Exposición Motion. Autos, Art, Architecture en el Museo Guggenheim de Bilbao

Motion. Autos, Art, Architecture – Exposición comisariada por Norman Foster en el Museo Guggenheim de Bilbao

Bugatti Type 35, 1924

Motion. Autos, Art, Architecture es la exposición dedicada al mundo del motor y el arte que se ha convertido en la sensación de la temporada. No es de extrañar que esta muestra forme parte de los eventos dedicados a celebrar el vigésimo quinto aniversario del Museo Guggenheim de Bilbao. Organizada por la propia institución vasca y patrocinada (entre otras entidades) por Iberdrola y el Grupo Volkswagen reúne una serie de obras (coches, cuadros, planos, fotografías, esculturas…) que repasa más de un siglo de creación en torno al mundo automovilístico, explorando su correspondencia con el ámbito del arte plástico y la arquitectura.

Para muchos de nosotros, hay una evidente atracción hacia el mundo del coche: sus formas sugerentes, sus colores llamativos, sus cromados impolutos y toda la parafernalia que gira en torno a estos locos cacharros. Si encima eres fanático de la mecánica el abrir el capó de uno de estos coches te lleva al borde del paroxismo. La atracción, generalizada, hacía el automóvil es más que evidente desde el mismo momento de su nacimiento. Hay tres aspectos inherentes a esta atracción: el sentido de la aventura, la autonomía que nos proporciona y la modernidad que supone conseguir uno de estos «objetos». A esto hay que añadir la velocidad. Si el hombre desde que es tal ha soñado con volar, no le va a la zaga la idea de querer desplazarse de la manera más rápida posible. No es de extrañar, por lo tanto, que a los artistas y arquitectos les sedujera el vehículo como medio para expresar su creatividad.

La muestra comisariada por Norman Foster (junto a Lekha Hileman Waitoller y Manuel Cirauqui) nos brinda una oportunidad única de poder contemplar en un mismo espacio, pasado, presente y futuro del sector del sector automovilístico y la relación que ha mantenido con las diferentes artes de vanguardia. Todo ello vinculado a los ámbitos paralelos de la pintura, escultura, arquitectura, así como de la fotografía y el cine.

La exposición aglutina cerca de cuarenta automóviles, los mejores de cada clase, llenos de belleza, singularidad y deslumbramiento técnico. Muchos de ellos se presentan por primera vez ante el público (no habían abandonado la colección privada o de las instituciones que los salvaguardan). A lo largo de diez espacios del Museo Guggenheim podemos disfrutar de esta exposición aglutinado en siete capítulos: Comienzos, Esculturas, Popularización, Deportivo, Visionarios, Americana, y Futuro. En esta última, Futuro, incluye el trabajo de una joven generación de estudiantes de dieciséis escuelas de diseño y arquitectura de cuatro continentes, que fueron invitados por la Norman Foster Foundation a imaginar cómo sería la movilidad a finales de este siglo, coincidiendo con el momento en se cumpliría el bicentenario del nacimiento del automóvil.

El resto de los espacios restantes incluye un pasillo que presenta una cronología del automóvil y que constituye una experiencia sonora (también podemos disfrutar de esta inmersión auditiva en otro de los apartados donde oímos al ganador de la F1 del año pasado); un estudio de modelado en arcilla en funcionamiento, y una zona dedicada a maquetas.

Llegado a este punto y antes de adentrarnos en lo que es Motion, cabe recordar que el automóvil nació, fundamentalmente, para solventar los problemas salubres de una ciudad llena de excrementos de los caballos y de problemas circulatorios derivados de los grandes atascos que provocaban los carruajes tirados por estos equinos. Surgió el vehículo de motor de combustión como respuesta más sostenible. ¿Les suena? Tras casi dos siglos nos hallamos en la encrucijada de idear un nuevo modelo que siga posibilitando esos desplazamientos tanto urbanos como interurbanos. Gracias a los nuevos avances tecnológicos, la adopción del coche eléctrico como solución más eficiente y respetuosa con el medio ambiente se va imponiendo en nuestro presente. Es curioso, la electricidad en la historia del automóvil surgió casi a la par que el mismo coche. La propulsión mediante un motor eléctrico compitió con prototipos fundamentados en el vapor y la gasolina y, en la década de 1830, Robert Anderson desarrolló el primer coche exclusivamente eléctrico, que Sibrandus Stratingh diseñó y fabricó a pequeña escala.

