Crítica película El consentimiento de Vanessa Filho

Ficha

Título original: Le Consentement

Año: 2023

Duración: 119 min.

País: Francia

Dirección: Vanessa Filho

Guion: Vanessa Filho, Vanessa Springora. Libro: Vanessa Springora

Reparto: Kim Higelin, Jean-Paul Rouve, Laetitia Casta, Sara Giraudeau

Música: Olivier Coursier, Audrey Ismael

Fotografía: Guillaume Schiffman

Compañías: France 2 Cinema, Moana Films, Panache Productions, The Film Company, Windy Production, La Compagnie Cinématographique. Distribuidora: Pan Distribution

Género: Drama | Biográfico. Abusos sexuales. Años 80

Sinopsis

    París, 1985. Vanessa tiene trece años cuando conoce a Gabriel Matzneff, un hombre muy inteligente y manipulador. El reconocido escritor de cincuenta años seduce a la joven. La adolescente se convierte en la amante y musa de un hombre celebrado por el mundo cultural y político. Perdiéndose en la relación, gradualmente comienza a darse cuenta de cuán destructiva y anormal es la situación, hasta que finalmente ve a Gabriel Matzneff como el depredador que realmente es. Vanessa ahora tiene un largo viaje para liberarse de su influencia y sanar de su sufrimiento.

Crítica

Comienzo este trabajo con una cuestión personal. Claro que todas las críticas son una cuestión personal, pero en este caso lo es más todavía. Algunos de mis amigos me dicen que no soy buen crítico porque todas las películas me gustan. Que no me mojo, que todo me parece bien. A la vista (más bien como consecuencia de la lectura) de los trabajos editados esta afirmación puede ser cierta. Pocas reseñas son negativas. Pero esto obedece a una razón fundamental: no vivo de esto y para qué voy a dedicar tiempo a poner pingando una película. Y puede haber una segunda: me gusta verter mi comentario en aquellas películas que me motivan, que incitan o nos invitan a la reflexión.

El consentimiento es una película que a la media hora del inicio estuve tentado a marcharme. Y desde entonces hay un par de preguntas dentro de mi cabeza: ¿qué es lo que me molestaba tanto ya desde sus comienzos? y ¿por qué no me ha gustado hasta el punto de estar dándole vueltas y más vueltas a la películita?

El consentimiento recoge los abusos que una niña, Vanesa Springora, sufrió cuando tenía catorce años, a manos del reputado escritor pedófilo (él mismo confesó su gusto por los niños) Gabriel Matzneff, treinta y seis años mayor que ella. Muchos años después, la niña se convirtió en editora y es cuando publica, en 2020, su libro basado en esas experiencias. La cineasta Vanessa Filho lleva a la gran pantalla, con un gran rigor, las memorias homónimas de Vanessa Springora. La directora nos muestra la vulnerabilidad de las víctimas de la violencia de género y también pone el acento a la inmunidad que suele disfrutar los agresores (aquí es donde más brilla la cinta de Filho, en cómo el acosador es aupado por las masas que jalean cada libro que publica –hay que recordar que los hechos sucedieron a finales de los años 80-). Con casi cincuenta años Springora se decidió por denunciar los abusos que sobre ella cometió Matzneff de la misma forma en qué él se había aprovechado de ella y alcanzado la fama, con la publicación de ese libro que le haría caer del pedestal que en el que Francia lo había aupado.

Gabriel Matzneff, francés, natural de Neuilly-sur-Seine, pero de ascendencia rusa (su familia emigró a Francia durante la II Guerra Mundial). Se graduó en literatura clásica en la Sorbona. Se convirtió en una admirado y afamado escritor. En 1977 publicó Les moins de seize ans (Los menores de dieciséis años), escrito en el que el autor hablaba de su atracción por los jóvenes. Un libro en el que el autor llega a rememorar sus relaciones sexuales y amorosas con chicos y chicas de edades comprendidas entre los diez y los dieciséis años. Y lo que es peor las editoriales, como la afamada Gallimard. se lo disputaban en un momento en que no había ninguna ley que impidiera este alarde amatorio que encumbraba la pedofilia sin ambages. En 1987, la Academia francés le otorgó un galardón y, en 2013, recibió el premio Renaudot de ensayo. Es decir, Gabriel Matzneff formaba parte de la élite cultural y literaria de la vecina Francia. En la película se llega a decir: “Si de verdad existe un educador sexual, ese es Gabriel Matzneff. Le gusta seducir, pero sobre todo le gusta ser el primero”. Terrible.

