Títeres – Celestina infernal de Teatro Corsario

Celestina infernal – Títeres de Teatro Corsario en el Teatro Calderón de Valladolid

El Teatro Calderón de Valladolidse viste de gala con un gran espectáculo, una versión de títeres para adultos basado en el clásico de Fernando de Rojas, Celestina infernal de Teatro Corsario.

Tres conocidos personajes de la literatura española, Celestina, Calisto y Melibea, protagonizan este espectáculo de títeres, que aborda los amores apasionados (con un sorprendente erotismo), la violencia, la muerte y el humor más negro. En el momento en el que debe conseguir que la joven Melibea se enamore de Calisto, aparece la Celestina infernal. Títeres que causaron un profundo impacto entre los espectadores ya que parecen casi humanos, de tal modo que en la representación parecen cobrar vida.

Celestina es una bruja. Vale que es una mujer sabia, que malvive ejerciendo de alcahueta, reparadora de virgos, una negociadora de amores ajenos y experta en hierbas. Pero no es menos cierto que se vale de oscuros procedimientos para alterar y pervertir las voluntades. Celestina no bromea cuando invoca al gigantesco demonio que habita el inframundo, para alterar y pervertir las voluntades. “Se trata de imaginar esos momentos de la vida de Celestina en que ejerce de verdadera bruja”, por una parte, nos aproximamos a los acontecimientos de la tragicomedia original y, por otra, nos lanzamos a imaginar la terrible y desgraciada bruja que Celestina fue. Cuando ella intenta, desesperadamente, volver a ser joven y disfrutar de los placeres perdidos, le llega un importante encargo: conseguir que Melibea se enamore de Calisto.

En esta obra se prescinde casi por completo del lenguaje verbal, dando mayor relieve a las imágenes y a la maravillosa música de Juan Carlos Martín.  

Las escenas se alternan en dos escenarios estrechos y paralelos, a diferentes alturas; elementos escenográficos que entran y salen como por arte de magia; luz recortada sobre el escenario con el diseño de iluminación de Xiqui Rodríguez; actores manipuladores moviéndose por detrás, en la oscuridad, sin mamparas que los tapen y, sin embargo, invisibles; muñecos grandes y muy detallados hechos de látex, de espuma y de metal, que se comportan como verdaderas personas, tanto vestidos como desnudos.

El títere es una expresión plástica, un objeto inanimado que adquiere movimiento, sonoridad y vida a partir de la mano, voz y acción de un actor manipulador, por ello quiero realzar el gran trabajo que han realizado con la interpretación los actores-manipuladores Olga Mansilla, Teresa Lázaro, Miguel Jerez y Alfonso Peña, en esta representación. La manipulación viene a ser en gran medida el alma del títere, el conducto por el cual se trasmite una energía, las venas por las que se envía un estímulo y sin las cuales el títere no existiría. Habría que acotar que el teatro de títeres, aunque se realice con medios sofisticados, es un arte totalmente artesanal, que se articula a partir de las habilidades manuales, corporales y vocales de quien lo manipule.

El teatro de títeres  es tan antiguo como la humanidad, es de las artes, la más universal, ya que se nutre de las otras artes, pues se requiere de diseñar, modelar, pintar, escribir y dramatizar para tener como resultado final un títere que actúa. Además de esto, el títere a lo largo de la historia ha sido una herramienta no solo recreadora, sino también educadora e influenciadora para el pueblo. El títere tiene la capacidad de influenciar en el pensamiento del ser humano, es la  abstracción de nosotros mismos.


En palabras de la compañía: “Las historias de brujas tienen mucho atractivo. Si nos ajustamos a la realidad histórica, aceptaremos que eran pobres mujeres apartadas, dedicadas con mayor o menor fortuna a fabricar remedios naturales contra dolencias varias, incluido el mal de amores. Si las vemos bajo el prisma de los procesos inquisitoriales, deduciremos que fueron condenadas por salirse del pensamiento único de su época, pobres víctimas del fanatismo religioso y, otras tantas veces, chivos expiatorios de las desgracias de sus vecinos. De otro lado, están las brujas de los cuentos de hadas, que forman parte del imaginario colectivo en tanto que son seres realmente conectados con fuerzas diabólicas y cuyo único objetivo es conseguir favores sobrenaturales haciendo el mal”.

Los espectáculos de títeres de Teatro Corsario bucean en los miedos que nos marcan en la infancia para que, en una representación de marionetas, se recupere la mirada fascinada de los niños. “Es muy interesante la perspectiva del espectador que cree estar asistiendo a un evento prohibido”, revelan.

Teatro Corsario ha realizado hasta la fecha más de cuarenta espectáculos de diversa índole, destacando especialmente por la puesta en escena de los clásicos del Siglo de Oro y los espectáculos de títeres para adultos. Con este trabajo presentan su cuarto espectáculo de títeres para adultos que dirige Jesús Peña tras La maldición de Poe, Vampyria y Aullidos.

Tras el éxito del estreno de “Celestina infernal”, que agotó las entradas en las doce representaciones del vallisoletano teatro Calderón, la compañía acudió con este espectáculo de títeres para adultos a los festivales de teatro clásico del verano en Cáceres, Zaragoza, Olmedo y Ciudad Rodrigo, ahora sigue su gira y volvemos a disfrutar del espectáculo una vez más en el Teatro Calderón, donde ha tenido una excelente acogida por parte del público.  

Al tratarse de una versión de La Celestina, Jesús Peña (autor y director de Celestina infernal) reconoce que quería presentar la intimidad de la alcahueta, con sus emociones y sus deseos más reservados, pero al servicio de un espectáculo entretenido, alejado de una idea ortodoxa de la cultura.

texto y fotografías: Luisa Valares

Revista Atticus