Exposición Expresionismo alemán en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza

Expresionimso alemán en la colección del barón Thyssen-Bornemisza

Emil Nolde, Joven pareja, hacia 1931-1935
(Young Couple) Acuarela sobre papel,
53,5 x 36,9 cm
Thyssen-Bornemisza Collections

Exposición Expresionismo alemán en la colección del barón Thyssen-Bornemisza

¿Qué se entiende por expresionismo?

Antes de entrar en la exposición Expresionismo alemán en la colección del barón Thyssen-Bornemisza conviene acercarnos a lo que se entiende por expresionismo.

El paso del siglo XIX al XX se produjo en un momento de numerosos cambios en todos los aspectos de la sociedad. Por un lado, el auge de la burguesía (que venía disfrutando de los años locos finiseculares) le hacía disfrutar de un momento de gran esplendor. Esto se veía reflejado en un aire de modernismo puesto al servicio del lujo y de la ostentación. En otros momentos anteriores de la historia también se había producido cambios que afectaron a todos los estamentos de la sociedad, pero ahora se hicieron una serie de concesiones como la reforma laboral, los seguros sociales y, sobre todo, la enseñanza obligatoria que constituyeron una buena base para potenciar los fenómenos culturales, surgiendo lo que se conoce como «cultura de masas».  

A esta situación se añade los grandes logros técnicos. En el campo cultural una cosa que podía pasar como un mero logro tecnológico como es la fotografía va a revolucionar el concepto del arte en los decenios siguientes. La fotografía y, por extensión, el cine llevara a los artistas a replantearse sus objetivos. Ahora la realidad ya podía quedar plasmada por medio de un fotograma o en movimiento como sucedía en el celuloide. Y además era fácilmente reproducible. La pintura, como pusieron de manifiesto los impresionistas allá por 1874 en su primera exposición celebrada en París, pondré en evidencia esta nueva mirada al arte. Si a estas circunstancias le añadimos otras como la relatividad de Einstein, el psicoanálisis de Freud y la subjetividad del tiempo de Bergson (los relojes solo miden a otros relojes y la experiencia cualitativa del sujeto prima sobre la experiencia cuantitativa de la máquina) tenemos como resultado que el artista se aleja cada vez más de la realidad e inicia una búsqueda de nuevos lenguajes artísticos que le permitan expresar su inquietud.

Es en este contexto cuando aparecen las vanguardias, una serie de movimientos artísticos como el futurismo, cubismo, dadaísmo, surrealismo y el expresionismo (entre otros) que se producen en Europa (y en algunos países hispanoamericanos) y que van a alcanzar su esplendor a partir de 1914 cuando se produce la Primera Guerra Mundial. Son corrientes que pretenden renovar radicalmente las artes, rompiendo con la estética anterior. Buscan una constante experimentación tanto de enfoques contenidos y técnicas, así como liberar el arte de todas las convenciones tradicionales. Y, en algunos casos, buscan la provocación que invite a una reflexión sobre las normas establecidas.

Todo este proceso, entre otras cosas, tiene como resultado una mayor interacción con el espectador que provoca que este se involucre en la percepción y comprensión de la obra. El resultado final es una mayor mercantilización de las obras de arte, una mayor difusión y la proliferación de galerías de arte y museos. En definitiva, un acceso generalizado al arte.

Dentro de esas vanguardias históricas tenemos el expresionismo. El expresionismo fue un movimiento cultural que surgió en Alemania a principios del siglo XX. Aunque abarcó a las diferentes disciplinas artísticas, es en la pintura donde tiene su mayor incidencia. Coincide en el tiempo con el «fauvismo» francés. Ambos movimientos convivirán dentro de esas corrientes históricas. Surge como una reacción al impresionismo, frente al naturalismo y carácter positivista y amable de este movimiento surgido a finales del siglo XIX, los expresionistas van a defender un arte caracterizado por ser más personal, más intuitivo, donde predomina una visión interior de la artista (lo que se conoce como «expresión») frente a esa otra plasmación de la realidad («impresión»).

