Crítica La novelista y su película de Hong Sang-soo

Crítica La novelista y su película por Gonzalo Franco Blanco

La novelista y su película

Ficha

Título original: So-seol-ga-ui-Yeong-hwa.

Año: 2022.

Duración: 92 min.

País: Corea del Sur.

Dirección: Hong Sang-soo.

Idioma original: coreano.

Guion: Hong Sang-soo.

Fotografía: Hong Sang-soo.

Música: Hong Sang-soo.

Montaje: Hong Sang-soo.

Reparto: Lee Hye-young, Park Mi-so, Kim Min-hee, Kim Young-ho, Seo Young-hwa, Cho Yun-hee.

Productora: Jeonwonsa Film.

Género: creación literaria y cinematográfica, reencuentros.

Premios: Oso de Plata en el Festival de Berlín/Gran Premio del Jurado (2022).

Sinopsis

Una novelista, Junhee, visita por sorpresa a una antigua amiga de la que hace tiempo no sabe nada. La amiga ha abierto una librería en una ciudad alejada de Seúl y ha dejado de escribir. A la vez, y de forma casual, la novelista se encuentra con Park, un director de cine que iba a adaptar una de las novelas de Junhee, pero que no llegó a hacerlo. También por azar Junhee y el director se encuentran con una joven actriz que últimamente no trabaja demasiado. Junhee, que la admira, le propone rodar un corto o un mediometraje con un guion por determinar. En un último golpe de azar, la novelista, la joven actriz, la librera y un poeta (también antiguo amigo de Junhee), se reencuentran en la trastienda de la librería: conversan y beben.

Crítica

En la crítica de Introduction (2021), publicada en esta misma revista Atticus, ya se comentaba que a continuación de Delante de ti (2021), el director ya estaba rodando La novelista y su película. Hong Sang-soo puede rodar dos o tres películas al año, algo posible por la mínima infraestructura que precisa para hacerlo: una cámara digital, espacios naturales, actores habituales, y unas tramas mínimas, en buena parte generadas durante el mismo proceso de rodaje: el azar, la inspiración de los actores/cocreadores, tienen un papel importante en el tipo de cine que practica el director. Un cine mínimo, hasta radical, en el aparataje técnico, sencillo en la parte narrativa, y que busca trasmitir emoción a través de las historias muy personales, a veces íntimas, que cuentan sus personajes, encarnados por actores y sobre todo actrices que son también cocreadores de esos personajes.

En La mujer que escapó (de la que se comentaba algunos detalles en la reseña de Introduction), el cineasta conseguía que la historia de esa mujer que huía me emocionara, que sintiera sus incertidumbres, sus dudas, y compartiera sus decisiones. Al menos lo conseguía conmigo, como espectador, pues el cine de Hong Sang-soo trabaja con las relaciones emocionales que se establecen entre los personajes: y estas nos pueden llegar o no llegar. El asunto que traten es importante, pero también la interacción o “química” entre los personajes y, por tanto, los actores que los encarnan. No me ocurrió lo mismo con Introduction y tampoco me ha ocurrido con La novelista y su película.

El primer encuentro que se produce en la película lo es entre la novelista y su antigua amiga hoy librera. Hay cuentas, digamos, pendientes entre ellas: un distanciamiento inexplicado, el abandono de la escritura por parte de la librera… Pero esta vez no solo no fluye la emoción, sino tampoco el interés. Lo mismo ocurre (o me ocurre) en el encuentro casual entre la novelista y el director de cine: un director que se esconde porque no llegó a adaptar una novela de la escritora, y está claro que no explicó a la novelista con claridad por qué no lo hizo.

La conversación en un restaurante entre la actriz (tras otro encuentro casual) y la novelista tiene otro talante. La escritora se encuentra en un momento de crisis creativa y tiene dudas sobre la honradez de su trabajo y de su vocación: ha llegado a creer que finge que se cree las emociones de sus personajes. Algo parecido le ocurría a un joven actor en Introduction, por lo que comprobamos que es una preocupación recurrente del Hong Sang-soo. En esta última película un viejo actor reprochaba a uno joven sus dudas. “Hay que actuar, hay que escribir, hay que dirigir…”, es el mensaje del viejo actor y, a través de él, de Hong Sang-soo.  El milagro surge, si surge, con el trabajo. En La novelista…, esa crisis creativa solo se puede salvar, igualmente, creando: por ejemplo, con el rodaje de ese mediometraje que propone a la joven actriz y a su novio, que es cineasta. Seguramente es el método de Hong Sang-soo. Y hemos asistido en esta película a su plasmación autorreferencial: sale de su propia crisis (si la tenía) rodando una película sobre su crisis y sobre sus dudas creativas.

El cineasta suele colaborar con un grupo de actores fijos. La complicidad creada es fundamental porque en buena parte los actores son creadores del texto: sobre un esquema, los actores improvisan sus diálogos, llegan a situaciones seguramente imprevistas y las resuelven sobre la marcha. En la conversación entre la novelista y la joven actriz, que se produce en un restaurante, una niña asoma tras la cristalera y se queda mirando a las dos actrices. A la niña quizá le sorprenda la cámara, el director y su equipo rondando a esa dos mujeres (nosotros no los vemos, claro está, pero la niña sí). En un momento, la joven actriz se da cuenta de la situación, abandona el escenario, sale a la calle, se acuclilla, charla con la niña (no lo oímos) y se la lleva fuera de plano. El método de rodaje de Hong Sang-soo ha producido un epifenómeno, un derivado accesorio pero ejemplar de su propia forma de rodar.

El director ha rodado su historia con aproximadamente veintiséis tomas (las he contado de memoria), con un cámara fija, que en algún ocasión puede girar o realizar un zoom. Una película rodada en blanco y negro, salvo una toma en color que se presupone es una toma del mediometraje rodado por la novelista, la joven actriz y su novio el director. Cine dentro del cine, pues tras lo créditos, vemos cómo la novelista se ha quedado fuera de la sala donde se proyecta el mediometraje.

Cine radical en el sentido de la radicalidad de su propuesta: pocos actores, improvisación de los actores sobre un guion o texto base, del que son a la vez cocreadores, un equipo mínimo de rodaje, pocas tomas y muy elementales, y la búsqueda de la emoción, eso que debe generar la película a través de lo que se cuenta. En ocasiones se produce el milagro y en otras no. En la duda el director y los espectadores debemos perseverar. Merece la pena.

Os dejo un tráiler:

Gonzalo Franco Blanco

Revista Atticus