50 AÑOS DE LA BANDA DEL CLUB DE CORAZONES SOLITARIOS DEL SARGENTO PIMIENTA

50 AÑOS DE LA BANDA DEL CLUB DE CORAZONES SOLITARIOS DEL SARGENTO PIMIENTA

 

«Sin querer faltar al respeto a George Martin… habría que considerar a Geoff Emerick el coproductor de Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band»

Elvis Costello

En el libro de Geoff Emerick & Howard Massey, El sonido de los Beatles, Memorias de su ingeniero de grabación (Gotham Books), 2006, se puede leer:

 

«Mi nombre no apareció en los créditos cuando Sgt. Pepper se publicó originalmente en vinilo; sé que George Martin intentó que así fuera, pero los ejecutivos de EMI lo vetaron… Eso demuestra la poca estima que se tenía entonces por los ingenieros de grabación. Me fastidió mucho que incluso Peter Blake, el hombre que hizo la portada del disco, saliera en los créditos y recibiera un disco de oro, mientras que yo nunca lo tuve. Felizmente, un año después de la publicación de Sgt. Pepper, fui honrado por la Academia Nacional Americana de Artes y Ciencias de la Grabación (mis colegas del sector) con el Grammy al álbum mejor grabado de 1967 »

 

Hemos considerado que el nombre de Geoff Emerick está unido, por derecho propio, al de los Beatles. No existiría “el sonido de los Beatles” sin él, y especialmente al que está considerado su mejor elepé, para algunos el mejor en la historia de la música Pop-Rock, Lonely Hearts Club Band de Sergeant Pepper’s, probablemente el disco de rock más influyente no sólo en la música posterior, sino también en la historia y la cultura en general.

 

“Hace veinte años que” comienza el álbum, aunque, en realidad vayan a ser, sí, cincuenta. En plena explosión del movimiento hippy, cuando el mundo era un tablero dividido en dos y se estaban cocinando a fuego lento las revueltas estudiantiles en medio mundo contra la vergonzante guerra de Vietnam y la depauperación social, moral y económica de la vieja Europa (¿no nos suena a algo?) y el nuevo Japón. Los adolescentes americanos tenían todos un pie en el sudeste asiático al cumplir los diecinueve, los nipones protestaban porque su país se utilizaba como lanzadera para corregir con sangre aquel pésimo acuerdo de Ginebra que dividía en cuatro la parte de la península de Indochina francesa y en la antigua metrópoli (París), los viejos partidos políticos seguían viviendo de una guerra que nunca ganaron a la Alemania nazi y que en las universidades se veía, quizás porque era el único sitio donde no había paniaguados como en sindicatos, organizaciones empresariales y partidos (¿de verdad que no os suena de algo?).

Y en ese caldo de cultivo cuatro muchachos de Liverpool, que no paraban de cosechar éxitos, se pusieron a realizar un nuevo disco tras los éxitos de su nuevo y fresco estilo, que había nacido con Revólver (1965) y, principalmente, con Rubber Soul (1966). Antes de esto grababan discos a toda velocidad, en mono, y para seguir saliendo de gira rellenando sus elepés con versiones (lo que ahora los horteras llaman covers). Pero, de repente, dejaron de dar vueltas por el mundo occidental, que increíblemente incluyó una vez «La reserva moral de Occidente», y se centraron en su obra. Para ello contaron con la inestimable colaboración de su productor, George Martin, y todo lo que era bueno, sensacional, se convirtió en genial y al llegar noviembre de 1966, los cinco se metieron en los estudios de Abbey Road, Londres, y comenzaron a grabar canciones aisladas que Martin y el ingeniero de sonido principal, Geoff Emerick, fueron amalgamando hasta convertirlas, con la inteligencia adicional de sus compositores, Lennon y McCartney, pero también Harrison, y el saber hacer de Ringo, siempre el hombre capaz de calmar ánimos y sacar una sonrisa de aquellos talentos jóvenes, que eran sus compañeros, en la obra maestra que es considerado hoy el disco. Recordemos que cuando se empezó a grabar este elepé, veinticuatro de noviembre de 1966, John tenía veintiséis años, Paul, veinticuatro y George, veintitrés. Así que era lógica la fogosidad a la hora de defender sus ideas sobre un tema.

 

Contrariamente a lo habitual en los estudios, se concedió carta blanca a los componentes de lo que se consideraba el mejor grupo del momento y por supuesto muy rentable para su casa discográfica.

Ya no eran aquellos muchachos haciendo música ligera para un público ligero. Eran artistas creando su propio sonido. De hecho, su forma de vestir y su aspecto eran diferentes. Hasta se habían dejado crecer mostachos y su corte de pelo era diferente.

 

Martin y Emerick orquestaron la conceptualización del álbum y comenzaron a grabar, arreglar y discutir durante los siguientes ciento veintinueve días hasta sacar esos trece cortes de los que eliminaron al final tres clásicos porque, según ellos, no empastaban bien. Así que Strawberry Fields Forever, Penny Lane y It’s Only A Northern Song se guardaron para mejor ocasión, que en el caso de las dos primeras fue en febrero del 67, como respuesta de Martin a la presión de EMI para sacar material nuevo.

El álbum, ya con canciones que se incluirían en la selección final, comenzó a registrarse el seis de diciembre de 1966 con las primeras tomas de When I’m Sixty Four, tema antiguo, de su época de La Caverna, al que Paul había arreglado y pensado como algo más conceptual.

