Crítica película Modelo 77 de Alberto Rodríguez

Modelo 77 de Alberto Rodríguez por Luisjo Cuadrado

Ficha

Título original: Modelo 77

Año: 2022

Duración: 125 min.

País: España

Dirección: Alberto Rodríguez

Guion: Rafael Cobos, Alberto Rodríguez

Reparto: Miguel Herrán, Javier Gutiérrez, Jesús Carroza, Fernando Tejero, Xavi Sáez, Catalina Sopelana, Polo Camino, Alfonso Lara, Javier Lago, Iñigo Aranburu, Iñigo de la Iglesia, Víctor Castilla, Javier Beltrán…

Música: Julio de la Rosa

Fotografía: Alex Catalán

Productora: Atípica Films, Movistar Plus+

Género: Drama. Thriller | Basado en hechos reales. Drama carcelario. Años 70

Sinopsis

Cárcel Modelo. Barcelona, 1977. Manuel (Miguel Herrán), un joven contable, encarcelado y pendiente de juicio por cometer un desfalco, se enfrenta a una posible pena de entre 10 y 20 años, un castigo desproporcionado para la cuantía de su delito. Pronto, junto a su compañero de celda, Pino (Javier Gutiérrez), se une a un grupo de presos comunes que se está organizando para exigir una amnistía. Se inicia una guerra por la libertad que hará tambalearse al sistema penitenciario español. Si las cosas están cambiando fuera, dentro también tendrán que hacerlo.

Comentario

La esperada película del director sevillano Alberto Rodríguez supone una revisión oscura de los primeros pasos de la Transición y que constituye un retrato de las cárceles españolas en esos inicios de la democracia. La Modelo de Barcelona (año 1977), uno de los grandes símbolos de la represión franquista, fue un nefasto ejemplo de reclusión de unos presos que eran sometidos al modelo imperante del tardofranquismo. Con la caída del régimen, muy pronto apareció el deseo de un cambio anhelado. Así surge la salida de los presos políticos. Pero un buen número de encarcelados, algunos de ellos en espera de juicio, no se puede acoger a esa ley. Es ahí cuando surge la COPEL, la Coordinadora de Presos en Lucha. La democratización del régimen dictatorial no fue otorgada de manera graciosa desde las altas esferas de la política, sino forzada desde abajo por multitud de movimientos reivindicativos, entre ellos esta coordinadora que se encarga de difundir las tropelías que se estaban cometiendo en las cárceles españolas. El año 1977, en España, es un momento muy importante y clave en el devenir de esa nación que se abría al mundo tras años de oscurantismo y relegada por estar viviendo bajo una dictadura. Lo recoge nuestra Constitución, pero anteriormente, el 4 de marzo de ese mismo año, se recoge el derecho a la huelga mediante un Real Decreto Ley (aspecto muy importante en las sublevaciones que se recogen en la cinta de Rodríguez). También los medios de comunicación viven un momento de abrir las ventanas para que el aire se renueve. El 1 de abril se derogó la Ley de Prensa mediante otro Real Decreto Ley que suprimía parcialmente el secuestro administrativo de publicaciones (se mantenía en casos de informaciones contrarias la unidad de España, la Monarquía o las Fuerzas Armadas) y derogaba el polémico artículo 2 por el cual se sometía la libertad de expresión a los Principios del Movimiento Nacional. Y ese mismo año, a finales, se aprobó la Ley de Amnistía en el que se recogían los presos políticos y un amplio espectro de delitos que entre los que se encontraban actos políticos, rebelión, sedición y denegación de auxilio cometidos antes del día 15 de diciembre de 1976. Todo ello bajo los auspicios de esas primeras elecciones tras la dictadura que se celebraron el 15 de junio de 1977.

Alberto Rodríguez tiene una interesante carrera cinematográfica como director que no rehúye el compromiso. Grupo 7 (2011), La isla mínima (2014) y El hombre de las mil caras (2016) son tres pedazos de películas que recogen buena parte de la reciente historia de España. A su lado está el prestigioso guionista Rafael Cobos. En esta ocasión sabe reflejar el cosmos que supone el territorio carcelario, la Modelo, que trata de adaptarse a esa situación que vive España. Es decir, la cárcel se muestra como un reflejo de un país y de una sociedad que ya no podía obviar esa situación y ese florecimiento de una cosa que se sabía que existía sobre el papel pero que no se aplicaba ni se exigía (casi nunca): los derechos humanos.

