65 SEMINCI – Crítica película Minari de Lee Isaac Chung

Minari de Lee Isaac Chung por Pilar Cañibano

Ficha

Título original: Minari

Año: 2020

Duración: 115 min.

País:Estados Unidos

Dirección: Lee Isaac Chung

Guion: Lee Isaac Chung

Música: Emile Mosseri

Fotografía: Lachlan Milne

Reparto: Steven Yeun, Han Ye-ri, Youn Yuh-jung, Alan S. Kim, Noel Cho, Will Patton, Scott Haze, Eric Starkey, Esther Moon

Productora: Plan B Entertainment. Distribuida por A24

Género: Drama | Cine independiente USA. Vida rural (Norteamérica). Inmigración. Infancia. Años 80

Sinopsis

    David, un niño coreano-americano de 7 años, ve cómo a mediados de los años 80 su vida cambia de la noche a la mañana cuando su padre decide mudarse junto a toda su familia a zona rural de Arkansas para abrir allí una granja, con el propósito de lograr alcanzar el sueño americano.

Crítica

Lee Isaac Chung nació en 1978 en Denver, Colorado, y creció en una pequeña granja en un pueblo de Lincoln, Arkansas. Su familia proviene de Corea del Sur. Asistió a la Universidad de Yale para estudiar Biología, pero cambió sus planes para dedicarse a la cinematografía.

Su ópera prima, Munyurangabo, rodada en Ruanda, es una historia de amistad entre dos niños supervivientes del genocidio de 1964 cuyas familias habían estado en bandos opuestos. Se estrenó en el Festival de Cannes 2007, donde tuvo mucho éxito, y después en festivales de todo el mundo. Su segunda película, Lucky Life (2010) se inspira en la poesía de  Gerald Stern. Se estrenó en Tribeca 2010 y recorrió festivales de todo el mundo. Abigail Harm (2012) es su tercera película y se basa en un cuento coreano popular ‘El leñador y la ninfa’, Gran Premio y Mejor Director en el Festival de Cine de Asia Pacífico de Los Ángeles. También codirigió y coprodujo un documental I Have Seen My Last Born (2015) sobre un superviviente del genocidio de 1964 en la actual Ruanda.

Además de su plural labor cinematográfica, Chung asesora a jóvenes cineastas ruandeses a través de Almond Tree Rwanda, filial en Ruanda de su productora estadounidense, Almond Tree Films.

Su última película, Minari (2020), ha sido galardonada con el Gran Premio del Jurado y con el Premio del Público en la pasada edición del Festival de Sundance.    

Ambientada en los años ochenta, y rodada como si fuera una película de video casera de aquellas que luego se reproducían para la familia y amigos en el televisor de casa; David, un niño coreano-estadounidense de siete años, se ve obligado a enfrentarse a un nuevo entorno y una forma de vida diferente cuando su padre, Jacob, traslada a la familia desde California, donde trabajaba como sexador de pollos, a una pequeña ‘granja’ de la Arkansas rural para realizar su sueño de cultivar la tierra con productos coreanos, convencido de que conseguirá darle a su familia una vida digna debido a la creciente emigración de sus compatriotas a aquellas tierras. Su madre, Monica, queda espantada cuando se da cuenta de que tienen que vivir en una casa portátil con ruedas en medio de la nada. Le aterra que David, con una dolencia cardiaca, pueda enfermar allí. El pequeño, listo y muy travieso, y su hermana, sin amigos y sin un entorno que les distraiga ni una rutina que cumplir, se aburren y no se adaptan. Los padres trabajan sexando pollos, y además Jacob invierte todo el resto del tiempo en la granja, con ayuda de un vecino muy extraño pero de gran corazón y excelente humor. Monica se siente abandonada y decepcionada, y Jacob quiere compensarla trayendo a su madre desde Corea a vivir con ellos. Mónica se siente mejor, pero para David todo cambia cuando llega la abuela, una mujer atípica y singular, bromista y malhablada pero muy tolerante y cariñosa. Su comportamiento no se ajusta a la idea que él tiene sobre lo que debe ser una abuela y la culpabiliza por considerarla responsable de sus frustraciones, reprochándola constantemente que no es una abuela de verdad. Pero el extraño comportamiento de la abuela, que se esfuerza por transmitirle valores de la cultura coreana y su comprensión y compañía van a provocar que David vea la vida de otra manera y aprenda a apreciar el valor de las cosas sencillas, como el minari,  cuyas semillas son difíciles de plantar pero una ver que arraigan, no dejan de luchar para crecer…

Minari es una historia dramática con tintes cómicos sobre la persecución del sueño americano, nada que ver con las grandes producciones épicas sobre colonos a las que tantos metros de cinta fílmica se han dedicado. Sin embargo, tienen en común el riesgo, la lucha, la perseverancia, el trabajo titánico, la inversión humana, la adversidad, y que son personas venidas de lugares lejanos en busca de una vida mejor. Por todo ello se podría decir que es un ‘western’ de finales del siglo XX. Eso sí, coreano. Y en este caso concreto es un relato autobiográfico sobre las vivencias de Chung cuando era niño y se trasladó con su familia a una pequeña granja en Arkansas. La narración en imágenes de determinados momentos plagados de disfrute por el simple hecho de estar en la naturaleza y con personas queridas recuerda mucho a la luminosidad cantarina de los cuentos de Willa Cather.

Es una película en apariencia sencilla en cuanto a trama, con personajes amables. Buen guion, muy bien elaborado y enfocado. No se recrea en el drama ni busca la compasión. Bien construida y narrada, aunque le sobran unos minutos de metraje. Tiene todos los elementos de una buena película. Lástima de unas cuantas escenas en las que los actores me han parecido demasiado lejanos, como ausentes de sí, y no me han transmitido, como espectadora, las vivencias que estaban interpretando. También hay que tener en cuenta que Steven Yeun (Jacob) ya había trabajado en el cine americano, pero para las actrices coreanas Yeri Han (Monica) y Youn Yuh-Jung (la abuela Shoonja, sobre la que recaen los momentos cómicos casi en exclusiva), Minari es su debut en Estados Unidos. Para Alan Kin (el travieso David) es su primera actuación. Me ha encantado Will Patton en el papel de Paul, el peculiar amigo y buen compañero de Jacob, un personaje completamente logrado y un secundario fantástico.

Como todas las películas de Lee Isaac Chung, es un relato cargado de humanidad que gira en torno a los seres humanos y sus interacciones. Y es, sobre todo, una apuesta diferente de los films grandilocuentes de fondos millonarios, lo que nos demuestra que se puede hacer también buen cine con bajos presupuestos. Es un film que gusta y merece la pena ver.

Pilar Cañibano

Revista Atticus