Crítica película Introduction de Hong Sang-soo

Introduction de Hong Sang-soo por Gonzalo Franco

Ficha

Título original: Inteulodeogsyeon.

Año: 2021.

Duración: 66 min.

País: Corea del Sur.

Dirección: Hong Sang-soo.

Idioma original: coreano.

Guion: Hong Sang-soo.

Fotografía: Hong Sang-soo.

Música: Hong Sang-soo.

Montaje: Hong Sang-soo.

Reparto: Shin Seok-ho, Park Mi-so, Kim Min-hee, Kim Young-ho, Seo Young-hwa, Cho Yun-hee, Ye Ji-won, Ha Seong-guk, Gi Ju-bong

Productora: Jeonwonsa Film.

Género: amor, juventud, relaciones intergeneracionales.

Premios: Oso de Plata al Mejor guion en el Festival de Berlín (2021).

Sinopsis

Historia de la relación amorosa entre Youngho (Sin Seok-ho) y Juwon (Par Mi-so), dos jóvenes coreanos en la edad de decidir qué van a hacer con sus vidas. Youngho quería ser actor pero ha cambiado repentinamente de opinión, y a Juwon la vemos instalarse en Berlín para estudiar diseño. Las relaciones de Youngho (el chico) y de Juwon (la chica) con sus madres son importantes para ambos, tanto desde el afecto o el desafecto como desde sus posturas respecto el porvenir académico o profesional de sus hijos. Los padres, presente o ausentes, serían más bien un peso muerto del pasado.

Crítica

La película es breve en su duración (poco más de una hora), y tiene una estructura fragmentada, dividida en tres partes o introducciones que no se suceden cronológicamente, con elipsis, aunque es visible siempre un hilo argumental, que junto a algunos ritornelos, como los abrazos, dan como resultado un todo coherente. El titulo de la cinta, Introduction, es adecuado porque esas tres partes o introducciones numeradas, lo son a argumentos que no se despliegan completamente (al menos en este film), y que resultan esbozos para ser contados quizá en otra ocasión.

Las tres introducciones están unidas por el hilo de oro de la historia de amor entre los dos jóvenes, y sus encuentros casuales o deliberados. Casual es el primer encuentro cuando Youngho va a visitar a su padre, y deliberado es su viaje por sorpresa a Berlín para estar con su novia, Juwon, que acaba de instalarse allí.

En la primera introducción, contemplamos la visita que Youngho (el chico) hace al padre en su consulta de acupuntor. Del padre sabemos que está torturado por algo. Es un recurso dramático empleando por el director en otras películas como Grass (2018), donde la culpa por un suicidio irrumpe en una conversación entre dos amigos. En este caso es un hilo argumental que queda inconcluso, pues nada más sabremos de esa tribulación del padre. Como inconclusa o interruptus lo es también la propia visita del hijo, al que dejaremos sentado en un sofá esperando a ser recibido por su padre, que no parece tener prisa por hacerlo y que da preferencia antes a un viejo cliente: un actor.

La segunda introducción o parte, es una conversación entre Juwon (la chica) y su madre  antes de subir al apartamento donde va vivir. Nos enteramos en la charla de que Juwon va a estudiar diseño en Berlín y que de momento va a residir en el piso de una compatriota. El diálogo entre madre e hija gira sobre varios asuntos, pero sobrevuela la relación de Juwon con ese chico llamado Youngho que, en principio, se ha quedado en Corea. Conversación que finaliza cuando la chica recibe una llamada de su novio: aquí se sitúa el encuentro deliberado entre ambos, que no veremos, pero marca el triunfo del amor (algo importante en el imaginario del cineasta), en el sentido de que Juwon tiene claro que se reunirá con su novio en un hotel de Berlín a pesar de las objeciones maternas.