Modelo 77 se centra en las andanzas de Miguel (Miguel Herrán) cuando llega a la cárcel Modelo. Es hijo de una familia de emigrantes andaluces, muy humildes. Es una persona inteligente, obstinada, generoso, contestatario y soberbio. Tiene alma de obrero, pero de refinados gustos burgueses embutidos en su traje «de los domingos». Él no es como los habitantes de la cárcel que le rodean. Tiene un alto concepto de sí mismo. Su cautiverio se debe más que a una mala decisión suya con un dinero que no le pertenece, al aprovechamiento de alguien que le ha visto un tanto ingenuo. Él no debería de estar allí. Es un error (el mantra que repiten casi todos los reos). Pino (Javier Gutiérrez) es el «abuelo» en el argot de la mili. Es el veterano, es el que está devuelta de todo. Ronda la cincuentena. Poco hablador, lacónico, pero un hombre honesto. A Miguel le toca en suerte compartir celda con él y con «el negro». Tras de sí, tienen un largo historial carcelario que no ayuda a aclarar creándose así una mini leyenda de hombre duro y violento. Un hombre al que respetan. Lleva más meses entre rejas que fuera de ellas. Hace tiempo que vive de espaldas a la cárcel y a sus presos. Piensa que él, al cerrar la puerta de su celda es a los otros a los que encierran «ahí os quedáis». Le gusta ser coqueto y se muestra muy orgulloso con su colección de camisas. Es un amante de la novela de ciencia ficción (se gana unos duros con el alquiler a los otros presos, aunque dentro va otro tipo de sustancia con la que trapichea). No cree en nada, ni en nadie, ni piensa que tenga un futuro. Pero convivir con Miguel le cambiará esa visión. Goza de una situación de connivencia con los funcionarios.

«El negro» (Jesús Carroza) es otro de los grandes personajes de Modelo 77. Bien delineado sobre el papel y mejor ejecutado en la acción. Un hombre muy moreno, de 42 años. Puro nervio, generoso, un hombre bueno, divertido y con sentido del humor. Se relaciona con todo el mundo y trata de apaciguar los ánimos allá donde estos se soliviantan. Su mujer e hijos no dejan de visitarle. Hace de todo y se gana la vida dentro de la cárcel como buenamente puede. Acoge bajo su protección a Manuel porque cree reconocerle de su barrio y tiene un alma bondadosa.

«El marbella» (Fernando Tejero) es una pieza de cuidado. Es el dueño y señor de la cárcel. Bajo su mando está la 6ª galería, un submundo dentro de la propia institución. Es de esos que lo ves y te das la vuelta no siendo que se fije en ti. Conviene no mirarle. Lleva toda la vida en la cárcel. Al final, se volverá una pieza clave a la hora de apoyar las reivindicaciones de la COPEL.

Quizás lo mejor de la película es esa perfecta incardinación de estos cuatros personajes en lo que nos quiere trasmitir el director: no fue tan brillante esa Transición española. Hubo muchas lagunas y en una de ellas pone el acento el director sevillano y nos invita a una reflexión en esta historia llena de tensión, suspense y con una gran carga emocional. Modelo 77 contiene escenas de violencia que no son gratuitas. Muchos internos se jugaron su vida por apoyar la causa de la COPEL y esa violencia se refleja en esos golpes y torturas que sufrieron dentro de las cárceles españolas.

El guion parece obedecer a dos premisas. La primera de ellas es muy conocida. Pino le dice a Miguel: «el derecho de todo preso es fugarse». Es una invitación a la lucha contra el sistema cuando todo lo que están haciendo parece tambalearse. Y la segunda, es una de esas frases lapidarias que se te pegan a la cabeza y a la salida del cine sigues dando vueltas al coco: «este es un país para los hijos de los dueños, nada va a cambiar. La suelta Miguel, desesperado, cuando está a punto de abandonar su particular lucha.

De manera general, todo el elenco está soberbio, destacando esas actuaciones de los cuatro actores principales. La caracterización que sufre Javier Gutiérrez es encomiable. También es muy destacable la magnífica fotografía de Álex Catalán, así como la recreación de la época en que se desarrolla la acción.

La película nos mantiene expectantes y se sigue con tensión. Consigue atrapar al espectador desde su inicio. Está basada en una estructura que gira en torno a la sensación de claustrofobia, de constante vigilancia a los presos, y enfocada desde el punto de vista del reo. Un ejemplo es cuando Miguel va al locutorio para atender la visita externa. Siempre es desde dentro. Somos nosotros los presos. Y siempre sin dejar de vista que la verdadera tortura es la falta de libertad. El resultado final es una muy buena película que pone el acento en una situación en la España de la Transición que se ha tenido como modélica y que se va descubriendo que tuvo muchos puntos oscuros. Alberto Rodríguez con su película desvela una parte de ellos al plantear la vida en la cárcel como un reflejo de lo sociedad que se encontrada tratando de soltarse del yugo de la dictadura de Francisco Franco. 

Os dejo un tráiler:

Luisjo Cuadrado

Revista Atticus