Crítica El niño 44 de Daniel Espinosa

El niño 44
Sin definición

WAF ELNIÑO44Ficha
Película: El niño 44.
Título original: Child 44.
Dirección: Daniel Espinosa.
Reparto: Tom Hardy (Leo Demidov), Gary Oldman (Mikhail Nesterov), Noomi Rapace (Raisa), Joel Kinnaman (Vasili), Paddy Considine (Vladimir), Jason Clarke (Anatoly), Vincent Cassel (Kuzmin).
País: USA. Año: 2015. Género: Drama, thriller.
Estreno en España: 19 Junio 2015.

Sinopsis
Año 1953, Leo Demidov es un agente secreto de la policía soviética que pierde su estatus, su poder y su hogar cuando se niega a denunciar a su propia mujer, Raisa, por traición. Exiliados de Moscú a un sombrío puesto avanzado de provincia, Leo y Raisa unen fuerzas con el general Mikhail Nesterov con el fin de localizar a un asesino en serie de niños. Su búsqueda de justicia amenaza a un sistema ampliamente encubierto y reforzado por Vasili, el oscuro rival de Leo, para quien “no hay crimen en el Paraíso”.

Comentario
Qué diferente es salir del cine con ganas de escribir sobre la película a salir de la sala lleno de incertidumbres.

 

Tengo la certeza de haber visto una película bien rodada, con unos actores espléndidos que convencen y cuyo producto está muy cercano a esas superproducciones de Hollywood (pero de las buenas, de las épicas). Este thriller psicológico, oscuro y tenebroso, nos cuenta unos hechos que merecerían un trabajo más estudiado del guion para obtener un producto redondo. Y me resulta extraño pues el guion está a cargo de Richard Price muy conocido por su trabajo en la prestigiosa serie The Wire. Durante la primera media hora la narración es confusa. No sabes por dónde te viene la historia ni cuál va a ser el giro determinante en el devenir de la misma. Tu mente trata de colocar a cada uno en su sitio. Empieza con una secuencia de guerra (magníficamente rodada) dentro del interior de lo que se supone el Reichstag y que acaba con la estampa tan icónica de la puesta de la bandeara del ejército rojo en la cúpula del emblema berlinés. Fue el 2 de mayo de 1945. Pero luego nos advierten de que la hambruna tras la guerra (la Primera) así como la propia contienda bélica (la Segunda) en el territorio ruso causó miles de víctimas y que como consecuencia de la propia guerra y la muerte de los padres, muchos niños se quedaron huérfanos siendo abandonados (aquellos que tuvieran suerte) en las instituciones que los acogían, o vagaron buscándose la vida. Y es así como llegamos a nuestro protagonista, Leo Demidov, un héroe de guerra reconvertido en labores de espionaje.

Le drapeau de la victoire

La acción se sitúa en la U.R.R.S en 1953. Tras la Primera Guerra Mundial la situación en Rusia era desastrosa. La hambruna entre los años 1920 y 1921 causó miles de muertos. Al año siguiente, 1922, se formó la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. A la muerte de su líder, Vladímir Lenín en 1924, le sucede en el cargo Josef (Iósif) Stalin. Una de las primeras medidas fue la de instaurar granjas colectivas que supuso el envío de millones de campesinos a Siberia. Pero el descontento del pueblo por estas deportaciones y la situación de su país llevaron a una parada en la producción de alimentos que desembocó en otra gran hambruna en 1932-1933. Llegó otro período de represiones que posibilitó otra gran purga que acabó con la vida de millones de personas. Fue el llamado Holodomor, el Holocausto ucraniano. En el año 1939 la URRS firmó un pacto de no agresión con los nazis. Pero estos se lo saltaron en 1941 con lo que llegó la inevitable participación del ejército ruso en la contienda. Tras el final de la guerra llegaron los años duros de la posguerra, una época en la que se centran los hechos de El niño 44. Ese mismo año, 1953, es cuando se produce la muerte de Stalín.

 

En este clima, aparece el cadáver de un niño a lado de unas vías de tren. Y a partir de aquí es cuando la película se centra sobre el asesino en serie de casi medio centenar de niño a lo largo de una década de años. Existió un ser tan depravado que acabo con ese número de niños. Se trata de Andrei Chikatilo (1936-1994), conocido como «el carnicero de Rostov». La biografía de este «error de la Naturaleza» como él mismo se llegó a definir, es espeluznante. Confesó haber matado 53 personas (la mayoría adolescentes). Lo que hizo con sus cuerpos está fuera de toda posible comprensión por mucho que tuviera una infancia infeliz. No le voy a dedicar ni una palabra más. Buena parte de estos hechos son los que se narran en El niño 44, pero con una traslación de la fecha. El primer asesinato de Chikatilo fue en 1978. No sé si en la novela homónima de Tom Rob Smith se mantiene está diferencia de años. Tanto en la película como en la novela, Chikatilo toma el nombre de Vladimir Malevich. La novela ha sido un rotundo éxito. Ha recibido distintos premios y se ha traducido a cerca de 25 idiomas. Constituye la primera entrega de una trilogía.

