La comedia slapstick en sus comienzos. Las risas que nunca mueren

La comedia slapstick en sus comienzos. Las risas que nunca mueren por Àngel Comas.

Nació en el cine mudo y sigue tan joven como entonces, aupado por las nuevas tecnologías. Slap (bofetada) y Stick (palo) se unieron para definir una variación (o un subgénero) de la comedia, el Slapstick, el cual se basa en acciones exageradas de aparente violencia física, aunque no lleguen a provocar dolor real, buscando hacer reír sin seguir demasiado el sentido común. Gente como Max Linder, Charles Chaplin, Mack Senett, Buster Keaton, Harold Lloyd, Fatty Arbuckle o Laurel y Hardy lo convirtieron en el infalible arte de hacer reír sin palabras, a base de ingenio, trabajo e inventiva. Después de ellos lo han venido actualizando actores (y alguna actriz, pocas) como los Marx Brothers, Danny Kaye, Abbot y Costello, Jerry Lewis, Jacques Tati, Jim Carrey, los Monthy Pyton, Peter Sellers, Louis de Funés, Lucille Ball, Carol Burnett, Rowan Atkinson, Benny Hill… Y el slapstick no solo sigue vigente en el cine de personajes reales, sino también en los cómics o en el cine de animación con Tom y Jerry en cabeza. En la actualidad, el slapstick es una pieza imprescindible en la nueva comedia norteamericana y la de todos los países que la copian (o la homenajean, perdón), entre ellos España, aunque muy poco.

Todo empezó hace muchísimos años, cuando nadie soñaba que hubiese cine ni que se llamaría slapstick (una traducción española del término podría ser bufonada) Los mimos lo utilizaban en el teatro de Grecia y Roma en la antigüedad. Se encontraba en la commedia de l’arte, en algunas comedias de Shakespeare o en las marionetas y era un elemento esencial en los números cómicos de las variedades. El término se había empezado a acuñar a partir del socorrido recurso que se empleaba haciendo chocar dos piezas de madera para acentuar un efecto cómico e invitar al aplauso del espectador. Después, se mejoraron con la incorporación de golpes, bofetadas, caídas o acrobacias… simuladas naturalmente y sin hacerse daño. Todo era cuestión de medir a la perfección el timing o los trucos.

Al cine mudo le vino de perlas, ya que podía hacer reír sin la palabra con situaciones probadas con éxito una y mil veces en las variedades teatrales (vaudeville, según la denominación sajona) no en balde era el origen de sus actores.

El slapstick cinematográfi co mudo fue un paso más adelante respecto a la simple comedia física, convirtiéndose en un subgénero diferenciado. Forma parte de un tipo de humor exento de sutilezas, con situaciones violentas, llevado al absurdo protagonizadas por un solo comediante (máximo una pareja) quien normalmente escribía los argumentos y los gags a su medida para después interpretarlos. Sus argumentos eran sencillos y cortos (de veinte a treinta minutos, normalmente), buscando siempre la risa provocada por lo previsible pero también por la sorpresa. Lógicamente, no tenían nada que ver con la realidad, ya que aquella gran violencia se asumía que no era de verdad. Aquellos cortometrajes fueron un prodigio de talento y de inventiva y los comediantes demuestran que saben sacar partido de sus limitaciones, ya que no existían ni el montaje ni los dobles ni los efectos especiales. Curiosamente, abordaron temas tabúes en el cine serio, como el travestismo y la homosexualidad femenina.

Sus ingredientes partían de lo absurdo con tartas voladoras, golpes, disparatadas persecuciones a pie, en tranvía o en coche (incluso de bomberos o de la policía), caídas variadas, bofetadas, mamporros… pero con mucho ingenio y espontaneidad. Pura violencia física y visual. La pantomima de los actores se basaba como casi todo el cine mudo en la exageración de los gestos y el rostro. Muchos historiadores denominan slapstick a toda la comedia norteamericana de principios del siglo XX, lo que es un inmenso error, es únicamente un recurso empleado en un momento dado que se convirtió en un todo en determinadas comedias.

