Exposición BOTERO. 60 años de pintura en CentroCentro, Madrid

Exposición BOTERO. 60 años de pintura en CentroCentro, Madrid

«Cuando se observa un cuadro, es importante reconocer de dónde procede el placer. Para mí es la alegría de vivir unida a la sensualidad de las formas. Por esto, mi problema es expresar sensualidad por medio de formas».

Fernando Botero

La presente muestra tiene lugar en CentroCentro de Madrid, en uno de los edificios más emblemáticos de la capital: el Palacio de Cibeles, antiguo palacio de Telecomunicaciones, construido a principios del siglo XX como sede de Correos. Constituye la mayor muestra que se ha realizado sobre el artista colombiano en Europa. Reúne sesenta y siete obras de gran formato que abarca esos fructíferos sesenta años dedicados a la pintura (y también otras disciplinas).

La exposición, producida por Arthemisia con la colaboración del Ayuntamiento de Madrid, está comisariada por Cristina Carrillo de Albornoz con el apoyo de Lina Botero, hija del artista.

Fernando Botero lleva pintando prácticamente desde los quince años de edad. El resultado de estos setenta años es una extensa producción de cerca de tres mil óleos, más de doscientas esculturas de gran tamaño y más de doce mil dibujos a lápiz, carboncillo, pastel y sanguina.

Botero pasa por ser uno de los artistas vivos que más ha expuesto su obra en el mundo. Teniendo como hitos haber sido el primer artista en exhibir su obra en los Campos Elíseos de París o en la Plaza della Signoria de Florencia.

Fernando Botero es uno de los grandes artistas contemporáneos. Con un estilo inconfundible. Pocos escapan a su embrujo. Su original forma de crear, su especial lenguaje de volúmenes proporciona a su obra un estilo inconfundible y reconocible tanto por el público como por la crítica.

Madrid ha sido la opción ganadora para esta muestra por el gran peso que tuvo la ciudad en la formación del artista. Botero, en su juventud, visitó Madrid para conocer las grandes obras que atesora el Museo Nacional del Prado y para estudiar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Madrid también se rindió a su obra con la magna exposición que le dedico el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofia en 1987 y exhibición de las esculturas monumentales en el Paseo de la Castellana en 1994.

La exposición se divide en siete secciones que tiene como punto en común los temas de sus trabajos más emblemáticos. Iniciemos el recorrido.

El baño, 1989 Óleo sobre tela | 249 x 205 cm Colección particular

América latina

Nada más franquear la puerta, allí nos está esperando. La muy coqueta se está acicalando, pero por el rabillo del ojo y a través del espejo descubre nuestra mirada posada en algo más que el cuadro. Nada más traspasar la puerta de la exposición nos está esperando el lienzo El baño, 1989. De esta manera entramos en la intimidad de una estancia. Es una bienvenida esperada. Hace ya unos cuántos años que no se volvían a reunir una cantidad tan significativa de obras de Fernando Botero. Quizás una de las últimas fue la que se celebró en el Museo de Bellas Artes de Bilbao en octubre de 2012 (que recogimos en un extenso artículo publicado en Revista Atticus 20 y que constituye la base de este trabajo). Iniciemos el recorrido.

El baño es una de esas grandes obras que le han dado prestigio a Fernando Botero. Formas rotundas pero delicadas, llena de ricos matices. La mujer se dispone a meterse en la bañera (los grifos están abiertos) y nosotros parece que hemos irrumpido en el cuarto de baño. Ella, nuestra joven, parece no importarle nuestra osadía. El desnudo en Botero es un canto a la sensualidad. El artista a través de ellos nos muestra la vida cotidiana, la naturalidad del quehacer diario, en este caso, el aseo personal. La joven se muestra en una actitud completamente natural.

El baño, es el punto de partida de la exposición. Se encuentra en esta sección que comprende pinturas que también son el arranque de su carrera. Botero tuvo contacto con la pintura mexicana en 1956 y esto le permitió mostrar interés por el arte de sus propias raíces. Rescata, eso sí, con grandes dosis de humor, los recuerdos de su infancia. Son personajes con los que se desenvolvía el artista. Músicos, bailarines, militares, monjas, señores de la alta sociedad, hombres de poder y hasta algunas mujeres de vida licenciosa.

