Inca Garcilaso de la Vega

Uno de los literatos más importantes: Inca Garcilaso de la Vega

INCA GARCILASO DE LA VEGA

El gran cronista americano murió el 23 de abril de 1616. El Inca Garcilaso de la Vega murió justo el mismo día que Cervantes y Shakespeare. Esta circunstancia ha restado protagonismo a uno de los grandes literatos de todos los tiempos.

Mundo Viejo y Mundo Nuevo, es por haberse descubierto aquél

nuevamente para nosotros, y no porque sean dos, sino todo uno.

Comentarios Reales de los Incas

Su nombre de pila era Gómez Suárez de Figueroa, aunque le conocemos con el nombre con el que firma sus obras, y que adopta ya viviendo en España. Hijo natural de un noble español, el capitán Garcilaso de la Vega, y de la princesa peruana Chimpu Ocllo, sobrina del inca real Huayna Cápac.

Nació en Cuzco, Perú (Gobernación de Nueva Castilla entonces), el 12 de abril de 1539. Falleció en Córdoba, España, el 23 de abril de 1616. 

Antecedentes

En abril de 2016, por indicaciones de la Embajada del Perú en España, viajé hasta Brañosera, municipio situado en plena montaña palentina, que, como amablemente me contaron, se enorgullece de ser el primer ayuntamiento de Europa. Estaba convocado a un encuentro sobre la conmemoración del cuarto centenario del fallecimiento de tres pilares de la literatura universal: Shakespeare, Cervantes y el Inca Garcilaso de la Vega.

El acto comenzó con las debidas presentaciones. Jesús María Mediavilla, alcalde de Brañosera presidia la mesa. Al conocerle comprendí de inmediato la importancia del lugar tanto por su historia como por su gran inquietud cultural, que le había llevado a organizar el evento al que yo estaba invitado. Contaba con personas conocedoras de la obra de Shakespeare y Cervantes. A mí me correspondía hablar sobre la figura del Inca Garcilaso de la Vega, lo que me colocaba en una situación bastante complicada, pues no me considero un erudito, ni menos un experto en las letras del llamado Siglo de Oro de la Literatura.

Ser el Cónsul Honorario del Perú en Castilla y León me otorgaba la oportunidad de responder al compromiso. Una responsabilidad que requería transmitir la enorme satisfacción que me produce el poder difundir el legado cultural de mi compatriota, y el profundo vínculo emocional que siempre he profesado hacia Garcilaso. Así, no pude por menos que recoger el testigo que se me ofrecía. Compaginando mi actividad consular con la profesional, vinculada a la medicina, y a pesar del escasísimo tiempo que mi trabajo me permite el relajado y reflexivo disfrute de la literatura, intenté plasmar con el mayor rigor y profundidad que la situación requería, el sentir que emana de la persona y la producción literaria del Inca Garcilaso de la Vega. Una producción que no puede pasar de largo el reconocimiento y a la vez la lectura placentera de, entre otras, obras como La Florida del Inca, Historia General del Perú, Comentarios Reales de los Incas,… 

Pero el interés por transmitir el reconocimiento de tan ilustre personaje se vio truncado al inicio de mi propia intervención en el acto, tras formular dos sencillas preguntas: la primera sobre el conocimiento de la obra de Garcilaso, y la segunda sobre el motivo de su inclusión como coprotagonista del homenaje conmemorativo en el que nos encontrábamos. Nadie recogió el testigo de la respuesta. Sencillamente, existía una inmensa laguna cognitiva que disociaba la producción literaria del Siglo de Oro en Europa y su vinculación con la obra de Garcilaso. Es probable que la ausencia de respuestas estuviera condicionada por el retraimiento de la solemnidad del acto, aunque confieso que me sentí un poco descorazonado.

Esta descontextualización me permitió atestiguar la cercanía de Cervantes y Shakespeare y la distancia del Inca Garcilaso de la Vega. Una distancia injustificada cuando su vasta erudición emana de las genuinas fuentes del Humanismo, del Renacimiento, de la Contrarreforma, del Manierismo de la Europa de finales del siglo XVI y principios del XVII. Su avidez por los estudios humanísticos y el profundo conocimiento sobre las dos culturas que cimentaban su ser, le proporcionaron las herramientas necesarias para plasmar en sus obras la intersección en la que ambas culturas se fusionan, la del Perú pre hispánico con la occidental que los españoles trasladaron a América. 