Franz Marc, El sueño, 1912 (The Dream)
Óleo sobre lienzo, 100,5 x 135,5 cm Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid

En un mundo donde lo académico era lo bonito, lo bello, lo formal, la ruptura de estos conceptos que propugna el expresionismo conlleva, para muchos una idea, un tanto despectiva por esa deformación de la realidad. La naturaleza y todo lo que rodea al ser humano es expresada más con los sentimientos que con la descripción de la realidad (para eso ya estaba la fotografía). Frente a un Van Eyck minucioso y detallista, fiel notario de la realidad, se sitúa un delirante El Bosco. En otros momentos de la historia del arte hubo revolucionarios que se pueden calificar como expresionistas (sentimientos por encima de la impresión) como el caso citado de El Bosco, El Greco, Francisco de Goya o Matthias Grünewald. De ahí que muchos historiadores de arte se refieran con el término expresionista a un término genérico mientras que Expresionismo alude al movimiento artístico surgido en Alemania.

El ambiente prebélico que se vivía en la Europa de la primera decena del siglo XX fomentó que la estética del expresionismo se llenara de colores primarios, fuertes, puros mediante una composición agresiva. No les importa ni la luz, ni la perspectiva que la alteran de manera intencionada, con tendencias diversas que abarcan desde el colorido exagerado hasta las formas más abstractas. Suelen representar escenas dramáticas que, muchas veces, reflejan una tragedia interior.

Todo ello refleja la amargura que invadía los círculos artísticos e intelectuales de la Alemania prebélica y que abracó la I GM y el periodo de entreguerras (1918 – 1939). Es lógico que en ese ambiente hubiera un deseo de efectuar un cambio de vida, buscar una nueva dimensión y, sobre todo, en el mundo cultural, una renovación de los lenguajes artísticos. Se acentúala búsqueda de la libertad del individuo primando la expresión subjetiva y lo irracional. Gustaban de expresar los temas prohibidos (perversión, sexual, demoniaco, o fantástico).

No es de extrañar que, como vimos anteriormente, que, a la ruptura de lo bello, lo formal, la copia de la realidad se le sumase la visión del reflejo de las circunstancias históricas revelando el lado pesimista de la vida diera como resultado un arte poco simpático, «degenerado» (aunque el uso de este término lo veremos después).

El expresionismo no fue un arte homogéneo. Gozó de una gran diversidad estilística. No es lo mismo el expresionismo modernista de Munch que el fauvista de Roualt o el abstracto de Kandinski. El mayor centro de difusión se dio en Alemania, pero hubo otros artistas europeos que también lo practicaron. Así fueron artistas expresionistas figuras como Modigliani, Chagall o Soutine. Más allá de Europa nos encontramos a artistas americanos como Orozco, Rivera, Siqueiros. En Alemania se organizó el movimiento alrededor de dos grupos: Die Brücke (fundado en 1905) y Der Blaue Reiter (fundado 1911).

Die Brücke (El puente) se formó en Dresde entre 1905 y 1913. El grupo lo fundan estudiantes de arquitectura con influencias del Jugendstil y Hermann Olbrich: Ernst Ludwig Kirchner (1880 – 1938), Erich Heckel (1883-1970), Fritz Bleyl (1880 – 1966) y Karl Schmidt-Rottluff (1884 – 1976). Como características principales (como ya hemos visto antes) están el uso de colores estridentes mediante trazos caóticos y angulosos e impetuosos y deformaciones visuales que ponen en evidencia la inquietud psíquica del artista.

Der Blaue Reiter (El Jinete Azul) fue el nombre de un grupo de artistas expresionistas, fundado por Vasili (o Wassily) Kandinski y Franz Marc en Berlín en 1911 hasta 1913. Posteriormente entraron a formar parte del grupo artistas como August Macke, Gabriele Münter, Alexei von Jawlensky, Marianne von Werefkin y Paul Klee. A todos ellos les unía su interés común por el Arte medieval y primitivo, así como los movimientos coetáneos del fauvismo y el cubismo. Su centro de operaciones era la ciudad de Múnich, principal centro intelectual en Alemania antes de la I Guerra Mundial.

