Muere el artista de las formas orondas: Fernando Botero (1932 – 2023)

Fernando Botero (1932 – 2023), el universal artista de las formas orondas

El artista colombiano Fernando Botero falleció el pasado 15 de septiembre de 2023 a los noventa y un años de edad. Pintor, escultor y hábil dibujante fue el primer artista no francés en mostrar sus esculturas en un espacio público como los Campos Eliseos en 1992, y desde ahí casi todas las grandes capitales pugnaron por ofrecer su ciudad para albergar sus obras. Con un estilo inigualable y ampliamente reconocido, ha fallecido uno de los grandes artistas contemporáneos de la talla de Dalí, Picasso o Lucien Freud. De origen muy humilde, sus primeros pasos los dio como un simple dibujante en El Colombiano, periódico de su ciudad natal, Medellín. Con el dinero que pudo ganar con sus trabajos se financió un viaje por Europa donde recaló en Madrid para conocer a los grandes pintores como Velázquez y Goya, y en Italia, Florencia, donde conocerá la obra de Piero della Francesca. Un artista que con sus obras le cambió la vida. Os dejo una amplia semblanza de su vida que publicamos en el número 41 de Revista Atticus. Podéis descargar el artículo completo en este enlace.

Fernando Botero Angulo nace el 19 de abril de 1932 en Medellín, capital del departamento de Antioquia, Colombia. Es el segundo de los tres hijos del matrimonio formado por David Botero Mejía (1895 – 1936), representante comercial, y Flora Angulo Jaramillo (1898 – 1972). Dos hermanas de su madre (las tías Angulo) ocupan un lugar especial en el universo afectivo del pintor en aquellos años. Tiene dos hermanos Juan David (1928) y Rodrigo (1936).

En 1938 inicia sus estudios primarios en el Colegio Bolivariano. A los doce años su tío Joaquín, gran aficionado taurino, lo envía a una escuela de «matadores» que funcionaba en la plaza de la Macarena de Medellín, dirigida por Aranguito, un banderillero. Lleva sus primeros dibujos (toros y toreros) al almacén de don Rafael Pérez, donde se venden entradas para la plaza de toros. Su primera obra es vendida por dos pesos. Desde los cerros que enmarcan a Medellín, dibuja y pinta en los fines de semana paisajes en acuarela. Comienza a hacer lustraciones para el diario El Colombiano. Por esta época descubre también a Dalí y a Picasso.

En 1948 dos de sus acuarelas son incluidas en una muestra colectiva, Pintores antioqueños, en el Instituto de Bellas Artes de Medellín.

En 1949 financia sus estudios en el Liceo San José y en la Normal de Marinilla con los trabajos para el diario El Colombiano. Conoce al pintor Rafael Saénz quién, entre otras obras, le muestra reproducciones de Giotto. También su obra recibe la influencia de los pintores mexicanos José Clemente Orozco. Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros.

Al año siguiente, 1950, se dedica a realizar una serie de bocetos para la compañía de teatro española Lope de Vega que se encontraba de gira por Colombia.

En 1951 se traslada a la capital, Bogota. Con diecinueve años toma contacto con la vanguardia colombiana que se reúnen en torno a la figura de Jorge Zalamea, amigo íntimo de Federico García Lorca. Cinco meses después de llegar a la capital organiza su primera exposición con veinticinco obras (acuarelas, aguadas, dibujos y óleos) en la galería de Leo Matiz. Vende alguna de sus obras con las que se costea un viaje a la ciudad caribeña de Tolú, donde pasa el verano pintando y paga su estancia en una pensión con un mural. Su obra, en este momento, refleja la influencia de Gauguin y de Pablo Picasso (sobre todo de los periodos rosa y azul). Al año siguiente, en 1952, y al regresar de su viaje por el Caribe organiza una segunda exposición con los cuadros pintados durante ese verano en la misma galería, vendiendo todos los cuadros expuestos. En agosto recibe el segundo premio del IX Salón de artistas colombianos por su óleo En la costa. Con la dotación del premio (unos 7000 pesos) decide emprender viaje a Europa, a Barcelona. Allí pasa unos días para proseguir camino hasta Madrid. Se inscribe en la Academia de Artes de San Fernando. Pasa la mayor parte del tiempo en el Museo del Prado estudiando a los grandes pintores como Velázquez, Tiziano, Rubens y Goya. Realiza, para los turistas, copias de sus cuadros para sacar algo de dinero.

