Ray Liotta: un buen chaval

Ray Liotta (1954 – 2022) – Carlos Ibañez

Ray Liotta at the press conference for «Killing them softly» during the 65th Cannes International Film Festival. (Photo by Stephane Cardinale/Corbis via Getty Images)

El pasado jueves, 26 de mayo, mientras presentábamos el número ONCE de esta publicación, llegó la noticia de que este actor, capaz de robar planos a caballo entre la ternura más absoluta y una brutalidad psicótica, nos había dejado mientras descansaba en un hotel de Santo Domingo, donde estaba rodando su nuevo proyecto.

            Raymond Allen Liotta fue dado en adopción cuando apenas contaba unos meses de vida después de nacer en Newark, Nueva Jersey, en 1954, y cuando tuvo suficiente dinero contrató a un detective para que buscase a su madre biológica, ávido de respuestas y con esa sensación, tan de niños en esta situación familiar, el abandono. Fue criado como un buen católico, como sus padres de ascendencia italiana, pero pronto se dio cuenta de que las respuestas que él buscaba debían fluir muy lejos de templos y sacristías. La actuación llegó a él como canalizador de todo lo que llevaba dentro y necesitaba sacar. Pronto se dio cuenta de que ser otros le ayudaba mucho más a ser él mismo.

            Ray estuvo en una serie durante tres años antes de decidir dar el salto al cine y buscar en la Costa Oeste su oportunidad. No era un actor rotundo, pero sí muy efectivo y con una imanadora mirada que “podía conquistar como un niño mirando unos anaqueles llenos de dulces o un psicópata a punto de descuartizarte”, tal y como dijo de él Robert de Niro.

            Para ver el arco interpretativo de Ray caben destacar algunos de sus papeles, protagonistas o secundarios, pero donde la crítica se paró a fijarse en su grandeza, sin aspavientos, cosa que le dio la televisión (los aspavientos de más) y le quitó Jonathan Demme cuando le contrató para ese papel catalizador, aunque no protagónico de Algo salvaje[1] donde interpreta a Ray Sinclair, el ex marido de la protagonista, también ex convicto muy celoso, quien inicia una labor de acoso y persecución porque no acepta ser sólo pasado en la vida de Audrey. Un crítico de la revista Time Out dijo que era la encarnación de Baby, el leopardo de Katherine Hepburn en La fiera de mi niña[2], en esta revisión muy libre de la película de Hawks.

            La siguiente gran oportunidad para Liotta fue, sin duda, la interpretación del mafioso arrepentido de Uno de los nuestros[3], auténtica obra maestra de los bajos fondos, donde el gansterismo es una distinción social y no algo de lo que avergonzarse en determinados barrios de la ciudad de los cinco distritos. Violento, barriobajero y noble a su estilo de códigos y respetos, pero también ambicioso sin medida y en contrapunto con otros mafiosos cinematográficos. Podríamos definir este papel, el de Henry Hill, como el de un Sonny Corleone pobre. Igual de impulsivo, igual de mujeriego, pero con todo un camino por recorrer a la hora de poder fijar su residencia en Long Island. Su parte de cocainómano empeñado en hacerse rico con lo que le está destruyendo encandiló al público de comienzos de los noventa logrando ser uno de los personajes favoritos de la cinematografía de Scorsese para sus seguidores, sólo eclipsado por la excelsa interpretación de Joe Pesci, que ganó el óscar a mejor actor secundario por esta misma película.

            Tras varios años donde la crítica y la taquilla le dieron la espalda a pesar de esfuerzos y papeles arriesgados como el de Corina, Corina[4] donde encarna a un viudo, padre de una niña que deja de hablar tras el fallecimiento de su madre, y que es ayudado por una niñera de la que se enamora interpretada por una muy comedida Whoopi Goldberg, con todo lo que supone una relación interracial en un país que, por desgracia, racializa todo. El guion no daba para más, demasiadas buenas intenciones, pero Liotta y Goldberg componen una muy creíble pareja donde destaca Tina Majorino, la niña que dejó boquiabierta a la crítica.