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Al situarnos en la época de Stalin, la producción de Ridley Scott, dirigida por el sueco Daniel Espinosa (El invitado, 2012), nos relata los asesinatos en un clima de purgas pero no solo de los disidentes sino de todo aquel que levantara una mínima sospecha como le sucede a la propia Raisa, esposa de Leo. De ahí que nos avisen al principio de que el crimen no cabe en el paraíso. Es una justificación para decir que no es posible que un ser tan depravado sea un hombre que pertenece al partido, o que vive en la URRS. Eso no puede ser. No dudan en inventarse que es un producto de los nazis que sembraron en territorio ruso.

 

A Leo Demidov estos crímenes le tocan de lleno. Su ahijado es el que aparece muerto a orillas de las vías. El informe policial dice que fue un accidente, pero la familia recela (y no sin razón: «un tren no desnuda un cuerpo»). La investigación al margen del régimen le llevará, junto a Raisa, a la deportación en la ciudad de Volsk. Allí se encontrará con su nuevo jefe policial, el general Mikhail Nesterov (Gary Oldman, soberbio) que juntos trataran de resolver los crímenes y dar con el depravado Malevich.

 

Tom Hardy y Naomi Rapace es la pareja protagonista. Su trabajo resulta convincente. A él le sienta el uniforme de maravilla. Aporta credibilidad y solvencia. Ella, camaleónica, no se queda atrás. Creo recordar que se dio a conocer con Millenium, Los hombres que no amaban a las mujeres (2009, Niels Arden Oplev) y desde entonces la hemos visto en diferentes y variados papeles. En uno de los últimos, La entrega (Michaël R. Roskam, 2014) también coincidió con Tom Hardy (magnífico papel de camarero–recaudador en un bar de Brooklyn). Es muy destacable el papel de malo/malote de Joel Kinnaman, inspirando más miedo que el propio asesino.

 

El niño 44 tiene importantes lagunas. Una de ellas es que la mujer de Leo Demidov es acusada de espionaje. Más allá de algún que otro cuchicheo y buen rollito con su compañero, no hay nada que lo justifique. Cuando termina la película esa duda pesará sobre el resultado final. Otra de estas lagunas viene en el apartado técnico. En la escenas de lucha, de peleas entre unos y otros (da lo mismo quienes sean los participantes) la cámara se mueve demasiado. Las imágenes se vuelven borrosas, sin definición, no sabiendo quien es el que da o el que recibe. Solo veremos el resultado final. Esto puede ser con un objetivo concreto cercano a crear mucha tensión. Bueno, te lo puedes tomar así en la primera pelea. Pero cuando lo repite… te da por pensar que es una licencia que se toma para dejar constancia de un estilo, y lo que consigue es crear una innecesaria confusión. Una de las escenas finales es tremenda, lo borda. Es una lucha feroz en el barro (al situar a los protagonistas en este incómodo medio, el director se complica la vida en busca de un ejercicio de virtuosismo). Los cuerpos se enfangan; las caras apenas se identifican; los movimientos se vuelven más torpes por la pesadez del barro. Está resuelto de forma magistral aunque creo que tanto movimiento de cámara perjudica en el resultado final.

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El niño 44, con la frase de inicio («No existe el crimen en el paraíso») nos desvela la hipocresía del régimen comunista bajo las órdenes de Stalin. La promesa de un mundo mejor, el paraíso, donde no existía el crimen («el asesinato es una enfermedad capitalista»). Se ponen todas las trabas a la investigación ya que las muertes fueron «accidentes». No concebían que hubiera una mente enferma en un régimen tan saludable. Sin embargo, la multitud de evidencias de que estamos ante un asesino en serie, la falsedad se empieza a derrumbar. Lo mejor de la película es la recreación de ese asfixiante ambiente donde todo el mundo recela del vecino y nadie quiere ver, ni oír nada, por miedo a que te señalen. Se vive y se respira el terror. Una sociedad donde la verdad te puede matar y te obliga a elegir lo menos malo: o entregas a tu mujer (muerte segura) y salvas la vida de tres personas (la tuya propia y la de tus padres) o la deportación y repudia de toda la familia. El resultado final es una película que bien pudiera recibir algún que otro premio en los apartados técnicos (la ambientación de la ciudad desolada a donde son deportado, Volsk, es magnífica), pero que no ha sabido atrapar al espectador con una línea argumental clara y definida. Sin pena ni gloria.

Os dejo un tráiler:

Luisjo Cuadrado

Revista Atticus

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