Pier Paolo Pasolini, cien años del nacimiento de un actor insobornable

Cien años del nacimiento de Pier Paolo Pasolini

Este año, 2022, se cumplen cien años de su nacimiento y cuarenta y cuatro de su brutal asesinato en un vertedero de Ostia, la ciudad llamada playa de Roma, un asesinato que parecía tener un autor, convicto e inicialmente confeso, pero que con el tiempo se ha convertido en un misterio para resolver a pesar de las varias ocasiones en que se el caso se ha reabierto infructuosamente. El cuerpo parcialmente quemado de Pasolini había sido atropellado varias veces por su propio coche, un Alfa Romeo, tenía diversas fracturas óseas y los testículos rotos, al parecer por una barra de metal o un puntapié. Su presunto asesino, un chapero de diecisiete años llamado Giuseppe Pino Pelosi confesó inicialmente el crimen, pero después al salir en libertad condicional, se retractó, afirmando que habían sido tres hombres con acento del sur quienes le mataron mientras lanzaban epítetos como maricón y cerdo comunista.

Se especula con que pudo haber una conspiración. Pasolini era uno de los intelectuales más respetados de aquellos años, pero tenía muchos enemigos por su independencia, sus críticas feroces y su declarada homosexualidad que molestaban al poder fáctico. Era un hombre incómodo para el sistema. La versión inicial oficial del crimen fue que Pasolini discutió con Pelosi, un ragazzo di vita, que habría recogido en la Stazione Termini de Roma, quien le dio una paliza brutal que le causó la muerte. El tribunal dictaminó que cometió el asesinato «con otros desconocidos», aunque el tribunal de Apelación eliminara la mención, y le condenó a nueve años y siete meses de cárcel, una condena suave que aún lo fue más porque el 18 de julio de 1983, con veinticinco años, obtuvo la libertad condicional, muriendo de cáncer a los cincuenta y nueve años. En su filme Pasolini (2014), Abel Ferrara especula con que a Pasolini (Willem Dafoe) le asesinaron varias personas, mientras que en Pasolini, un delitto italiano (1995 – Marco Tullio Giordana) se aboga por un asesino único. Se han realizado otras películas–documentales o de ficción (entre ellas una dirigida por su amiga, la actriz Laura Betti, que sostienen las más diversas teorías.

Una vita violenta

Este es el título de una novela de Pasolini (1963), llevada al cine por Paolo Heusch y Brunello Rondi, que va como anillo al dedo para resumir su azarosa y atormentada vida,

que Pasolini supo reflejar en su obra. Su talento aparece en su poesía, su pintura o dibujos o en su cine, y si se le tuviese que catalogar de alguna manera, porque era inclasificable, podría decirse que era pederasta, homosexual y pornógrafo, pero  también actor, periodista, cineasta, filósofo, dramaturgo, pintor y activista político, y sobre todo, uno de los talentos más grandes de la postguerra y no solo por sus polémicas películas.  

Nació en Bolonia, el 25 marzo de 1922, que entonces era la ciudad más de izquierdas de Italia, y su padre era un violento y autoritario militar fascista que maltrataba y pegaba a su madre. El pequeño Pier Paolo se volcó en la poesía desde los siete años, quizá para evadirse, y desde niño odió a su padre sintiendo una obsesiva admiración por su madre hasta el punto en que en Il Vangelo secondo Matteo (titulada en España El Evangelio según Mateo) le dio el papel de la Virgen. Su único hermano Guido murió combatiendo en la resistencia a los veinte años en la Segunda Guerra Mundial. Estudiosos de Pasolini concluyen que todos estos factores contribuyeron a su homosexualidad, una teoría posible pero harto discutible.

Una obra cinematográfica intensa, variada e inclasificable

Pasolini solo dirigió doce largometrajes que accedieran a los circuitos comerciales habituales, en sus catorce años como director de cine, desde 1961 hasta su muerte, una obra prolífica ya que la hizo en solo catorce años. Pero además existe una obra variada, poco vista que, como ocurre con Jean-Luc Godard, entra en el terreno de la experimentación o de la política militante, utilizando las posibilidades del cine como denuncia o como notas de un diario personal. Además, participó en películas ómnibus (de varios directores) con auténticas joyas con formato de cortometraje. Y también hizo de actor.