La tercera introducción o parte es una larga conversación entre Youngho, su madre y un amigo de esta, en un restaurante junto al mar. La madre ha citado al hijo al enterarse de que ya no quiere continuar con su incipiente carrera de actor. El amigo de la madre, que es un actor consagrado, se halla presente para convencer a Youngho de que no abandone su vocación. Youngho explica que ha tenido que representar una escena amorosa y que ha experimentado que lo que hacía era fingido, sin valor. El actor veterano, que ha bebido mucho soju (aguardiente de arroz), le contesta airado que un abrazo, aunque sea una representación, siempre traslada el afecto, el amor: si no fuera así el teatro, el cine, la vida misma (a veces fingimos), se desmoronarían. Son dos versiones sobre la representación, la interpretación, en la que el más joven defiende una postura quizá ingenua pero viva, y el actor una más madura pero convencional. Como una coda de esta tercera parte, escuchamos la conversación de Youngho con un amigo reflexionando sobre estas cuestiones mientras fuman delante del mar, del movimiento y sonido de las olas siempre empezando, que diría Paul Valéry.

Esas tres partes funcionan como introducciones a algo que se deja abierto, sin conclusiones, y finalizan de forma provisoria con un abrazo. Un abrazo, unos abrazos, que son muestra de afecto entre los personajes, claro está, pero también son un signo: en este caso de un círculo que enlaza los tres episodios o introducciones y nos indican que hay una unidad entre ellos.

El cine de Hong Sang-soo podría calificarse de minimalista, pues practica el despojamiento de de muchos elementos habituales en la puesta en escena de una película. Podemos señalar la propia duración de la película, en torno a la hora, o el uso del blanco y negro, adoptado en algunos de sus últimos filmes, la estructura fragmentada de la trama con saltos cronológicos en su desarrollo, o el uso narrativo de la elipsis. El director suele recurrir a los mismos actores para rodar sus cintas, a los que entrega (según las referencias) un guion abierto desde el que tienen que improvisar parte de sus diálogos. Lo que vemos en pantalla, por tanto, es el resultado de esa improvisación guiada, como es obvio, por unas ideas previas. El director busca naturalidad, autenticidad en la interpretación, en la que la bebida, el soju ya citado, puede tener un papel importante como inductor o animador.

La puesta en escena articulada por Hong Sang-soo es la base fundamental desde la que consigue esa sensación de naturalidad en su cine: la cámara puede permanecer fija durante una conversación con personajes sentados o de pie, a veces de perfil, y sin desplazarse. Pero de súbito la cámara, usando el zoom, se acerca a los rostros para luego retroceder y continuar con ese plano fijo. En Introduction la cámara utilizada es la propia de un equipo de rodaje mínimo, donde el cineasta es a la vez el guionista, el montador, el camarógrafo o encargado de la dirección de fotografía y el responsable de la música, que en sus filmes no es un acompañamiento de la narración ni tiene la función de subrayar pasajes.

Toda estas autolimitaciones aparentes forman parte de esa búsqueda de sencillez, de despojamiento, para dejar que la historia profunda se manifieste: en este caso para contarnos la incertidumbre de una relación entre dos jóvenes que se aman, en un mundo de familias con madres fuertes y padres ausentes. Es el amor, son los afectos, los que hacen surgir esos abrazos que unen a los enamorados, a los amigos o a los familiares. Si nos ha alcanzado como espectadores la emoción amorosa de Youngho y de Juwon, podremos concluir que el veterano actor, algo achispado por el soju, tenía razón: la visión de los abrazos en el cine, formando parte de una historia bien contada, pueden trasmitir el afecto y hacérselo sentir a los espectadores.

Hay cineastas con los que el espectador crea un vínculo personal, desarrollado a través de los años y de las películas que va viendo y que, misteriosamente, pasan a formar parte de su vida, de nuestras vidas. En estos vínculos de carácter emocional hay directores que por rodar películas con mas continuidad, a veces casi una al año, adquieren cierta ventaja (sin pretenderlo), pues el cinéfilo está pendiente de esa nueva obra que llegará a las pantallas de su ciudad como llega la primavera, y de la nueva variación sobre temas, personajes, circunstancias, a las que nos tienen habituados. Sucedió con Ingmar Bergman o Carlos Saura, hace ya bastantes años, y nos sucede, por ahora, con Woody Allen.

