Crrítica película El menú de Mark Mylod

Crítica El menú de Mark Mylod por Carlos Ibañez

Ficha

Título original: The Menu

Año: 2022

Duración: 107 min.

País: Estados Unidos

Dirección: Mark Mylod

Guion: Seth Reiss, Will Tracy

Música: Colin Stetson

Fotografía: Peter Deming

Reparto: Anya Taylor-Joy, Nicholas Hoult, Ralph Fiennes, Hong Chau, John Leguizamo, Janet

McTeer, Judith Light, Christina Brucato, Aimee Carrero, Paul Adelstein…

Compañías: Alienworx Productions, Hyperobject Industries. Distribuidora: Searchlight Pictures

Género: Comedia. Thriller. Terror | Comedia negra. Thriller psicológico. Cocina

Sinopsis

Una pareja, formada por Margot (Anya Taylor-Joy) y Tyler (Nicholas Hoult), viajan a una isla de la costa noroeste del Pacífico de Estados Unidos para comer en un restaurante exclusivo llamado Hawthorn, donde el solitario y mundialmente célebre Chef Julian Slowik (Ralph Fiennes) ha preparado un lujoso menú degustación para comensales selectos. A la pareja se le unen tres jóvenes técnicos ya ebrios, los hermanos Bryce (Rob Yang), Soren (Arturo Castro) y Dave (Mark St. Cyr), una pareja mayor rica y clientes habituales, Anne y Richard (Judith Light y Reed Birney), la prestigiosa crítica gastronómica Lillian Bloom (Janet McTeer) y su servil editor de revista Ted (Paul Adelstein), así como una famosa estrella de cine de mediana edad (John Leguizamo) con su asistente Felicity (Aimee Carrero). Durante la velada, organizada por el personal de recepción impecablemente vestido y encabezado por la general Elsa (Hong Chau), la tensión va en aumento en cada una de las mesas de los comensales a medida que se revelan secretos y se sirven platos inesperados. Empiezan a producirse acontecimientos violentos y salvajes y cada vez es más evidente a ojos de los desconcertados comensales que el menú elaborado por Slowik está diseñado para catalizar un final impactante.

A course from the film THE MENU. Photo Courtesy of Searchlight Pictures. © 2022 20th Century Studios All Rights Reserved.

Crítica

            Cuando una obra nace de la sátira sólo se puede calificar de astracanada o de genialidad, o de una mezcla de ambas sin perder la locura que supone jugar al límite con el entendimiento del espectador. Pues el menú combina todos estos elementos rodeado de unas interpretaciones pulcras para que todo resulte absolutamente creíble dentro de un ambiente de teatro del absurdo absoluto, porque en el menú nada queda al azar, desde la elección del formato y del tipo de película hasta los escasos, pero muy significativos, escenarios elegidos, por no hablar de la selección de los personajes. Y, evidentemente, el guion, que se resume en un conjunto de dardos lanzados al corazón del esnobismo del ego que otorgan las estrellas que da Bibendum y todo lo que se mueve alrededor.

            Pero la cinta es un thriller repleto de entretenimiento y de giros: desde la comedia más procaz al gore más elegante, pasando por el juego de roles donde todo está medido para que en cada vuelta de tuerca veamos un aspecto nuevo del personaje en un juego coral que desemboca en un tour de forcé entre el corifeo y la heroína, pero sin deus ex machina ni tintes griegos. Donde el corifeo nos va, como buen cocinero, desgajando capa a capa a la heroína, que parece una novia, luego una mujer hastiada y, al final una jugadora de ajedrez psicológico consumada porque, en realidad, ella ya ha jugado al placer ajeno, como se supone que debe hacer un chef, aunque ahora, y no ahorra detalles para que lo saquemos en consecuencia, parece que deben ser los comensales quienes rindan pleitesía por pagar una cantidad exagerada por algo que se convertirá en efímero en la boca, transitorio en el estómago y desechado en el cuarto de baño. Y jugando a ser algo que jamás serán, por mucho que las revistas, dominicales y canales de televisión supuestamente especializados digan lo contrario: artistas.

Anya Taylor-Joy in THE MENU. Photo by Eric Zachanowich. Courtesy of Searchlight Pictures. © 2022 20th Century Studios All Rights Reserved.

            Por si fuese poco nos regala un elenco de horteras, que son quienes rinden pleitesía a este tipo de personajes (con ver quince segundos del programa estrella de la televisión pública sobran más comentarios), a veces caricaturizados, como el rol de Nicholas Hoult o el de la metre (Hong Chau), a veces sangrantemente reales, como los ejecutivos de la sociedad de inversiones o el actor venido muy a menos y la crítica culinaria con toda su sarta de estupideces en forma de calificativos repletos de neologismos superfluos como la propia alta cocina en un mundo donde mueren millones de personas de hambre y su  penoso palmero. También hay un tipo oscuro, avieso y pusilánimemente hedonista con su esposa que conoce la verdadera profesión de la única que sabe jugar en este juego de cocina y cadalso en el que se convierte la cena en la isla.

            Después de ver tantas películas donde se ensalza la alta cocina y nos tratan de hacer comprender la naturaleza carismática de quien fríe chalotas confundiéndolo, y tratando de confundirnos con un maestro de la pintura o un escritor y su trascendencia. No faltan ejemplos: El chef, Una buena receta o Deliciosa Martha, pero también otras con más gracia y que se ríen de esto, la primera y principal en la mofa sobre la trascendencia de un cocinero es Ratatouille, pero también Un viaje de diez metros y su comparación entre la alta cocina y quien desea dar de comer a sus vecinos o la española Fuera de carta y su antológico final con un plato de lentejas. Sin olvidar la ternura extrema de la hermosa historia de El festín de Babette y su burla del dinero y la definición de felicidad a través una cena antológica. Pero nada que ver con esta película de la que sólo se escapa una banda sonora desigual y el exceso de teatralidad, reiterativo e histriónico y una banda sonora que saca en lugar de meter al espectador de la acción.

Ralph Fiennes in THE MENU. Photo by Eric Zachanowich. Courtesy of Searchlight Pictures. © 2022 20th Century Studios All Rights Reserved.

            Anya Taylor-Joy y Ralph Fiennes definen sus personajes, y prácticamente toda la acción de la película, entre miradas desafiantes, diálogos mordaces y escaques que ocupan u ocultan en su particular partida de ajedrez entre el caballero y la muerte (la influencia de Bergman es evidente en algunas partes y en algunos planos), para que la acción del guion continúe con su dinámica de no dejar títere con cabeza mientras nos revolvemos en nuestra butaca por una hipérbole en imágenes o un taco gestual de cualquiera de los allí concitados para crear esta sátira, como los son El Quijote o El Gran Carnaval, pero jugando siempre al límite, cosa que ni la gran obra cervantina ni la cinta escrita, producida y dirigida por Billy Wilder se permiten en ningún momento, pero eran otros tiempos y ahora el espectáculo va por estos lares.

            Disfrútenla si no se sienten reflejados en alguno de los personajes. Es una película bastante mejor que la media de la cosecha de este año.

Os dejo un tráiler:

Carlos Ibañez

Revista Atticus