Teatro Calderón – En bucle – La Nave & Co.

En bucle – La Nave & Co. en el Teatro Calderón, Valladolid

¿De qué va En bucle?

¡A LA MIERDA! Así somos los jóvenes. Unos cabrones.
Entraremos en todas las casas de apuestas con la esperanza de ganar unos euros que nos permitan dejar de ser dependientes… de nuestros padres y del ZARA.
Dejaremos de actualizar el correo cada 20 minutos para ver si la universidad nos propone unas prácticas o para comprobar que no hay cambios en nuestra candidatura de infojobs. ¡Es lo que toca!
Fumaremos el último cigarro en casa, en vez de en el balcón, y con la colilla quemaremos el edredón de ositos de nuestra habitación. ¡Es lo que toca!
Incendiaremos esta puta ciudad para que muramos todos, y así los pájaros de nuestros pulmones nicotinados resurgirán.
Demoleremos las sedes de todos los sindicatos para pasar a adorar al pájaro padre, al pájaro supremo, el dios padre Twitter.
Viviremos continuamente en caída libre como Alicia, pero bajo las normas de los juegos: Por mí primero y luego por todos mis compañeros. Es lo que toca.
Mearemos en todas las casas de apuestas. O mejor, en la casa de Cristiano Ronaldo y en su cara bonita. Su cara bonita de gilipollas Su cara bonita de triunfador.
Empezaremos la dieta del padre, la de comerse los dos huevos, la de comerse la vaca, la de comerse el mundo. La de pasar de comer de tus padres, para comer de tus hijos, como el cabrón del padre de
Britney.
Dejaremos de pagar las pensiones de nuestros padres, que pagaron la de sus padres, que pagaron la de sus padres… ¡Pararemos el bucle! ¡Es lo que toca!

Un bucle sin salida de emergencia
En Bucle es la historia de la generación más prometedora de todos los tiempos en nuestro país. Es la historia de los niños que crecimos con Disney y su filosofía de que los sueños siempre se cumplen. Es la historia de los niños que crecimos bajo la sobreprotección de los padres. Es la historia de los niños mejor formados de todas las generaciones. Es la historia de los niños que nacimos como una llama de esperanza bajo la presión social de un país. Es la historia de los niños que íbamos a vivir mejor que nuestros padres.
Es la historia de los niños a quienes nos prometieron dinero, éxito, felicidad y ahora engrosamos las listas del paro.
Nadie imaginaba que la crisis del 2008 iba a arruinar vuestras expectativas y las nuestras. Nadie imaginaba que después de la crisis del 2008 vendría una mucho peor: la de la pandemia. Nadie imaginaba que íbamos a coleccionar tantos títulos académicos como para empapelar nuestro dormitorio, aún infantil.


Nadie imaginaba que íbamos a competir entre nosotros por un empleo precario. Nadie imaginaba que íbamos a irnos a Europa en busca de oportunidades, igual que los inmigrantes que llegan de África, igual
que los españoles de la posguerra. Nadie imaginaba que íbamos a sumergirnos en un bucle sin salida de emergencia.

Ahora somos la generación frustrada. La generación hipersensible. La generación Ni-Ni. La generación de la ansiedad. La generación con fobia a no ser suficientemente buena. La generación decepcionante. La
generación del postureo. La generación de “Peter Pan”. La generación culpable de que no haya pensiones suficientes. La generación culpable de que el índice de natalidad se derrumbe. Somos incluso la generación
culpable de los contagios de COVID.


Y mientras la esperanza que recibimos de niños se convierte en responsabilidad cuando somos adultos, la mayoría seguimos estudiando para buscar trabajo, para ganar una mierda, para fracasar, para estudiar
de nuevo y buscar otro trabajo y ganar una mierda para fracasar otra vez. Y en medio de este bucle, nos refugiamos en la infancia. En los live action de las nuevas películas de Disney. En el ColaCao con grumitos.
En el oso de peluche que babeábamos de pequeños. Porque es mejor eso que pensar continuamente que el suicidio es la tercera causa de muerte en jóvenes de entre 15 y 29 años. Es mejor eso que pensar que caemos en espiral por la madriguera del conejo de Alicia en busca un País de las Maravillas prometido que nunca llega.
Y la llama de esperanza que pusieron sobre nosotros estalla como un fénix sin capacidad de resurgir de las cenizas. La llama de esperanza se transforma en una llama de dolor, de ira, de cansancio que quiere
incendiarlo todo: la colección de títulos, la cama de la infancia, la cuenta del banco, el útero, el sistema, el bucle.
Queremos estallar en público. Queremos que el fuego llegue hasta el sol para dejar de ser invisibles.
Queremos contarte la historia de la generación más prometedora de todos los tiempos, de la generación que creció con Disney, de la generación mejor formada, de la generación más engañada de la Historia. De la generación que ya está harta de ahogarse en un bucle sin salida de emergencia.

Noelia Toribio García

Colaboradora Revista Atticus

fotografias: Chuchi Guerra