Garcilaso reivindicó con orgullo su origen mestizo, ya que se sentía tan indígena como español. Un sentimiento que, en palabras del gran historiador peruano Raúl Porras Barrenechea, le permitió «compartir dos orgullos, no dos vergüenzas», y añade «es, no solo uno de los primeros mestizos americanos, sino que, es espiritualmente el primer peruano». La síntesis de sus escritos queda reflejada en la que se considera su obra culmen: Comentarios Reales de los Incas, donde se plasma el nacimiento espiritual del Perú.

La traducción del indio de los tres Diálogos de Amor. U/396. BNE

Realidades

A pesar de ser un desconocido para el gran público en general, las conmemoraciones en honor al Inca Garcilaso, como sucedió en esta ocasión, se encuentran a la altura de las dedicadas a Cervantes y Shakespeare, como así lo confirma la UNESCO, declarando como “Día del Libro” el 23 de abril en honor al fallecimiento de los tres escritores en esa fecha, al considerarlos tres pilares de la literatura universal.

No en vano, la prosa del Inca Garcilaso está considerada como una de las obras cumbre de la lengua castellana y un referente en la literatura latinoamericana. ¡Qué gran regalo para el Perú, y qué poco se ha promocionado y dado a conocer tan importante trabajo en el mundo literario!

Terminé mi breve participación en Brañosera con la esperanza de despertar el interés sobre la figura y la obra de Garcilaso, pero en mi interior de peruano y mestizo, se agitaba la inquietud de promocionar el justo reconocimiento tanto de su imagen como de su literatura. La gran pregunta era ¿cómo?

Desde aquel encuentro, que honestamente agradezco, han pasado cuatro años. Durante este tiempo siempre han estado presentes en mí esas cavilaciones a pesar de mi labor asistencial. En una ocasión, conversando con mi querido amigo Jesús Aparicio, gran educador y muy inmerso en el tema de la diversidad cultural, le conté mis inquietudes sobre el ilustre y desconocido Inca Garcilaso, y él me condujo a una tesis doctoral, que avivó más mi deseo de promocionar a mi paisano. Gracias a Jesús conocí a Carlos Ibáñez y Pilar Cañibano, grandes amigos y conocedores y defensores a ultranza de la rica cultura y semblante de mi querido Perú. ¿Qué puede decir un mestizo del siglo XX – XXI que lleva ya afincado cuarenta y dos años en esta tierra castellanoleonesa?

Carlos, como escritor y gran admirador del Inca Garcilaso de la Vega y deseoso de dar a conocer su literatura, así como su feraz vida personal, hoy todavía guardada en el baúl de los recuerdos; y Jesús, con su inquietante implicación en la multiculturalidad que de ella emana; insistieron en que reflejara por escrito, sirviéndome del catalizador que supone mi propio conocimiento y cariño a ambas culturas, el sentimiento que transmite la obra del Inca Garcilaso

Es por ello que, durante el retiro de esta infortunada pandemia que asola a la Humanidad, he podido descubrir, con calma y reflexiva satisfacción, el verdadero valor de su obra, y centrar mis pensamientos en cómo conseguir despertar el interés histórico cultural por el Inca Garcilaso. Y, además, conseguir su máxima difusión.

Hablando sobre mis elucubraciones con Pilar y Carlos, me propusieron una idea que me entusiasmó enseguida. Podríamos lograr una mayor divulgación a través de la cinematografía, contando con la relación que le une a Shakespeare y a Cervantes. Sería un gran avance y una gran satisfacción.  

Fernando VI de España, XXII Emperador del Peru, Palomino, Juan Bernabé (1748).
BNE INVENT/75327

Futuro

Profundizar en el conocimiento sobre la idiosincrasia de Garcilaso ha iluminado mi pensamiento y me he dado cuenta de que proyecta su sentir en su obra, que atesora la esencia de su afán: la fraternidad universal. Reflexionar sobre este principio me ha llevado a reconocer la realidad de la globalización. Por desgracia, en la actualidad de nuestro mundo globalizado los actos y visiones interculturales de confrontación se repiten con mayor intensidad, haciendo difícil llegar a procesos multiculturales reales y generar estrategias de concordia y convivencia en una auténtica globalización, tan bien entendida y plasmada en la obra de mi paisano, tan adelantado a su tiempo.

