Crítica película La habitación de Lenny Abrahamson

La habitación
La angustiosa adaptación al mundo real

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Película: La habitación.
Título original: Room.
Dirección: Lenny Abrahamson.
Reparto: Brie Larson, Jacob Tremblay, Joan Allen, Sean Bridgers, William H. Macy.
Países: Irlanda, Canadá. Año: 2015. Duración: 118 min. Género: Drama.
Guion: Emma Donoghue; basado en su novela.
Música: Stephen Rennicks.
Fotografía: Danny Cohen.
Estreno en España: 26 Febrero 2016. Calificación por edades: No recomendada para menores de 12 años.

Sinopsis
Cuando Jack, de cinco años, y su madre escapan del único espacio que el niño conoce desde su nacimiento, este descubre el mundo exterior. Invadido por la alegría y el entusiasmo, se agarra con más fuerza que nunca a lo único que realmente le importa, el potente vínculo que le une a su cariñosa y entregada Mamá.

Comentario
La habitación está basada en la novela homónima de Emma Donoghue (irlandesa, nacionalizada canadiense) publicada en 2010 (The room) que alcanzó gran éxito y ganadora del Booker Prize, el premio británico de mayor prestigio. Donoghue ha sido la encargada de adaptarla y convertirla en una experiencia visual. En ella se narra la tremenda historia de Elisabeth Fritz, mujer austriaca encerrada en un sótano por su propio padre durante veinticuatro años. Durante ese tiempo Elisabeth dio a luz a siete hijos, uno de los cuales no sobrevivió. Los otros apenas recibieron los rayos solares. Estos hechos salieron a la luz en abril de 2008. Un «respetable» anciano austriaco, Josef Fritz era quien había tenido secuestrada a su hija. Abusó de ella y la obligó a dar a luz a los hijos. Lamentablemente no faltan modelos en los que se puede basar la historia que nos cuenta La habitación. Dos años antes, el 23 de agosto de 2006, la joven Natascha Kampusch consiguió escapar de su secuestrador, Wolfgang Priklopil, tras haber permanecido recluida durante más de ocho años. Cuando fue apresada apenas tenía 10 años. El libro The room, parece haber aunado ambas sórdidas historias al relatar las vivencias de una joven de 19 años retenida durante siete años y que tuvo un hijo en cautiverio fruto de los abusos de su secuestrador.

Vamos a indagar un poco más allá de la escueta sinopsis ofrecida unas líneas más arriba. Joy Newsome/Mamá (Brie Larson) lleva encerrada en la habitación siete años desde el momento en que «el viejo Nick» (Sean Bridgers) la secuestró, sometiéndola a todo tipo de abusos. En ese tiempo, allí mismo, Mamá ha dado a luz a Jack (Jacob Tremblay), quien acaba de cumplir 5 años. La madre trata de educar a su hijo en ese microcosmos que es la habitación. Jack absorbe sus enseñanzas como si ese fuera el Mundo. Se relaciona con todos los enseres de la habitación citándoles por su nombre y educadamente les desea buenos días o se despide de ellos. El único contacto que tiene con «el otro mundo» es por medio de la televisión y una claraboya. Todo esto sin descuidar la forma física. Los padres de Mamá, Nancy (Joan Allen) y Robert (William H. Macy) han rehecho sus vidas tras su desaparición y ahora con la alegría del regreso de sus hija tendrán que revivir aquel infierno de los días posteriores.

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La habitación plantea una serie de interrogantes. La obra está dividida claramente en dos partes. La primera se desarrolla en ese espacio claustrofóbico, una minúscula habitación de apenas diez metros cuadrados. El único contacto con el mundo es por medio de una ventana de la que solo pueden ver el cielo y una televisión (con interferencias). Esas primeras preguntas tienen que ver con si una madre puede educar a su hijo, ajenos a lo que sucede en el exterior y alejados de la sociedad. Y cómo el niño vive esa iniciación a un mundo del que solo conoce lo que allí tiene y lo que ve en la TV. Otra cuestión que nos plantea es la relación que tiene Mamá con su captor. La segunda parte es cuando ambos tienen contacto con ese mundo exterior. Las preguntas que nos propone la película versan sobre cómo asume el niño la asimilación de ese mundo hasta ahora desconocido. Y, sobre todo, la relación que tiene con su familia, entre los propios padres (separados); entre éstos y su hija y su nieto; la relación de Mamá con los medios de comunicación ávidos de este tipo de noticias, que en principio la encumbrarán para después atizarla sin piedad. Ya no es Mamá, pasa a ser Joy, una madre más. Ya no es el universo de su hijo. Como tampoco lo serán los nombres que antes eran propios y ahora pasarán a ser comunes, como lavabo, armario, cama, silla. En esta segunda mitad veremos, sobre todo, cómo el niño Jack descubre a su familia y todo lo que les rodea (entrañable la escena en que tiene contacto por primera vez con un perro). Quizá esta segunda parte es la más jugosa en cuanto a las posibilidades de un análisis casi clínico -pero eso se lo dejamos para a los médicos-. Aquí lo que nos interesa es cómo se relacionan los distintos miembros entre ellos y cómo les ha afectado a cada uno. Hay un estrés postraumático, hay unas consecuencias sicológicas, hay un niño que es fruto de una reiterada violación. Hay una escena clave, terrible. Es cuando el niño está con su abuela y le dice aquello tan natural y espontáneo: «te quiero abuela». La reacción de ella merece una reflexión. No digo más. Esa primera parte nos representa un mundo de ficción (la presencia de esos dos libros y la TV) y la segunda es el mundo real y la interacción que tienen, fundamentalmente, los dos protagonistas en él.