 

Y lo que se rumiaba desde Rubber Soul se convirtió en una realidad mezclando temas y orquestando partes que con The Beatles hasta Help! Nunca hubiesen sido registradas de esa manera. Ya no eran dos guitarras, un bajo y una batería, al estilo del malogrado prematuramente Buddy Holly, sino que eran cuatro artistas a la caza de su propio sonido, de cuatro entes canalizando. Es famoso el hecho de que Paul estaba buscando instrumentos nuevos como eje de alguna de sus canciones y el productor llevaba una caja con los seis Conciertos de Brandenburgo, de Bach y se los prestó. A la mañana siguiente apareció con Penny Lane acabada y el sonido de la trompeta imperando sobre el resto de los instrumentos, curiosamente el primer instrumento que le regalaron sus padres y que el cambió por una guitarra porque no podía cantar y tocar a la vez durante su adolescencia en la ciudad portuaria.

 

Desvirtuada la intención inicial de Lennon y McCartney de plantear el álbum como un recorrido vital a base de recuerdos, tomó forma la idea de Mal Evans, el “pipas” de los Beatles, a raíz de una conversación anterior con Paul sobre el cansancio que éste sufría por ser un Beatle y toda aquella fama pegajosa que le impedía vivir tranquilo. De hecho sugirió crear una banda paralela y de ahí Evans le dijo que el disco podía ser como un grupo que se presenta por primera vez en directo. Aquella idea, desechada en primera instancia, fue recogida y mimada por Martin hasta convertirla en el eje del álbum. Por eso los temas van seguidos, para que la ilusión del directo y el hecho de ser tratado como disco conceptual calen en el inconsciente del oyente.

 

El tema que da título al disco era uno más hasta que la idea de Mal Evans retomó fuerza: esconderse tras otra banda y de nombre larguísimo, como los protohippies californianos y sus denominaciones de doce palabras, como mínimo.

 

Y todo comenzó a rodar con sobre grabaciones, sonidos invertidos, orquestaciones imposibles, de hecho George Martin se involucró tanto que parecía uno más de la banda en lugar de ser ese señor que se ponía detrás de la pecera a registrar sus voces e instrumentos.

Lennon vino, junto a Ringo, de rodar en Almería una película con Richard Lester y durante el viaje le contó a Ringo que estaba escribiendo un tema para su voz, que se convirtió en With A Little Help From My Friends, y que Martin, McCartney y Emerick convirtieron en The one and only Billy Shears, voz solista de aquella Banda de Los Corazones Solitarios del Sargento Pimienta. Una evidencia, la principal, de que aquél iba a ser un álbum conceptual aunque si repasamos las letras carecen de una unidad temática, pero no de una unidad poética.

 

Una banda a cuyo líder le preguntan los asistentes a uno de sus espectáculos mientras otro de sus miembros comenta algo sobre ponerse, soñar despierto, con uno mismo en un bote en un río y otro diciendo que, así, lo estás haciendo mejor mientras observa un agujero, quizás la vida misma, por donde entra agua y nadie sabe dónde terminará esa agua, esa vida. Y, súbitamente, la vida es la de una chica harta de su familia y que huye para ser feliz (tal y como deseaban ellos, huir de sus propias vidas de ídolos). Luego de pasa, tal y como acaba el tema anterior con algo divertido, lo único que el dinero no puede comprar y hacen algo que divierte, ir al circo a beneficio del señor Cometa.

 

Y llega la pausa. Hay que dar la vuelta al vinilo, soporte para el que estaba pensado el álbum. Y George nos cuenta que la vida seguirá fluyendo contigo o sin ti. Es la metafísica de la vida y lo hace con sonidos de sitar y tabla, casi como un mantra védico. Y después hablan del futuro, de la senectud, con humor, recuperando la grabación del viejo tema, de los que grabaron a finales del sesenta y seis, pero que ya tocaban en The Cavern… Y dice al público de ese supuesto concierto conceptual de la banda imaginaria que vosotros seréis más viejos también, retomando la idea shakespeariana de que la poesía no envejece, sólo los que la leen. Para luego despistarse con una canción de agradecimiento a Rita, casi un agradecimiento a todos los que les han ayudado para alcanzar sus metas. Después Lennon le canta a la energía de despertar, de llenar el día de vida y la vida de días, todo, por lo que cuenta Yoko en una entrevista, lo vio John mientras contemplaba un anuncio de cereales para el desayuno y, acto seguido, se puso a escribirla. Y, de nuevo, para cerrar el espectáculo, ese falso directo del grupo impostado, que no impostor, el tema de inicio. Silencio y el precioso y desgarrador A Day In The Life, donde se mezclan la muerte, la guerra, los recuerdos, la rutina…

 

Me gustaría excitarte…

 

Aparte de su rotundo éxito se dice que Sargent Pepper’s fue padre de los hippies, la psicodelia, el rock progresivo o el verano del amor de 1967 en San Francisco.

Tomando como ejemplo las palabras de Edward Norton Lorenz: “el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo”, aunque en este caso fuera una tormenta perfecta (de creatividad, trabajo y talento) la que sumergió al mundo en una caleidoscópica vitalidad artística, mágica y novedosa a todos los niveles.

 

Paul McCartney dijo que en realidad con Lonely Hearts Club Band de Sergeant Pepper’s  querían hacer un espectáculo. Y lo hicieron, vaya si lo hicieron.

Yesterday, today and forever

Carlos Ibáñez Giralda y Pilar Cañibano Gago

Revista Atticus