67 SEMINCI – Crítica película The Quiet Girl de Colm Bairéad

67 SEMINCI – Sección Oficial – Crítica película The Quiet Girl de Colm Bairéad

Ficha

Título original: n Cailín Ciúin

Año: 2022

Duración: 95 min.

País: Irlanda

Dirección: Colm Bairéad

Guion: Colm Bairéad. Historia: Claire Keegan

Música: Stephen Rennicks

Fotografía: Kate McCullough

Reparto: Carrie Crowley, Andrew Bennett, Catherine Clinch, Michael Patric, Kate Nic Chonaonaigh, Carolyn Bracken

Productora: Inscéal, Broadcasting Authority of Ireland, TG4

Género: Drama | Familia. Años 80. Infancia

Sinopsis

    La Irlanda rural, 1981. Cáit es una reservada niña de nueve años que está desatendida por parte de su pobre, disfuncional y demasiado numerosa familia. Se enfrenta en silencio con dificultades en la escuela y en casa, y ha aprendido a pasar desapercibida para cuantos la rodean. Cuando llega el verano y se acerca la fecha del parto de su madre, Cáit es enviada a vivir con unos parientes lejanos. Sin saber cuándo volverá a casa, se queda en el hogar de unos desconocidos sin más pertenencias que la ropa que lleva puesta. Poco a poco, y gracias a los cuidados de la familia Kinsella, Cáit realiza notables progresos y descubre una nueva forma de vivir. Pero en esta casa donde reina el afecto y no parece haber secretos, ella descubre una dolorosa verdad.

Crítica

            Segunda niña que llena toda la pantalla con su sola presencia en esta SEMINCI sexagésimo séptima (los ordinales existen) y, de nuevo, su interpretación es portentosa. Una niña dejada de la mano de Dios en una familia tradicional católica: hijos y más hijos, madre que no se preocupa de nada y padre que se ocupa de todo, de todo lo que tenga que ver con su acentuada ludopatía: vago, escapista de sus deberes, bebedor (en Irlanda no hay alcohólicos como ya nos enseñó John Ford en otro “quiet”, The quiet man, El hombre tranquilo). Pero aquí no hay migrante huyendo al volver a sus raíces, sino una maravillosa niña que reclama algo de amor por parte de los suyos con un comportamiento inconsciente, abandona el cole, padece enuresis y todo se precipita porque su madre vuelve a estar embarazada y es demasiado molesta para esa fragilísima estructura familiar, así que la madre la envía a casa de unos familiares.

            Y, como toda buena historia, esas personas tienen una trastienda de amor filial pasado, por eso ella acoge a Cáit, la niña, por eso él trata de que no le afecte, aunque no le rechace, tampoco hace ni una mueca ante ella. Y aparece lo que siempre hay en el cine de temática rural de esa isla dividida por la sinrazón religiosa y política (El pico de las viudas, El prado, Qué verde era mi valle): la cotilla, la cerveza y la bondad. La cotilla nos cuenta quienes son esas bellas personas que han acogido a la niña mientras ella se retrata a base de un interrogatorio tan divertido como miserable, la cerveza que el granjero le da a probar y que la niña rechaza por su sabor, mostrando, así, la ternura de ese personaje (que ya había mostrado apertura hacia ella con acciones bastante pueriles, lo peor, sin duda, de este guion) y la bondad de esa pareja que da todo su amor y su comprensión a esa niña, que ya no necesita atención, porque la tiene toda. No necesita empapadores bajo las sábanas y cuando todo rezuma paz, cariño (incluso entre los acogedores) y comprensión llega la carta para que regrese a ese infierno que es la incomprensión, que es su familia biológica.

            Y surge la eterna pregunta: ¿quién se merece la palabra padre o madre? Quien cría o quien pone la semillita y poco más. En el caso de esta película rodada en gaélico parece más que claro que esa pareja que le da todo su corazón en un verano previo al nacimiento de su nuevo hermano.

            Resulta tan emocionante como bien rodada la respuesta que da la historia de An Cailín Ciúin (título original de la cinta) a la pregunta de quién es el padre.

            Deliciosa película basada en una historia escrita por la novelista Claire Keegan, de nombre Foster. Y que el director y guionista ha sabido generar una película, salvo esos errores pueriles sobre el descubrimiento de la bondad del granjero, más que notable y repleta de pliegues de belleza en cada mutismo, porque esta es una película que dice más en sus silencios que en sus diálogos.

            El festival, cuyo país invitado es Irlanda, nos ha regalado hoy una visión muy hermosa de su cine.

El director, Colm Bairéad y, su productora, Cleona Ni, a su paso por la 67 SEMINCI
El director, Colm Bairéad y, su productora, Cleona Ni, en la rueda prensa 67 SEMINCI

Carlos Ibañez

fotografías: Luis Gracia Reglero

Revista Atticus