Teatro – La guerra de nuestros antepasados de Delibes en Briviesca

Las guerras de nuestros antepasados, de Miguel Delibes, vuelve a los escenarios

Estamos en 1961 en el Sanatorio Penitenciario de Navafría. Pacífico Pérez, enfermo de tuberculosis, está en prisión por haber cometido un asesinato y va a ser juzgado, y presuntamente condenado, por otro crimen a garrote vil. El Dr. Burgueño, que ha descubierto que se trata de un recluso de características muy específicas, (en realidad es un muchacho hipersensible que, por mor de la violencia circundante, no sólo la de los belicosos familiares, acaba convirtiéndose en un hombre gratuitamente agresivo, desinhibido y escéptico). El doctor con el fin de ayudarle le convence para que hable de su vida y de sus circunstancias, pues intuye que detrás de Pacífico y sus acciones se esconde algún misterio aún no descubierto. Incluso logra que acepte hacerlo delante de un magnetófono “el chisme ese” como Pacífico lo llama, por si el relato pudiera servir para su defensa.

Mientras avanza el proceso dramático descubrimos un personaje de origen campesino, de la Castilla profunda, con una sensibilidad extrema y enfermiza en la cual se ha producido una extraña mímesis con la naturaleza, un curiosísimo personaje en estado puro, que desconoce tanto el concepto de culpa como la mentira y dotado de un sorprendente sentido común que, constantemente, desarma al doctor.

Pacífico Pérez ha vivido rodeado de un ambiente de agresividad y violencia porque sus antepasados, su bisabuelo, su abuelo y su padre, están definitivamente marcados por las guerras diversas en que han intervenido. El recuerdo de sus guerras es la razón de sus vidas y no dudan de que a Pacífico, le llegará la suya. Y quieren prepararle para ella.

Conocemos también su primer y único amor con la Candi, una joven de esquemas mentales aparentemente mucho más avanzados que los suyos, y que da origen al relato de sus amores en una de las descripciones eróticas más originales de la obra de Delibes, así como sus relaciones fundamentales con su madre, su tío Paco y demás personajes de su entorno.

También su íntimo concepto de la libertad y los valores morales y, en suma, su perplejidad ante las reglas del mundo que le rodea y que expresa con el léxico campesino de Castilla, hoy en día prácticamente desaparecido, y que resulta apasionante escuchar tanto por la utilización del lenguaje como por el sentido del humor que desprende constantemente en toda la obra, en ese filo de la tragicomedia de la que Delibes es un maestro inimitable.

Pacífico acaba desvelando toda su intimidad al Dr. Burgueño, acaba confesándose con él, y el médico va poco a poco desesperándose al conocer las circunstancias que rodean tanto la vida como las acciones de Pacífico. Incluso que no ha cometido algunos de los hechos que se le atribuyen y por los que van a condenarle, y que está dispuesto a una suerte de inmolación por la imposibilidad que tiene de entender un mundo cuyas reglas y convenciones le son totalmente ajenas e incomprensibles.

El médico hará un intento desesperado por salvarle, pero Pacífico, que se siente mucho más seguro dentro de la cárcel que fuera de ella, acabará sus días de forma trágica y emocionante.

Un magnífico texto de Miguel Delibes, con la magistral interpretación de Javier Bermejo como Doctor Burgueño y Juan Manuel Pérez que lleva todo el peso de la obra, en el personaje de Pacífico. Bajo la cuidada dirección de Luisa Hurtado, un trabajo minucioso que nos hace ver la parte más humana de estos dos personajes. Sencilla y cuidada escenografía de Damián Galán, vestuario de Maite Álvarez, producción ejecutiva Tomás Martín y La quimera de plástico.

“Pacífico empezó creyendo en la no violencia y acabó convencido de que eliminar a un semejante con la navajilla de abrir piñones era un acto normal”. Así describe Miguel Delibes al protagonista de su novela de 1975 Las guerras de nuestros antepasados, cuya adaptación teatral vuelve a los escenarios. La obra fue adaptada al teatro en 1989 por Ramón García Domínguez y el propio Delibes. La obra de Delibes es un todo. Todas sus novelas, sus adaptaciones al cine o al teatro, sus escritos más diversos, forman, junto a su actitud ética personal, una forma de ver al ser humano y una concepción del mundo.

Estamos ante un teatro puro que permitirá al público momentos para la risa, la reflexión y, por supuesto, para la emoción.

fotografías y texto: Luisa Valares