Las obras más «veteranas» presentes en esta sección datan de 1989 como son el díptico de El presidente/La primera dama o El baño. Y la más reciente es El final de la fiesta. En esta sala podemos encontrar el maravilloso cuadro Bailarina en la barra que es el icono para este montaje de Madrid. Reúne todas las características de la obra de Fernando Botero: una mujer de formas rotundas, pero que se nos muestra de lo más grácil y que a buen seguro, en los siguientes momentos posteriores al posado se mostraría ágil y con gran destreza en la ejecución de los movimientos típicos del ballet.

Religión

El clero no solo se asocia a un ambiente religioso, sino que también en un poder político y social. En su Colombia natal el poder religioso tenía mucho peso en la vida cotidiana. Así el joven Botero se empapó de escenas con gran presencia del clero (así como de militares o políticos). Los retrata con una gran dosis de humor. Los retratos de las altas jerarquías eclesiásticas con sus cardenales y obispos, incluso con monjas, forman parte de la tradición popular y participan de esas características de la obra de Botero como es el color y sus volúmenes. Estos personajes ofrecen una gran riqueza de posibilidades plásticas.

Podemos contemplar la curiosa Baño en el Vaticano (2006), la pomposa El nuncio (2004), las graciosas santas, santa Bárbara, santa Gertrudis y santa Casilda (2014) o la serena y particular visión Ecce Homo (1967)

Versiones

Desde sus comienzos, Fernando Botero se interesó por el arte del pasado. Se acercó al arte Occidental para ver, con sus propios ojos, lo que los grandes maestros hacían, profundizando en sus técnicas y conceptos de lo que para ellos representaba el arte. Leonardo da Vinci, Francesco della Francesca, Andrea Mategna inspiraron sus primeras obras. La camera degli sposi (1958) o Mona Lisa a los doce años (1959) son dos obras claves en su carrera (lamentablemente ninguna de ellas está presente en esta exposición). Pero si que podemos gozar de la contemplación del gran díptico Según Piero della Francesca (1998), Según Velázquez (2005) o Rubens y su mujer (2005) o el archiconocido Los Arnolfini según Van Eyck (2006)

Naturaleza muerta

Como todos los grandes maestros, Botero acude a los bodegones, a las naturalezas muertas para expresar esa concepción de arte que el tiene. Su tipología de los modelos de las personas ya sean bailarinas, toreros o artistas circenses, se mimetiza en los diferentes elementos que componen sus naturalezas muertas. Desde los enseres domésticos propios de la cocina o salón hasta la propia fruta. Sus orondas sandías y melones nos remiten a la bailarina o a la mujer frente al espejo. Es un modelo netamente «boteriano».

La comida cobra un especial papel en la obra pictórica del artista colombiano. Es el eje sobe el cual se reúnen las familias o los amigos.

Podemos disfrutar del colorista tríptico Flores (2006) o el bello cuadro Las piñas (1970)

La corrida

Llegó un momento en la vida de Fernando Botero que decidió plasmar esas imágenes que poblaban su imaginario desde la infancia: las corridas de toros. En la plaza de toros de La Macarena en Medellín pudo disfrutar de la contemplación de corridas. Sus primeras obras sobre este tema datan de 1983. En ellas desfilan toreros, toros, picadores, caballos, la plaza de toros, en distintas estampas que van desde el arrastre hasta el paseíllo. El fondo de la plaza curvo da una nueva profundidad a los cuadros del artista dando la sensación al espectador de que está dentro de la misma.

Es innegable que este tema nos remite a la Historia del Arte y a esos artistas que también recurrieron a la plasticidad del toreo para ejecutar su arte. Goya, Manet, Picasso son alguno de ellos.

Lo que quizás para otros artistas pasaba desapercibido, para Botero no. Se centró más que en el propio torero en una figura que en sus cuadros adquiere una gran importancia e incluso le dedica una serie: el picador. Para el maestro colombiano esta figura le ofrece un sinfín de posibilidades estilistas para desarrollar su ingenio.

Esta figura se complementa con escenas muy visuales como son el arrastre, el patio de caballos o la espera para realizar el paseíllo con la imagen de la virgen en un segundo plano.

Cuelgan en esta sala obras tan significativas como la monumental El arrastre (1987), Caballo de picador (1992) o Rafaelín y su mujer (2012).

