El triángulo azul en la Casa de las Artes de Laguna de Duero
fotografías: Chuchi Guerra
Los españoles fueron los primeros en entrar en Mauthausen y los últimos en salir. Ningún gobierno se preocupó de si estaban vivos o muertos y tuvieron que lucir el distintivo azul, el de apátrida, porque el gobierno de Franco así lo decidió. Gracias a los muchachos españoles se pudieron sacar del campo las fotos que sirvieron como pruebas en los juicios posteriores.
Siete mil españoles pasaron por Mauthausen. Los que sobrevivieron no llegaron a dos mil…
El triángulo azul obra escrita por Laila Ripoll y Mariano Llorente se representó anoche, por la Compañía Nicomicón, del Centro Dramático Nacional, en el teatro de la Casa de las Artes de Laguna de Duero, Valladolid.
El triángulo azul cuenta tres historias en una. Por un lado, la historia de Paul Ricken, un nazi encargado de un Servicio de Reconocimiento en el campo de concentración de Mauthausen. Concienzudos como eran los alemanes, tenían una oficina de identificación fotográfica de los presos. Paul Ricken se encargó de las tareas fotográficas entre los años 1940 y 1943. Otro hilo conductor son las peripecias de dos españoles que estaban en el campo de concentración, Francisco Boix y Antonio García. Ambos urdieron un plan para sacar las fotografías del campo y ponerlas a salvo en un momento en que ante la llegada de las tropas americanas había que destruir toda esta documentación. Estas fotografías servirían para acusar y poner nombre en los juicios de Nuremberg para sentenciar a los máximos dirigentes nazis. Y la tercera historia tiene que ver con el espectáculo. Los prisioneros españoles deportados al campo de concentración de Mauthausen se organizaron y pidieron permiso para representar una pequeña obra de teatro con músicos. Fue la primera vez que se pidió este permiso. Al haber entre los presos un bailarín de la compañía de Celia Gámez se decidió por la obra Rajá de Rajaloyaya.
Es una obra dura sobre la realidad, el día a día, de los campos de concentración de los nazis (en este caso ambientado en el de Mauthausen, en las navidades de 1942). Allí se concentraron hasta siete mil españoles, en su mayoría republicanos, despachados por Franco. Ningún gobierno se preocupó por ellos. Se convirtieron en apátridas teniendo que llevar como distintivo un triángulo azul con una S (de spanien).
«El triángulo azul es una intriga angustiosa y un cabaret grotesco en el recuerdo de un suboficial nazi, jefe del laboratorio de identificación fotográfica, que mira atrás para intentar explicar a sus hijos lo inexplicable: el exterminio organizado de millones de seres humanos más terrible que haya existido jamás. Sus recuerdos se posan en la arriesgada peripecia de aquellos españoles que sacaron las fotografías del campo y que sirvieron para incriminar a varios dirigentes nazis en los juicios de Nüremberg y en el carácter singular de aquel grupo nacional capaz de pedir permiso, en aquel infierno, para hacer una revista musical: veremos el crematorio, la chimenea, la escalera de 186 peldaños, la alambrada electrificada, a través de un chotis, de un número de zarzuela, de un pasodoble, de una habanera. Y veremos la violencia implacable de los caprichos de Goya y el sueño de la muerte de Quevedo en una estremecedora simbiosis con la violencia y la muerte del campo de concentración y de exterminio, donde aquellos españoles siempre encontraron una esperanza de vida en el humor y donde dieron un ejemplo de valentía y solidaridad».
En los XVIII Premios Max de las artes escénicas, El triángulo azul recibió Mejor autoría y Mejor diseño de espacio escénico en el 2015. También, en el 2015, recibió el Premio Nacional de Literatura Dramática.
Una vez más, Valladolid, en este caso gracias a la magnífica labor y programación de los responsables de la Casa de las Artes de Laguna de Duero, cuenta con la posibilidad de disfrutar de este tipo de obras que, lamentablemente, y a estas alturas del siglo XXI, tiene que lidiar con la burocracia y sortear casi casi la censura, para poder estrenar. Son obras comprometidas y que sirven para aportar un poco de belleza, si es que se puede hallar algo de ella en la miseria humana, y un poco de luz, y que constituyen un pequeño homenaje para aquellos españoles que lucharon en España contra el régimen fascista. Una obra arriesgada e imprescindible.
La Begún MANUEL AGREDANO,
Oana ELISABET ALTUBE
Paco MARCOS LEÓN
Brettmeier MARIANO LLORENTE
Paul Ricken ANTONIO SARRIÓ
Toni ÁNGEL SOLO
Jacinto JORGE VARANDELA
Músicos:
Clarinete, percusiones CARLOS BLÁZQUEZ
Violín, percusiones CARLOS GONZALVO
Acordeón, pianito, percusiones DAVID SANZ
texto MARIANO LLORENTE – LAILA RIPOLL
vestuario ALMUDENA RODRÍGUEZ HUERTAS
escenografía ARTURO MARTÍN BURGOS
iluminación LUIS PERDIGUERO
música PEDRO ESPARZA
videoescena ALVARO LUNA
espacio sonoro DAVID ROLDÁN
ayudante de dirección HÉCTOR DEL SAZ
dirección técnica y regiduría ANTONIO VERDÚ
dirección LAILA RIPOLL
distribución JOSEBA GARCÍA (Apriori)
Os dejo un pequeño tráiler para ampliar información:
Luisjo Cuadrado
Revista Atticus