Crítica teatro – Todas hieren y una mata – Compañía Ay Teatro

Teatro – Todas hieren y una mata en la Casa de las Artes, Laguna de Duero

La Casa de las Artes inicia su programación con Todas hieren y una mata de la compañía Ay Teatro, proyecto teatral compuesto por el director Yayo Cáceres, el dramaturgo Álvaro Tato y la productora Emilia Yagüe.

Todas hieren y una mata es un texto original de Álvaro Tato y es la primera comedia en verso del siglo XXI.  Escrita por el dramaturgo según las estrofas y métricas características de la comedia nueva de Lope de Vega, la obra viaja entre los siglos XXI y XVII para hablarnos del paso del tiempo, los recovecos del amor, deseo y el precio de la conquista de la libertad de la mujer. Una propuesta donde el divertimento y la crítica social se dan la mano a ritmo de verso.

Viajes en el tiempo, duelos de honor, enredos amorosos, canciones y muchas carcajadas.

Un desafío literario, una aventura escénica, un homenaje al teatro clásico y una reflexión sobre nuestra cultura.  

El galán don Daniel y su criado Pico, perseguidos por el corregidor tras huir de la casa de la joven Aurora, encuentran en el bosque a una bruja que les salva con sus hechizos para viajar por el tiempo. A lo largo de sus viajes temporales intentarán enamorar a Aurora, que guarda un secreto: es una dama lectora con una biblioteca enterrada en su jardín. Y errando su camino mágico, criado y caballero llegarán al siglo XXI, donde una misteriosa profesora les ayudará en su aventura amorosa…

“Soy profesora de Literatura. Sí, todavía existimos”, así comienza esta bella representación. Los protagonistas de esta comedia cobran vida gracias a Alba Banegas, Antonio Hernández, Sol López, Mario Portillo, y Diego Morales, todos realizan un magnífico trabajo interpretativo y corporal. Alba Banegas (Aurora) es la joven dama casadera del siglo XVII que guarda una biblioteca secreta en el jardín de su casa, al igual que da vida a una simpática y eficaz profesora de literatura.  Antonio Hernández, interpreta a Don Daniel un joven galán, enamorado que compite con Mario Portillo (el corregidor), por conseguir el favor de la bella dama. Estos tres personajes se complementan con dos figuras clásicas de la literatura del siglo de oro, (Teresa) la criada descarada, interpretada por Sol López, que dobla su papel siendo también la bruja del bosque y (Pico) el fiel, gracioso y pícaro criado, que lo hace a la perfección Diego Morales.

Siete personajes en total para tres actores y dos actrices que hacen un trabajo espléndido en escena. Los cinco bordan cada intervención con broche de oro. Si el texto es bueno en sí mismo y la dirección ha conseguido completar la brillantez del libreto, las interpretaciones convierten la obra en una comedia perfecta. Los guiños al espectador, por parte de los personajes, el desparpajo y al mismo tiempo la naturalidad de estos consigue que veamos un excelente trabajo, que se complementan con la parte gestual y corporal de la coreografía escénica creada por Rocío Arce.

Al final de la función tengo un encuentro con el dramaturgo Álvaro Tato. De esa charla reproduzco unas cuestiones muy interesantes.

Luisa Valares: Le pregunto a Álvaro Tato, por el título Todas hieren y una mata, la obra nos habla del tiempo ¿Qué relación tiene?

Álvaro Tato: (Omnes vulnerant, ultima necat) es la frase, el adagio latino que se solía ver en los relojes y significa todas hieren y una mata, las horas como flechas, una frase con muchos siglos de antigüedad, pero que todavía da muchísimo que pensar y que sigue vigente, un título en octosílabo era como redondo.

LV.: La escenografía es sencilla, ¿cómo trabajáis la parte creativa para el espectáculo?

AT.: La propuesta era la escasez de elementos como en el teatro pobre, entendido a lo barroco, con un escabel, una flor, una tela, prácticamente construir todos los espacios y poder variar mucho de ellos apelando a la imaginación del espectador como motor estructural, que es lo que nos propone nuestro teatro clásico y lo que planteábamos recrear en el proceso creativo. El escenario gira en torno a las agujas del reloj, Yayo ha colocado en escena 12 candilejas en círculo, emulando las horas del reloj y haciendo un escenario donde estos personajes van viajando enloquecidamente del XVII al XXI para contarnos que el tiempo pasa, que nos hacemos mayores, que cambiamos, que nos transformamos y que el encuentro con el otro nos puede marcar definitivamente para bien y para mal y que la libertad es posible a pesar del alto precio que cuesta.