Puso en sus filmes, con libertad casi absoluta, sus turbulentas vivencias. Y nunca se acomodó al sistema, nunca pareció importarle ni el éxito ni el fracaso. Firmó tal vez algunos de los más escandalosos y provocativos filmes de su época, que en España tuvimos la suerte de ver gracias a los circuitos de arte y ensayo o las salas especiales (muchas veces tarde y mal), siempre rompiendo moldes, siempre innovando, yendo cada vez más lejos con su doloroso inconformismo. Europa le reverenció por su cine y también por su obra multidisciplinar, bastante desconocida en nuestro país.

En el cine, su obra fue demasiado corta, pero siempre interesante, siempre diferente, siempre inclasificable, siempre personal… y marcada por su marxismo, su ateísmo o su confesada homosexualidad. Fue indiscutiblemente un autor insobornable que casi siempre se valió del cine como arma política, el medio ideal en los momentos de la incipiente televisión. Como el propio Pasolini dijo en una ocasión, sumándose a otros autores, «todas mis películas (como todo el cine, sea cual sea) son políticas».

Empezó haciendo películas como director en el llamado post neorrealismo o segundo neorrealismo, con un estilo sobrio, desnudo de cualquier falso esteticismo para narrar historias, como si quisiera prolongar aquel movimiento.

Su apasionada relación con el cine empieza en Accatone (1961), que significa mendigo, basada en su propia novela y es un violento retrato de la vida de un chulo en los barrios bajos de Roma. Causó sensación y sorpresa su debut en el largometraje, porque Pasolini había publicado diversas novelas y ensayos, además de ser un reconocido poeta, y también había escrito varios guiones y dirigido algunos cortos, pero nadie esperaba un filme como este. Aquí se inicia su amistad con Franco Citti, uno de sus actores fetiche (otro sería Ninetto Davoli) y aquí se iniciarían los problemas que acabarían costándole la vida. El filme podría considerarse como una visión de su Roma, la Roma de Pasolini.

Después, en Mamma Roma (1962) sigue sorprendiendo y levantando ampollas en una sociedad todavía marcada por fascismo, hasta el punto de que en su estreno en el cine Quatro Fontane de Roma, fue atacado por un grupo de extrema derecha. El filme cuenta con el espaldarazo como protagonista de Anna Magnani, la gran diva del cine italiano, que interpreta a una vieja prostituta y Pasolini sigue mostrando las miserias de la sociedad en que vive.

Después arremete contra los falsos profetas, no olvidemos que es ateo confeso, con El evangelio según San Mateo (1964 – Il Vangelo secondo Mateo), con actores y actrices no profesionales, entre ellos el estudiante español Enrique Irazoqui (fallecido recientemente) como Cristo y su propia madre como la virgen María. Pasolini sigue casi al pie de la letra, con total fidelidad el evangelio original del apóstol, consiguiendo uno de los retratos más honestos de Cristo en el cine, utilizando su peculiar neorrealismo. El L’Osservatore romano, órgano del Vaticano, lo calificó como el mejor filme sobre la figura de Jesús. A destacar que, como anuncio de sus intenciones de no hacer concesiones a los filmes comerciales sobre el controvertido personaje, en el título del filme original omitió el “San” que, no obstante figura en España y en otros países. Un año antes había sido condenado y encarcelado por supuestas posturas anticlericales en su film ómnibus Ro.Go.Pa.G (1963).

Pajaritos y pajarracos (1966 – Uccellacci e uccellini) es una apología de sus tesis comunistas, que llegó a España trece años más tarde de su realización. Tuvo una acogida irregular, muchos críticos consideran que es su mejor filme y otros, entre los que me cuento, la tachan de excesivamente dogmática y discursiva. Descubrió la faceta dramática de Totó y se apoyó en el histrionismo controlado de su Ninetto Davoli.

Su amor por los clásicos se manifiesta, además de en su Trilogía de la vida, en sus polémicas adaptaciones, o mejor sería llamarlas revisiones, de Edipo Rey, el hijo de la fortuna (1967 – Edipo Re) de Sófocles primera película con guion ajeno – y Medea (1969 – Medea) de Eurípides con María Callas de protagonista. Teorema (1968 – Teorema) indaga sobre el tema de la subversión de los valores ético-morales con un recurso que sentó cátedra, la irrupción de un desconocido. en una familia tradicional. En Pocilga (1969 – Porcile) mezcla dos historias con idénticos fines, el canibalismo y la crítica contra los nazis.

