Cien años de su nacimiento: Armando Calvo El primer seductor del cine franquista

Cien años de su nacimiento: Armando Calvo El primer seductor del cine
franquista por Ángel Comas

Fue el galán por excelencia de los años más duros y represivos del franquismo triunfador de la guerra civil. Lo tenía todo para triunfar: guapo, apuesto, elegante, seductor, simpático y excelente actor. Era el tipo ideal para convertirse en el modelo, real o soñado, del imaginario colectivo al servicio del régimen español de entonces. Muy joven y con muy pocas películas, pero popularísimas, se convirtió en el galán perfecto para hacer olvidar a la población aquellos tiempos difíciles. Quizá para las generaciones actuales su físico pueda estar pasado de moda, pero entonces arrasaba. Después de una carrera corta pero triunfal, emigró a México y allí repitió sus éxitos españoles en el teatro, el cine y en la naciente televisión. También allí fue una gran fi gura. Volvió a España, haciendo de galán maduro junto a Sara Montiel en El último cuplé (1957 – Juan de Orduña), y acabó haciendo spaghetti westerns y gialli en Italia. Y nunca dejó de hacer teatro, su auténtica vocación.

El 25 de diciembre del 2019, Armando Calvo Lespier hubiese cumplido cien años. Había nacido ocasionalmente en San Juan de Puerto Rico porque su padre Juan Calvo —que hacía de barítono en una compañía de zarzuelas— estando de gira se casó con una niña portorriqueña de dieciséis años, Minerva Lespier, pero dos meses después de su nacimiento toda la familia se fue a Cádiz como etapa primera para después de Madrid asentarse en Alicante. Durante estos dos meses, Armandito empezó a mostrar sus facultades como actor apareciendo en una obra teatral policiaca en Mayaguez, en un papel que se conoce como «bebé en brazos» pero después, siguió haciendo teatro desde los seis años. Fue uno de los bebés actores más tempraneros que se recuerdan. Más que el cine, el teatro fue su gran pasión.

Su padre fue uno de los mejores secundarios del cine español y se le recuerda sobre todo por Marcelino, pan y vino (1955 – Ladislao Vajda), Mi tío Jacinto (1956 – Ladislao Vajda) y como Sancho Panza en Don Quijote de la Mancha (1947 – Rafael Gil). Su madre murió a los ciento nueve años años de edad, pero no de vieja sino por unas quemaduras ocasionales después de beber demasiado.

Todo empezó con El escándalo

La familia siguió buscándose la vida en el teatro y el cine, recién acabada la guerra civil.

Armando empezó a imponer un físico que encajaba con el hombre ideal de aquellos momentos. Después algunos papeles como secundario, sobre todo en El genio alegre (1939 – Francisco Delgado) y Goyescas (1942 – Benito Perojo) le llegó la oportunidad de protagonizar El Escándalo (1943 – José Luis Sáenz de Heredia) que constituyó su espectacular salto a la fama. Basada en la novela homónima de Pedro Antonio de Alarcón, El escándalo es una película insólita para la época. Se centra en la figura de Fabián Conde, un joven de vida disoluta, «un gran calavera» con innumerables amantes y jugador empedernido, lo que contrastaba con la rigidez de la censura del franquismo que no toleraba este tipo de personajes en una diversión tan popular como el cine. Pienso que la explicación está en que todo sucede a finales del siglo XIX y en la redención y arrepentimiento final del personaje donde se da cuenta de su tremendo error y de su vacío espiritual, en fi n, que acaba siendo un fi lme moralista. Sea como sea, el filme convirtió a Armando en el galán de moda, jaleado por la fan’s magazine Primer Plano, eficaz forjadora de las estrellas bendecidas por el franquismo. Y también por el NO-DO, que le dedicó un valioso espacio. NO-Do y Primer Plano son ahora una valiosa fuente de información de los años franquistas, pero también pruebas elocuentes de su propaganda ideológica. No fue ajeno al éxito del filme, aceptando el buen hacer de su director José Luis Sáenz de Heredia, emparentado con José Antonio Primo de Rivera y apoyado por sus magníficas relaciones con Franco después de que este le confiara la dirección de Raza (1941), y de quien haría años más tarde, el partidista documental Franco, ese hombre (1964).

Armando, creó y consolidó un personaje muy acorde con su físico y con una especial elegancia natural, que se convirtió en un prototipo, en un envidiado modelo a seguir, en unos momentos en que la mayoría de la población española vivía en la miseria. En las pocas películas que hizo entonces, le vimos como señorito, militar, galán de vodevil o escritor (1945 – Espronceda – Fernando Alonso Casares). Era un galán irresistible para las espectadoras.