Arte degenerado

En este ambiente de regeneración artística, tiene lugar el ascenso del nazismo. El partido nacionalsocialista alemán se alza con el poder en 1933 de la mano del inefable Adolf Hitler. En 1937, Hitler y su gobierno organizó una exposición propagandística con el título Entartete Kunst (arte degenerado) en la Haus der Kunst en Múnich en 1937. En ellas se podía contemplar obras de arte moderno requisadas de las colecciones públicas con el fin de ridiculizarlas, etiquetadas con textos jocosos, o poniendo el precio considerado por los nazis como desorbitado y que habían comprado las autoridades alemanas antes de 1933. Querían incidir en lo que se gastaban el dinero cuando Alemania sufría las consecuencias del precio de la reparación de la I Guerra Mundial y de la crisis de 1929.

Fue prohibido, en territorio alemán, todo aquello que tildado como «no alemán» y hecho por los artistas «degenerados». Además, fueron sancionados, y algunos de ellos despedidos de sus puestos de docencia con la prohibición de vender o exhibir su arte.

En la exposición se incluían obras de Paul Klee, Vasili Kandinsky, Oskar Kkoschka, Max Beckmann o del escultor Ernst Barlach junto con otros artistas alemanes. Entre ellos también figuraba Emil Nolde quien había sido uno de los pintores favoritos de Joseph Goebbels, ministro de Propaganda del Tercer Reich. Pero Hitler lo incluyó y el otro tuvo que claudicar ante los gustos de su jefe. Las obras estaban colgadas, amontonadas de mala manera. Muchas con carteles como «ofensa a la feminidad alemana» o tachadas de obscenas o arte como producto de una mente enfermiza (u otras lindezas de este tipo).

Wassily Kandinsky, La Ludwigskirche en Múnich, 1908
(The Ludwigskirche in Munich), Óleo sobre cartón, 67,3 x 96 cm

Exposición Expresionismo alemán en la colección del barón Thyssen-Bornemisza

Para celebrar el centenario del nacimiento del barón Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza (13 de abril de 1921) EL Museo Nacional Thyssen-Bornemisza tienen previsto organizar una serie de actos conmemorativos de la efeméride. En otoño de 2020 arrancan con la exposición Expresionismo alemán en la colección del barón Thyssen-Bornemisza en la que se expone la obra Joven pareja de Emil Nolde con la que el barón inicia su pasión, no solo por el expresionismo alemán sino por la pintura del siglo XX. Fue adquirida el 4 de mayo de 1961 tras una reñida puja.

A lo largo de este año están previstas otras muestras e instalaciones temáticas con fondos de la colección del barón, como las de pintura norteamericana o una serie de obras de la colección Thyssen en el Museo Nacional de Arte de Catalunya.

El Estado español, en 1993, adquirió la mayor parte de la colección Thyssen y una significativa selección de obras del expresionismo alemán pasó a pertenecer al Museo Nacional Thyssen-Bornemisza que venía a ocupar un vacío existente en las colecciones españolas.

La exposición está comisariada por Paloma Alarcó, jefa de la Pintura Moderna del Museo. Ha articulado esta nueva visión en torno a tres conceptos: el proceso de creación de las pinturas, su temprana recepción por parte de la crítica y el público, hasta su denigración por el régimen nazi y su ulterior rehabilitación en la posguerra, y, por último, la relación del barón con sus marchantes y los proyectos expositivos que organizó para difundir su colección en el contexto internacional.

George Grosz, Metrópolis,
1916-1917 Óleo sobre lienzo, 100 x 102 cm
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid

Puedes descargar el artículo completo que se publicará en Revista Atticus 41 en las próximas semanas.

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Puedes encontrar más información en la web del museo (siempre es recomendable acudir a ella) y también en el canal de youtube que puedes disfrutar de interesantes vídeos. Un ejemplo es este que os dejo:

Luisjo Cuadrado

Revista Atticus