Ida Lupino la femme fatale feminista en un mundo de hombres

Ida Lupino la femme fatale feminista en un mundo de hombres por Àngel Comas

Ida Lupino fue una de las actrices imprescindibles de la Warner de los años 40 del siglo pasado que trató siempre de desmarcarse de la sombra de Bette Davis, la gran estrella de la major. Nunca fue nominada par un Oscar, lo cual no quiere decir nada porque, entre otras actrices ilustres, la Garbo no lo recibió nunca, pero fue una de las indiscutibles reinas del film noir de aquellos años, una femme fatale atípica que fue dirigida por Raoul Walsh, Jean Negulesco, Michael Curtiz, Fritz Lang o Nicholas Ray y compartió cabeza de cartel con Robert Ryan, Humprey Bogart, George Raft. Louis Hayward (con quien estuvo casada), Ronald Colman o Edward G. Robinson en fi lms como La pasión ciega (1940 – They Drive by Night – Raoul Walsh), El último refugio (1941- High Sierra – Raoul Walsh), El lobo de mar (1941 – The Sea Wolf – Michael Curtiz), El parador del camino (Road House – 1948 – Jean Negulesco) o Out of the Fog (1941 – Anatole Litvak). No puede decirse que en su momento estuviese considerada como una estrella de primera categoría pero el tiempo la ha revindicado y la ha situado como una de las grandes de su época. En 1948 crea la productora y se convierte en la única mujer que durante los años cincuenta consigue dirigir cine en Estados Unidos de forma continuada y, aunque no tuvieran demasiado éxito de público, sus películas siguen conservando una carga feminista bastante insólita en aquella época. Hizo cincuenta y siete películas como actriz y dirigió cuarenta y uno largometrajes contando episodios de populares series televisivas como Daniel Boone, Embrujada, El fugitivo o Los Intocables. Ida Lupino es uno de los grandes nombres olvidados del cine, una mujer que se avanzó a su tiempo, y luchó ferozmente para conseguir penetrar en un mundo hostil dominado por hombres.

Una familia de entertainers

Los Lupino vivían en Inglaterra desde el siglo XVII cuando tuvieron que salir de su Bolonia (Italia) natal por razones políticas. Era una familia de payasos, actores, acróbatas, equilibristas, marionetistas… y todo lo que se terciara en el mundo del espectáculo, pero de reconocido prestigio a principios del siglo XX. El padre de Ida, Stanley Lupino era muy famoso en el teatro y el cine británicos especialmente como autor, músico e intérprete de music-hall y vodeviles. El resto de la familia, tíos y primos, no le andaban a la zaga, particularmente su primo Lupino Lane, una gran estrella del cine mudo. Su madre era también actriz, Connie Emerald, pero de escaso relieve.

Ida nació el 4 de febrero de 1918 durante un ataque aéreo alemán en la primera guerra mundial y, lo que son las cosas, su padre Stanley murió (a los cuarenta y dos años) en otro ataque aéreo alemán en 1942, durante la segunda guerra mundial.

Ida fue una niña prodigio: a los siete años produjo, actuó y escribió una obra teatral escolar, Mademoiselle. A los diez convenció a su padre para que le montara un teatro en casa donde representó La dama de las camelias e incluso Hamlet. A los trece entró en la prestigiosa Royal Academy of Dramatic Arts. Debutó en el cine con Her First Aff air (dirigida en Londres por Allan Dwan), seguida por media docena de films de todos los géneros, algunos bastante picantes, interpretando a ingenuas más o menos perversas, que, finalmente la llevaron a Hollywood contratada por la Paramount. Tenía diecisiete años y un notable sex-appeal que sabía explotar.

Actriz en Hollywood

La Paramount hizo lo que solía hacer cuando un actor o actriz le interesaban. Invirtió dinero en una intensa planificación de carrera que incluía formación pero también su aparición gradual y progresiva en películas y además le pagó seiscientos dólares a la semana. En su debut, Search for Beauty, junto al ex campeón olímpico reciclado como galán de aventuras Buster Crabbe, interpretó un tórrido número de claqué (tórrido para la época, claro). Un año más tarde, su carrera iba viento en popa y con su sugestivo acento británico y su joven picardía, participó en innumerables films de todo tipo de géneros, tanto en la Paramount como «prestada» a otras productoras. Estaba construyéndose una imagen peculiar que saldría a la luz en la Warner en los años 40. Decisivo fue el encuentro con el genial Rouben Mamoulian en El alegre bandolero (1936 – The Gay Desperado), en un préstamo a la United Artists, un brillante musical ambientado en México donde añadió a su pecaminosa ingenuidad una eficaz bis cómica. Había pasado a la categoría de protagonista. Sin embargo, la competencia de chicas con looks parecidos le hizo mucho daño y se quedó en el paro durante un año y medio, periodo que empleó para estudiar y para casarse con el galán Louis Hayward, un matrimonio que duró ocho años. Como muchas otras actrices jóvenes, hizo una prueba para hacer de Scarlett O`Hara.

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Àngel Comas

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