Crítica película Fallen Leaves de Aki Kaurismäki

Ficha

Título original: Kuolleet Lehdet

Año: 2023

Duración: 81 min.

País: Finlandia

Dirección: Aki Kaurismäki

Guion: Aki Kaurismäki

Reparto: Alma Pöysti, Jussi Vatanen, Janne Hyytiäinen, Nuppu Koivu, Matti Onnismaa, Simon Al-Bazoon, Martti Suosalo, Alma-Koira

Fotografía: Timo Salminen

Compañías: Sputnik, Finnish Film Foundation

Género: Comedia. Drama. Romance | Alcoholismo. Trabajo/empleo. Comedia dramática

Sinopsis

    Ansa es soltera y vive en Helsinki. Trabaja con un contrato de cero horas en un supermercado, abasteciendo los estantes; luego clasifica el plástico reciclable. Una noche se encuentra accidentalmente con el igualmente solitario trabajador Holappa, un alcohólico. Contra todo pronóstico y malentendidos, intentan construir una relación. Como resultado, Holappa logra controlar su adicción al alcohol.

Crítica

Tras su paso, entre otros festivales, por la SEMINCI en su sexagésimo octava edición en el ciclo dedicado a la Academia de Cine Europeo (excelente ciclo con gran riqueza temática y estilística de la producción autoral del continente) llega a las pantallas la película finlandesa Fallen Leaves de Aki Kaurismäki, precedida de un excelente palmarés tanto en premios conseguidos como en las nominaciones.

El finlandés Aki Kaurismäki, director y guionista, nos ofrece una minimalista historia tragicómica. Todo es contado de forma muy escueta, partiendo de una sencilla historia con el clásico esquema de chico conoce a chica. Ansa (Alma Pöysti) trabaja de empleada para todo en un cutre supermercado y Holappa (Jussi Vatanen) en una empresa siderúrgica. Un día sus miradas coinciden en un bar con karaoke y trataran de dar rienda a sus sentimientos. Van juntos al cine (una de zombies de Jim Jarmusch) y a la salida entre alusiones a películas (Diario de un cura rural de Robert Bresson y otros carteles de clásicos que se encuentran expuestos en la cartelera) y la promesa de volver otra vez. Ella le entrega un papel con su número, pero el azar le juega una mala pasada y vemos como sale volando la papeleta. A partir de ahí, las idas y venidas tratando de reencontrase se instalan en su ya de por sí rutinarias vidas. Las noticias de la guerra de Ucrania (constantes por medio de la radio o las noticias de la televisión) constituyen el telón de fondo de esta historia de amor como si fuera un recuerdo constante, de que el mundo no presta atención al amor (o no está -el mundo- para el amor, depende cómo se interprete). Otra amenaza para el amor es el alcoholismo que sufre Holappa (le echan de varios trabajos por sus excesos). Ansa ya sabe lo que es eso porque lo ha sufrido en primera persona y no le gusta nada; y a él, no le gusta que nadie le mande. Ciao, hasta luego. Pero el amor tiene ese poder transformador (o por lo menos llena su vida de buenas intenciones) y tratará de sacar sus mejores virtudes.

Kaurismäki muestra dos vidas casi al borde de la marginalidad (uno de sus rasgos más característicos en su obra). A pesar de tener trabajo estos son mal pagados y en unas condiciones que ronda el maltrato y que nos hacen recordar que la esclavitud ahora es otra cosa. Y aunque no nos atan con cadenas lo hacen con unas hipotecas (o unos alquileres de vivienda) y unas nóminas. La frialdad aparente marca las relaciones personales, pero luego sí que hay una solidaridad cuando es necesario (por ejemplo, cuando a nuestra protagonista la echan del trabajo por llevarse un producto caducado).

Una de las cosas que más llama la atención en Fallen Leaves es la puesta en escena. En algunos momentos nos recuerda a la estética habitual en las películas de Pedro Almodóvar con los contrastes de colores verde (habitación donde se cambian las trabajadoras), rojo (las taquillas) o los chillones colores del vestuario de las propias trabajadoras. También es así en la decoración sesentera del sofá, de las radios vintage o el jukebox donde suena el Mambo del italiano Dean Martin. Esa puesta en escena «chillona» contrasta con la falta de expresividad y los silencios en los diálogos forzosamente artificiosos y muy lacónicos. No hay ni un solo beso en la película, incluso el director se preocupa muy mucho de que apenas haya un contacto físico entre ellos. Pero en la atmósfera, en los gestos, en los pequeños detalles (como las canciones) el amor está presente. El director huye de los clichés para mostrarnos que el amor, a veces, no viene de la mano de una pasión desbocada. Pero, sin embargo, ambos protagonistas consiguen la empatía y hasta la ternura del espectador a pesar de ese escenario tan frío. Toda la película está subrayada con referencias al cine clásico algunas de las cuales son solo captadas por los verdaderos cinéfilos. Hay una clara referencia a Luces de ciudad (1931, Charles Chaplin), a la que se le une la de Jim Jarmusch Los muertos no mueren (2019). Pero hay otras referencias con el romance como denominador común como Breve encuentro de David Lean (1945), Una partida de campo de Jean Renoir (1946) o, Tú y yo de Leo McCarey (1957). También especial interés tiene la banda sonora. En el karaoke o en el propio bar donde actúa una pareja finlandesa con una interesante versión de Les feuilles mortes. Con ambas cosas, cine y música, el director finlandés nos recuerda el poder sanador de ambas artes para unas vidas tan despeinadas.

Desde que Kurismäki estrenara su ópera prima Crimen y castigo en 1983, en la que adaptaba la novela homónima de Dostoyevski en un Helsinki moderno, el director finlandés lleva cuarenta años demostrando que es un director de un cine de autor con personajes que viven en la marginalidad de la sociedad del bienestar. Títulos imprescindibles en su carrera son Contraté a un asesino a sueldo (1990), La vida de Bohemia (1992), Un hombre sin pasado (2002), por la que fue nominado al Oscar, El Havre (2011). Un director que se formó con la influencia del cine francés con directores de la talla de Jean-Pierre Melville o Robert Bresson. Para algunos críticos, su toque de humor nos remite a Jim Jarmucsh (como se ve en esta cinta). Su carrera cinematográfica le hacen merecedor de ese calificativo de ser un director de cine de autor con un estilo cada vez más refinado y con una filosofía propia y palpable en sus películas.

En poco más de ochenta y un minutos (a contracorriente del cine actual con excesivo metraje), el director finlandés construye un relato personalísimo en el que los dos protagonistas se nos muestran como dos almas vagando por una desolada ciudad. Personajes que se muestran un tanto hieráticos, con unos diálogos pretendidamente artificiosos, creando situaciones casi surrealistas, que nos hablan de los grandes males de nuestro tiempo hasta llegar a completar una película llena de elegancia y humanidad. Un relato de amor de una pareja que encuentra el refugio en esa relación para no perder ni la dignidad ni el rumbo que la vida les ha puesto al borde del precipicio. Como guinda la pareja muy magullada marcha con el perro Chaplin hacia un esperanzador futuro, un final cargado de muchos simbolismos. Kaurismäki hace una clara referencia a la referida Luces de la ciudad, pues Fallen Leaves no deja de ser una triste historia de amor contada con dosis de humor cuyos protagonistas son también dos almas que se refugian en ese sentimiento universal.

Es difícil contar con esa delicadeza la dureza del día a día de una vida sin apenas alicientes, con una soledad no deseada y la amargura de verla pasar bajo la bruma del alcohol.  

Os dejo un tráiler:

Luisjo Cuadrado

Revista Atticus