Crítica película El imperio de la luz de Sam Mendes

El imperio de la luz de Sam Mendes – Luisjo Cuadrado

Ficha

Título original: Empire of Light

Año: 2022

Duración: 119 min.

País: Reino Unido

Dirección: Sam Mendes

Guion: Sam Mendes

Música: Trent Reznor, Atticus Ross

Fotografía: Roger Deakins

Reparto: Olivia Colman, Micheal Ward, Colin Firth, Toby Jones, Tanya Moodie, Crystal Clarke, Tom Brooke, Hannah Onslow, Adrian McLoughlin, Ashleigh Reynolds, ver 10 más

Compañías: Coproducción Reino Unido-Estados Unidos; Neal Street Productions, Searchlight Pictures. Distribuidora: Searchlight Pictures

Género: Drama. Romance | Años 80. Racismo

Sinopsis

De la mano del director y Sam Mendes llega El imperio de la luz, un drama sincero y conmovedor sobre el poder de la conexión humana en tiempos turbulentos. Ambientada en un viejo cine olvidado de un pueblo costero inglés a principios de los años 80, la película cuenta la historia d Hilary (Olivia Colman), una directora de cine que lucha con sus problemas de salud mental, y Stephen (Micheal Ward), un nuevo empleado que quiere escapar de este ambiente provincianos donde tiene que luchar a diario con la adversidad. Tanto Hilary como Stephen encuentran un sentido de pertenencia a través de su extraña y tierna relación y llegan a experimentar el poder curativo de la música, el cine y el sentido de comunidad.

Colin Firth and Micheal Ward in the film EMPIRE OF LIGHT. Courtesy of Searchlight Pictures. © 2022 20th Century Studios All Rights Reserved.

Comentario

Sam Mendes (1917, Revolutionary Road, Camino a la perdición, Jarhead, el infierno espera, American Beauty) ha escrito y dirigido El imperio de la luz basada en ese momento clave de la vida de una persona como es la adolescencia. En su caso, ocurrió en los años finales de los 70 y principios de la década de los 80. Lo que lees (literatura), lo que ves (películas), y lo que escuchas (música) junto con la situación geográfica y la situación político social de tu entorno conforma un gran universo. Eso es lo que ha tratado de recoger Mendes en su nueva película. Ambientada en un pueblo costero inglés a comienzos de los 80 en donde se encuentra un cine, con una marcada decoración en estilo Art Decó, que se convierte en el centro neurálgico de los protagonistas de este melodrama. Se trata de una historia, fundamentalmente, entre dos personajes que, aunque parecen muy distintos, se encuentran un espacio en común donde puede desarrollar sus vidas y encontrar algo de felicidad y fortaleza para cargar con esa mochila que cada uno lleva a su espalda. Todos tenemos una vida y todos tenemos un pasado. A lo largo del extenso metraje, el director nos irá desvelando las dificultades que cada uno tiene que sortear.

Ella, Hilary (Olivia Colman), mujer madura, de mediana edad, trabaja en un cine desde hace unos años como encargada (encargada de hacer de todo se puede decir). Sobrelleva un pasado, que tiene que ver con su salud mental, con algunos demonios interiores que trata de domesticar con la ayuda de medicación (litio). Le gusta el baile y la música y busca encontrar un sentido a la vida. Se apoya en el excéntrico grupo que forma ese microcosmos que son sus compañeros de trabajo en el cine. Y tal vez, busca, en exceso, el consuelo en su jefe porque no deja de llevar una vida solitaria e introvertida. Su papel lo ejecuta magistralmente Colman con una variada gama de registros. Si hubiera tenido una sólida estructura la película su actuación habría tenido más consideración de la que ha disfrutado.

Él, Stephen (Michael Ward), un chico negro, joven y guapetón, es amable y muy dispuesto. Encuentra en Hilary un apoyo sincero y va surgiendo entre ellos un interés mutuo. Se tiene que abrir paso en un mundo racista. Hay que hacer una salvedad. La situación social a finales de los 70 en Gran Bretaña y sobre todo en Londres (en concreto en el sur, en el barrio de Brixton) es bastante complicada. Este populoso barrio albergada una población mayoritariamente negra. Eran inmigrantes que habían llegado a la ciudad para trabajar. Era una zona con serios problemas económicos-sociales con una tasa muy alta de desempleo, así como de criminalidad, con viviendas muy pobres y una carencia absoluta de servicios sociales que apaciguaran esta carencia. El ambiente estaba muy caldeado cuando el 11 de abril de 1981 se produjeron unos violentísimos disturbios. Este hecho queda remarcado en El imperio de la luz y es crucial en la trama del mismo (aunque con alguna licencia). En ese momento se produjeron revueltas por el intento de controlar la delincuencia callejera arrestando a todo sospechoso bajo la Ley Sus («suspect», sospechoso) sobre todo en Brixton.

(From L-R): Micheal Ward, Olivia Colman and Toby Jones in EMPIRE OF LIGHT. Courtesy of Searchlight Pictures. © 2022 20th Century Studios All Rights Reserved.

La relación entre ambos, entre Hilary y Stephen, es un ejemplo de simbiosis perfecta. Ambos se reparten energías y amor. Se dan cosas que ni tan siquiera saben que dan o necesitan. Y a su lado se han rodeado de una familia ad hoc, una familia de marginados e inadaptados que han encontrado en ese microcosmos que es el cine un lugar donde encajar. En ese pequeño grupo destaca la figura clave (de ahí el título) de Norman (Toby Jones). Es el encargado del proyector de cine, de cargar las bobinas, de alimentar de imágenes a la sala, de crear la magia del cine. Tiene que estar presente en todas las sesiones. Ve la vida a través de esa pantalla y esto le ayuda (y al resto del grupo también) a relacionarse y comprender la vida.