            Le llegó el secundario que le volvió a poner en las agendas de muchos directores de reparto, en gran parte debido a la buena recaudación de Operación Elefante[5], que hizo para la Disney, el del policía corrupto que desea salir del fango más por compañerismo que por convicción propia y que da réplicas y roba planos dentro de una película coral muy de estética indie para un corifeo sorprendentemente acertado que es Sylvester Stallone.

            Tras ésta coproduce y protagoniza Phoenix[6] donde lidera un elenco magnífico repleto de actores talentosos, con esto se dio cuenta de que tener capacidad de decisión en una película era un riesgo que le provocó problemas de salud, lo que le llevó a dejar congelada su idea de convertirse en productor al estilo de Kirk Douglas y su Brinna Company. De hecho, hasta 2002 no regresó a esta idea con Narc[7] y por la que fue candidato al gran premio del jurado del festival de Sundance como productor.

            Justo un año antes Liotta no paró de trabajar, ya con su madre biológica colocando las piezas del rompecabezas para las que no hallaba acomodo el actor tras haberse reencontrado, lo que le dio, según sus propias palabras, una paz interior que le hizo poder concentrarse más en el desarrollo de sus papeles. En ese 2001 hizo tres interpretaciones tan distantes como arriesgadas, pero donde demostró oficio y un saber aguantar la cámara que llevaron a que diferentes críticos resaltasen su trabajo tanto en Hannibal[8], donde encarna a la perfección al tipejo viscoso que contrapesa la elegante maldad del Dr. Lecter incluida la escena donde se cena los sesos en vivisección de Liotta y donde muchos espectadores hubieron de abandonar la sala de proyección para vaciar sus estómagos ante lo nauseabundo de esa parte del metraje.

También aplaudieron su interpretación del estafado enamorado, al borde de la caricatura constantemente, pero sin caer en ella en Las seductoras[9], y donde regresa a la comedia tras no encontrar ningún rol que se adaptarse a sus capacidades en los años anteriores desde la ya citada Operación Elefante.

Por último y en ese, glorioso para él, primer año del milenio da la réplica a Johnny Depp y a Penélope Cruz en Blow[10], fallida, hasta la pura estupidez, película sobre un narcotraficante que pasó de pasar algo de marihuana en Californa hasta ser el brazo derecho de Pablo Escobar en el estado del oso. De hecho, sólo Depp y Liotta se libraron del despellejamiento público que sufrió la cinta, que incluyó una nominación al Razzie a peor actriz protagonista para Penélope Cruz.

            La última gran interpretación de Ray Liotta nos llegó en 2009 con el funcionario miserable y corrupto de Territorio Prohibido[11], donde ofrecía la residencia en Estados Unidos a una actriz sin suerte australiana a cambio de favores sexuales mientras odiaba su vida junto a una mujer repleta de dignidad y que trabajaba junto al niño que es el desencadenante de esta muestra de lo que es la inmigración ilegal en California. Tan cruda como tierna es una película que cuenta historias dentro de una historia común. Y donde él nos regala otro de sus pringosos personajes de mirada perversa y acciones deplorables.

            Después no ha hecho nada destacable salvo algún secundario dentro de películas de cierta dignidad como La fórmula de la felicidad[12] o The Identical[13],donde ejerció también de productor ejecutivo.

            Espero que la tierra le sea leve y le dé tanto como él trató siempre de aportar, sin alharacas, como era su personaje icónico, Henry Hill, un buen muchacho.


[1] Something wild, J. Demme, 1986

[2] Bring up baby, H. Hawks, 1938

[3] Goodfellas, M. Scorsese, 1990

[4] Corrina, Corrina; J. Nelson, 1994

[5] Operation Dumbo drop, S. Wincer, 1995

[6] Ib., Danny Cannon, 1998

[7] Ib., J. Carnahan, 2002

[8] Ib, R. Scott, 2001

[9] Heartbreakers, D. Mirkin, 2001

[10] Ib, T. Demme, 2001

[11] Crossing over, W. Kramer, 2009

[12] Better Living Through Chemistry, D. Posamentier y G. Moore, 2014

[13] Ib., D. Marcellino, 2014

Carlos Ibañez

Revista Atticus