LV.: La música siempre es fiel y una parte importante en vuestros espectáculos, ¿esto os complica el montaje?

AT.: La música en efecto es uno de nuestros sellos, de nuestras marcas de identidad, desde que trabajamos juntos Yayo y yo, pero desde mucho antes, desde la formación de Yayo como músico de Chamamé, del género de música Argentina en el que es un maestro reconocido y por mi parte con todo el trabajo con Ron Lalá, no solo con Yayo, sino dese antes, desde que hacíamos aquél cabaret poético con música, la música corre por nuestras venas y entendemos el teatro así, con la música como la acción de la palabra y como no iba a estar presente en un espectáculo que se beneficia de esos momentos cantados, de ese ritmo, de esos escasos instrumentos que van tocando.

Con sus pocos elementos se apoyan en el valor simbólico de los mismos, y llevan al espectador a ese mundo imaginario y mágico, con un lienzo de tela donde pone jardín, cada uno se puede imaginar un jardín diferente, se utilizan diversos recursos escénicos apoyados en el uso de la iluminación, cuyo diseño ha sido creado por Miguel A. Camacho. Una iluminación que sirve para fijar tanto la ambientación como el lugar donde se desarrolla la acción. El original vestuario corresponde al diseño de Tatiana de Sarabia.

Maravillosa la intervención de Pico que en la escena del teatro saca la guitarra y nos deleita con un romance a la manera de las loas o los entremeses del teatro breve del XVII. 

La música en directo es original de Yayo Cáceres, siempre fresca y llena de ritmo, con unas letras inteligentes y con toques de humor, que hace enriquecer el espectáculo, doble trabajo para Yayo que tiene el peso de esta dirección tan bien llevada.

El verso se convierte en el protagonista, y con un poquito de imaginación al espectador se le permite viajar en el tiempo, así nos vemos metidos en esta obra de gran ingenio visual y sonoro, nos divertimos cuando vemos salir al ingenioso criado Pico y nos suelta uno de sus monólogos: “¡Que se queden los demonios con el siglo veintiuno! Yo me vuelvo al XVII, porque si esto es el futuro prefiero mi pobre casa, mi sol, mi burro, mi bota de vino tinto y mi cielo de aire puro al paradisiaco infierno de este triste nuevo mundo”. Acompañamos en su viaje a Aurora, una mujer que reivindica su capacidad de decidir libremente por encima de intereses, normas y convencionalismos, una mujer con criterio propio cuyo fundamento vital es el afán por saber y cultivarse. Y nos emocionamos con la profesora cuando nos dice: “Alba es mi nombre, doy clase de lengua y literatura, amo el arte y la cultura, lo haría, aunque no cobrase, a gente joven enseño como un sherpa aventurero le muestra el desfiladero de las montañas del sueño y lucho por un país que devuelva su valía al teatro y poesía de los clásicos”. La obra por lo demás es una ilusión óptica donde nos encontramos muchos guiños y referencias literarias, donde el espectador tiene que estar ágil para descubrir. Sin dejar de lado la parte divertida, ya que en algún momento los personajes juegan con los espectadores, por ejemplo, a ordenar los nombres y apellidos de literatos, que él menciona en desorden.

Sin duda Álvaro Tato, con Todas hieren y una mata, ha realizado una apuesta de espectáculo teatral trepidante, con mucha imaginación, humor, y una idea actualizada de lo clásico. Una propuesta del dramaturgo fiel a las formas clásicas, pero incorporando creatividad, originalidad y frescura. ¿Clásicos de ayer y de hoy? ¿Qué es un clásico? El autor lo resuelve en un soneto que recita Alba: “Despertarse, soñar, estar contento, triste, feliz, eufórico, doliente, danzante, quieto, gélido, caliente, lúcido, alucinado, turbulento, viajar entre la risa y el lamento, confundir el ayer con el presente, comprender lo que el otro piensa y siente, hacer de cuatro siglos un momento, andar siempre con alas en los pies, creer que el mundo en un soneto cabe, volver el tiempo entero del revés, cumplir un sueño y no querer que acabe, vivir miles de vidas. Esto es un clásico. Quien lo probó lo sabe”.

Un teatro puro que permite al público momentos para la risa, la reflexión y, por supuesto, para la emoción.

texto y fotografías: Luisa Valares

Revista Atticus