierten en personajes protagonistas junto con el perdón y las distintas formas de vivir ese duelo o la lucha contra las adversidades que van surgiendo en una vida de una gente corriente. El enfoque destructivo que ha decidido tomar la protagonista le sirve al director para realizar esta digna propuesta que a poco que se hubieran esmerado en algunas escenas y en algún diálogo estaríamos ante una muy buena película.

Os dejo un tráiler:

https://youtu.be/Ve86H2K0PRY

Luisjo Cuadrado

Revista Atticus