Al hallarnos en el umbral de una nueva revolución tecnológica de la mano de la energía eléctrica (hay otras opciones como el hidrógeno que están ahí) esta exposición se puede contemplar como un réquiem por los últimos motores de combustión (y, por ende, a todas sus carrocerías) dando paso a una nueva era en la automoción.

Adentrémonos en Motion, Autos, Art, Architecture.

Comienzos

Esta primera sala está dedicada al nacimiento del automóvil. Recorre la transición que, desde el carruaje sin caballos, diseñados especialmente para cada cliente, hasta los primeros vehículos producidos en serie. Recoge esa evolución del apenas un pescante con ruedas, pasando por ese coche de aspecto muy primitivo y anguloso como si de una caja se tratara hasta las formas más estilizadas gracias al uso de las nuevas tecnologías como el túnel del viento que permitió unas nuevas formas aerodinámicas.

En sus comienzos, el automóvil salvó a la ciudad del hedor, las enfermedades y la contaminación que provocaban los vehículos tirados por caballos. Sin embargo, en la actual era sometidos al cambio climático, el automóvil se ha convertido en un auténtico villano que contamina las urbes.

Se ha incluido en esta exposición lo que está considerado como el primer automóvil impulsado por un motor de combustión, el Benz Patent Motor Car (1886). Curiosamente desde la propia institución nos informan de que su primer viaje fue entre dos ciudades, en agosto de 1888, y lo realizó una mujer: Bertha Benz, la esposa de su inventor. Se desplazó desde Mannheim a Pforzheim en un Patent Motor Car construido por su marido. Recorrer los ciento seis kilómetros del trayecto le llevó doce horas. También podemos contemplar un ejemplar del Porsche Phaeton, de 1900, que lleva motores eléctricos en los cubos de las ruedas, un concepto que fue considerado revolucionario cuando se incluyó en el primer vehículo eléctrico de la NASA que recorrió la superficie de la Luna.

Porsche Phaeton, de 1900

La historia ha cerrado el círculo, pues nos hallamos en el umbral de una nueva revolución en la que la propulsión eléctrica va unida a la “movilidad como servicio” —ejemplificada en las aplicaciones para móviles destinadas a viajar o a compartir coche—, a la que se suma la perspectiva de los vehículos autónomos.

Esculturas

Entramos en una de las salas más llamativas. Este capítulo obedece a la descripción que en 1950 Arthur Drexler hizo de los automóviles: «esculturas vacías con ruedas». No le faltaba algo de razón. Hoy algunos de estos vehículos están expuestos en lugares privilegiados como si fueran auténticas esculturas. Los fastuosos automóviles conviven, en esta sala, con las elegantes y voluptuosas formas de Figura recostada de Henry Moore y el colosal móvil de Alexander Calder. Ambas con suaves curvas que invocan el incesante y fluido movimiento.

Al igual que las grandes obras de arte, el Bugatti Type 57 SC Atlantic (uno de los dos únicos ejemplares existentes), el Hispano-Suiza H6B Dubonnet Xenia y el Pegaso Z-102 Cúpula tienen un valor excepcional como ediciones limitadas. A esta triada podemos unir el Bentley R-Type Continental que pese a haber sido producido en serie solo se realizaron únicamente doscientos ejemplares lo cual lo convierte en una auténtica obra de referencia.

Pegaso Z-102

Popularización

Una vez introducido el automóvil como medio de transporte popular, en esta sala se muestran los intentos de producir un coche para el pueblo que fuera moderno, fiable y sobre todo asequible para esa nueva clase media. Arranca en la década de los años 30 pero surge la II Guerra Mundial y la industria se para en seco.

También es en este momento cuando la moda experimenta un auge. Arte y moda se fusionan con el atractivo que la movilidad despertaba entre la gente.

En este apartado podemos coches que contribuyeron a esa popularización del vehículo como medio de transporte y de diversión. Destacan los míticos 2 CV, el Escarabajo de VW, el «4 latas» también conocido como Renault 4. Se puede contemplar también la evolución de los diseños en cuanto a los logos de la marca. Así la propia Renault acudió al artista Victor Vasarely para adecuar el logo del rombo a los nuevos tiempos.

Interesante también es descubrir el prototipo ideado por uno de los grandes arquitectos: Le Corbusier.

VW Escarabajo y Citroen 2 CV

Deportivos

Este apartado es uno de los más llamativos. Alberga algunos de los míticos coches de la historia del automóvil.

