Poemario – Humo entre las tejas de Manolo Madrid

Humo entre las tejas por Manolo Madrid

Has oído mi canto

¿Has oído mi canto?
¿Has escuchado mi voz,
que está llamando
que son suspiros alzados en el cielo
con mis gritos desesperados?
Aves de aire largo y truenos entre los rayos,
alaridos y lamentos,
gemidos,
más que aullidos…
Son clamores de luna y cierzo,
viento que me acuna en noches…
un desamor que me fustiga,
¿has oído ciertos los sollozos
que airea el céfiro con locura?,
ciclón que gira el alma que me duele y se rasga,
¿lo has oído
y has visto como vuela en lontananza?,
no son nublos
ni son cirros de espesura,
no son oscuras gotas de locura…
son retorcidos días que se escapan
y huyen vacíos de ti,
nada que complete mi aura,
tristeza del alma infausta,
brisa perdida
sin aromas de tu vida,
torbellinos negros que me olvidan
y te alejan de mí.
Mira encubrir mis desgarros con besos y caricias,
mira olvidar tormentas de zozobras,
mira llevar mis angustias a oscuros planetas
donde viven celos
y llamas de ardorosos amantes,
de fanáticas lujurias
y polvareda de abrazos carnales
y deja que mi caricia sea de golondrinas,
suaves alas que besan como rosas de fragancias
la corteza,
mi corteza que amarte te codicia.
¿Has oído mi canto y escuchado mi voz?

Quizá

Son, quizá, palabras presumidas,
yo… yo… yo,
yo tengo, yo soy, yo también,
yo más, yo… yo… yo… y vuelan por el aire
cual golondrinas en poniente,
dando vueltas y aleteos, jeribeques;
y suben y bajan
y se colocan en la punta
de telegramas en postes,
haciéndose dueñas de corrientes que cruzan
campos de berzas y zanahorias silvestres,
diciendo en código Morse los nombres de siempre,
yo… yo… yo…
raya punto raya raya, raya raya raya
y te dicen dineros
y fábricas y graneros y bodegas de pío sandunguero,
¡y yo tengo en el banco…!,
y te miran con sus ojos lastimeros,
con sus ojos tan sinceros.
Y claman apoderadas palabras
que saltan en ascenso,
soberbias actitudes presumiendo de imperios,
jactancias, orgullos
y pedantes vanidades que te quitan el resuello,
que te echan de tertulias
y te amargan la sonrisa
y te hacen belicoso y agresivo,
intolerante al parloteo tan nocivo;
pero te vuelves callado y reservado,
prudente, silencioso y moderado,
por no decir ¡no quiero!,
deja tus dineros, tus menciones, tus imperios,
deja de ser pedante e inmodesto,
yo… yo… yo…
que cuando te vayas
saldrán de nuevo los geranios
y serán macetas sin cajeros de bancos,
serán flores sin parlanchines jilgueros.

Quienes son

Quiénes son los que duermen
recostados en tu almohada,
bajo luz robada a la noche
escondida a la madrugada,
pensamientos sumisos que se dejan llevar
por la cuesta del olvido,
por la senda de la nada;
pensamientos de seda
entre vueltas y vueltas de un dormido.
Y abres las pestañas y te llegan calladas
las cretonas dibujadas, flores y cenefas
esbozadas en tu cama,
las cortinas cerradas…
susurros que se esconden
antes de la alborada.
Y de nuevo das otra vuelta
y cierras los ojos
para huir de la aduana
y no encontrarte de nuevo la pupila,
redonda y ambarina,
de la farola que mira
indiscreta en tu ventana
y te prometes, para mañana,
en otra travesía de noche
hasta la maitinada
dejar echada la persiana,
para no ver mojada
la funda de la almohada.
¿Quiénes son los sumisos
que te retuercen el alma?

Humo entre las tejas está publicado en Revista Atticus 40

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Humo entre las tejas

Manolo Madrid

Revista Atticus