66 SEMINCI – Crítica Last Film Show de Pan Nalin

Crítica Last Film Show (La última sesión) por Carlos Ibañez

Ficha

Título original: Last Film Show

Año: 2021

Duración: 90 min.

País: India

Dirección: Pan Nalin

Guion: Pan Nalin

Música: Cyril Morin

Fotografía: Swapnil S. Sonawane

Reparto: Richa Meena, Rahul Koli, Dipen Raval, Bhavin Rabari, Vijay Mer, Tia Sebastian, Kishan Parmar, Vikas Bata, Bhavesh Shrimali, Shoban Makwa

Productora: Coproducción India-Estados Unidos-Francia; Monsoon Films Private Limited, Jugaad Motion Pictures, Incognito Films, Virginie Films

Género: Drama | Cine dentro del cine

Sinopsis

    Cuando la magia del cine conquista el corazón de un niño de 9 años, éste decide hacer todo lo posible para cumplir sus sueños, pese a las circunstancias desfavorables.

Comentario

                Curiosa cinta india con reminiscencias a muchos de los grandes del cine, algunos citados y otros sin citar donde un niño, hijo de un Brahmán venido a menos ama el cine, mientras su padre, ahogado por su condición de casta superior, aunque se haya convertido en un mero vendedor de té en una estación de provincias y su fe exacerbada, le obliga a negar esa posibilidad y cualquier otra que tenga que ver con esta actividad. Así que el conflicto está servido.

                Y el niño comienza una actividad frenética para poder regresar a ese templo del mal que es el cine, siempre según la opinión de su padre. Homenajes a Los cuatrocientos golpes, Cinema Paradiso, 2001: Una odisea del espacio, Solaris o Lawrence de Arabia se ven como guiños, gags o, directamente, como copias al maestro.

                Le sobra metraje, porque sus elipsis narrativas no están bien llevadas o son inexistentes, pero se deja ver con una sonrisa. El niño que quiere atrapar la luz porque es donde se generan las historias y éstas son el germen del cine, como le explica su maestro vital, el proyeccionista del cine Galaxy, su particular templo de los fotogramas, rollos y sonidos maravillosos, el lugar donde sueña lo que será de mayor, a pesar de lo que opine su padre y gracias a su madre, cuya exquisitez cocinando es lo que convence al proyeccionista para dejarle acceder a su cubículo.

                EL cine indio tiene siempre, baile, trenes y una historia de la búsqueda del bien, aunque parta del mal. La moral hinduista impera hasta en las menos indias de las películas, pero en ésta se hace fuerte, aun fuera de la religión. EL niño roba inocentemente para experimentar con sus amigos y se topa con una prisión de menores donde vemos que India no ha ratificado el Convenio de La Haya sobre infancia y de donde el protagonista es capaz de sacar experiencias positivas y aprender cosas nuevas para su idea de tener un cine propio. Su resiliencia es continua y logra poco a poco vencer a su padre y su resistencia a base de vara sobre sus riñones tras tomar la madre dicho palo y arrojarlo al suelo mientras su marido golpea al niño, como si haber estado preso no fuese suficiente pena.

                Y nace una nueva tristeza tras la alegría de la libertad y su cine sonoro a su manera. Y vemos la muerte del cine con bobinas y celuloide y el nacimiento de la era digital con todo lo que eso comporta y si en la afamada cinta de Tornatore el Paradiso sucumbe en una implosión aquí vemos el proceso de reciclaje de todo lo que en una sala de proyecciones había, desde la máquina hasta el celuloide, que concluye en pulseras de plástico para chicas, con un final, que debería haber sido en el tren, pero que se hace estrambótico al mostrar muchas jóvenes con pulseras dilatando el metraje y sin contarnos nada que ya no hubiéramos visto.

                Bastante bien dirigida y con una preciosa fotografía a la búsqueda de atrapar la luz, pero la máquina de cortar película debería haberla utilizado para mucho más que para mostrarla en repetidas ocasiones.

Os dejo un tráiler:

Carlos Ibañez

Revista Atticus