Los cinco ejemplos seleccionados para la muestra son, cada uno a su manera, un deleite para la vista, al margen de si nacieron como vehículos para correr en la carretera o en un circuito cerrado. En sus diseños convergen arte y moda con el fin de satisfacer la fantasía de la velocidad y la aventura; son glamurosos y deseables objetos de la cultura contemporánea. Los ejemplos más emblemáticos proyectaron su poderosa imagen en la gran pantalla, rivalizando en protagonismo con las estrellas de Hollywood.

En una especie de rotonda nos podemos encontrar aparcados estos cinco magníficos que harán las delicias de los aficionados más exigentes. Dicen que es una cuestión de mal gusto hablar de dinero, pero alcanzar uno de estos me llevaría invertir mi sueldo de al menos diez años de trabajo (el más baratito de ellos).

  • Porche 356 Pre-A, 1950. Fue un automóvil deportivo producido por la marca alemana Porsche AG entre 1948 y 1965. Entre otras virtudes, tiene el honor de haber sido el primer automóvil de serie fabricado por Porsche, que estaba disponible en carrocerías cupé, cabriolet de cuatro plazas y roadster, con motor trasero montado longitudinalmente sobre un chasis. Una maravilla tanto estética como mecánicamente.
  • Mercedes Benz 300 SL, 1955. Es un automóvil deportivo biplaza producido por el fabricante alemán Mercedes-Benz entre los años 1954 y 1963. Esta versión se conoce popularmente como «alas de gaviota» por el singular sistema de apertura de sus puertas. Muy apreciado por los coleccionistas, recientemente algún modelo ha alcanzado un precio en una subasta de 8 millones de euros.
  • Ferrari 250 GTO, 1962. Es un automóvil deportivo y de competición construido por Ferrari entre los años 1962 y 1964; es considerado como uno de los mejores automóviles de alto rendimiento construido. Lidera la lista de los coches más caros del mundo. En 2020 uno de las pocas unidades existentes se vendió por 65 millones de euros.
  • Jaguar E-Type, 1961. Es un automóvil deportivo producido por el fabricante inglés Jaguar Cars entre los años 1961 y 1975. De él dijo en su momento Enzo Ferrari que era: «el automóvil más bello jamás fabricado».
  • Aston Martin DB5, James Bond, 1964. Es un automóvil de lujo británico gran turismo fabricado por Aston Martin, diseñado por el carrocero italiano Carrozzeria Touring Superleggera. Es el coche más conocido del universo cinematográfico de James Bond, apareciendo por primera vez en la película Goldfinger en 1964.

Los «coches de carreras» han sido esenciales a la hora de evolucionar los turismos «de carretera». Las grandes marcas han mantenido sus bólidos en las carreras para así poder desarrollar sus vehículos para ponerlos al alcance del gran público.

En este apartado también se hace referencia a la fascinación que estos «objetos» causaron en los artistas (habría que indagar si hay alguna causa que esta atracción sea tan fuerte entre los arquitectos –Frank Lloyd Wright atesoró más de ochenta coches clásicos). Andy Warhol o diseñadores como Kem Adam se fijaron en estas joyas.

Visionarios

A mediados del siglo XX, la industria del automóvil ya se había desarrollado lo suficiente como para empezar a pensar en proyecto innovadores que recogieran los nuevos avances tecnológicos y construyeran vehículos más rápidos, más bellos y más seguros.

Turbias, motores a reacción, túneles de viento, energía nuclear, automatización… pero también otros creadores se acercan a los automóviles para ser fuente de su inspiración. En esta sala encontramos vehículos que se exponen junto a obras del movimiento futurista —cuyos miembros sienten fascinación por el movimiento y la velocidad—, entre las que destaca Formas únicas de la continuidad en el espacio (1913), de Umberto Boccioni, cuyo traje de bronce fluye como si la figura estuviera en un túnel de viento.

Americana

En ningún otro lugar se ha sentido el impacto del automóvil como en EE. UU. El coche ha configurado su economía, su paisaje y sus espacios urbanos y suburbanos, y ha definido su cultura popular hasta un grado no conocido en ninguna otra parte del mundo. EE. UU. fue el primer país en percibir los beneficios del uso masivo de automóviles particulares y el primero en tener que afrontar las consecuencias medioambientales de una sociedad fundamentada en el coche, que se resiente por el aislamiento social y el agotamiento generado por el ir y venir diario de casa al trabajo y de trabajo a casa.

