Teatro – Crítica La excepción y la regla de La Extraña Compañía

La excepción y la regla de La Extraña Compañía en el Teatro Zorrilla, Valladolid

Se abre el telón del Teatro Zorrilla para disfrutar del clásico de Bertolt Brecht, con la puesta en escena de La excepción y la regla de La Extraña Compañía.

Esta obra fue la última pieza didáctica de Bertolt Brecht, y sin duda la más acabada. La intriga es sencilla. Una comerciante (Belén López-Valcárcel) relacionada con el negocio del petróleo emprende una expedición a Mongolia. En ese largo y peligroso viaje le acompañan una guía (Berta de la Dehesa) y una porteadora (Sara Sanz)locales, ambas cargan los aperos, obedecen las ordenes de la señora, reciben palos sin rechistar. Las relaciones entre los tres personajes están inevitablemente marcadas por la ambición de la comerciante, su permanente desconfianza y sospecha hacia sus colaboradoras y, por último, la desigualdad patente entre jefa y empleadas. Su relación se va enturbiando y degradando a medida que avanza el viaje, en donde la comerciante se obstina en dejar atrás a otros competidores que tienen los mismos objetivos, aunque para ello tenga que endurecer brutalmente las condiciones y el trabajo de sus empleadas.

Al llegar a la última zona habitada, el puesto de Han, la guía por desobedecer las recomendaciones de la jefa respecto a la amistad con su compañera, es despedida, partirán sin ella, pero antes entregará una cantimplora extra a la porteadora. El agua marca la excepción y se demuestra que la mano manchada de la tinta del derecho lo está también del hedor del dinero… En este viaje los personajes se han enfrentado a situaciones donde la naturaleza humana se expone mostrando su lado más agresivo, que alcanzó como consecuencia la muerte. Un tribunal será el encargado de juzgar y condenar a la culpable de los hechos.

La evidencia de los acontecimientos sobrecoge al público, y nos vemos obligados a aceptar la injusticia del veredicto, para condenar en bloque a todo el sistema social que lo prepara y lo justifica. Durante la representación se repite “los enfermos mueren, pero los fuertes luchan”, una denuncia ante el espectador de esas normas aprendidas, que nos hace pensar; que el que más tiene es porque se lo habrá ganado y el que tiene poco es porque no se habrá esforzado lo suficiente.

Bajo la brillante dirección de Catalina Lladó  y el primer montaje de La Extraña Compañía, nos encontramos un elenco en su mayoría mujeres, maravilloso donde el trabajo gestual se superpone muy bien en el texto, reflejo de ello es la escena del juicio donde Alba Flores está espectacular con su composición de Magistrado y defiende a la perfección sus distintos personajes. Muy característico el sonido ambiente, conseguido con utensilios cotidianos, vasos, tubos… y donde comprobamos la versatilidad de Santiago Blanco como voz narradora de cada escena e interpretando a personajes muy dispares. La escenografía de Aylin Vera, es sencilla (tres conos truncados sobre ruedas que lo mismo sirven de estrado para el tribunal que de escabroso paisaje o de tienda donde cobijarse o llevar a cabo las transacciones mercantiles…). Los números musicales y el espacio sonoro son obra de Clara Brea, el vestuario, sobrio pero lleno de color es de Ernesto Artillo, y la iluminación de Pablo R. Seoane.

Bertolt Brecht (1898 – 1956), poeta, director teatral y dramaturgo alemán, creció como autor y como persona al mismo tiempo que lo hacían Hitler y el nazismo, una circunstancia que obligó al dramaturgo, primero a enfrentarse radicalmente al horror que veía venir y, más tarde, a huir de Alemania en 1933. Sus obras eran enormemente satíricas, ácidas y críticas con el capitalismo, el nazismo y Adolf Hitler a través de un teatro que buscaba que el público pudiera concentrarse en los temas y en los mensajes que se lanzaban, más que sentirse conmovido por el perfil de los personajes. A ese teatro se le llamó épico revolucionario y utilizaba a los actores como recitadores de sus papeles sin añadirles ninguna emoción, buscando así sacudir la conciencia del público y llevarlo de una pasividad acrítica a la reflexión y, de forma ideal, a la acción.

La excepción y la regla, una historia que hace pensar. En el patio de butacas se respiró sentimientos de impotencia cuando la comerciante maltrata sin piedad a sus trabajadoras. La obra nos hace cuestionar nuestra visión de justicia y a ver la evolución de la sociedad en las últimas décadas, sonde el abuso y el poder han sido factores primordiales. Componiendo para el público un paisaje de contradicciones humanas, sonidos e imágenes que nos hablan de los diferentes personajes que habitan en uno, nos hace reflexionar y puede ser una invitación a dudar con nosotros y sobre nosotros mismos, a  extrañarnos de lo habitual, de lo común, y lo principal a divertirnos.

fotografías y texto: Luisa Valares

Revista Atticus