Crítica película Soul de Pixar

Película Soul de Peter Docter de Pixar/Disney

Ficha

Título original: Soul

Año: 2020

Duración: 100 min.

País: Estados Unidos

Dirección: Pete Docter, Kemp Powers

Guion: Pete Docter, Mike Jones, Kemp Powers

Música: Trent Reznor, Atticus Ross, Jonathan Batiste

Fotografía: Animación, Matt Aspbury

Reparto: Animación

Productora: Pixar Animation Studios, Walt Disney Pictures (Distribuidora: Disney+)

Género: Animación. Fantástico. Drama. Comedia | Música. Jazz. Gatos. Cine familiar. Pixar

Sinopsis

    ¿Alguna vez te has preguntado de dónde provienen tu pasión, tus sueños y tus intereses? ¿Qué es lo que te hace ser… tú? Pixar te lleva en un viaje desde las calles de Nueva York a los reinos cósmicos para descubrir las respuestas a las preguntas más importantes de la vida.

© 2019 Disney/Pixar. All Rights Reserved.

Crítica

            Pixar nos vuelve a regalar una reflexión sobre el sentido de la vida, como viene haciendo desde que iniciara su andadura, antes de ser adquirida por Disney y con independencia de ésta continúa desgranando la Ontología de Schopenhauer a golpe de pixel y guiones metafísicos. Cada vez son menos para un público infantil y más para la reflexión adulta, mesurada y valiente, del sentido de la vida, más allá de la broma cruel del film homónimo de los Monty Python, y llegando a profundas reflexiones nacidas de una duda universal: ¿para qué estamos aquí?

            Para ello Pete Docter, el director por excelencia del sello que crease, entre otros, Steve Jobs, vuelve a jugar, como ya hiciera en Del Revés, a buscar en el yo profundo de las personas para que el yo social se sintiera satisfecho e hiciera sentirse feliz a quienes vivían a su alrededor. La Psicología Social de Elton Mayo o Musafer Sheriff de ésta cinta da paso a Aristóteles en la nueva. Tan brillante y profunda para explicar algo tan terrible como es el deseo de vivir cuando ya estás vivo y has de morir para comprender que estabas vivo. Incluso nos cuenta una fábula sobre dos peces que se encuentran y uno le dice al otro que toda subida lleva buscando el océano cuando está inmerso en él… Pues lo mismo le pasa a este profesor de jazz en un instituto que toda su vida ha querido ser parte de una banda, como Russ Freeman o Hank Jones, sólo que él demuestra en la prueba con una excelsa saxofonista, a la que llega porque tuvo un alumno que es ahora el batería del grupo (con lo cual haber dado clase todos estos años tiene sentido), que es más Oscar Peterson o Thelonious Monk, por su maestría e inspiración ante las teclas.

© 2020 Disney/Pixar. All Rights Reserved.

            Pero al regresar de la prueba sufre un accidente por Manhattan y cae a un agujero donde fallece y la historia de verdad comienza y Joe Gardner, el profesor de instituto a punto de ser todo lo que siempre deseó, se convierte en una bola de luz que camina por una senda junto a otras bolas de luz para engrosar una gran bola de luz, dando Docter y sus coguionistas, Kemp Powers y Mike Jones, una explicación que tiene bastante más que ver con la visión de la vida tras este fugaz paso por La Tierra de otro grande de las teclas, aunque no del jazz, Ray Manzarek, que dijo que sólo éramos energía que se liberaría tras haber estado encarcelada en un cuerpo durante una serie de años y que después retronaríamos a la esencia de que no se crea ni se destruye, sólo se transforma.

            Y comienza la aventura por ese lugar de almas donde éstas se distribuyen hacia un cuerpo tras su huida de esa bola de transformación porque Gardner quiere tocar esa noche junto a la simpar Dorothea Williams, una saxofonista que toca al estilo de Charlie Parker con su instrumento afinado en mi bemol. Allí es reorientado a ser mentor de un alma perdida en el miedo a ser parte del mundo, tal y como lo conocemos, de nombre 22, porque sólo somos un número hasta que hacemos algo en este mundo y nos convertimos en alguien en el otro, en alguien que haya hecho algo por los demás. Por eso los preceptores de 22 son gente del mundo del pensamiento y la psicología psicoanalítica, como Carl Jung, por ejemplo. Y comienza la batalla para Gardner para volver a ser Gardner y, de paso para que 22 deje de ser un simple número.

© 2020 Disney/Pixar. All Rights Reserved.

            Y ambos, gracias a un error monumental, consiguen comprender lo que han sido y lo que realmente han de ser. Y el guion nos muestra a las claras la influencia de Natsume Soseki y dos de sus grandes novelas, que desde aquí recomendamos: Soy un gato y El Caminante, donde el autor japonés de comienzos del siglo XX muestra la vida a través de los ojos de un gato sin nombre, como el Desayuno con Diamantes, y nos cuenta todas las estupideces de los humanos desde sus félidos ojos. Mientras que la segunda es una obra sobre la psicología de los personajes en el mundo que les toca vivir, paralelismo nada azaroso sino perfectamente buscado para alcanzar en ambos casos idéntica resolución: lo importante, realmente, es vivir.

            El resto sería hacer avances, o como lo llaman ahora en uno más de los anglicismos superfluos que nos invaden desde el periodismo actual, tan inculto, en general, spoilers.

            Así que hablaré de que cada personaje es importante: tenga una o mil frases. Que la música de Trent Reznor y Atticus Ross será firme candidata a repetir el óscar que ya ganasen juntos por la cinta de David Fincher de La Red Social. Y que si esperan que sus hijos comprendan esta joya no se conecten a la plataforma de Disney porque más allá del colorido y alguna broma, más que ver con las comedias de golpe y porrazo o los gags que toda película de animación se puede permitir no van a saber de qué estaba hablando Joe Gardner durante el metraje y se pueden encontrar con un montón de preguntas incómodas sobre algo que no debemos responder, por pura ignorancia, y que ya nos hicieron Siniestro Total en una de sus canciones ochenteras: quiénes somos, de dónde venimos, adónde vamos.

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            Disfrútenla pues y sepan que la película nació con Gardner siendo un científico, pero que acabó con un hombre sentado al piano. Y nunca sabremos qué movería al personaje en el laboratorio a volver, ojalá fuese para que ningún virus más se escape de sus muros y acabe matando, enfermando y arruinando a medio mundo.

            No se pierdan Soul y sentirán su alma mucho más pegada al cerebro y éste más conectado a la vida, que es lo que tenemos, como el pez en el océano. Eso somos.

Os dejo un tráiler:

Carlos Ibañez – Pilar Cañibano

Revista Atticus