Con Natural Respeto, Aretha Franklin

Con Natural Respeto, Aretha

Adiós a Aretha Franklin

 

Nada nos hace sentir más natural que elogiar la genialidad de Aretha Franklin. Hoy cumple 76 años y ha sido un paseo. La cantante nació en Memphis, Tennessee, en 1942 y lanzó su primer álbum, Song of Faith, en 1956. Ha tenido una carrera envidiable que ha incluido la adhesión al Salón de la Fama del Rock and Roll, una Medalla Presidencial de la Libertad, y una gran cantidad de álbumes de oro y platino.

(Seija Rankin, Entertaiment weekly, 25 de marzo de 2018).

Así, siguiendo la línea del magnífico texto de la revista norteamericana, lo lógico sería cantarle a Aretha Franklin R-E-S-P-E-C-T con el respeto que merece, con el respeto que siempre mereció durante toda su vida, por desgracia recientemente finada, y con el respeto que en la posteridad merecerá…

Se apagó la vida de la mujer de la voz prodigiosa, Aretha (‘Ariza’, así se pronunciaba su nombre en su tierra, como el destino de la extinta línea de vía estrecha que partía desde Valladolid), considerada por una amplia mayoría como la mejor voz, incluyendo las operísticas, del último medio siglo. Aunque el calificativo fastidie a unos cuantos puristas y pejigueros.

Ella fue un portento de la naturaleza, un animal de escenario, una diosa cuando pisaba las tablas o el estudio, y se situaba ante un micrófono arrollando con su presencia y temperamento la opinión de racistas, machistas y esnobs.

 

Pero también era un prodigio fuera de su espacio de trabajo por numerosos motivos. Porque a mediados de los sesenta fue uno de los rostros visibles en la lucha por los derechos civiles de los negros en aquel país que continuaba con su tradición segregacionista racial. Porque en 1987 fue la primera mujer en entrar en el Salón de la Fama del Rock. Porque eclipsaba con su sola presencia, como ocurrió con Obama en la Casa Blanca o con el otro presidente ‘negro’ de Estados Unidos, Bill Clinton, durante el encuentro contra el SIDA infantil en Harlem. Apareció Aretha y ambos políticos demócratas se fueron diluyendo hasta permanecer invisibles ante la imanadora figura de la cantante.

Una muestra de su gran talento fue la transformación de la letra de ‘macho alfa’ de la canción Respect del gran Otis Redding, en un alegato feminista, R-E-S-P-E-C-T; y su versión de Jumpin’ Jack Flash, un placer inenarrable para Keith Richards y Ron Wood, que le acompañaron en la grabación de aquella versión tornasolada con originales toques y la singularidad de aquella voz de soprano falcón y sus matices al piano. Soul, Funk, Jazz, R’n’B y Rock mezclados en la magistral reinterpretación de un tema mítico sesentero de sus satánicas majestades cantado por otra reina, la del Soul.

UNSPECIFIED – JANUARY 01: Photo of Aretha FRANKLIN; Posed portrait of Aretha Franklin (Photo by RB/Redferns)

Aretha grabó en varias compañías, desde la Columbia y la Harmony, a las que elevó de categoría con un sinfín de sencillos que directamente se incorporaron a las listas de éxitos. En total ciento doce y, de éstos, setenta y siete entraron en el top cien de Billboard, por poner un ejemplo. Pero fue en Atlantic cuando aquella voz poderosa y con más matices que una tela de Monet eclosionó hasta convertirse en la reina del Soul, sobrenombre que le acompañará siempre. Allí grabó dos álbumes maravillosos entre mil novecientos sesenta y siete y el sesenta y ocho, entre ellos el mítico y ya citado single, Respect, y el que dio título a su primer álbum con la compañía, I’ve never loved a man like I love you. Dos bombazos como sencillos, y que le permitirían la libertad de elegir grabar lo que ella quisiese y como ella quisiese, incluyendo soberbias versiones de temas de varios grupos, como The Beatles o Simon & Garfunkel. De 1969 data su Bridge over troubled waters, por ejemplo.

 

A partir de aquí su carrera convertía en éxitos de crítica y ventas cada lanzamiento musical, hasta que decide evolucionar y buscar nuevos productores. Y en mil novecientos ochenta encontró en la discográfica Arista lo que necesitaba con su disco, Aretha, sonido nuevo para una voz que a los treinta y ocho años cubría de matices graves y esplendores agudos cada uno de sus temas.

Tras un breve escarceo con el pop, Se va volviendo más rockera con los años y cuando ya parecía imparable su evolución hacia el rock, dio un nuevo golpe de timón y editó un álbum de góspel para la antología del género, con la producción de Keith Richards o la colaboración con Elton John. Fue duramente vilipendiada, incluso se dijo que se había vendido a la discográfica. Lo cierto es que nunca permitió imposiciones porque Aretha cobraba siempre en metálico, y antes de actuar para evitar engaños, como les pasaba a muchos artistas negros. La ‘reina’, profunda creyente baptista, puso a todo el mundo en su sitio con esta joya, One Lord, One Faith, One Baptism, su segundo elepé de sonido religioso quince años posterior a Amazing Grace, de 1972.

Y así transcurrió su vida, entre luchas y reivindicaciones: como mujer, como activa demandante y defensora de derechos para los negros y otras minorías apartadas socialmente… Y como artista, además de conseguir un lugar y un reconocimiento propio, colabora con otros grandes, compone y graba incansable nuevos temas, canta en las ceremonias de toma de posesión de los presidentes Bill Clinton y Barack Obama, recibe honores y galardones, y crea su propio sello discográfico, Aretha Records, hasta que su cuerpo dijo basta.

Un cáncer de páncreas la apartó de la vida pública, los escenarios y los estudios de grabación como paso previo a lo inevitable, acontecido a las nueve cincuenta de la mañana, hora local, del dieciséis de agosto pasado en Detroit, Michigan, donde residía desde hacía años. Abandonó este mundo como vivió, consciente, con carácter y de buen humor.

 

En uno de los momentos más oscuros de nuestras vidas, no podemos encontrar las palabras adecuadas para expresar el dolor en nuestro corazón. Hemos perdido la matriarca y la roca de nuestra familia. El amor que ella tenía por sus hijos, nietos, sobrinas, sobrinos y primos no conocía límites «, apoyándonos en el comunicado oficial de la familia de Franklin leído ante los medios por Gwendolyn Quinn.

 

Y, tal y como dijo Ms Quinn, a toda la inmensa familia de los entusiastas de la música y la cultura de verdad nos ha abismado hacia un momento oscuro… Esperamos haberlo iluminado, al menos durante un instante.

Gracias por todo, por tanto como nos diste, por lo que nos has legado, con todo el natural respeto que mereces, Aretha.

Pilar Cañibano – Carlos Ibañez

Revista Atticus