67 SEMINCI – Crítica película The Banshees of Inisherin de Martin McDonagh

67 SEMINCI – Sección Oficial – Crítica película The Banshees of Inisherin (Almas en pena en Inisherin) de Martin McDonagh

Ficha

Título original: The Banshees of Inisherin

Año: 2022

Duración: 114 min.

País: Reino Unido

Dirección: Martin McDonagh

Guion: Martin McDonagh

Música: Carter Burwell

Fotografía: Ben Davis

Reparto: Colin Farrell, Brendan Gleeson, Kerry Condon, Barry Keoghan, Pat Shortt, David Pearse, Gary Lydon, Jon Kenny

Productora: Coproducción Reino Unido-Irlanda-Estados Unidos; Blueprint Pictures, Film 4, Fox Searchlight, Metropolitan Films International. Distribuidora: Fox Searchlight, Walt Disney Pictures

Género: Drama. Comedia | Amistad

Sinopsis

    Ambientada en una isla remota frente a la costa oeste de Irlanda, ‘Almas en pena de Inisherin’ cuenta la historia de dos amigos de toda la vida, Pádraic y Colm, quienes se encuentran en un callejón sin salida cuando Colm pone fin a su amistad de un modo abrupto. Un Pádraic atónito, ayudado por su hermana Siobhán y por Dominic (un joven con problemas), se esfuerza por reconstruir la relación, negándose a aceptar las negativas de su amigo de siempre. Cuando Colm le plantea a Pádraic un ultimátum desesperado, los acontecimientos se precipitan y provocan consecuencias traumáticas.

            Comedia terrible o gore hecho con una sonrisa en los labios. Así se podría definir esta coproducción americano irlandesa rodada en la costa oeste de la isla verde donde todo es monótono, católico y alcohólico, aunque en Irlanda hay borrachos, no problemas con los espirituosos.

Brendan Gleeson and Colin Farrell in the film THE BANSHEES OF INISHERIN. Photo by Jonathan Hession. Courtesy of Searchlight Pictures. © 2022 20th Century Studios All Rights Reserved.

Crítica

            Todo comienza con un hombre con una terrible confusión al perder la amistad de otro, lo único que le salvaba junto a su burrita, del hastío de tan singular paraje durante la guerra civil que aconteció hace ahora un siglo, justo tras la declaración de independencia del imperio británico. Una isla pequeña frente a una grande donde se escucha el rumor de la guerra y donde su población es, como mínimo, variopinta. Con un policía uniformado y onanista como única autoridad, que tiene un hijo fronterizo, un cura que posee un poder moral cuestionable, una taberna oscura, auténtica ágora de la isla; una cotilla, que también lleva la oficina de correos y telégrafos, además de la tienda de ultramarinos; una vieja bruja con aspecto de íncubo, y una solterona que desea vivir más allá de sus libros y de su hermano, con las luces justas para no ser el tonto del pueblo, y el leit motiv del guion: su único amigo en esa población deslavazada y que quiere dejar de serlo porque ya no le aguanta, como metáfora de la vida allí, algo insoportable. E intenta crear música antes de morir, ahora que el invierno de su existencia le sobreviene, y decide componer una bonita tonada, y para ello debe eliminar todo aquello que juzga molesto, y eso es su amigo, que deja de serlo, aunque éste se resista tanto que el otro, violinista aficionado, le diga que le deje de hablar o se amputará un dedo cada vez que le moleste.

            A partir de aquí cada espectador debe sacar sus propias conclusiones. Las mías son: que el duelo interpretativo es fantástico, que Irlanda posee una majestuosa colección de películas digamos, Amacord, con su idiosincrasia isleña, fría y donde la vida se goza con una pinta de cerveza negra o se sufre en los comentarios maliciosos de los vecinos; que la idea de que la vida es un valle de lágrimas parece que nació en esa isla que mira al Atlántico para no mirar a su vecina venida a menos; que la belleza estética nunca concuerda con la fealdad humana; y que más vale irse que aguantar la sinrazón, como hace la hermana del protagonista.

Colin Farrell and Barry Keoghan in the film THE BANSHEES OF INISHERIN. Photo by Jonathan Hession. Courtesy of Searchlight Pictures. © 2022 20th Century Studios All Rights Reserved.

            Me gustaría destacar el duelo interpretativo de Brendan Gleeson y Colin Farrell, ambos magníficos y con gestualidad variante a necesidad del personaje, cosa difícil de ver en el trabajo actoral actualmente debido al exceso de academicismo de algunos intérpretes. Destacar el tono de comedia dramática de Kerry Condom en cada una de sus apariciones, con un tono colorido y variopinto que va desde el gag hasta el soliloquio amargo sin perder credibilidad en ningún momento.

            El guion pasa de un extremo a otro y nos deja en un momento la sonrisa congelada y ya no nos permite volver a ésta porque todo se vuelve sinrazón, mutilación y muerte, con la metáfora de la burra como daño colateral, pero también como el comienzo del propio fin, porque cuando se pierde un amigo, uno de verdad, o así juzgado por nosotros, la muerte está más cerca, la vida es más dolorosa y la soledad nos encuentra, por mucho que la queramos burlar, por mucho que nos queramos esconder.

Colin Farrell in the film THE BANSHEES OF INISHERIN. Photo by Jonathan Hession. Courtesy of Searchlight Pictures. © 2022 20th Century Studios All Rights Reserved.

            Por último, destacar el buen hacer de Barry Keoghan en ese papel de tonto del pueblo enamorado de la solterona y que odia su vida, aunque él no lo sepa por su escaso cerebro y su gran corazón.

            En la parte técnica excelente y muy dinámico montaje que ayuda a que la fotografía sea mejor apreciada y la dirección brille. Además de la partitura basada en sonidos del folclore autóctono de esa zona de Eire.

            No es El hombre tranquilo, ni desea serlo, pero no reniega de la base de aquel guion: la familia, el aburrimiento secular y el sentido a la vida que da la amistad, o su ausencia.

Carlos Ibañez

Revista Atticus