67 SEMINCI – Crítica película El caftán azul de Maryam Touzani

67 SEMINCI – Sección Oficial – Crítica película El caftán azul de Maryam Touzani

Ficha:

Título original: The Blue Caftanaka

Año: 2022

Duración: 122 min.

País: Marruecos

Dirección: Maryam Touzani

Guion: Maryam Touzani, Nabil Ayouch

Música: Kristian Eidnes Andersen

Fotografía: Virginie Surdej

Reparto: Lubna Azabal, Saleh Bakri, Ayoub Messioui

Productora: Coproducción Marruecos-Francia-Bélgica-Dinamarca; Les films du nouveau monde, Ali n’ Productions, Snowglobe Films

Género: Drama | Homosexualidad

Sinopsis

    Halim lleva mucho tiempo casado con Mina, con quien regenta una tienda tradicional de caftanes en la medina de Salé, una de las más antiguas de Marruecos. La pareja vive desde siempre con un secreto que Halim ha aprendido a ocultar, pero la enfermedad de Mina y la llegada a la tienda de un joven aprendiz amenazan con perturbar este equilibrio. Unidos por el amor, cada uno tratará de ayudar al otro a enfrentarse a sus miedos.

Crítica

Nos trasladamos a Marruecos, a la Medina de Salé, muy cerca de Rabat, para centrarnos en una pareja que ronda la cincuentena, Halim (Saleh Bakri) y Mina (Lubna Azabal). Entre ambos sostienen (a duras penas) una tienda de caftanes tradicionales (corte y confección a mano y rematado con ricos bordados con hilos de seda y oro; ahí no ha entrado ninguna máquina). Ante las primeras dificultades físicas de Mina, debido a una enfermedad, deciden contratar a un ayudante, Joussef (Ayoub Messioui). Un joven muy talentoso, guapete y con muy buenos modales. Reciben el encargo de realizar un caftán azul, el diseño más elegante y bonito que Halim haya realizado.

Hay muchos secretos que nos esconden nuestros protagonistas y que según avanza la película nos van descubriendo. Por la temática y la forma del desarrollo me remitió a El Hilo invisible de Paul Thomas Anderson (que a buen seguro la directora marroquí habrá tenido en cuenta).

Hay planos poéticos, apoyados en una muy buena fotografía. La historia discurre de una manera lenta, conmovedora, emotiva, pero que llegado un momento le sobran minutos. Algunos de los directores de la presente edición debieron de faltar a clase cuando explicaron cómo lograr una buena elipsis. A esta película como alguna de sus compañeras le sobra, en este caso, por los menos veinte minutos. El lema de «más es menos» del insigne arquitecto Mies Van der Rohe, lo deberían de tener plasmado en la mesa de montaje y en las propias cámaras. Me ha sobrado desarrollo de la evolución de la enfermedad de Mina; me ha sobrado la «explicación» de para qué entran dos hombres en una cabina individual en un hammam (cuando cierran la puerta, corta ya, no me enseñes por debajo de la puerta como se le cae el calzón a uno de ellos y, por si fuera poco, como se acercan sus pies -el espectador es algo más inteligente de lo que los directores se piensan-). Eso es tan innecesario como las torturas a los agentes secretos de las películas de James Bond: si siempre les van a quitar las uñas, o poner electrodos en sus partes o intentar ahogarles con la maldita toallita en la boca. Sobra.  

Está interpretada magistralmente por tres actores que dan un rol muy distinto a sus papeles (sobre todo la pareja protagonista). Por un lado, Halim, se muestra contenido en un mundo lleno de falsedad, de viejas tradiciones que no conducen a casi nada, donde la hipocresía es la reina de la fiesta. Ha encontrado en Mina una mujer que le da amor y cariño, cosas ambas que no tuvo en su difícil infancia. Pero sus deseos no son los que esperaba Mina. Mina es muy astuta, es una mujer fuerte y muy valiente. Sabe lo que pasa en su hogar y en su alrededor, pero se muestra muy callada, que no tonta. Controla su vida y cuando llega el caso se muestra de lo más extrovertida porque ya está en la recta final de su vida. A la mierda las apariencias y si tengo que gritar gol en un bar lleno de hombres pues lo hago a grito pelado y levantando los brazos sin importar que sea el equipo foráneo (magnífico gag). O fumar en pipa. Está de vuelta de todo. El papel de Youssef es el más deslavazado de los tres. Está muy contenido, pero tiene poco diseño en el guion. Apenas sabemos nada de su vida. Qué pena. Pero esto lo podemos «perdonar» por el gran final que nos ofrece Touzani. Los dos hombres, de manera callada, cumplen los designios no escritos, pero sí deseados de Mina. Contra viento y marea, llenando de color todo, de ese color que la ha rodeado toda su vida. Un soplo de aire fresco, pero… ¡qué va! La cámara vuelve a los lugares comunes de la vida trillada, anodina, vulgar, de los bares llenos de humo, de tés marroquíes, de barbas y de chilabas y chaquetas con brillos de la infinidad de puestas que aguantan.

Esta directora ya nos ofreció una interesante Adam en la edición de 2019. Al principio el desarrollo tiene mucho en común. En aquella ocasión la mujer (interpretada por la misma Lubna Azabal) regentaba una pastelería sombría, falta de chispa hasta que llega una nueva empleada. Vemos interiores que nos remiten a aquella e incluso mismos planos aéreos desde las ventanas. Pero luego el desarrollo ya cambia. Lo que le hace a esta realizadora una buena directora de actores y de situaciones del cara a cara y en la que los sentimientos son los protagonistas por encima de la acción. Me ha dejado el alma satisfecha, las rodillas doloridas por la estrechez del espacio entre butacas y el exceso de metraje, pero con un gran sabor de boca. Una meritoria película muy digna a alzarse con algún premio.

Luisjo Cuadrado

Revista Atticus

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