Es digno de tener en cuenta en sus escritos la forma de integrar los componentes sociales del Naciente Perú del siglo XVI: indios (aunque yo los llamaría andinos), mestizos y criollos; así como la valoración de sus dos herencias. La inca, en la que defiende la superioridad de la organización en lo social, político, económico, jurídico y moral. Y la española, de la que recoge la superioridad de la religión, la filosofía, la ciencia, la técnica, la literatura y el arte traídos de Europa. Qué bonito juego literario de interculturalidad en consenso con la multiculturalidad, donde confirma la capacidad de los andinos y mestizos para asimilar la espiritualidad e intelectualidad llegada de Europa en aras de un patriotismo, que no nacionalismo, como comprobamos con la lectura de sus libros.

¡Qué regalo para Perú al nacer de princesa inca y engendrado por noble español! Gracias a ello tenemos una obra que bien podría servir a muchos en el actual contexto de globalización para obtener valiosas enseñanzas, sobre todo entre las generaciones presentes y venideras tan dadas a las nuevas tecnologías, inundadas con cantidad de información, pero no contrastada, ni verificada, ni reflexionada.

Continúo profundizando en su obra y su mensaje de encuentro de culturas, e invito a la lectura reflexiva de su obra cumbre, Comentarios Reales de los Incas, gran perspectiva de multiculturalidad consensuada en un siglo XXI plasmado de xenofobia, de racismo, marcado por un mercantilismo y neoliberalismo que no ayuda mucho a la integración de diversas culturas que ya se han apuntado a esta globalización imparable. Qué orgullo tener un paisano tan de moda nacido en el siglo XVI, pero de una actualidad que nos invita a aprender a vivir en la diversidad cultural en este siglo XXI.

Escudo de armas del Inca Garcilaso de la Vega

Breve biografía del Inca Garcilaso

Fruto del amor, tan furtivo en España como natural en Perú, del conquistador español capitán Sebastián Garcilaso de la Vega, noble extremeño, y de la ‘ñusta’ (princesa inca) Isabel Chimpu Ocllo, nieta del Inca Túpac Yupanqui y sobrina del Inca Huayna Cápac, emperador del Reino de las Cuatro Partes, o Tahuantinsuyo (nombre del Imperio incaico en quechua). Bautizado como Gómez Suárez de Figueroa, nombre que cambió al poco tiempo de afincarse en España haciéndose llamar con gran orgullo Inca Garcilaso de la Vega.

Gracias a la privilegiada posición de su padre, llevaba los apellidos ilustres del mayor de sus tíos paternos y de otros antepasados que pertenecieron a la casa de Feria. Recibió en Cuzco una educación integral en primeras letras a cargo de Juan de Alcobaza, junto a los hijos de Francisco y Gonzalo Pizarro, mestizos e ilegítimos como él, aunque no estigmatizados, lo que le hizo tomar conciencia de su doble herencia con orgullo y responsabilidad.

Su padre, hombre carente de ínfulas ni soberbia de conquistador arrogante, nunca dejó de lado a Isabel ni a su hijo. Gómez tuvo estrecho contacto con su madre y su familia cusqueña, lo que le condujo a lo más selecto de la nobleza inca, entre los que se contaban los hijos de Huayna Cápac: Paullu Inca y Tito Auqui. Así conoció la instrucción de los amautas, sabios incas versados en la mitología y cultura autóctona.

Pero desde Castilla había consejos maledicentes por parte de los asesores del emperador. Presionaron a los conquistadores en América para que se casasen, preferiblemente con esposas venidas desde Europa. Todos, incluido el padre del niño Gómez, se casaron con mujeres de ‘buena cuna’. Y Sebastián, su padre, acabó casado con Luisa Martel de los Ríos, hecho que Gómez recordó en sus escritos con tristeza. Pero antes concedió una cuantiosa dote a Isabel para que se casara con Juan del Pedroche.

En la guerra de los aparceros encabezada por Gonzalo Pizarro, su padre estuvo con éste en principio obligado, hasta que se dio cuenta de que el único fin del enfrentamiento era mantener unos privilegios malsanos a costa de la razón y la justicia. Huyó, cambió de bando y marchó con las tropas del pacificador Pedro de la Gasca, hombre de paciencia infinita, sagacidad encomiable y poseedor de unas cartas firmadas de puño y letra del Rey Emperador Carlos en Valladolid (recomendamos leer la biografía de este insigne personaje escrita por Alejandro Tudela Chopitea y publicada por Editorial Páramo). De aquí que su padre fuera vilipendiado por el bando perdedor y nombrado alcalde tras la batalla de Jaquijahuana, que acabó con la ejecución del menor de los Pizarro y Francisco de Carvajal.