Su carrera acabaría con Saló, o los ciento veinte días de Sodoma (1975 – Salò o le 120 giornate di Sodoma), prohibida en varios países por considerarse que rayaba en la pornografía, trasladando con total libertad a la mussoliniana república de Saló la polémica obra del marqués de Sade, y en la que aparecen sus puntos vista de a sociedad, la política y la historia, recibiendo amenazas de muerte y presiones políticas. Antes había realizado su Trilogia de la vita formada por El Decamerón (1971 – Il Decamerone), Los Cuentos de Canterbury (1974I racconti di Canterbury) y Las mil y una noches (1974 – Il fiore delle mille e una notte) homenaje personal al erotismo y a la sexualidad como motores de la vida, pero en el sentido más amplio, a través de su visión libre de los textos clásicos.

Es posible que gran parte de los filmes de Pasolini hayan envejecido mal, esto ocurre con casi la gran mayoría de autores, pero vistos en el contexto en que se hicieron, queda claro que el director fue uno de los grandes revolucionarios de la época y que utilizó el cine como arma política que trascendía del puro entretenimiento y defendió como pocos su libertad creativa.

Su obra es auténticamente de autor, se encuentra en ella sus ideas políticas y religiosas, sus conceptos sobre la sociedad y su sexualidad. Además de los filmes comentados, Pasolini complementa su obra cinematográfica con documentales cortometrajes en los que desenvuelve con mayor libertad y son auténticas notas personales sobre sus vivencias y su obra.

Las películas ómnibus

Llamadas también películas de antología o de episodios (el cine italiano de la época era el más prolífico) están formadas por historias breves habitualmente unidas por un tema común, aunque a veces no se respete esa premisa. Pasolini participó en varias de ellas:

La terra vista dalla Luna (1967), es el tercero de los cuatro episodios de Las brujas (Le estreghe) en la que adapta un cuento propio provocador sobre la muerte. El resto de directores son Mauro Bolognini, Luchino Visconti y Vittorio de Sica

La sequenza del fiore di carta (1969) pertenece a Amor y rabia (Amore e rabia) y reúne cinco historias ambientadas en New York sobre el individualismo y la indiferencia. El resto de los directores lo forma Marco Bellochio, Bernardo Bertolucci, Carlo Lizzani y Jean-Luc Godard.

La ricotta (1963) figura en Ro.Go.Pa.G (título anagrama de los directores  (Rossellini, Godard, Pasolini y Gregoretti. El segmento de Pasolini – duro y descarnado en su crítica – trata de la filmación de una película sobre Cristo en un entorno miserable y lo protagoniza Orson Welles.

Petrolio (Petróleo), la obra póstuma e inacabada

Es su novela, publicada después de su muerte, va más allá de casi toda su obra anterior en cuanto a sinceridad y libertad de expresión. Quizá la hubiese convertido en película a pesar de las dificultades con que se hubiese encontrado. Narra la historia de un hombre obsesionado por su propio erotismo (¿él mismo?) y describe con minuciosidad algunas de sus vivencias homosexuales y. Una de ellas es una tórrida orgía con 20 chicos de clase baja en un descampado. La provocadora novela explicaría contenidos oscuros de algunas de sus películas y de paso ofrecería un repaso crítico al poder político y económico de aquel momento.

Al príncipe
Si vuelve el sol, si desciende la tarde,
si la noche tiene un sabor de noches futuras,
si una tarde de lluvia parece volver
de tiempos tan amados y nunca del todo poseídos,
ya no soy feliz de gozarlos o sufrirlos:
no siento ya, frente a mí, toda la vida…
Para ser poetas se necesita mucho tiempo:
horas y horas de soledad son necesarias
para formar algo que es fuerza, abandono,
vicio, libertad, para darle forma al caos.
Poco tiempo me queda: por culpa de la muerte
que me viene al encuentro en mi marchita juventud.
Mas por culpa también de nuestro mundo humano
que le quita el pan a los hombres, y a los poetas la paz.

Pier Paolo PASOLINI

Àngel Comas

Revista Atticus