Teatro – Crítica Nise, la tragedia de Inés de Castro de Ana Zamora

Nise, la tragedia de Inés de Castro, dirigida por Ana Zamora

La programación de la Casa de las Artes, sube el telón a la Compañía Nao d’Amores, con su obra Nise, la tragedia de Inés de Castro, dirigida por Ana Zamora.

La adaptación de Nao d’Amores, nos muestra dos piezas dramáticas de Jerónimo Bermúdez; Nise Lastimosa y Nise Laureada. Y nos meten de lleno en una historia donde las fuertes presiones políticas empujan al rey Don Alonso de Portugal, “el histórico rey don Alfonso” a decretar la ejecución de Inés de Castro, casada secretamente con su hijo, el infante Don Pedro. Tres cortesanos llevan a cabo el asesinato legal. Don Pedro, al conocer la noticia, acaba por perder temporalmente el juicio para una vez recuperado, hacer la guerra a su padre. Los asesinos huyen a Castilla. Muerto el rey Don Alonso, Don Pedro sube al trono de Portugal. Después de ser proclamado rey en Coimbra, desentierra el cadáver de Inés, se casa públicamente con ella y le ciñe la corona real. La extradición de los antiguos asesinos, entregados por el rey de Castilla a su homónimo portugués, hace que dos de los responsables directos de la muerte de Inés sean ajusticiados ante los ojos del espectador. Con esta versión nos acercamos, cinco siglos después a una realidad que no es tan ajena, el problema del poder…

La historia de amor de Inés de Castro y Pedro I de Portugal ha llegado a nuestros días como la culminación del romanticismo. La versión ibérica de Romeo y Julieta. Con la diferencia de que no fue producto de la imaginación de un dramaturgo, sino que sucedió de verdad a mediados del siglo XIV. Ella era una noble gallega que se trasladó a la corte portuguesa como dama de compañía de su prima Constanza Manuel cuando esta se prometió con Pedro I, que por entonces todavía era príncipe y que, en lugar de su futura mujer, se enamoró de Inés. Vivieron como amantes y tuvieron cuatro hijos hasta que la esposa legítima murió. Entonces se casaron en secreto, en contra de los deseos del todavía rey Alfonso IV, padre de Pedro, que por ello la mandó matar. Fue degollada en Coímbra en 1355 y el crimen provocó un enfrentamiento entre padre e hijo. Dos años después, cuando Pedro llegó al trono tras la muerte de Alfonso IV, convirtió a Inés en reina póstuma.

La obra aborda el poder político que se contrapone al amor. A partir de ahí, podemos reflexionar sobre otros temas: justicia, piedad, locura, venganza, legalidad, vasallaje, bien común, ética en varios estadios, sucesión dinástica, legitimidad, crueldad

Los intérpretes responden a una disciplina colectiva e individual difícil de superar tanto en el aspecto expresivo corporal, coreografías en forma de diálogo, danzas guerreras a caballo, luchas personales, violencias fatídicas  como con la palabra donde encontramos belleza y compromiso, para que el texto hable hoy con la misma actualidad que el momento en que fue escrito. Todo ello resuelto con el mayor grado de perfección, y con un verso que llega claro y melodioso al espectador.

La música dirigida por Alicia Lázaro forma parte de un canto coral bien definido en las voces y maravillosamente armonizado en el aspecto instrumental, investigando en el repertorio musical del siglo XVI, incluyendo también entre otras, piezas de Diego Ortiz, Alonso Mudarra, Cristóbal de Morales o Diego Pisador y procedentes de cancioneros portugueses y franceses.

El vestuario rotundo ideado por Deborah Macías evoca un medievalismo artesano con gruesas lanas tejidas formando una capa talar; la iluminación de Miguel Ángel Camacho subraya la plasticidad barroca de algunas escenas y la funcionalidad clásica. La elegancia del conjunto escénico hace de Nise, la tragedia de Inés de Castro, un espectáculo que entusiasma al público asistente.

La directora Ana Zamora, como es habitual y según hemos visto en sus trabajos anteriores, ha realizado una exhaustiva investigación histórica, literaria, artística y estética para ofrecer este montaje, exquisito e intenso, jugando con la trama.

Un lujo ver una vez más la exitosa dirección de Ana Zamora que dice de este montaje; “Nos lanzamos a explorar un espacio insospechado, el de la tragedia renacentista, integrado por aquellos humanistas del siglo XVI, que pretendieron crear en nuestra lengua un teatro basado en los principios y modelos del mundo antiguo. Una suculenta oportunidad para profundizar en la visión del mal gobierno y la arbitrariedad de la justicia, a través de una de las historias más conocidas de la tradición hispanolusa: La leyenda de Inés de Castro”

Jerónimo Bermúdez, Fraile gallego que escribía bajo el seudónimo de Antonio de Silva, está considerado como el primer autor de tragedias en castellano, y en sus obras, además de contar la trágica historia de Inés de Castro, pone en tela de juicio ciertos valores dominantes de la concepción política de la época. En ellas, toma una posición clara y rotunda sobre ciertos comportamientos políticos y la historia de Inés no es más que su pretexto para condenar las intrigas palaciegas y las actitudes poco respetables de reyes arrastrados por la vida cortesana.

“A Dios se dé la gloria, que ha querido

dar este alivio a tu afligido pecho,

y la muerte vengar de nuestra reina

esclarecida doña Inés de Castro,

tan en su flor llevada d’este mundo

Al trono de la eterna monarquía”

(Jerónimo Bermúdez).

Abandonamos la sala con emoción, compromiso contra la barbarie, sean cuales sean sus metas, obscena y arrogante, o camuflada en la bondad de cualquier ideología que permita, en cualquier tiempo, en cualquier lugar, la muerte de una mujer llamada Inés de Castro. O llamada…

Luisa Valares

fotografías: Chuchi Guerra

Revista Atticus