Es el caso de Hong Sang-soo, del que vemos en 2022 Introduction del año 2021(debido a la pandemia y al efecto embudo que ha provocado en la distribución), y que rodó en ese mismo año In Front of Your Face. Y en este año 2022 ya ha rodado y estrenado The Novelist’s Film, que obtuvo el Oso de Plata-Premio Especial del Jurado en Berlín.

En mi caso, me encuentro en el lado de los que esperan con curiosidad, no exenta de cierta pasión, su nueva película. Pasión reforzada porque la anterior película que vi de Hong Sang-soo, La mujer que escapó (2020), me produjo una honda impresión. La historia de esa mujer que se reencuentra con viejas amigas y amigos aprovechando unos días en los que está ausente su marido. Detrás de esa ausencia temporal del marido no anida (sospechamos) ningún drama, sino una situación que el director quiere captar para contarnos su melancolía por una vida ya vivida e ida, por oportunidades perdidas… Nunca sabemos, a priori, qué obra artística, en este caso una película, nos va a emocionar. Con este film ocurrió, y esa sensación perdura en el tiempo, aunque la memoria del argumento se haya ido disipando. No ha sido así con Introduction, pero perdura la familiaridad con temas, personajes, actores, y con una forma de ver cine, de sentir el cine, que invita a la introspección, a la calma, y a la perpetua indagación de nuestras debilidades. Una relación con el cine de Hong Sang-soo que se inició con En otro país (2012) y continuó con Ahora sí, antes no (2015), Lo tuyo y lo suyo (2016), y la ya citada Grass (2018), en una filmografía con más de treinta títulos y con un director que puede rodar dos o tres películas al año, como en 2017. Algo solo posible con la austeridad de medios con los que rueda y por sus principios teóricos sobre lo que es para él el cine y el tipo de películas que quiere hacer.

Principio teóricos que, viendo sus filmes y habiendo leído algunas de sus entrevistas, tiene bastantes puntos en común con uno de los maestros de este arte: Robert Bresson. El director de Los ángeles del pecado (1943), Las damas del bosque de Bolonia (1945), Diario de un cura rural (1951), Un condenado a muerte se ha escapado (1956), Pickpocket (1959), o Al azar Baltasar (1966)…, y lo dejo aquí. En Filmaffinity, donde se puede caer en la tentación de poner notas a las películas, observo que he puesto las notas más altas a los filmes de Bresson, y a la última citada un diez.

Comentaba lo anterior porque algunas de las ideas que Bresson llevó a la práctica en su cine, las encuentro en Hong Sang-soo: la fragmentación de lo contado, pues como defiende Bresson, si lo contamos todo estamos ante una representación. El cineasta, según Bresson, tiene que seleccionar lo que quiere mostrar. En la unión de esos fragmentos que no tienen un significado autónomo y a través de algunos hilos narrativos se consigue el todo, que es la obra completa. En Hong Sang-soo esos hilos narrativos, visibles, están presentes de varias formas: por ejemplo en los abrazos que cierran las tres partes o introducciones.

De ninguna manera, en mi consideración, es Hong Sang-soo “carne de festival”, en el sentido despectivo que a veces se utiliza. No hace películas para un circuito festivalero, al gusto de los jurados internacionales o de los potenciales espectadores de este cine (si existen). Lo serán otros directores, pero Hong, que como dice él mismo, solo quiere rodar películas y beber soju. Finalizo con una cita de Robert Bresson en Notas sobre el cinematógrafo, recogida por FernandoTrueba en Mi Diccionario de cine: “el futuro del cinematógrafo es de una raza nueva de jóvenes solitarios que rodarán empleando hasta su último céntimo, sin dejarse llevar por la rutinas del oficio”.

Este puede ser el destino elegido por Hong Sang-soo.

Os dejo un tráiler:

Gonzalo Franco Blanco

Revista Atticus