El hombre que las enamora

Con un personaje parecido al de El escándalo, pero contemporáneo, Armando protagoniza casi inmediatamente una comedia con el estilo de las italianas de teléfono blanco, El hombre que las enamora (1944 – Josep Maria Castellví), título que se convierte en el eslogan publicitario más representativo de su personalidad como estrella. No bien aceptada por la crítica, pero adorada por el público, la película representó un paso delante de Armando en el camino del estrellato y no es extraño que protagonizase otra comedia similar, La vida empieza a medianoche (1944 – Juan de Orduña) ni que participase en un papel principal en un fi lm de exaltación patriótica, Los últimos de Filipinas (1945Antonio Román) en un personaje militar intachable de profundo amor por la patria.

México, lindo y querido

Y de repente, Armando viaja a México para rodar un filme con María Félix, La mujer de todos (1946 – Julio Bracho), y cuando nadie lo esperaba, se queda allí el resto de su vida con estancia y viajes esporádicos a España e Italia, casi siempre por motivos profesionales. Fue una bomba. ¿Por qué una estrella como Armando, adorado por el público y bendecido por la crítica, abandonaba su carrera en España y se la jugaba en un país desconocido? Fue un misterio todavía no resuelto, aunque todo hace suponer ahora que el actor se sintiera en México mejor que en Madrid e intuyó que allí podría hacer una nueva carrera.

Aunque el rodaje con María Félix fue un auténtico infierno, la película fue un enorme éxito y Armando se enamoró del país.

Cine y teatro le convirtieron en una gran estrella del país azteca y después se consolidó si cabe con las teleseries televisivas a la que accedió casi por azar sustituyendo a Jorge Mistral, que se suicidaría cuando le diagnosticaron un cáncer terminal. En México trabajó con las estrellas femeninas más famosas, Gloria Marín, María Antonieta Pons, Rosario Granados, Irasema Dilian, Martha Valdés, Rita Macedo, Libertad Lamarque, Mirtha Legrand, Silvia Pinal… y se dice que tuvo con algunas de ellas romances muy apasionados. Muchos de sus filmes mexicanos pudieron verse en España y el público de aquí no le olvidó. Fueron película de géneros de todo tipo, comedias, dramas y especialmente melodramas, muy al gusto mejicano. Bel Ami (1947), Angel o demonio (1947), La casa de la Troya (1948), Acapulco (1952) o Romance de fi eras (1954).

Primero joven, después canoso, con el encanto de la madurez y siempre atractivo, Armando seguía siendo el hombre que les enamoraba, ahora también a las mejicanas.

Regreso a España y El último cuplé

Viajaba constantemente a Europa por motivos profesionales. Hay que destacar dos fi lmes rodados en España: Doña Francisquita (1952 – Ladislao Vajda), una de las mejores adaptaciones de la popular zarzuela que, aunque no tuviese continuidad por sus hallazgos, representó la puesta al día del musical español. Después, regresó momentáneamente a España porque le dieron un papel destacado en 1957 en el fi lme que convirtió a Sara Montiel en estrella (Juan de Orduña), El último cuplé y en el que Armando sacó gran partido de su señorial madurez. En 1958 ganó el Fotogramas de plata por La Muralla (Luis Lucia).

El teatro

En México, sus actividades teatrales fueron incontables. Primero representó como actor un Don Juan Tenorio clásico, un personaje que le iba como anillo al dedo por su consolidada fama de rompecorazones. Dirigió varias obras, asesoró La pasión de Cristo en Iztapalapa, una especie de espectáculo de la pasión y muerte de Cristo que suele hacerse por Semana Santa (como la Passió d’Esparraguera o de Olesa), destacando su trabajo como actor en Chile en la obra El prestamista (1976) de Ernando Josseau, en que hacía tres personajes diferentes. El teatro fue su auténtica vocación y en México encontró las puertas abiertas para hacerlo. En España hizo memorables interpretaciones en teatro clásico y moderno y en zarzuelas.

La televisión

Llegó por casualidad sustituyendo a Jorge Mistral en la teleserie Hermanos Coraje (1972), un gran amigo que, como ya se ha dicho, se suicidó al diagnosticársele un cáncer de estómago en fase terminal. Después fue una gran estrella de las telenovelas que le dieron gran popularidad, aunque no añadieran nada a su prestigio.

Italia, España, Alemania y el cine de género

Ya de capa caída, aceptó papeles de secundario en películas de género, las que fuese, películas baratas, muy populares, que rodaban cineastas poco ambiciosos en los tres países. Lo vemos en los repartos de filmes, ahora de culto, pero objetivamente impresentables. Westerns, acción, eróticas, policiacas… cualquier cosa para seguir viviendo. Pero estos trabajos fueron minando su autoestima, lo que repercutió en su salud. Murió en México a los 77 años por una insufi ciencia cardíaca. Sus últimos años los pasó recluido en un hotel y pasaba su tiempo escribiendo y pintando. No quedaba ya nada de aquel atractivo galán de cine que las enamoraba (primero en España y luego en México) y que había sido la primera gran estrella masculina del franquismo.

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Àngel Comas

Revista Atticus