En los años 1953 y 1954 pasa los veranos en París. Allí, en el Louvre, estudia los grandes maestros. Viaja a Italia. En Florencia se inscribe en la Academia de San Marcos, donde asiste a las conferencias de Roberto Longhi sobre historia del arte, tema que desde entonces lo apasiona y lo nutre. Se instala en un antiguo estudio del pintor Fattori, en la Vía Panicale, donde pinta al óleo. «Mis años en Florencia los considero como los más importantes de mi formación». En los museos de Roma, Florencia, Venecia, Siena y Ravena se familiariza con el arte del Renacimiento italiano y realiza un estudio profundo del arte italiano del siglo XIV eje de su pintura. Lee a Berenson y aprende sobre los valores táctiles y la representación de los volúmenes, hace un recorrido para conocer los frescos más importantes de Italia y se aplica al estudio de sus técnicas. Se apropia de la plasticidad total que le transmiten Piero della Francesca («la plenitud de la forma, la organización del espacio y la armonía cromática, al que considera el mayor exponente del color local en la pintura») de Paolo Uccello («su pasión por la geometría, que significa para mí la serenidad de la pintura») de Tiziano («en su pintura se encuentra un color que es como una expresión de la naturaleza») de Ingres, de Giotto, o de Masaccio. «Estudiando estos artistas, yo adquirí gradualmente mayor claridad sobre lo que el espacio y el volumen querían decirme. Se me acentuó el deseo por lo enorme, por lo fuerte y lo monumental».

En 1955 se casa con Gloria Zea. Con los cuadros que trajo de Florencia se celebra una exposición en la Biblioteca Nacional de Bogotá. La crítica se muestra negativa, no vende ni un solo cuadro.

En enero de 1956 el matrimonio se traslada a México capital donde nacerá su hijo Fernando. Botero es invitado a participar en una exposición de grupo que se celebrará en el Museum of Fine Art de Houston. Allí presenta Naturaleza muerta con mandolina y uvas en la que aparece por primera vez el volumen tan característico en la obra de Botero y que a partir de entonces será una constante en su obra. «Un día, estando completamente agotado, hice una pequeña marca en el centro de una mandolina que había estado dibujando…». El pequeño círculo, que el artista había hecho para marcar la calidad sonora de la mandolina, le dio al instrumento la solidez que irá a desembocar en el encuentro de la proporción boteriana. «Fue como atravesar una puerta para entrar en otro cuarto». Esa fue la semilla de su estilo. Un estilo basado en la sensualidad y la belleza a través de la exaltación del volumen.

En 1957 lleva a cabo su primera exposición en los Estados Unidos, Fernando Botero, en el Pan-American Union de Washington D.C. Nace su hija Lina en 1958. Ese mismo año obtiene la cátedra de pintura de la Academia de Arte de Bogotá. En el diario El Tiempo se publica La siesta del martes de Gabriel García Márquez, con ilustraciones de Botero. Acude a la cita del XI Salón Colombiano con su cuadro monumental Camera degli Sposi (La alcoba nupcial) según los famosos frescos de Mantegna en Mantua. En un primer momento su obra es rechazada, pero gracias a las fuertes protestas y al apoyo de la prensa obtiene el primer premio.

En 1959 Botero representa a Colombia en la V Bienal de Sao Paolo. Termina la pintura Niño de Vallecas de inspiración en la obra de Velázquez. Llama la atención su Mona Lisa a los doce años (un par de años después el Museo de Arte Moderno de Nueva York comprará esta obra).

Al año siguiente, 1960, pinta un gran fresco (su único fresco) para el Banco Central Hispanoamericano de Medellín. Nace, en Bogotá, su segundo hijo, Juan Carlos. Se divorcia de Gloria Zea. Se muda a Nueva York donde conoce a otros artistas como Kline, Rothko o De Kooning. En noviembre obtiene el Guggenheim Internacional Award 1960 por su obra The Battle of the Archdevil. Elabora una serie de pinturas con motivo de los violentos asesinatos cometidos por Nepomuceno Matallana un vil personaje que forma parte del folclore de la cultura de Bogotá.

En 1964, se casa con Cecilia Zambrano y en Baden-Baden, Alemania organiza la primera exposición de Botero en Europa.

En 1966 en el Milkwauke Art Center se lleva a cabo su primera exposición en un museo de Estados Unidos, con una muestra retrospectiva. La revista Time publica una crítica elogiosa sobre su trabajo. Durante los siguientes años expone sus obras por distintas galerías y museos de varios países europeos y americanos.

