Exposición Lucian Freud: Nuevas perspectivas en el Museo Thyssen-Bornemisza

Lucian Freud: Nuevas perspectivas en el Museo Thyssen-Bornemisza por Luisjo Cuadrado

Lucian Freud: Nuevas perspectivas en el Museo Thyssen-Bornemisza

Lucian Freud (Berlín, 8 de diciembre de 1922 – Londres, 20 de julio de 2011). Pintor y grabador considerado como uno de los artistas figurativos más importantes de los últimos tiempos, es decir, del arte contemporáneo. Tuvo que exiliarse a Inglaterra ante la llegada de Hitler al poder. En sus años de juventud, se inició en el surrealismo. Tras la II Guerra Mundial se convirtió en uno de los representantes ingleses de la pintura figurativa más significativos. Se especializó en los retratos con un fuerte componente sicológico, personajes que aparecen bajo una fuerte luz descubriendo una potente carnalidad de sus cuerpos, la mayoría de las veces desnudos. Destacan retratos de su propia madre que suelen inscribirse en las obras más importantes de la escuela neofigurativa inglesa. Fu amigo del pintor expresionista Francis Bacon (1909 – 1992) una de las personalidades artísticas más emblemáticas y perturbadoras del periodo que siguió al fin de la Segunda Guerra Mundial.

Lucian Freud: Nuevas perspectivas es una exposición organizada, con motivo del centenario del nacimiento del artista, conjuntamente por la National Gallery de Londres (donde se pudo contemplar desde el 1 de octubre hasta el 22 de enero de 2023) y el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid. Cuando en 2011 fallecía con ochenta y ocho años de edad llevaba seis décadas teniendo un peso específico muy importante dentro del panorama internacional.

Es la primera retrospectiva de la pintura de Freud que sitúa al artista, tanto física como conceptualmente, en la narrativa de la pintura y representación de la forma humana que ha ido evolucionando a lo largo de los siglos.

Ser nieto de Sigmund Freud le abrió muchas puertas, pero más lo hizo su prodigiosa habilidad y sensibilidad como pintor figurativo. Le gustaba rodearse de amigos y conocidos ilustres teniendo una vida social intensa que le posibilitó un buen número de clientes. Pero también, el peso de la fama ha eclipsado su obra. No ha sido hasta su fallecimiento en 2011 cuando se han iniciado estudios para entender su forma de ver la pintura, creando un relato unificado y grandioso con el artista en el epicentro destacando aspectos poco investigados y poder contextualizar su obra en un marco mucho más amplio.

Esta exposición pretende plantear nuevas preguntas sobre la relevancia en el momento actual de la obra de Freud.

La muestra está estructurada de una forma más o menos cronológica desde sus inicios, en 1940, hasta el 2000. Se agrupan las obras en cinco secciones que marcan la evolución artística a lo largo de su carrera con el objetivo de ofrecer una nueva forma de ver sus pinturas.

  • Llegar a ser Freud: los años 1940 – 1950

En este apartado podemos contemplar algunas de las primeras obras realizadas por Freud a mediados del siglo XX. Son cuadros con cierto aire neorromántico y surrealista partiendo del arte figurativo. Todo ello en medio de las corrientes abstractas imperantes en ese momento. Freud llegó al escenario londinense como un adolescente magnético que con su mera presencia parecía simbolizar la creatividad. Se esperaba todo él ya que era el nieto de Sigmund Freud y tenía un talento notable y decidido.

En este momento el artista ya muestra su personalidad a la hora de realizar retratos de sujetos en los se miran hacia dentro, pero que también proyectan una imagen de sí mismos para que el propio artista la encuentre y capture. Establece con los modelos una relación que no supone la transcripción literal del modelo. En palabras del propio artista su pintura trata: «de mí mismo y de lo que me rodea. Utilizo a las personas para inventar mis cuadros con ellas, y trabajo con más libertad cuando están ahí».

Son trabajos que destacan por su pincelada meticulosa y fina con hieráticos personajes pintados a base de capas muy trabajadas sobre fondos planos.

Destaca Muchacha con rosas (1947 – 1948) en la que la modelo es su propia esposa, Kitty Garman, hija del escultor inglés sir Jacob Epstein. Una pintura de corte expresionista en la que la mujer parece posar con naturalidad, pero también con cierta incomodidad. Un cuadro de compleja psicología con una mirada felina rehuyendo al espectador, sostiene en su mano izquierda un rosa por el tallo espinado (clara simbología a lo que parece ser aguantar el dolor). Paleta de tonos bajos y algo turbios. Una cabellera castaña minuciosamente detallada con un pelo fino. Su indumentaria es bastante austera. Se encuentra sentada en una silla de la que vislumbramos el respaldo. Una composición sencilla y estructurada. Hoy sabemos que la relación con su primera esposa fue bastante tormentosa. Duró cinco años y todo indica que el cuadro deja traslucir esa atmósfera enturbiada.