Durante una revuelta el joven, ya adolescente, Gómez, auxilió a su padre a huir por los tejados ante un grupo de exaltados comandados por Hernández Girón que asaltaron el ayuntamiento de Cuzco. Su padre le profesaba gran afecto y le hizo heredero de varias posesiones en Perú y de una considerable fortuna para que realizara estudios universitarios en España.

En enero de 1560, con veintiún años, y fallecido su padre un año antes, Gómez se despide con pesar de su madre, a la que no vería más, y embarca en Cuzco. Tras un largo, azaroso y arriesgado viaje llega a España con intención de formarse y reclamar de la corona lo que consideraba sus derechos por parte de padre y los de su madre. No consiguió su propósito. Con el permiso real para regresar a Perú, decidió quedarse. Se instaló en Montilla (Córdoba), en la casa de su tío, el capitán Alonso de Vargas, que le tratará como a un hijo. Aquí comienza para él una nueva etapa que se inicia con el cambio de nombre, tomando el de su padre y añadiendo su linaje indígena. Se siente orgulloso de su mestizaje. Se renombra Garcilaso de la Vega el Inca.

Retrato de Manco Capac, Emperador del Perú, Palomino, Juan Bernabé (MDCCXLVIII).
BNE IAM/80

Poco a poco se va reafirmando como hombre de armas y letras. Fue estudiante, militar, capitán como su padre, religioso. Y después comenzó a escribir tras hacer una de esas traducciones de las que aún hoy se habla: La Traducción del Indio de los Tres Diálogos de Amor de León Hebreo, fechada en 1586, y que toma del italiano esta obra del judío portugués Judá Abravanel. A partir de aquí su nombre se fue abriendo paso entre los autores y estudiosos de toda Andalucía: Montilla, Sevilla y Córdoba, convirtiéndose en uno de esos escritores irrepetibles. Y su eco llegó hasta las tres grandes universidades: Salamanca, Alcalá de Henares y Valladolid.

La herencia que le deja su amado tío Alonso, incrementada unos años después por la viuda de éste, su tía doña Luisa Ponce, le permiten vivir con holgura y dedicarse por completo a la cultura y la escritura.

En Montilla escribe La Florida del Inca y comienza su obra cumbre: Comentarios Reales. En 1591 se traslada definitivamente a Córdoba, donde continúa trabajando de manera infatigable, como puede apreciarse en una frase de sus escritos:

Donde se ve claro cuánto ayude la ociosidad al vicio,

y cuán de provecho sea la ocupación a la virtud

 Comentarios Reales de los Incas

Publicó en Lisboa sus obras en vida: La Florida del Inca y Comentarios Reales de los Incas. Y fallece mientras preparaba Genealogía o Relación de la descendencia del famoso Garci Pérez de Vargas y terminaba Historia General del Perú, ya muy enfermo, fallece, por lo que ambas serán publicadas póstumamente.

Era un hombre profundamente religioso. En  1612 compró la Capilla de las Ánimas en la Catedral de Córdoba, con el propósito de ser inhumado en ella, donde su hijo Diego de Vargas fue sacristán y después sacerdote. La muerte le visitó el 23 de abril de 1616, tras una larga enfermedad, en Córdoba; trabajando, como de costumbre. Fue enterrado en la cripta subterránea de la capilla. Sus albaceas grabaron una lápida en uno de los muros con la siguiente inscripción:

El Inca Garcilaso de la Vega, varón insigne, digno de perpetua memoria. Ilustre en sangre. Perito en letras. Valiente en armas. Hijo de Garcilaso de la Vega. De las Casas de los duques de Feria e Infantado y de Elisabeth Palla, hermana de Huayna Capac, último emperador de las Indias. Comentó La Florida. Tradujo a León Hebreo y compuso los Comentarios Reales. Vivió en Córdoba con mucha religión. Murió ejemplar. Dotó esta capilla. Enterróse en ella. Vinculó sus bienes al sufragio de las Ánimas del Purgatorio. Rueguen a Dios por su ánima.

Nota de la redacción. Este artículo completo se publicará en Revista Atticus 41, de breve aparición. Puedes consultar el artículo en el siguiente enlace:

El Inca Garcilaso de la Vega

José Carlos Palomino Vergara

Cónsul Honorario del Perú en Castilla y León