En 1971 alquila un piso en París y pasa su tiempo entre París, Bogotá y Nueva York, donde tiene un estudio en la Quinta Avenida. En París comienza sus primeros trabajos con la escultura.

En 1974, en abril, se inaugura la primera retrospectiva en la ciudad de Bogotá. Durante unos días de vacaciones en España muere en accidente su hijo de 4 años Pedro. Esta circunstancia influirá en sus obras. Realiza su obra escultórica Mano, uno de sus trabajos en bronce más importantes.

En 1975 expone en Caracas, Rotterdam, Nueva York, Toronto y Montreal. Se separa de Cecilia Zambrano. Al año siguiente dedica casi todo su tiempo a la escultura: «La escultura es una consecuencia natural de mi trabajo de pintor donde el volumen siempre ha estado presente».

En 1976 recibe de manos del presidente de Venezuela la Orden Andrés Bello y al año siguiente el Gobierno Regional de Antioquía le otorga la Cruz de Boyacá por sus servicios a Colombia.

En 1983 instala su estudio en la ciudad de Pietrasanta (Italia) ciudad cercana a Carrara conocida por sus mármoles y por la calidad de sus fundiciones. En esta ciudad Botero realizara de forma exclusiva sus esculturas.

En 1984 dona al Museo de Antioquía una sala de esculturas y dieciocho cuadros a la Biblioteca Nacional de Bogotá. Por esta época pinta básicamente escenas taurinas. «Yo he osado pintar la corrida porque conozco muy bien el tema. Uno no puede pintar si no hay una relación entre el tema y el alma. Esto le da a uno cierta autoridad moral. Este tema me viene por la sangre, por la vida».

En 1987 el Museo Reina Sofía de Madrid inaugura la retrospectiva Botero: pinturas, esculturas, dibujos y también en el Castello Sforzesco de Milán se celebra una exposición con ochenta y seis óleos, acuarelas y dibujos con el tema de las corridas de toros.

En los años 1991 y 1992 las esculturas monumentales de Botero se exhiben en el Castello Belvedere de Florencia, en el Casino de Montecarlo y en los Campos Elíseos de París donde se exhiben 32 de sus esculturas monumentales. Señaló Jacques Chirac, presidente de Francia: «Botero es, en efecto, el lazo entre dos continentes a la vez diferentes y complementarios, entre dos mundos: el de los maestros occidentales y al de la tradición latinoamericana… Los personajes, las formas generosas de Botero, sus mujeres llenas de sensualidad, de dulzura, paradójicamente de pujanza; sus creaciones, incestuosas e impresionantes a la vez, van a animar de una manera insólita la avenida de los Campos Eliseos».

En 1993 sigue llevando sus obras por todo el mundo: inaugura una exposición en el Palacio de los papas en Avignon, que es llevada al Museo Pushkin de Moscú y al Museo Estatal de El Ermitage en San Petersburgo. Y se produce un hecho histórico:  por primera vez en la historia de la ciudad de Nueva York se exponen esculturas en la Park Avenue con dieciseis bronces monumentales realizados por Botero en los últimos años.

En 1994 las esculturas monumentales de Botero se presentan en el Paseo de la Castellana de Madrid. Botero se salva por poco de un secuestro en Bogotá. Este hecho marcará sus futuras obras e influirá de manera decisiva en su modo de vida junto con el suceso que se produjo al año siguiente en Medellín.

El 10 de junio de 1995, en Medellín, la escultura El Pájaro, ubicada en el céntrico Parque de San Antonio, saltó por los aires al estallar una carga explosiva de diez kilos de dinamita. El atentado dejó veintitrés muertos y un centenar de heridos. Los restos esparcidos por la plaza se mantuvieron durante un tiempo como testigos mudos de la barbarie humana. Años después se sustituyeron por una réplica con la donación de El pájaro de la paz, emplazada junto a la otra como vestigio de la violencia, en recuerdo de las víctimas y como un gesto de paz.

En 1996 sus obras siguen recorriendo el mundo: Jerusalén, Nueva York, Washington. Berlín y Caracas. Diseña escenografía y vestuario para la ópera La hija del regimiento de Caetano Donizetti, coproducida por Montecarlo, Ginebra, y Dusseldorf.

En 1999 en un reconocimiento sin precedentes se presentan treinta esculturas monumentales en la Piazza della Signoria de Florencia. Botero es el primer artista vivo cuyas esculturas se exhiben junto a las de Cellini, Giambologna y Miguel Ángel, distinción que hasta el día de hoy solo se le ha concedido a él.

