Crítica película Mantícora de Carlos Vermut

Crítica Mantícora de Carlos Vermut por Luisjo Cuadrado

Ficha

Título original: Mantícora

Año: 2022

Duración: 115 min.

País: España

Dirección: Carlos Vermut

Guion: Carlos Vermut

Fotografía: Alana Mejía González

Reparto: Nacho Sánchez, Zoe Stein, Catalina Sopelana, Javier Lago, Patrick Martino, Ángela Boix, Álvaro Sanz Rodríguez, Vicenta N’Dongo, Joan Amargós, Albert Ausellé, ver 4 más

Compañías: Aquí y Allí Films, BTeam Pictures, RTVE, Movistar Plus+, TV3, ICAA, Crea SGR

Género: Drama. Thriller | Thriller psicológico

Sinopsis

El veinteañero Julián es un exitoso diseñador de videojuegos que vive atormentado por un oscuro secreto. Cuando Diana aparece en su vida, Julián sentirá cercana la oportunidad de ser feliz.

Crítica

Ya llevo unos cuantos años en los que me propongo comentar las películas que veo. Descarto eso sí, aquellas que me inspiran poco o nada. No cobro por ello y por lo tanto me puedo permitir «ciertos lujos» como dejar de comentar aquellas propuestas fallidas. Es decir, me suelo centrar en películas que me ofrecen algo. En este caso, con Mantícora, me encuentro con la tremenda dificultad de comentar algún aspecto de ella por lo delicado que es el tema y la dificultad de llevar a la pantalla los demonios que pueden habitar nuestras mentes. Y como suelo decir con frecuencia, es mejor que vayan al cine sin apenas saber nada de ella, así mantendrán la capacidad de asombro intacta.

La película arranca con unos primeros minutos casi hipnóticos. En principio podemos pensar que son parte de los títulos de crédito. Asistimos a la recreación de un animal fantástico del cual vamos intuyendo y visualizando a medida que nuestro protagonista lo va dando vida con la fórmula de la realidad virtual. El concepto de realidad virtual es algo novedoso. Mediante una serie de técnicas informáticas, nuestro protagonista, Julián, va creando una serie de imágenes y espacios simulados, en el salón de su casa, mediante un dispositivo visual (unas gafas) y una serie de accesorios en las manos que le permiten tener la sensación de desenvolverse dentro de la realidad. ¿Es esto realidad? Esta no es una cuestión baladí, pues ahí está el meollo de la cuestión que plantea el director madrileño Carlos Vermut. Luego volveré sobre ello. Pero este poderoso arranque nos mete de lleno en la destreza de Julián como diseñador gráfico (fundamentalmente para el campo de los videojuegos, pero no el único). Y a partir de ese momento, prácticamente le acompañamos en su día a día. Se muestra como un hombre solitario, que apenas se relaciona más allá de su jefa y algún que otro compañero (trabaja fundamentalmente desde su casa) y lo vemos como un hombre atractivo, de ojos grandes, mirada melancólica, joven y solvente. Para subrayar y acrecentar nuestro interés en Julián, el protagonista se ve envuelto en la intervención en la casa del vecino para evitar un fuego y que este supusiera un auténtico drama personal; su atractivo aumenta. Es casi un héroe.

Si el director no nos ha desvelado a lo largo de la película su significado, no seré yo el que lo haga. Solo diré, en resumidas cuentas, que Mantícora es la encarnación del mal. Esa atracción se va diluyendo según vamos conociendo a Julián y los monstruos que no solo pueblan su pantalla de ordenador, sino en su cabeza. No hay grandes efectos especiales, ni subrayados musicales para en apenas unos minutos estremecernos al ver como Julián se desenvuelve al actuar con las gafas de la realidad visual. Es el terror de no ver lo que está viviendo él, como así sucediera en su magistral Magical Girl, con su protagonista femenina interpretada por una casi desconocida Bárbara Lennie. Allí era una habitación de la que no sabíamos lo que sucedía dentro de ella, pero veíamos las consecuencias. Aquí se nos pone los pelos de punta al recrear en nuestra mente lo que puede estar haciendo el diseñador en su otra realidad. Y lo mejor de Carlos Vermut es que sabe transmitirnos que eso, en algún momento, pueda llegar a ser real. Hay una enorme tensión, construida con silencios y pequeños movimientos de cámara. Nada más. Terrorífico.

Es por eso que Mantícora constituye una película de la que es difícil hablar de ella y un tanto repulsiva de recomendar. Si somos capaces de discernir entre la realidad y ficción, es una gran película que todo amante al séptimo arte debe de ver, simplemente porque el cine es el arte de la mentira, de lo falso, todo lo que sucede es una recreación, pero tienen el gran poder de hacernos llorar, reír, o pasar miedo, asco o repulsión, de empatizar con el espectador y ahí radica su grandeza.