El cine, el pop-art han contribuido a difundir esas icónicas imágenes de los espacios abiertos con sus interminables horizontes con los surtidores de gasolina y los dinners (o restaurantes de carreteras que diríamos aquí en España). El viaje por carretera ha protagonizado fotografías, cuadros, música y tratados literarios desde el New Deal de los años 1930 hasta el presente.

La amplia gama de vehículos aquí exhibidos pone de relieve los contrastes entre un gigantesco sedán de lujo que posee extravagantes aletas traseras, un típico deportivo de alta potencia, un bólido tuneado de llamativos colores y un Jeep ideado para la guerra y caracterizado por su escueta funcionalidad.


Andy Warhol. Benz Patent Motor Car (1886), 1986. Serigrafía y acrílico sobre lienzo, 153 x 128 cm. Mercedes-Benz Art Collection, Stuttgart / Berlin. Acquired 1986. © 2022, The Andy Warhol Foundation for the Visual Arts, Inc./VEGAP. Foto: Uwe Seyl, Stuttgart

Futuro

La última parte de la exposición está dedicada al trabajo de una joven generación de estudiantes, que han sido invitados a imaginar cómo será la movilidad a finales de este siglo, fecha que coincidirá con el bicentenario del nacimiento del automóvil. Se cierra así el círculo del recorrido expositivo, abordando las mismas dificultades a las que se enfrentaron los inventores del coche hace más de cien años: la congestión urbana, la escasez de recursos y la contaminación —todo ello exacerbado en la actualidad por el cambio climático—, que ahora se presentan en una proyección de futuro.

A las dieciséis escuelas internacionales de diseño y arquitectura seleccionadas, pertenecientes a cuatro continentes, se les ha dado total libertad para que compartan sus visiones sobre el futuro de la movilidad. Sus propuestas se muestran en esta sala a través de maquetas, audiovisuales, renderings , dibujos y escritos, en los que se refleja la colaboración que ha existido entre los estudiantes y diversos miembros de la industria, diseñadores, artistas y arquitectos.

Para finalizar el recorrido podemos contemplar un taller de arcilla. Un lugar ideado para realizar los trabajos a escala, en vivo y en directo. Esta concepción surgió en la década de 1930 por el jefe de diseño de la General Motors, Harley Earl. La réplica es el estudio de la marca Cadilla (una marca mítica en los años setenta, quien más o quine menos anhelada poseer uno de estos «haigas»). Al realizar el trabajo de manera manual y en distintas escalas, se consiguen unas percepciones diferentes del producto diseñado más allá de lo que pueda proporcionar un diseño por ordenado. Aquí se palpa la curva.

Finalmente podemos oír como sonaban alguno de estos motores. En un pasillo se encuentra la silueta de cada vehículo y una lucecita nos indica cual es el que suena como si se fuera acercando hasta nosotros. Una inmersión sonora en Motión.

A la vera de la ría de Bilbao, Norma Foster, un apasionado del mundo del motor (presta once vehículos para la muestra), eligió la sede del Museo Guggenheim, proyectada por Frank Gehry, para organizar esta exposición. Alberga cuarenta vehículos porque no podían entrar más. Hay pocos espacios con este lujo expositivo y por esa razón la muestra no va a viajar a ningún otro lado. Es una oportunidad única ya que es un evento exclusivo y sin igual. Muchos de estos coches no volverán a salir de los garajes de los propietarios coleccionistas o sus ámbitos expositivos. Algunos de ellos es la primera vez que saben «de viaje». Motion constituye una magna exposición, muy popular, que va a suponer muchísima afluencia de público. Un público asombrado, absorto en las descomunales proporciones de algunos de los autos. Sorpresa y admiración que observamos como niños. Esos mismos niños que tratamos de captar su esencia en nuestros móviles para después en casa, como si fuera un álbum de fotos volvemos a deleitarnos con su contemplación. El automóvil es un objeto que condiciona nuestras vidas. También lo es un frigorífico, pero el coche, es un elemento que ha transformado nuestras ciudades, las industrias, el mundo de la publicidad, la forma de desplazarnos… El coche ha pasado de ser un carromato de lujo (por encargo) a ser un objeto de consumo de masas. Todos tenemos aquí algún referente: nuestro primer coche, nuestro anhelado deportivo o el último coche ganador de la F1. Ah, y sin olvidarnos de todos esos otros objetos que se exponen junto a los vehículos como son cuadros, esculturas, fotografías, maquetas y un largo etcétera, avalados por firmas como Le Corbusier, Wright, Brancusi, Calder, Henry Moore, Andy Warhol, Hockney, Pierre Bonard, Ramón Casas, Sonia Delaunay o Lalique (entre otros). Hasta el 18 de septiembre se puede visitar.