En el año 2000 decide entregar a su ciudad natal, Medellín, una importante colección de ochenta y cinco obras de su autoría y veintiuna de artistas internacionales. Su generosidad con la cultura de su tierra suscita la respuesta de la administración municipal, que se compromete con hacer un gran museo para albergar la obra del maestro. Al tiempo, se generan cambios fundamentales que llevan a realizar importantes intervenciones urbanas para la recuperación del centro de la ciudad, lugar donde se ha construido el nuevo Museo de Antioquía, uno de los sueños de Botero.

En el mismo año entrega a Bogotá, la capital de Colombia, ciento treinta y seis de sus obras y cincuenta y dos de artistas famosos, parte de su colección privada, entre las cuales se encuentran cuadros de Picasso, Gauguin, Renoir, Dalí, Manet, Corot, entre otras. Se inicia entonces la ampliación de la Biblioteca Luis Ángel Arango para la exhibición de las nuevas obras, compromiso que asume el Banco de la República. Antes del traslado definitivo de estas obras a Colombia, el artista expone el conjunto de sus donaciones en la Sala de Exposiciones de la Fundación Santander Central Hispano, en Madrid. «Hoy día, los colombianos no deberían encontrarse con los mismos problemas a los que yo me enfrenté años atrás. Yo tuve que aprender a pintar sin haber tenido la posibilidad de ver una sola pintura original que fuera distinta a las hechas en América Latina». En este año realiza una exposición de esculturas monumentales en Pietrasanta, Italia y una retrospectiva de cien obras en el Palazzo Bricherasio de Turín.

Durante los años 2001 y 2002 México capital organiza una gran exposición sobre la vida de Botero con el título: 50 años de vida artística. Y comienza, al mismo tiempo, una gran exposición en Escandinavia.

En 2003 algunas de sus esculturas monumentales son expuestas a lo largo del Gran Canal en Venecia. Un año después, 2004, Botero comienza un nuevo ciclo de obras inspiradas en los casos de abusos y torturas a los prisioneros de la cárcel de Abu Ghraib, en Iraq. En 2005 se exponen en el Palazzo Venecia de Roma las primeras obras de esta serie. «Quiero que estas pinturas sean el testimonio permanente de un crimen colosal».

En 2006 The New York Times destaca la exposición de la serie de Abu Ghraib, que se celebra en Nueva York y posteriormente en el Berkeley Art Museum, como una de las más importantes de ese año. Las obras de la serie Abu Ghraib surgió tras conocer las torturas que el personal militar cometió en la prisión iraquí. Retrató el horror en setenta y ocho piezas. Botero no era la la primera vez que retrataba el horror de la violencia. Ya lo hizo con los temas de Pablo Escobar y los atentados de carros-bomba de Medellín.

En 2008 el tema del circo y la serie de Abu Ghraib se exhiben en las ciudades de Vigo y Valencia.

En 2011 se presenta por primera vez una serie de cuadros con el tema del Vía crucis en la Marlborough Gallery de Nueva York. Sus obras reflejan diferentes aspectos de la Pasión de Cristo

En 2012 Fernando Botero cumple 80 años con un calendario de distintas muestras y homenajes. La muestra Fernando Botero: una celebración, realizada en el Museo Palacio de Bellas Artes de Ciudad de México recoge ciento setenta y siete obras realizadas por el artista a lo largo de su vida. Posteriormente, una parte de esta exposición se expone en el Museo de Bellas Artes de Bilbao en enero de 2013

En 2015 tras presentarse en Medellín, Lisboa y Panamá, llega al Palazzo Reale de Palermo (Sicilia) la exposición Fernando Botero Vía Crucis, la Pasión de Cristo.

En 2018, el Museo Nacional de Colombia presentó la exposición El joven maestro. Botero, mostrando su obra temprana entre 1948 y 1963, recordando los inicios de la carrera del artista.

A pesar de haber vivido en México, Mónaco, Pietrasanta, París o Nueva York nunca dejó de lado sus raíces. En su ciudad natal Medellín se encuentra el museo Botero en el cual se pueden contemplar buena parte de sus obras, así como la colección de obras de arte que tenía el artista. Como hemos visto, Botero donó, en 2000, esta colección a Medellín para tratar de borrar esa imagen de ciudad conflictiva por el terrorismo y la droga. Tenía la firme convicción de que el arte cuanto más local se vuelve más universal. Descanse en paz el genial artista de las formas orondas.

Luisjo Cuadrado

Revista Atticus