67 SEMINCI – Crítica película Return to Dust de Li Ruijun

67 SEMINCI – Sección Oficial – Crítica película Return to Dust de Li Ruijun

Ficha

Título original: Yin Ru Chen Yan

Año: 2022

Duración: 131 min.

País: China

Dirección: Li Ruijun

Guion: Li Ruijun

Música: Peyman Yazdanian

Fotografía: Wang Weihua

Reparto: Wu Renlin, Christina Hai, Guangrui Yang, Dengping Zhao, Cailan Wang, Yunzhi Wu, Zhanhong Ma

Productora: Qizi Films, Beijing Showcase Culture Media, Shenzhen Haiyuan Dream Media, Alibaba Pictures, Aranya Pictures

Género: Drama | Vida rural

Sinopsis

    La humilde y sencilla Ma, y el tímido Cao, han sido expulsados de sus respectivas familias y obligados a contraer un matrimonio concertado. Ahora tendrán que aunar sus fuerzas y construir un hogar donde sobrevivir. En medio de la adversidad, comienza a forjarse entre ellos un vínculo, ya que tanto Ma como Cao, en sintonía con los ciclos de la Tierra, se crean un refugio en el que pueden prosperar.

Crítica

            Li Ruijun, guionista y director de esta obra de esa China rural que evanescente bebe, y bastante bien, dicho sea de paso, de la novela tradicional de finales de siglo XX de su país y se nota mucho la influencia de autores como Ba Jin o el nobel Mo Yan, con esa mezcla de dramas familiares en ese agreste norte de China donde robarle un grano al campo cuesta la vida. Y también de películas maravillosas descubiertas en ediciones de SEMINCI anteriores como las de Zhang Yimou como Vivir, Una mujer china, Sorgo rojo (basada en una obra homónima de Mo Yan) o Semilla de Crisantemo.

            La aportación de este realizador con esta cinta es la visión del aislamiento que sufre cualquier campesino que no desee unirse a ese falso progreso desmedido que toda revolución industrial trae, sólo hay que repasar esa parte de la historia europea para comprobarlo. Y también nos trae una historia de amor y respeto, de saber sudar juntos para valer por mil, aunque sólo sean dos.

            Imágenes repletas de agotamiento, de traspiración, de poesía, la del esfuerzo, frente a pinceladas de su antagonista: la ciudad, el coche europeo de alta gama, el pago por cosecha y el no pagar si no se vende en los grandes mercados cerealistas, a cambio de más esfuerzo, más deudas y una ética irreprochable por parte de este paradigma del campesino de la república popular heredera de Mao a la que Deng Xiaoping cambió la cara y la mentalidad.

            Además, explica lo que es el matrimonio dentro de ese ambiente casi desértico de escasísima densidad de población y de práctico abandono por el estado, que es el norte de China (perfectamente extrapolable a la situación de la España saqueada, perdón, vaciada). Sólo que allí, para colmo, se paga por derruir las viviendas abandonadas en esa lucha del politburó comunista por llenar las ciudades de obreros industriales y creer en los grandes números macroeconómicos y no en los ciudadanos, su día a día y su bienestar. De hecho, el protagonista masculino, todo un portento físico su interpretación, realiza trueques de productos cultivados con otros campesinos de la zona y desde que se casa decide tener también sus propios animales: primero una burra, luego unas gallinas y, por fin unos cerdos. Porque se ha casado y debe alimentar bien a su familia. La esposa, aquejada de una apoplejía y con problemas nerviosos que derivan en una incontinencia urinaria, no es querida por nadie y se la colocan, literalmente, a Hierro, el cuarto hermano de una familia donde el que manda es el tercer hermano, hijo mayor superviviente de una familia que fue numerosa. Tan necesario en el mundo rural pre maquinarias, cuando la mano de obra barata se conseguía con otro hijo más.

            Muy bien interpretada, sobrada de metraje, porque mucho me temo que era parte de su admiración por el cine de Zhang, cuando hacía cine y no lo que hace últimamente; pero muy recomendable para explicar la sociología de esta China ultracapitalista, pero con la coletilla de socialista en cada documento que el gobierno de ese país emite.

            No pretende nada y muestra todo… Buena propuesta para esta edición de SEMINCI, que recupera el buen hacer de los realizadores de tan vasto país.

            El final, aunque parezca mentira, conduce, inevitablemente a Dostoyevski y su epitafio, basado en unos versículos del evangelio de san Juan. Ahí lo dejo.

Luisjo Cuadrado

Revista Atticus