La habitación es una mezcla de un thriller sicológico y un cuento de hadas. Algunos críticos ven la protección de la madre muy similar a la que ofrece Guido (Roberto Benigni) a su hijo cuando son apresados y conducidos al campo de concentración en La vida es bella (1997, Roberto Benigni). Sobre todo por la conducción de la terrible situación en un tono amable y dulce. En La habitación, Mamá se tiene que enfrentar con toda la imaginación posible no solo a su cautiverio, sino al de su propio hijo. Llega el momento en que se da cuenta de que esa no es vida. No es ni vida para ella, ni mucho menos vida para Jack. Y concibe un plan «mágico» en el que instruye a su hijo para que él alcance el exterior y pueda alertar sobre su cautiverio. En su constante educación, no duda en echar mano de dos libros de literatura infantil (o no tan infantil). Uno de ellos es Las aventuras de Alicia en el País de las maravillas (Lewis Carroll, 1865) y el otro El conde de Montecristo (Alexandre Dumas y Auguste Maquet, 1844). El primero de ellos es un cuento para niños, pero con un contenido de códigos ocultos que supone una metáfora del futuro incierto que espera a los niños camino hacia su madurez. Y el otro va más allá de la historia de cómo el protagonista huye de la prisión, para hablarnos de la lealtad y del deseo de venganza.

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Su alusión se justifica porque Platón explica su teoría de cómo podemos captar la existencia de dos mundos. Por un lado el mundo sensible, el que es percibido a través de los sentidos (en el caso de La habitación seria el que vive el niño en su cautiverio) y el otro mundo sería el inteligible, el que solo es alcanzable mediante el uso de la razón (cuando Jack acusa a su madre de mentirle por decirle que existe otro mundo «ahí fuera»). Al alcanzar Jack el exterior le cambia la percepción que tenía de ambos mundos. Es cuando manifiesta a su madre al volver a Habitación: «cuando tenía cuatro años, sabía pocas cosas; ahora que tengo cinco años lo sé todo».

Es muy importante en la historia (y en todas, claro está) el punto de vista desde el que está narrada. En este caso, desde el comienzo es el pequeño Jack que nos introduce en ese angustioso espacio con notas de humor y magia gracias a las enseñanzas de su madre. Y a partir de ahí todos los demás sucesos. La propia escritora ha definido La habitación como «una forma de explorar la vida cotidiana de una madre y su hijo partiendo de una situación extrema, una forma de explorar el abanico completo de emociones que entran en juego en el drama de nuestras vidas».

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Los dos protagonistas son una acertada elección. Conocía (me cautivó) Brie Larson en Las vidas de Grace (Destin Cretton, 2013) tras su paso por la SEMINCI. Aquella actuación (junto con esta) le augura un futuro brillante a poco que elija bien sus papeles y este Mamá ha sido un buen ejemplo y resulta una de esas ocasiones casi únicas que un director brinda a los actores. La actuación de Jacob Tremblay es digna de mención. Resulta de lo más creíble posible, creando un personaje casi real. El director y su equipo recurriendo a un pequeño truco. El niño Jack tiene cinco años, pero Jacob contaba casi nueve cuando rodaron. Aún así la espontaneidad y fuerza que imprime el pequeño Jacob a su papel es magnífica. Es adorable, juega, salta, ríe, llora, grita. Muy convincente, incluso con esas ojeras maquilladas en un niño que no ha recibido de manera directa la luz solar. Nos recuerda aquel mítico papel de T. J. interpretado por el niño de 9 años Rick Schroder en Campeón (Franco Zeffirelli, 1979). Aunque también podemos echar mano de uno más reciente como fue Ellar Coltrane en su papel de Mason en Boyhood (Richard Linklater, 2014).

No conocía anteriores trabajos del director irlandés Lenny Abrahamson pero no es un desconocido. Su anterior Frank (2014) cosechó buenas críticas y en su dilatada carrera ha alcanzado algunos premios como mejor director. Aquí nos muestra sus habilidades manejando muy bien el suspense con la escapada del pequeño y en la dirección de actores al lograr transmitirnos los estados de ánimo de madre e hijo.

La habitación es una propuesta muy interesante, con una primera parte que nos engancha. En ella vemos como una madre es capaz de afrontar el reto de educar a su hijo en la reclusión de apenas diez metros cuadrados, sin contacto directo con el exterior. En la segunda, cuando parece que ya lo tiene todo a su favor, veremos cómo la misma mujer sufrirá para poder adaptarse a un mundo que abandonó años atrás. Una historia construida sobre un sólido guion, magníficamente interpretado por Brie Larson y Jacob Tremblay, que deja en el aire una cuántas cuestiones sobre las relaciones paterno filiales y que nos invita a una reflexión sobre los conceptos de libertad y felicidad.

Os dejo un tráiler (con demasiada información):

Luisjo Cuadrado

Revista Atticus

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