Crítica película Pobres criaturas de Yorgos Lanthimos – Luisjo Cuadrado

Puedes ver la ficha completa y la crítica de mi compañero Gonzalo Franco Blanco en este enlace.

Pobres criaturas supone una ruptura en cuanto al tipo de cine que nos viene de Hollywood. En estos tiempos (creo que ya incluso antes del lamentablemente famoso episodio del Me Too) no estamos acostumbrados a ver desnudos integrales, ni mucho menos escenas de alto voltaje sexual. Ahora las películas para mayores de 18 años tienen más que ver con la violencia que con lo sexual. Esto también lo enlazo con el tráiler de esta película. No sé quién ha ideado el mismo, pero no… al verlo te transmite la sensación de que la película tiene pinta de ser una patochada: una cría que le cuesta andar y con un lenguaje incoherente; unos decorados futuristas con una estética con colores saturados; y un ser deforme. No atrae nada, pero luego, la película ya es otra cosa. Deja atrás el puritanismo (hasta ideológico) y surge Yorgos Lanthimos con su interesante cuento erótico.

Como mi compañero de redacción Gonzalo Franco Blanco ya ha hecho su brillante disección, yo me centro más en la parte emotiva, en esa que gracias a ella considere a Pobres criaturas como una de las propuestas más frescas del panorama actual. Frescas porque nos ofrece algo diferente contado de una manera atractiva y, sobre todo, de manera muy original.

Bella Baxter (Emma Stone), llega al mundo como si fuera un niño. Tiene el cerebro de un recién nacido, pero en el cuerpo de una mujer joven y atractiva. Apenas puede moverse y apenas puede hablar. Vamos asistiendo al progreso por medio de la educación y de la experimentación. Y se adentrará en los placeres de la vida, sí, incluso en los sexuales., en el placer de descubrir su propio cuerpo y como puede gozar con él. Utiliza su cuerpo como una manera de aprender y su sexualidad también como una forma de expresarse. Pero no solo con el sexo sino con otros sentidos como es el gusto. Pero claro, como suele pasar siempre hay alguien que se quiere aprovechar de la inocencia, de la ingenuidad de las personas para al final machacarlas, y darle un bofetón a modo de bautizo para entrar en el mundo de los adultos. En este caso llega de la mano de Duncan Wedderburn (Mark Ruffalo), un donjuán que tendrá que beber de su propia cicuta cuando pruebe a la impetuosa Bella (algo desconocido para él hasta entonces). Quiere controlar a la joven, «hacerla suya», encerrarla, poseerla y, en definitiva, destruirla. O conmigo o nadie.

Bella es un diamante en bruto. Es incapaz de obrar el mal y no se atiende ni a la hipocresía ni a la mentira. ¡Qué bonita creación! No sabe mentir. ¡Bendita inocencia! Y se pregunta que, si es tan satisfactorio el sexo, ¿por qué la gente no está retozando todo el día?

Emma Stone in POOR THINGS. Photo by Atsushi Nishijima. Courtesy of Searchlight Pictures.© 2023 Searchlight Pictures All Rights Reserved.

Hay quien ve en Pobres criaturas un moderno Frankenstein basado en la novela original de Mary Shelley. Nadie niega que es uno de los mitos más perdurables (ha cumplido doscientos años, primera edición publicada en 1818), ha trascendido su época histórica y sigue inquietando. Pero yo creo que Bella, el papel que interpreta de forma magistral Emma Stone, no deja de ser una hija fruto del amor de un padre. Y así la trata durante toda la película. Quizás, haciendo una salvedad, pues deja claro que no tiene ningún deseo sexual más bien por la imposibilidad física de su padre Godwin Baxter (Willem Dafoe), que por el deseo, si bien es cierto que ese deseo deja bien claro que se ve atenuado precisamente por ser una creación, una hija.

No estamos ante el peligro de alguien que quiere jugar a ser Dios sino más bien a un padre preocupado por el desarrollo de su hija, fruto, eso sí, de sus conocimientos y experimentaciones. Muchos de ellos -de los experimentos- sufrido en sus propias carnes ya que de tradición le viene al galgo y de ahí su rostro y su cuerpo deforme.

Pobres criaturas es un exceso de todo. Es una superlativa fábula erótica, ambientada en un mundo fantasioso y en un submundo gótico con rarezas narrativas a veces imposibles en el que el director nos adentra con su peculiar forma de entender el cine. Unas veces a través de su óptica de ojo de pez que distorsiona las imágenes; otras con un zoom; otras veces en blanco y negro y otras en color con colores muy saturados. Estéticamente es atractiva, narrativamente te atrapa tras los primeros titubeantes minutos y está llena de humor, sexo y provocación. Todo un universo personal que nos muestra a uno de los directores más originales y personalísimos del momento. Tal vez ese tráiler que comentaba al principio haga pensar que estamos ante una película que no es para todos los gustos, pero estoy seguro que aquellos que dejan a un lado los perjuicios descubrirán a una brillante y reflexiva propuesta. Como suelo decir a mis amigos, esta película te va a cambiar la vida.

Yorgos Lanthimos and Emma Stone on the set of POOR THNGS. Photo by Atsushi Nishijima Courtesy of Searchlight Pictures. © 2023 Searchlight Pictures All Rights Reserved.

Tres razones me han llevado a verter mi crítica a pesar de que en Revista Atticus ya la teníamos de la mano amiga de Gonzalo Franco Blanco. La primera de ellas es porque es una película que rompe con los trajes de color oscuro en los hombres en las reuniones de copete. Es decir, se sale de la norma no escrita de lo que se viene contando últimamente, del cine clónico. Pasó con Quentin Tarantino y su Reservoir Dogs (1992); pasó con la película de Michel Hazanavicius, The Artist (2011) y su cine mudo en blanco y negro; y también pasó con la mítica Mulholland Drive (2001) de David Lynch. Una segunda razón tiene que ver con lo contado anteriormente del papel que representa la mujer en esta sociedad llena de corsés. Se habla ahora de eso tan de moda de «empoderamiento», de hacer poderoso a un desfavorecido. Bueno, si esa palabra resume lo que quiero decir pues me vale. Lo que quiero decir es que Bella es una mujer que toma las riendas de su vida desde la ingenuidad, valentía, inocencia y fortaleza que le da su propio cuerpo y su experimentación. Se ponga por delante quien se ponga. Vamos que salió empoderada desde su creación. Y echa por tierra eso de que tú eres mía, del amor para siempre y esas enseñanzas judeocristianas que desde muy pequeños no han metido en la cabeza. Y la tercera es que es una película que no es vacua, que está llena de aristas, compleja, y a buen seguro que con el paso del tiempo se recordará y se estudiará su estética, su planteamiento, su banda sonora (disonante, indescriptible y a veces amable) y porque, en definitiva, cuenta una historia de manera muy personal que a nadie dejará indiferente. Pobres criaturas es una feroz crítica al mundo actual, contundente y satírica. A pesar de que está ambienta en la Europa de finales del siglo XIX el discurso es perfectamente extrapolable a nuestra sociedad moderna. En ella el director ha puesto el acento en ese papel desfavorecido que tienen la mujer todavía, lamentablemente, todavía hoy.

Luisjo Cuadrado

Revista Atticus