Caballo de picador, 1992 Óleo sobre tela | 190 x 234 cm Colección particular

Circo

El tema del circo está asociado casi de forma inherente a la obra de Botero. Su acercamiento al mundo circense fue producto de una reflexión sobre el papel que ejercía el circo en el arte plástico. Fernando Botero no acababa de comprender porque estos artistas y su mundo tan colorido y vibrante no era objeto de más representaciones. Es bien cierto que otros artistas como Chagall, George Seurat, August Macke, Toulouse-Latrec o incluso Picasso, se atrevieron a representar escenas del circo.

Colores que forman un gran abanico de combinaciones junto con todo tipo de artistas de este peculiar mundo trashumante contorsionistas, payasos, domadores de leones, presentadores, trapecistas, malabaristas… son los encargados de contarnos su historia. Incluso lo que sucede fuera de las carpas atrapa la atención de Botero con los carromatos y sus escenas cotidianas.

Fernando Botero, como si fuera un niño, se ha dejado embelesar por la belleza del espectáculo y la humildad de las gentes que lo hacen posible. Sus representaciones nos proponen un viaje a la niñez, a la inocencia, al descubrimiento de un mundo, al asombro donde nos invitan a la participación en el espectáculo.

En Medellín, Colombia realizó una exposición en la que reunió 32 óleos y 20 dibujos. Una serie que surgió después de la que realizó bajo el título Abu Ghraib rescatando esas imágenes de la infancia y que supuso un bálsamo después de la barbarie que retrato con los militares torturando a los presos iraquíes.

Destacan en esta sala Contorsionista (2008) que nos remite a la ágil figura de Bailarina, ambas figuras livianas, sin darnos la sensación del peso que se supone que ese volumen tiene. Payasos con zancos (2007) y Circo (2007) resumen muy bien las obras de este apartado.

Acuarela sobre lienzo

El apartado de acuarela en lienzo es la serie de trabajos más recientes. Prácticamente supone una vuelta a sus inicios. Refleja esos primeros años de dibujante. Es también una etapa de experimentación ya que lo habitual es la realización de acuarelas sobre papel y no en un formato tan grande.

Aquí el artista emplea un lienzo y sus acuarelas para dar expresión a su inquietud. Se trata de delicadas composiciones que tienen en común las mismas características que los óleos.

Destacan de esta serie: Picnic, Una pareja de músicos y Familia, todas ellas realizadas en 2019.

Fernando Botero Dos hermanas 2019 134x102cm

Valoración final

Nos disponemos a salir dejando atrás este puñado de grandes obras de Fernando Botero que constituyen un buen resumen de su pintura. Están casi todas las más significativas y representan a buena parte de casi todas sus series. Se echa en falta la serie dedicada a Abu Ghraib. No sabemos a qué obedece su ausencia, quizás se ha querido evitar en tiempos de covid-19 un tema tan duro como es el que afrontó en esa serie.

Estamos ante una exposición amable, gratificante, llena de colores y formas del universo «boteriano». El mundo orondo y rotundo de Botero nos ofrece otra mirada al mundo del arte. No responde a un ideal de belleza establecido, pero sus figuras se nos muestras ágiles, bellas, con un canon aceptado y reconocido por todo el mundo.

El artista ha logrado imprimir un sello personalísimo en sus obras mostrando un gran dominio de la realidad y transformándolas en obras de arte.

Sus obras están dotadas de redondez, de monumentalidad y de formas orondas llenas de sensualidad. Uno sale de la exposición con el alma henchida, cercano a Botero, con el semblante risueño y con la clara intención de que este permanezca durante mucho tiempo. El ambiente es gélido en el exterior. El virus ha dejado bajo cero nuestros museos, cines, teatros y distintos espacios culturales. La cultura, en tiempos del covid-19 es más necesaria que nunca. Es segura, muy segura, nos ayuda a entender este mundo y hacerlo más comprensible y gratificante.

Para más información puedes consultar el siguente enlace:

Exposición Botero

Esta entrada forma parte de un extenso artículo dedicado a la figura de Fernando Botero que publicaremos en Revista Atticus 41 de inminente publicación.

Las fotos de este reportaje han sido facilitadas por la entidad madrileña a quines deseamos darles las gracias por todas las facilidades que nos han dispensado. Gracias.

Luisjo Cuadrado

Revista Atticus