Quizá el iniciador fuese el francés André Deed, seguido de Max Linder, aunque también podríamos remontarnos a El regador regado de los Lumière o a algún corto de Edison (en los mismos orígenes del cine), pero Norteamérica le dio el espaldarazo al slapstick con Mack Sennett y sus Keystone Cops, con la inestimable aportación de Charles Chaplin, Buster Keaton o Harold Lloyd.

La calidad visual del slapstick y del cine mudo en general en su momento era muy alta a diferencia de lo que se piensa en una visión actual. Lo que ocurre es que muchas cintas no están bien cuidadas y además se pasan a veinticuatro imágenes por segundo en lugar de las dieciséis en las que fueron rodadas, lo que provoca que los personajes se muevan más aceleradamente o con movimientos sincopados. Y un detalle no menos importante: casi el 80% de los filmes de la década de los 20 podían verse coloreados. Véase como ejemplo: High Sigh (1921, Buster Keaton), o The Tramp (1915 –Charlie Chaplin).

Los pioneros franceses

Como ocurre con gran parte del cine, los franceses fueron quienes inventaron el slapstick como elemento primordial de sus comedias cortas. Lo hizo un tal André Deed (1879 -1940), acróbata y cantante circense, que llegó al cine de la mano de Georges Méliès y que se hizo popularísimo con el personaje de Boireau, llegando a protagonizar más de cincuenta películas con otros directores, hasta que en 1911 empezó a dirigirlas él mismo, siendo el primero del mundo que creó un personaje con su propia serie de películas. Su humor era muy primitivo, disparatado y caótico, todo lo que tocaba Boireau lo destruía. En España fue popularísimo, con el nombre de Toribio, e incluso Buñuel lo menciona en sus memorias, Mi último suspiro. En Youtube pueden encontrarse algunos de sus filmes.

Uno de sus contemporáneos, Max Linder (1883 – 1925), surgido de las variedades, está considerado como el inspirador de los grandes del slapstick norteamericano e incluso Charles Chaplin le reconoció su influencia. De origen judío, fue el cómico más popular, y el mejor pagado, de Francia hasta el comienzo de la primera guerra mundial. Compuso un personaje de aspecto distinguido y gran elegancia, siempre con traje o frac, un auténtico dandy, bien peinado y con un atractivo bigote, lo que no impedía que protagonizase los enredos más insólitos y disparatados, en un entorno caótico en el más puro estilo del slapstick, aunque la mayoría de sus comedias fuesen humorísticamente sofisticadas y visualmente rompedoras. A diferencia de otros coetáneos, su personaje tenía matices, no era de una sola pieza. Probó infructuosamente suerte en Estados Unidos y regresó a Francia donde se suicidó solidariamente con su esposa, víctima del alcohol y las drogas. Puede encontrarse una apreciable parte de su obra.

Es de justicia destacar entre el gran número de imitadores de Linder a Charles Prince Seigneur (1872 – 1933), quien, con un personaje similar, Rigadin (Salustin en España), llegó a realizar más de doscientas películas.

Y también hay que decir que en el otro lado del Atlántico Edison hizo algunas comedias que anticipaban las de Sennett, incipientes slapsticks que formaban parte de sus innumerables producciones de todo tipo.

Mack Sennett

El pionero del slapstick norteamericano

Rey de la comedia. Este fue el apodo que se dio a Mack Sennett (1880 – 1960), un actor mediocre procedente de las variedades, a quien hay que reconocerle el mérito de introducir el slapstick en sus comedias. Inventó el pastelazo en la cara en Mr. Flip, 1909.

Ben Turpin es quien lo recibe de manos de Mabel Normand “por tomarse demasiadas libertades”, ya que no cesa de acosar a todas las mujeres con que se cruza. Es curioso que el primer pastelazo de la historia se utilice como castigo de un acosador, en unos momentos en que no existía el Me Too. Después no tuvieron otra motivación que divertir sin más.