Otra obra relevante es El cuarto del pintor (1944). En él vemos a la cabeza de una cebra asomando por una ventana en cuya estancia se encuentra un diván, una planta y una chistera. Los colores son planos y vivos al servicio de un significado claramente onírico demostrando esa influencia de su abuelo. Hay una fotografía en la que se ve a un joven Lucian jugueteando con una cabeza de cebra disecada que a buen seguro se trata de la misma que aquí retrata.

Girl with a White Dog, Muchacha con perro blanco, 1951-1952 Óleo sobre lienzo, 76,2 × 101,6 cm Tate.

Destaco, en particular, una obra que marca su producción posterior. Se trata de Muchacha con perro blanco (1951 – 1952). Es el último retrato que le hace a su primera esposa Kitty. Ya la conocemos del cuadro anterior y sabemos de sus problemas conyugales, hasta el punto que al término del mismo se separarían. Sabiendo esto, nuestra atención recae sobre esa mirada ausente de la mujer, con unos ojos grandes y asimétricos. El pintor quiere retratar ese estado psicológico de Kitty donde vemos una cierta vulnerabilidad. Muestra un pecho desnudo y le otro se lo sujeta con su mano derecha. El pintor sometía a sus modelos a largas horas de exposición para poder captar su esencia y luego plasmarla en el cuadro. Nos llama la atención el perro que descansa su cabeza sobre el regazo de la mujer. Una pose tranquila en la que destaca la mirada del can hacia el pintor que parece no ser muy amigable. Ha sabido captar hasta el recelo que siente. Su pose también es de protección y fidelidad hacia Kitty. Demuestra ser una gran retratista de la anatomía. Un virtuoso.

  • Retratar la intimidad: los años 1960 – 1980

En este apartado podemos seguir contemplando retratos alguno de ellos muy originales en cuanto a su planteamiento que enmarca la evolución experimentada en un contexto de sus relaciones con los amigos y su familia. En las salas nos podemos encontrar con algunos autorretratos del artista inacabados, pero a pesar de ello ya tienen esa introspección psicológica. Cabeza de muchacha (1962) es un retrato de una joven cuya cabeza ocupa prácticamente toda la superficie del lienzo. El color da volumen y forma en el rostro. Reflejo con dos niños (autorretrato), 1965 es un cuadro interesante. Aporta el recurso de verse reflejado en un espejo que el artista ha situado en el suelo y al que se asoma. Fruto de ello es una figura en escorzo, en contrapicado. Este reflejo especular se refuerza por el fondo gris que ayudan a concentrar la mirada en el rostro y en las manos que destacan por sus toques de luz. El espectador se ve forzado a recorrer con sus ojos el cuadro hasta alcanzar los del propio autor en la parte superior del cuadro. En la parte inferior, en un primer término destacan la imagen de sus dos hijos pequeños, Rose y Ali, fruto de la relación con Suzy Boyt. Esta curiosa disposición de los infantes, parece obedecer a la inspiración que le surgió de la contemplación de una ilustración de la tumba del enano Seneb y su familia, del Museo de El Cairo. La técnica empleada es del uso de amplios y expresivos brochazos que lo relacionan con la obra del admirado Frans Hals.

FREUD, Lucian_Reflejo con dos niños (Autorretrato), 1965_550 (1984.7)

Hay otro cuadro que resulta interesante. Se trata Dos hombres, 1987 – 1988. Introduce a dos modelos en una cama. Uno de ellos, desnudo y boca abajo y el otro vestido y boca arriba. Destaca por la composición en diagonal creando una extraña sensación y también por el choque al contemplar la desnudez en contraposición con el hombre vestido. Llama la atención la mano del sujeto vestido que posa sobre la pierna derecha de su compañero de cama en un claro gesto de cariño, ternura, mostrando una evidente relación entre ambos, pero sin esa carga erótica.

  • El poder y la muerte: los años 1970 – 1990

Con el paso del tiempo, el artista va adquiriendo fama y sus obras comienzan a estar muy consideradas ganándose el respeto tanto del público como de la crítica. No es extraño que empiece a admitir encargos entre sus obras, a pesar de que a los retratados los sometía a sesiones de muchas horas de posado.

Destacan diversos cuadros. Uno de ellos es el del doble retrato que lleva por título Dos irlandeses en W11 (1984 – 1985). Un doble retrato que participa de algunas de las características que vengo comentando. Una de ellas es la mirada vaga del principal de los protagonistas. Se trata de un padre e hijo. El padre, sentado en el sillón, mantiene esa mirada como de desinterés, de desidia, que se acentúa con el falso contacto del hijo que no es capaz de apoyar la mano sobre el hombro del padre, sino que lo hace sobre el sillón. Destaco este cuadro por la sobriedad de la escena, pero sobre todo por el paisaje urbano que se encuentra tras la ventana. Es un recurso técnico para mostrarnos la gran habilidad que tiene a la hora de dibujar. Nos remite a algunas de las maravillosas creaciones de Antonio López, con esos edificios retratados con minucioso detallismo y con la luz tan característica. No hay muchas escenas urbanas entre las obras del artista británico.

