65 SEMINCI – Crítica película Nowhere Special de Uberto Pasolini

Crítica película Nowhere Special de Uberto Pasolini

Ficha

Título original: Nowhere Special

Año: 2020

Duración: 96 min.

País: Italia

Dirección: Uberto Pasolini

Guion: Uberto Pasolini

Música: Andrew Simon McAllister

Fotografía: Marius Panduru

Reparto: James Norton, Daniel Lamont, Eileen O’Higgins, Chris Corrigan, Valene Kane, Louise Mathews, Keith McErlean, Eddie Mohan, Rhoda Ofori-Attah

Productora: Coproducción Italia-Rumanía-Reino Unido; Picomedia, Digital Cube, RAI, Eurimages, Romanian National Center for Cinematography, Northern Ireland Screen

Género: Drama

Sinopsis

John, un limpiador de ventanas de 35 años, dedica su vida a criar a su hijo Michael, un niño de cuatro años a quien su madre abandonó justo después de nacer. Ambos llevan una vida simple, elaborada a través de rituales diarios, en una relación de amor sin fisuras. Por desgracia, a John sólo le quedan unos cuantos meses de vida. Dado que no tiene familia, decide invertir los días que le quedan en buscar una nueva familia que adopte a Michael con el fin de salvar a su hijo de descubrir la terrible realidad de la vida.

Nowhere Special

Crítica

            Historia a caballo entre el cine falsamente independiente de Gabriele Muccino y el social británico de Ken Loach, aunque sin las moralejas y moralinas del primero ni la pancarta del segundo, donde se entre mezclan varios temas, aunque el principal, como ya vimos en la israelí, Here We Are, es la felicidad de los hijos por encima de la de los padres. Aquí el matiz es que el limpiacristales que ve vidas supuestamente mejores que la suya tiene un cáncer terminal y busca acomodo para su hijo en edad preescolar en una nueva y mejor familia que la suya, monoparental tras el abandono de la madre y la desolación de un hombre que está enfermo y que no encuentra el lugar de su hijo, creyendo que lo sabe todo cuando cada día descubre un matiz de él.

            Rodada sin excesos ni cámaras agotadoras. Con un guion comedido, aunque con alguna excepción, para no parecer un melodrama sino una ventana más de las que limpia en la que nosotros, los espectadores nos colemos, y encontremos que la vida conlleva la muerte y que ésta viene de múltiples formas y no cuando deseamos. En este punto debemos aplaudir el guion porque no se va a Douglas Sirk ni se queda en la lágrima fácil entroncando en su mesura y tratamiento del tema con la fantástica Tierra de Penumbra, en la que Debra Winger nos regala una interpretación tan sobria como efectiva, y James Norton, a quien descubrí en la miniserie Guerra y Paz haciendo el siempre complicado papel del príncipe Andrei Bolkonsky, nos da un comedimiento similar en muchísimos instantes y una ternura con su hijo como la que muestra Anthony Hopkins en la cinta de Richard Attenborough en la que hace del esposo de la señora Winger. Ni un pero aquí, como tampoco en el precioso niño elegido y en la trabajadora en prácticas que les acompaña a visitar a cada familia seleccionadas más por el nivel económico que por los matices de necesidad de dar amor y tener más que de sobra para un miembro nuevo de la familia.

Nowhere Special

            En este punto el director y guionista nos muestra toda una colección de lechuguinos y figurines de Reino Unido, pero que perfectamente se podrían ver en España. Y su intervención es severa, pero no cruel, porque muestra una realidad, la de las agencias de adopción, algo parecido a lo que tan claramente vimos en la estupenda Instant Family y que podría irse hacia la crítica regalada, pero que evita dejando que sea quien paga por su entrada quien juzgue lo que allí está pasando.

            También se reblandece un momento, cosa que para el premio del público viene de miedo, con lo que deposita en la caja de vida que el padre deja para cuando su hijo sea mayor, especialmente dos elementos de los que introduce: un instrumento de su oficio y una vela que el niño le da a su papá que significa el año siguiente, el treinta y cinco, que nunca cumplirá.

Nowhere Special

            Y las situaciones se suceden como en todas las películas donde hay niños y no son repelentes o caricaturas creadas por alguien que no sabe qué es ni recuerda que lo fue. Y el padre aprende cómo va adquiriendo personalidad un niño, quizás sin tanto ahínco como nos permite la francesa Hoy Empieza Todo, cuando el maestro de infantil ve la evolución de cada alumno, aunque sin perder la cara a que un niño es una persona y no un apéndice de nadie.

            Podría haberse ido al telefilme o, repito, a la falsa sabiduría de dominical y libro de autoayuda, como Muccino, pero decide componer una película sin complejos ni regalos al espectador de lágrima fácil.

            Muy curiosa…

Carlos Ibañez

Revista Atticus