Sennet, que después de un tiempo creó sus propios estudios, se dio cuenta de que Max Linder no había aprovechado todo el potencial en cuanto a las persecuciones, incorporándolas y dotándolas de un movimiento frenético, utilizando la aceleración, el montaje rápido, la cámara lenta e incluso la detención inesperada de la acción. Las persecuciones se convirtieron en elementos fundamentales de las comedias: a pie, a caballo, en automóvil, en tranvía, en tren, en embarcaciones, en carruajes tirados por caballos, en bicicleta… en el slapstick se encuentran todas sus variantes posibles. Sennett las definió como «la esencia de la comedia». Su premisa fue, además, hacer que los protagonistas de sus comedias fueran lo más estúpidos posible para justificar las volteretas, las bofetadas, las persecuciones vertiginosas, los pastelazos… con el único objetivo de hacer reír. Definió el ritmo, el timing, de sus comedias para conseguir, con el factor sorpresa añadido, las risas del espectador. Se dio cuenta de que estas eran más seguras cuando se parodiaba, y se humillaba a los poderosos, un miembro de la clase alta, un sacerdote, un policía, un político… Y configuró el perfil del actor ideal para el slapstick: tenía que ser divertido como un payaso, pero también que fuese un acróbata y mucho mejor que actuase como un stunt man (un doble).

Con su fórmula infalible, convirtió el slapstick en un sorprendente y arrollador fenómeno de masas hasta el punto de que las películas se hacían casi en cadena, a una velocidad sorprendente, con lo que las copias de los demás eran frecuentes en detrimento de la originalidad.

Los intelectuales del momento escribieron que el cine de Mack Sennett era vulgar. Fue el productor que creó Los Keystone Cops6, una panda de policías incompetentes —claro antecedente de la serie Loca Academia de policía (Police Academy, siete entregas entre 1894 y 1994)— y el descubridor de Mabel Normand, Charles Chaplin, Harry Langdon, Roscoe Arbuckle, Harold Lloyd, Gloria Swanson, Bing Crosby, entre otros. Se inventó las Bathing Beauties, una auténtica cantera de estrellas femeninas, escandalizando a aquella sociedad puritana de entonces al introducir el erotismo (muy inocente) en detrimento del slapstick.

En 1914 intentó crear el primer gran largometraje de slapstick, El romance de Charlot (Tillie’s Punctured Romance), de más de una hora de duración en la que aparecían todos los cómicos de su productora, la Keystone, junto a la estrella Marie Dressler. La película fue un éxito, pero Sennett no reincidió de momento porque consideró que el cine no estaba maduro para largometrajes.

El crack del 29 terminó con las actividades de Mack Sennett, pero durante dieciocho años había hecho más de mil quinientas películas como productor y director, creando además el slapstick norteamericano, origen del mundial.

Hal Roach, la competencia de Sennett

Hal Roach (1892-1992)8. Empezó como figurante, conoció a Harold Lloyd y se erigió en la competencia de Mack Sennett como productor independiente, creando también sus propios estudios gracias a que recibió una pequeña herencia. Además de a Harold Lloyd, descubrió a Stan Laurel y Oliver Hardy y a La pandilla (Our Gang) así como a comediantes menores como Charley Chase, Edgar Kennedy o Snub Pollard. A mediados de los 20 eclipsó a Sennett, fue mucho más ambicioso y tuvo más visión de futuro, abandonando el slapstick y produciendo largometrajes en la línea comercial de Hollywood, pero con presupuestos inferiores a los de los grandes estudios. A diferencia de Sennett, creyó en el medio y largometraje y después de hacer A Sailor-Made Man (Marinero de agua dulce) en 1921 con Harold Lloyd, ya nunca más volvió a hacer cortos.

En total, hizo más de dos mil películas. Sintió una gran admiración por Benito Mussolini y lo que representaba hasta el punto de que formó una productora, RAM (Roach and Mussolini) que se vio obligado a disolver por la presión de la Metro Goldwyn Mayer, la distribuidora de sus fi lmes. En 1952 dejó el negocio en manos de su hijo Hal Roach Jr. e igual que ocurre en las segundas generaciones de grandes hombres, este lo llevó a la quiebra siete años más tarde.

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La comedia slapstick en sus comienzos. Las risas que nunca mueren

Àngel Comas

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