Lucian Freud. Dos irlandeses en W11, 1985. Colección privada

Hombre en una silla (barón H. H. Thyssen-Bornemisza), 1989. Es otro de esos cuadros que no podían faltar en esta exposición. Un retrato del barón Thyssen con cierto aire melancólico. El artista se ha centrado en esas manos huesudas de largos dedos donde destacan las venas que marcan una orografía humana muy acentuada. Todo ello realizado con una gama de colores que mantiene una uniformidad. El retrato rezuma elegancia y refinamiento de la figura del barón Thyssen-Bornemisza.   

Hombre en una silla (Barón H. H. Thyssen-Bornemisza), 1985
Óleo sobre lienzo, 120,5 × 100,5 cm Thyssen-Bornemisza Collections

  • El arte y el estudio: los años 1980 – 2000

A partir de la década de 1980, los cuadros parecen tener como denominador común las estancias hogareñas que el pintor ha convertido en su estudio. Desfilan por sus lienzos las butacas, los grandes ventanales, con paredes descoloridas y, a veces, desconchadas, y jergones encima de viejas camas. Y sus protagonistas son personas, en su mayoría, desnudas y, en algunos casos, junto a un doble modelo vestido. Otra de las características es la perspectiva ascendente creada por la presencia, en primer término, de la tarima que ayuda a fluir esas grandes líneas de composición. Destacan grandes lienzos como Gran interior, Notting Hill, 1998 o Tarde en el estudio, 1993. En ambos hay dos personas, una de ellas vestida y la otra no. En ambos hay otros elementos comunes como son el perro (creo que es el mismo modelo), una cama y la tarima. En ambos, los dos personajes vestidos (un hombre maduro y una adolescente) están dedicando el tiempo a quehaceres íntimos como es la lectura o el bordado. El primero de ellos constituye una escena íntima llena de ternura. Una bella composición, rara de ver, con ese hombre maduro en primer término mientras en un segundo plano aparece otro hombre, también de mediana edad, sosteniendo un bebé entre sus brazos. Contemplar la escena nos produce una sensación de cercanía. Sin embargo, la escena que contemplamos en Tarde en el estudio, nos produce cierto rubor, cierta sensación de estar invadiendo la intimidad de, sobre todo, la joven que está literalmente despatarrada en el suelo. No acabamos a comprender cuál es su razón de haber abandonado el confort de la cama para estar en medio de la habitación en el suelo durmiendo. Cuadros con casi los mismos elementos pero que nos transmiten sensaciones totalmente distintas y casi antagónicas.

  • La carne

El último apartado de la exposición dedicada a Lucian Freud se cierra con el tema de la carne. Los desnudos es lo que ha conferido una seña de identidad en la obra del británico. En este apartado podemos ver grandes lienzos con desnudos cuya contemplación seguro que nos va a transmitir una serie de sensaciones. No dejará a nadie indiferente. Comienza a pintar desnudos en los años 1960, pero es sobre todo en las últimas décadas cuando sus retratos de Leigh Bowery y Sue Tilley le convirtieron en pionero de la representación de cuerpos no normativos con gruesos empastes, como sedimentos del paso del tiempo. Freud no esconde los genitales tanto masculinos como femeninos. Cabe pensar que incluso fuerza las poses de sus modelos para ofrecer en toda su carnalidad estas zonas. Son lienzos transgresores e incisivos que constituyen un reto muy ambicioso. Al final, Freud consigue lo que muchos pretenden y no todos consigues: un estilo claramente reconocible de una pintura que él siempre buscó que asombrase.

Dos hombres, 1987-1988
Óleo sobre lienzo, 106,7 × 75 cm
National Galleries of Scotland, adquirido en 1988

Concluye la muestra con un pequeño apartado: David Dawson, El estudio de Lucian Freud. Alberga una selección de fotografías de este artista que fue ayudante durante los últimos años de la vida de Lucian Freud y que hoy se ha convertido en el administrador de sus derechos. En ellas se muestra una visión del laboratorio secreto del pintor y de su proceso pictórico. 

Como nos recuerdan desde la propia institución madrileña, la pintura de Lucian Freud ha sido subversiva, incisiva e indecorosa. A contracorriente de las tendencias abstractas o conceptuales estuvo dedicado con obstinación a la representación del cuerpo humano (y hasta se puede decir del alma). Con su pintura, aunque parezca de trazos gruesos, rápidos, es meticulosa y detallista hasta la extenuación como lo atestiguan las horas interminables de los retratados. Busca la intensificación de la realidad.

La muestra Lucian Freud nuevas perspectivas, supone un recorrido por una buena parte de las obras más significativas de unos de los artistas figurativos más importantes del arte contemporáneo. Es una ocasión única de ver en un mismo espacio un compendio de la obra de Lucian Freud con sus desnudos rotundos, descarnados, impactantes y sus retratos donde el genial artista plasma ese «alma» de aquellos que han tenido la oportunidad y la paciencia de someterse a la óptica del pincel del británico.

Os dejo un vídeo de TVE.

https://www.rtve.es/play/videos/telediario/thyssen-desnuda-lucien-freud-mas-alla-su-leyenda/6809557/

Luisjo Cuadrado

Revista Atticus