No hay sangre, ni imágenes escabrosas, frecuentes en este tipo de películas. Es terror psicológico. Potente. Aterrador. Nos cuesta imaginarnos lo que pasa y nos sentimos incómodos. Recuerdo ver de pequeño Centauros del desierto (1956, John Ford) y la escena en la que Ethan (John Wayne) entra en los restos de la casa humeante tras el paso de los indios. Sale de allí casi vomitando y evita que nadie más entre… eso me produjo un pequeño stock. No vemos lo que ha pasado y lo que es peor… queremos verlo por muy desagradable que sea. Es mucho mejor sugerir que mostrar. Mantícora es la recreación de un conflicto a partir de los deseos de un hombre. Deseos que luchan por convertirse en realidad. Hombre atormentado que pugna por controlar su pulsión sexual.

Carlos López del Rey, Carlos Vermut, muestra una gran madurez a pesar de sus cuarenta y dos años. Diamond Flash, 2011, Magicarl Girl, 2014, Quién te cantará, 2018 y ahora Mantícora nos propone cine reflexivo, de autor. Nos obliga a plantearnos nuestra postura ante este personaje y su relación con sus congéneres. Nos cuestionamos tanto lo que no sucede como lo que puede llegar a suceder (ahí, radica el quid). El gran mérito que tiene el director es saber llevar a la gran pantalla las tribulaciones de un acongojado y abúlico Julián. Esos demonios internos que le asaltan y que, en un momento determinado de su vida, le lleva a sufrir ataques de ansiedad. Esa dicotomía entre el deseo y lo racional, entre lo que es y lo que debería de ser. Ese peso de la culpa sobre los hombros de un hombre atormentado. Hay quien cataloga de depravado o de depredador sexual al protagonista. En un tiempo en que lo políticamente correcto acecha cada una de nuestras esquinas… yo no veo por ningún lado a alguna de estas figuras.

Vermut crea un ritmo lento, monótono, que en algún momento es aburrido. Pero todo forma parte de esa atmósfera un tanto asfixiante, casi como los ataques de pánico que sufre el protagonista. Mitad comprensión, mitad repulsa por Julián.

Es muy destacable la actuación de Nacho Sánchez en el papel de Julián. Parece un personaje salido de la creación de Margaret Kean, con esos enormes ojos. Actuación concentrada, minimalista, comedida, parca, brillante, consigue atrapar la psique de Julián para hacerla suya y sufrir con sus demonios. A su lado, una joven promesa Zoe Stein que con sus veintidós añitos supone un aire muy fresco en el panorama nacional. Un rostro bello que se sale de la norma. Su actuación es igual de brillante que su compañero de reparto (con una menor presencia). Representa a una mujer que tiene sus contradicciones y a pesar de ese aspecto casi infantil, tiene una vida sobre sus hombros. No es extraño, pues, que ambos estén nominados a los premios Goya uno como actor protagonista y la otra como actriz revelación. Ambos representan el relevo generacional con sus interpretaciones prodigiosas.

Mantícora es una muy interesante película de un director que ha demostrado que no le gusta el camino fácil, trillado. Experimenta y se atreve con cada nueva entrega. Un director muy atento a los detalles que cuida hasta cada línea de guion. A muchos directores se les olvida que los espectadores no son tontos, que, a veces, insinuar, es mucho mejor que mostrar. A Carlos Vermut, no. No es explicito, da espacio para que rellenemos los huecos de forma inteligente con un lenguaje cinematográfico potente, para tener una película que perturba e incita al debate. Vermut es un perturbador nato que convierte al espectador en un voyeur. En este caso, de una trama que tiene un denominador común en sus anteriores películas: la psique humana. Un joven que se evade en la realidad virtual y que nos lanza, por lo tanto, la cuestión de que, si lo que sucede en ese espacio, en ese ámbito privado, es una realidad pura y dura. Si una persona mata de forma virtual, ¿puedes ser potencialmente un asesino? ¿Tiene instintos asesinos? Si una persona viola en el espacio virtual, ¿es un violador? ¿Tenemos que dar cuenta de nuestros sueños y fantasías a la policía de lo moral?

Lo que Vermut deja bien claro es que no hay dos realidades, no hay dos vidas posibles. Sí que hay maneras de vivir la vida, pero lo que sí que está claro es que lo que hagas en tu otra vida, en la privada, en el ambiente doméstico, y las decisiones que tomes en ella, pueden y, de hecho, tienen claras consecuencias en tu vida, la social, la de fuera del Metaverso, la tangible, la material. Las decisiones erróneas pasan factura.

Mantícora es una película que no juzga, compleja, sin maniqueos moralistas, que nos invita a la reflexión sobre una geografía humana perturbadora. Un descenso a los infiernos de la mano de Carlos Vermut ejecutado de forma primorosa por un excelso Nacho Sánchez. He tratado de no desvelar más allá de lo inevitable. Vayan al cine y después lean sobre lo que han visto. Muchas veces es una gran ayuda que se puede suplir por una buena cuadrilla de amigos contertulios a la salida del cine.

Os dejo un tráiler:

Luisjo Cuadrado

Revista Atticus