En la película se nos muestra como un tipo burdo, zafio, pero con aires de gentleman. De aspecto repulsivo, más mayor de los cincuenta años que aparenta, baboso, pagado de sí mismo que a la mínima suelta una de sus frases aprendidas con el único fin de darse el pote. Su comportamiento con la niña es de un depredador que disfruta con la contemplación delante de su presa. Da grima. A pesar de este aspecto, la elección del casting para su papel, es malísima (quisieron buscar a alguien que físicamente se pareciera a él). Vale que nos quieran meter que lo que Vanessa ve en el escritor es la atracción intelectual por encima de la física, y por el que la muchacha se queda prendada. Su verbo elocuente y el cómo domina la escena entre los amigos también es llamativo. Pero es difícil creerte que ese tipejo pueda seducir a la joven. Mi opinión personal es que más bien era un experto en el arte de amar que seducía más con la palabra que con las acciones y eso llevaba a que los menores se quedaran prendados de él. Su contemplación me producía repelús, me echaba de la película constantemente. No es que quisiera ver en pantalla al galán de 9 semana y media (Mickey Rourke) o del apuesto –ese sí que un verdadero gentleman- de Pretty Woman (Richard Gere). No. Bien podían haber elegido a un tipo atractivo, pero no empalagoso como los mejores años de Harvey Keitel o Michael Caine. Por otro lado, rodar este tipo de escenas no es nada fácil. Echo mano de unas palabras de Javier Ocaña que resumen muy bien lo que quiero decir: «Se trata de utilizar el lenguaje cinematográfico de un modo honesto pero limpio; verdadero pero considerado; evocativo de aquel infierno, pero nunca explícito; que no sea la ambigüedad la que domine en esa mirada porque en este caso la indeterminación no cabe; que no haya una sola rendija para que esas secuencias, o determinados planos, que solo pueden ser depravados, tengan un mínimo hálito de erotismo».

Quizás lo que mejor representa estas situaciones cuyo protagonismo radica en la sexualidad de niñas púberes es la famosa y también controvertida, en su momento, novela Lolita de Vladimir Nabokov (que fue llevada al cine por Stanley Kubrick en 1962). En nuestro caso, El consentimiento de Filho, pone el acento más en la repercusión mediática que tenía en su momento y que luego tuvo su punto álgido cuando Springora escribe su libro denunciando los hechos, momento en el que Francia se quita la venda de los ojos. Lo que hacía este tipejo no era amor sino abusos sicológicos y sexuales.

La joven Kim Higelin es lo mejor de la película. Su interpretación como una muchacha desorientada, atormentada, ilusionada por el amor, radiante, llena de vitalidad, pero también llena de dudas es sublime. No le acompaña ni Jean-Paul Rouve, ni, mucho menos, Laetitia Casta interpretando a una madre todo el día bebida y todo el rato fumando, que cree que la mejor virtud de una madre es dejar hacer a sus hijos y que se peguen el tortazo para luego recoger los restos y decir aquello: «ya te lo advertí yo, no me quisiste hacer caso». Un papel apenas esbozado y totalmente desaprovechado como amiga del depravado.

Al salir de la película yo seguía muy molesto. Los comentarios vertidos entre mis amigos danzaban entre la sorpresa de cómo es posible que esto hubiera pasado en aquella Francia de finales de los ochenta (un punto para la directora y su plantel) y lo que habíamos visto en la pantalla: la mostración de unos hechos deleznables (ahí no se llevó ningún punto). Valentía a la hora de llevar al cine esta sórdida historia, pero con un desalentador resultado. Ta vez hubiera sigo mejor ver Pájaros.

Os dejo un tráiler:

Luisjo Cuadrado

Revista Atticus