Libro Viaje silencioso a Italia. Cuadernos de viaje: 1982 – 2022 – Daniel Villalobos

Daniel Villalobos, profesor de Arquitectura en la disciplina de Composición Arquitectónica de la Universidad de Valladolid, presentó el pasado miércoles 10 de enero, en el Salón de actos del Museo Patio Herreriano, el libro Viaje silencioso a Italia. Cuadernos de viaje: 1982 – 2022. El libro ha sido coeditado por el Servicio de publicaciones de la UVa, el Departamento de Teoría de la Arquitectura y la Asociación Cultural Domus Pucelae (asociación a la cual pertenezco y me siento muy orgulloso de ella).

A la presentación asistió un numerosísimo público (rebosando el aforo del Salón) y estuvo presidida por Dario Álvarez, compañero, amigo y director de la ETSAVa; Santiago García, presidente de la Asociación Domus Pucelae; Sara Pérez, coordinadora del área de Teoría de la Arquitectura del Departamento, y Alfonso Martin, director de publicaciones de la UVa.

Tras una introducción del propio autor Daniel Villalobos, el libro recoge 162 dibujos realizados directamente in situ de distintos lugares de Italia. Una síntesis de los numerosos viajes que el profesor ha realizado entre los años 1982 y 2022. Son casi cuarenta años recorriendo toda Italia, desde el norte, el Véneto, hasta la punta de la península, e incluso la isla de Sicilia. Es un libro maravilloso. Me imagino que las librerías tendrán dificultad para situarlo en sus estanterías más que nada por no saber muy bien dónde encuadrar esta joya. ¿Es un facsímil? ¿Es un libro de viajes? ¿Es un libro de dibujos? Lo considero como un libro de viajes que recoge la personal experiencia de viajar con la habilidad de plasmar unos dibujos que son instantáneas de determinados lugares, muchos de ellos archiconocidos. Esto lo sitúa en la tradición de otros ilustres viajeros, alguno de ellos arquitectos, que desde el siglo XVIII tienen como destino la meca del arte clásico: Italia. Entre ellos cabe destacar las experiencias Viollet-le-Duc, con sus maravillosas acuarelas y dibujos de su viaje a Italia en 1836; Le Corbusier en su viaje de 1911; W. Goethe durante su viaje a Italia entre 1786 y 1788; John Ruskin entre 1840 y 1845 o más recientemente Álvaro Siza. Aunque mis gustos están más en la línea de John Singer Sargent que con sus excelentes acuarelas documentaba los paisajes de sus viajes (Venecia, un clásico). Edward Hopper es muy conocido por sus pinturas al óleo, pero el artista también era experto en acuarelas.

Mi debilidad, confieso, no es tanto por la obra de Le Corbusier, como le puede suceder a Daniel Villalobos, sino más bien por el propio autor, Dani. Y también admiro la labor que viene haciendo la Asociación Domus Pucelae en la difusión, mediante unos magníficos libros, del amor por la cultura en toda su extensión. Dejo claro estas circunstancias pero que no se confunda el lector que mi valoración del libro de Daniel Villalobos nadie tiene que ver con estos cariños. La obra del arquitecto que se recoge en el libro es una brillante colección de dibujos realizados con técnicas mixtas como el manejo de grafito, lápices de colores, ceras, tinta y acuarela. El uso de la acuarela quizás es lo más asombroso en su obra, o por lo menos, dicho con palabras más apropiadas es lo más vistoso. Villalobos no es un acuarelista (como lo pueda ser otro de los genios Turner y sus admirables atmósferas), no dibuja con el color más bien dibuja y luego le da color o bien con los lápices o ceras o bien con la acuarela. Es decir, Daniel Villalobos es un magnífico dibujante. Lo que más me gusta en su obra son los bestiales escorzos y las perspectivas imposibles que nos ofrece de motivos muy conocidos, como el caso de la Torre inclinada de Pisa. Huye de lo común para buscar la originalidad.

Su comunión con la obra parte de la necesidad de saber qué es lo que quiso transmitirlos el arquitecto que realizó la obra. Se mete en su piel al volver a rediseñar (dibujar) la obra que plasma en su cuaderno. Quiere aprehender la estructura de cada arquitectura retratada para hacerla suya.

El libro está estructurado en cuatro capítulos:

  • 1.- Bajo los Alpes.
  • 2.- Al norte entre mares.
  • 3.- Roma e Italia meridional.
  • 4.- Sicilia.

En cada dibujo, el profesor anota los datos básicos del lugar, del de la hora en que lo realiza y hasta la temperatura. Al final del libro cada lámina está reseñada con esos datos que en algunas de las láminas pudieran no entenderse completamente al ser manuscritas.

El libro cierra (espero que de momento) la trilogía del mismo autor ya publicada por la Universidad de Valladolid: En la ruta de Oriente (2002) y Hasta los pies del Himalaya (2004). Quizás esta sea la razón por la que la edición se hubiera merecido algo «más de lujo». Tal vez un papel más de arte, más propio para la acuarela (el facsímil), más «aire» alrededor de los propios dibujos, es decir, un mayor tamaño. Pero eso claro, conlleva una edición de mayor coste. Superaría con creces el precio de los 30 euros.

En estos tiempos de lo inmediato, de excesivos selfis y las abundantes tomas de fotos, el encontrarnos con alguien que deja a un lado el móvil para situarse frente al objeto del deseo, contemplarlo y dedicarle un par de horas merece una reflexión. Tan solo necesita unas poquitas cosas que le caben en su caja, vetusta caja, de puros. Y eso sí, su inseparable Montse a su lado. Por mi parte solo siento envidia de la habilidad del profesor Daniel Villalobos porque es lo que me gustaría a mí.

Luisjo Cuadrado

Revista Atticus