Colin Firth actor que ya trabajó a las órdenes de Mendes en 1917, interprete al Sr Ellis, gerente de la sala de cine. Tiene una relación con Hilary que es una muestra del uso y abuso que hace de las personas que lo rodean. Esto no le viene nada bien a la fragilidad de Hilary, pero la llegada de Stephen a la vida de ella cambiará las cosas de forma brutal.

La idea primigenia de El imperio de la luz surge, según palabras del propio director, en plena pandemia. Mendes estableció una analogía entre lo que sucedía en los años 80 y lo que estaba por suceder en tiempos de la COVID-19. Había una incertidumbre por ver si podréis volver a los espectáculos en directo y, por ende, al cine, a las salas llenas de gente. «Nos quedamos solos para contemplar cómo se había conformado nuestras políticas raciales y si habíamos fracasado en nuestros intentos para asegurarnos de que el mundo estaba evolucionando». Y en aquellos años en los que transcurre la película, la situación social era muy inquietante, sobre todo si tu color de piel es el negro. Tampoco es que el gobierno de Margaret Thatcher hiciera políticas para solventar la situación. Todo lo contrario. En este caldo de cultivo (aparte de los disturbios a los que me he referido anteriormente), la música es un buen vehículo de expresión de ese malestar. Sam Mendes lo ha sabido reflejar muy bien apoyado en una excelente banda sonora con grupos de música y cantantes que en las letras de sus temas aluden a esta situación. Eran años en los que la música tenía mucho peso (canción protesta, temas que tenía como objetivo denunciar la situación política y social de cada país). Esos años fueron prodigiosos en cuanto a temas musicales. Aparecen por la película temas como Do Nothing y Too Much Too Young de The Specials y Mirror In The Bathroom de The Beat representan la escena musical del género ‘Two-Tone’ que surgió en ese momento y cambió a Reino Unido tanto en el aspecto musical como cultural y político. La película también incluye Love Will Tear Us Apart de Joy Division y Spellbound de Siouxsie and the Banshees que reflejan el estilo gótico de la época. Ahora atenemos la música a un toque de clic, pero antes esto no era así. Todos hemos tenido que ahorrar para poder comprar un disco de vinilo. Es decir, había que hacer un esfuerzo y luego también lo había que hacerlo para escuchar esa música. Como dice el propio director: «había que salir y encontrarlas por el mundo». La música es obra de Trent Reznor y Atticus Ross, que colaboran por primera vez con Mendes, quienes tuvieron especial cuidado a la hora de encajar un tema particular del pianista de jazz Bill Evans por expreso encargo del director.

Olivia Colman in EMPIRE OF LIGHT. Courtesy of Searchlight Pictures. © 2022 20th Century Studios All Rights Reserved.

Es una película que merece mi consideración fundamentalmente por tratar el tema racial como lo trata. Pero el director peca con el pecado habitual de los tiempos modernos: el exceso de metraje. Parece ser que como no hay celuloide se rueda para por si acaso y luego no se sabe sintetizar, hacer elipsis que ayuden a avanzar la historia de forma fluida. Casi me atrevo a decir que sobra la hora primera ya que concentra todo mi interés en el resto de la película que es cuando más enjundia muestra. El espectador, en esos primeros momentos, tienen la sensación de que no sabe de qué va la película, si del amor hacia el cine, si del amor de los dos protagonistas o, si, por el contrario, nos quiere hablar del racismo. Sea como fuere, la película contiene algún momento dramático y lleno de emotividad que merecen la pena. Quizás, con el bagaje que tiene este solvente director sea poca cosa y nos quedemos con las ganas de más. Tras verla, tengo la sensación de que ha desaprovechado una gran oportunidad. Escasean los buenos argumentos. Aquí en El imperio de la luz ha gozado de unos medios técnicos y una recreación muy por encima del guion. Baste poner el ejemplo del papel de la novia de Stephen que aparece y desaparece sin mayor consideración. No está cuando debiera estar y está cuando ya uno cree que no debía de estar (entiendo que esto puede ser algo críptico, pero lo entenderán aquellos que hayan visto la película, todo sea por evitar el destripe).

La película se rodó en localizaciones de Margate, una ciudad en la costa norte de Kent. Allí hay un parque temático a orillas del mar, pero también está el cine que convirtieron en el Empire. Un cine que tuvo un esplendor y al que ahora le tuvieron que hacer una pequeña transformación. La sala se había convertido en una sala de bingo. Readaptaron todo al uso de cine, así como el salón de baile. Posee un maravilloso estilo Art Decó, ese estilo que constituía una novedad en los años 20/30 pero que en la época de la película ya empezaba a estar en decadencia.

Me quedo con el acento que pone el director en el racismo. Una situación que para muchos de nosotros no alcanzamos a pensar que esto sucedía en esos años 80 pero que lamentablemente parecen estar muy de actualidad. No puede ser que ya transcurrido un cuarto del siglo XXI algunos sigan pensando que el color de la piel puede considerarse como un pasaporte, o una llave que te facilite o niegue el acceso a una vida mejor. Algo que todo el mundo desea como es el ejemplo de los protagonistas de la nueva entrega del director británico Sam Mendes, El imperio de la luz.

Os dejo un tráiler:

Luisjo Cuadrado

Revista Atticus