66 SEMINCI – Crítica película Huda’s Salon de Hany Abu-Assad

Crítica película Huda’s Salon de Hany Abu-Assad por Carlos Ibañez

Ficha

Título original: Huda’s Salon

Año: 2021

Duración: 91 min.

País: Palestina

Dirección: Hany Abu-Assad

Guion: Hany Abu-Assad

Fotografía: Ehab Assal, Peter Flinckenberg

Reparto: Ali Suliman, Maisa Abd Elhadi, Samer Bisharat, Omar Abu Amer, Kamel El Basha, Manal Awad

Productora: Coproducción Palestina-Egipto-Países Bajos (Holanda); H & A Productions, Cocoon Films, Doha Film Institute, Film-Clinic, KeyFilm, Lagoonie Film Production, MAD Solutions, Philistine Films. Distribuidora: IFC Films, MAD Solutions

Género: Thriller

Sinopsis

    Reem, una joven madre casada con un hombre celoso, acude a la peluquería de Huda en Belén. Pero esta visita rutinaria se convierte en una experiencia desagradable cuando Huda, después de haber avergonzado a Nadia, la chantajea para que colabore con el servicio secreto de los ocupantes, traicionando así a su pueblo.

Comentario

            La película palestina muestra los dos crueles contendientes en una partida de tenis donde además hay una pelota, y nos cuenta cuánto sufre una pelota los raquetazos de esta cruel guerra encubierta entre la robada Palestina y la invasora Israel (y no lo digo yo sino unas cuantas resoluciones de la carísima e inútil ONU).

            Una peluquera que colabora con el Mosad en los territorios ocupados, en un Belén nada esperanzador sin nacimientos, mula, buey o atisbo de Dios. Una clienta con un marido sin empaque para nada y una conversación de la que se aprovecha la colaboracionista para chantajear a ésta tras drogarla y hacerle fotos comprometedoras para que espíe para el estado del supuesto “pueblo elegido”.

            Saben quién es la peluquera también los activistas del terrorismo palestino, nunca se dice su nombre, pero todos sabemos que son de Hamas por la impunidad en la que se mueven dentro de Cisjordania. Siempre dentro de sus túneles y subterráneos para que los drones del sionismo que gobierna en Tel Aviv no les encuentre.

            Y comienza una puesta en escena teatral y bastante aburrida donde todos son malos, pero apenas si lo vemos más allá de la lucha interior de la protagonista femenina, la pelota de esta historia. Lo que podría haber dado mucho de sí se convierte en un mero ejercicio dramático de escuela con un rodaje bastante aburrido y un avanzar en el que sabes todo lo que va a pasar minuto a minuto. Demasiado previsible, lo que le convierte en aburrida en esta historia de malos sin un bueno, sólo una víctima. Algo así como Glengarry Glen Ross, donde hay una colección de víctimas y una maldad de fondo, en este caso empresarial, pero en la película de Hany Abu-Assad protagonizada por Maisa Abd Elhadi el mal no acaba en despido tras muchos años de servicio sino en la muerte, aunque no hayas hecho ninguno al enemigo, quien ya te tiene en su lista y por eso estorbas a ambos bandos en cuento no seas útil. De modo que Reem, que así se llama “la pelota” de este cruel juego, sabe que debe saltar del fuego a las ascuas si quiere sobrevivir, hasta que se da cuenta de que nadie le va a ayudar a no quemarse.

            Gustó en Toronto, donde se estrenó. En Valladolid, a tenor de los escasos aplausos, parece que no tanto.

Carlos Ibañez

Revista Atticus