67 SEMINCI – Crítica película Master Gardener (El maestro jardinero) de Paul Schrader

67 SEMINCI – Crítica película Master Gardener (El maestro jardinero) de Paul Schrader

Ficha

Título original: Master Gardener

Año: 2022

Duración: 111 min.

País: Estados Unidos

Dirección: Paul Schrader

Guion: Paul Schrader

Música: Devonte Hynes

Fotografía: Alexander Dynan

Reparto: Joel Edgerton, Sigourney Weaver, Quintessa Swindell, Esai Morales, Victoria Hill, Eduardo Losan, Rick Cosnett, Amy Le, Erika Ashley, Jared Bankens, Cade Burk, DJames Jones, Matt Mercurio

Productora: Kojo Studios, Curmudgeon Films

Género: Thriller. Drama

Sinopsis

    Narvel Roth (Joel Edgerton) es el meticuloso horticultor de Gracewood Gardens. Está tan dedicado a cuidar los jardines de esta maravillosa e histórica finca como a complacer a su jefa, la rica viuda Sra. Havernhill (Sigourney Weaver). Pero el caos se apodera de la ordenada existencia de Narvel cuando la Sra. Haverhill le exige que tome como aprendiz a su rebelde y problemática sobrina nieta Maya (Quintessa Swindell). Esta nueva situación va a sacar a la luz oscuros secretos de un pasado violento que también es una amenaza para todos.

Crítica

            Paul Schrader nos vuelva a regalar un guion con brío de un hombre solitario que no sabe si quiere dejar de serlo porque su pasado le abruma y descoloca su presente: tal y como ya vimos en Taxi driver o más recientemente y dirigida por él mismo El contador de cartas. En esta ocasión el protagonista es un maestro de jardinería que vive en una heredad de una adinerada señora del este con todo lo bueno y malo que eso conlleve. Su relación, que parece fluida porque él lleva un jardín fastuoso y conoce los secretos de cada arbusto, de cada planta y su floración, queda dañada cuando ella le pide que ponga bajo sus órdenes a una chica, sobrina nieta suya, mulata y adicta, con pésimas relaciones, para que encuentre su sitio. Pero él tiene un pasado, y un pasado muy oscuro. Ahora es testigo protegido porque fue un extremista político y social, uno de esos que se pasa el día etiquetando porque tienen un líder que etiqueta todo, principalmente: yo y los demás… Por desgracia suena demasiado cercano.

            Y la señorona comienza a ver que su chico para todo, que le debe el favor de vivir prácticamente oculto, en sus posesiones, mantiene una relación, que él no acaba de desear precisamente por su repugnante pasado, con la inteligente, pero dispersa, familiar mestiza. Hasta que él niega la posibilidad a la joven de llevar aquello a más, la señorona cree haber visto lo que no ha ocurrido y les echa de muy mala manera de su casa y de su vida. Se van juntos y ella, tras unos días de huida, de regreso al infierno de su barrio, novio hijo de la peor alimaña posible, y síndrome de abstinencia incluido el jardinero muestra quien fue a través de sus tatuajes. La chica sufre, porque aquel hombre le ayuda y le gusta, pero cree que es quien fue y él le explica todo en una escena donde los desnudos no son regalados y la luz recuerda a la de Primavera en otoño, cuando Clint Eastwood toma la iluminación como un personaje más, al estilo de su maestro Don Siegel.

            Y todo se tambalea y cuando esto ocurre, a cualquier ser humano, o se desmonta todo o se asienta definitivamente. Y Schrader esta vez decide que sea orden tras el caos y belleza tras la fealdad, como un jardín tras ser limpiado, podado y ordenado. Metáfora del protagonista y de toda persona que aspire a serlo.

            El director respeta mucho la interpretación de sus actores sin olvidar a los maestros, tanto con los que trabajó como a los que disfrutó en las salas de proyección: Scorsese, Fritz Lang o Roger Corman están muy presentes en el libreto y Joel Edgerton, Sigourney Weaver y Quintessa Swindell aprovechan ese bagaje para componer sus roles.

            No es la mejor película de Schrader, pero merece mucho la pena ser visionada, como todas las suyas.

Carlos Ibañez

Revista Atticus