Norman Foster

Norman Robert Foster (Mánchester, 1 de junio de 1935) es un arquitecto británico, galardonado con el 21º premio Pritzker en 1999; en 2002 recibe el Praemium Imperiale de Tokio; y el Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 2009. Obtuvo su licenciatura en Arquitectura y Urbanismo por la Universidad de Manchester, en 1961. En 1967 fundó Foster Associates, que posteriormente se convertiría en Foster + Partners, donde prosigue su labor en calidad de Presidente Ejecutivo.

Fue galardonado con la Cruz del Caballero Comendador de la Orden del Mérito de la República Federal de Alemania. En 1997 es galardonado por la Reina Isabel II con la Orden del Mérito, concediéndole un título nobiliario vitalicio, Lord (Barón) Foster of Thames Bank. Participa en Naciones Unidas liderando su Forum of Mayors.

Tiene una gran relación con Bilbao. De su estudio salió el proyecto de erigir el Metro de Bilbao. Fue diseñado y construido para crear un par de interconexiones de líneas subterráneas a lo largo de las orillas del río Nervión. El metro de Bilbao fue diseñado con una arquitectura legible que permitiera un acceso a la población a los andenes de una forma directa con amplios túneles o escaleras convencionales, mecánicas o ascensores acristalados (la muestra más representativa del metro de Bilbao -conocidos como «fosteritos»- las marquesinas de acero y vidrio que sirven de entrada a esas bocas de los túneles). El suburbano es, sin duda, el primer elemento de la drástica transformación que la ciudad ha experimentado.

El Museo de Bellas Artes de Bilbao, otro de los iconos de la ciudad, experimentará el influjo del arquitecto británico con una propuesta de remodelación (no exenta de polémica). Con la ayuda del arquitecto Luis María Uriate dentro del proyecto Agravitas, el nuevo espacio museográfico BBK Museoa, contará con una nueva sala de exposiciones de 1500 metros cuadros que se abrirá a una terraza al aire libre de 700 metros cuadrados adicionales, que sobrevuela el parque Doña Casilda y ofrece un punto de vista privilegiado. Controvertido proyecto para algunos, pero que sin duda va a suponer un nuevo impulso de Bilbao como capital cultural.

Norman Foster Foundation

La Norman Foster Foundation fomenta el pensamiento y la investigación interdisciplinar para ayudar a nuevas generaciones de arquitectos, diseñadores y urbanistas a anticiparse al futuro. La Fundación cree en la importancia de conectar la arquitectura, el diseño, la tecnología y las artes para prestar un mejor servicio a la sociedad, cree en la importancia y en el valor de una educación holística que fomente la experimentación a través de la investigación y la realización de proyectos. La Norman Foster Foundation alberga el Archivo y la Biblioteca, que ofrecen una visión más amplia de la historia de nuestro entorno construido. La Norman Foster Foundation tiene su sede en Madrid y realiza proyectos a nivel global. Ha sido distinguida por Naciones Unidas como Centro de Excelencia.


En la imagen de izquierda a derecha: Lekha Hileman Waitoller, Comisaria; Ignacio S. Galán, Presidente de Iberdrola; Lord Norman Foster, Comisario; Herbert Diess, CEO de Grupo Volkswagen; Juan Ignacio Vidarte, Director General del Museo Guggenheim Bilbao. ©FMGB, Guggenheim Bilbao Museoa, Bilbao 2022. Foto: Erika Ede.

Nota de la Redacción. Para la redacción de este trabajo se ha tenido muy en cuenta el dossier de prensa facilitado por la propia institución Museo Guggenheim, Bilbao. Así no es de extrañar que en el texto convivan párrafos completos extraídos, con otros de elaboración propia. Lo hacemos consciente de ello pues el único afán es el divulgativo. No obstante, en Revista Atticus estamos trabajando en un artículo que recoge nuestra propia experiencia (más extensa y documentada de lo que aquí exponemos), que publicaremos en estas mismas páginas y en nuestra publicación, tras la visita a esta gran exposición Motion, Autos, Art, Architecture.

texto y fotografías: Luisjo Cuadrado

Revista Atticus