67 SEMINCI – Crítica película Pamfir de Dmytro Sukholytkyy-Sobchuk

67 SEMINCI – Sección Oficial – Crítica película Pamfir de Dmytro Sukholytkyy-Sobchuk

Ficha

Título original: Pamfir

Año: 2022

Duración: 106 min.

País: Ucrania

Dirección: Dmytro Sukholytkyy-Sobchuk

Guion: Dmytro Sukholytkyy-Sobchuk

Música: Laetitia Pansanel-Garric

Fotografía: Nikita Kuzmenko

Reparto: Oleksandr Yatsentyuk, Stanislav Potiak, Solomiya Kyrylova, Myroslav Makoviychuk, Ivan Sharan, Yelena Khokhlatkina, Oleksandr Yarema

Productora: Coproducción Ucrania-Francia-Polonia-Chile-Luxemburgo-Alemania; BosonFilm

Género: Drama

Sinopsis

    Ucrania occidental, en la víspera de un carnaval de raigambre popular. Pamfir regresa con su familia después de varios meses de ausencia. El amor que los une es tan incondicional que cuando su único hijo provoca un incendio en un salón parroquial, Pamfir no tiene otra opción que reconectarse con su pasado turbulento para reparar la culpa de su hijo. La experiencia le conducirá por un camino arriesgado con consecuencias irreversibles.

Crítica

Película ucraniana que nos llega en medio de la devastación de su pueblo. La película no hace referencia a este conflicto (serán muy frecuentes en los próximos festivales). Hoy se nos muestra el mundo del contrabando, reflejo de un país donde hasta la fecha no hacía gala de transparencia y el trapicheo y la corrupción estaban a la orden del día.

Se desarrolla en un pueblo fronterizo con Rumania, en los Cárpatos. A él llega Leonid, más conocido como “Pamfir” (Oleksandr Yatsentyuk), un tipo de aspecto duro, grandote con bigote a lo Pancho Villa, tras pasar una larga temporada haciendo dinero en Polonia. Echa de menos a su mujer, Olena (Yelena Khokhlatkina), y a su hijo adolescente, Nazar (Stanislav Potiak). Enseguida veremos que tras ese aspecto fornido hay un tipo amable y cariñoso (por lo menos con su familia). También vive allí su madre y su hermano. Forman una comunidad devota ortodoxa que buscan el apoyo de Dios para solventar la mala situación economía. Todo el pueblo está manejado por un hombre oscuro que controla todo a modo de cacique. En algunos aspectos nos recuerda a la España del estraperlo a esa zona fronteriza con nuestros vecinos portugueses en la posguerra, en un momento de carencia de los principales productos.

Se trata de la ópera prima del realizador ucraniano Dmytro Sukholytkyy-Sobchuk en la que se nos ofrece (en algunos momentos casi a modo de documental con unos buenos planos secuencia) la vida del día a día, que se resume en luchar por alcanzar un futuro, ya no tanto para ti como si el de tus hijos. Pamfir, exboxeador, sabe que su vida ya está en una recta final (a pesar de ser relativamente joven). Ha envejecido porque no tiene futuro y eso pesa más que la artrosis de los huesos. El único objetivo es encaminar a su hijo y apartarle de la mala vida, del crimen organizado, de la corrupción. A el joven Nazar se le da muy bien seguir con la tradición familiar y realiza unas buenas máscaras de carnaval, aunque el negocio sea de su tío. Este leitmotiv, la máscara, está muy presente a lo largo de la cinta. El director juega varias veces a esconder el sujeto que está bajo las mismas. Es magistral la reunión nocturna del carnaval con música, fuego, danza, un guirigay que el director ha sabido plasmar a la perfección. Un universo muy particular, que no nos es tan ajeno (hay muchos carnavales por nuestra geografía de ese tipo) en que lo religioso se mezcla con lo profano y en el momento en que el alcohol aparece sale ese lado humano, bestial, quizás favorecido por el ocultamiento del rostro por las máscaras. A lo largo de la cinta se conjuga la violencia con dosis de humor para retratar la tragedia de una familia.

La SEMINCI, la Sección Oficial, es lo que tiene. Hay que películas que apenas vienen sin más referencia que el propio dossier que se nos facilita a los medios (a veces escueto o a veces inexistentes) y hay otras películas que si que tienes alguna idea más allá de la sinopsis oficial porque han sido presentadas en diferentes certámenes. Pero hay que verlas, para informar a nuestros lectores y, entre otras cosas, para formarte una opinión de ella (de eso se trata, de Educación, por si acaso los señores de Vox no se han enterado, y que en este mismo día en plena SEMINCI, alardean de quitar las subvenciones en Castilla y León al cine, para dársela a directores «que apuesten por poner en valor nuestra tierra y nuestro cine, sin sectarismos» -García-Gallardo).

Pamfir estuvo en el festival de Cannes. y esa circunstancia ha facilitado que estuviera arropada por el público. Una ópera prima tiene un gran valor, constituye una gran carta de presentación, con historias pensadas y desarrolladas a lo largo de bastante tiempo (en la mayoría de las veces), pero también, por contrapartida, a veces adolece de esa experiencia que dan los años en el oficio. El director ucraniano pasa a engrosar a esa lista de directores noveles a tener en cuenta en sus próximos proyectos. Pamfir es una película que no me atraía, en un primer momento, no es mi temática, no es mi tipo de cine. Pero he reconocido en ella una bonita metáfora sobre el amor paterno filial con escenas de corte etnográfico muy bien plasmadas, con gran fuerza estética y que, sobre todo, pone el dedo en la llaga de la emigración desesperadas de alcanzar el centro de Europa. donde muchos creen que se encuentra El Dorado. No conecté con ella, pero tampoco me hizo daño verla y salí del cine como si acabara de llegar de los Cárpatos.

Oleksandr Yatsentyuk, acompañado de su hijo, a su paso por la 67 SEMINCI

Oleksandr Yatsentyuk
Rueda de prensa de la 67 SEMINCI

Luisjo Cuadrado

fotografías: Luis Gracia Reglero

Revista Atticus