Crítica película Las vacacions de Mr Hulot de Jacques Tati

Las vacaciones de Mr Hulot – El goce con lo absurdo

Ficha

Título original: Les vacances de M. Hulot

Año: 1953

Duración: 114 min.

País: Francia

Dirección: Jacques Tati

Guion: Jacques Tati, Henri Marquet

Música: Alain Romans

Fotografía: Jacques Mercanton, Jean Mousselle

Reparto: Jacques Tati, Nathalie Pascaud, Michèle Rolla, Valentine Camax, Louis Perrault, André Dubois, Valentine Camax

Productora: Cady Films

Género: Comedia

Sinopsis

    En un balneario de la costa atlántica, los veraneantes son incapaces de apartarse de sus rutinarias costumbres urbanas. Hasta que llega monsieur Hulot al volante de su viejo cacharro y rompe la calma estival. Para gran alegría de los niños, Hulot ofrecerá a los huéspedes del hotel unas vacaciones inolvidables.

«Tati empezó donde nosotros habíamos terminad

Buster Keaton

Comentario

Cuesta situarse en la época en la que se crea Las vacaciones del Mr Hulot (Les vacances de Monsieur Hulot, Jacques Tati, 1953). No ha transcurrido ni una década después del final de la II Guerra Mundial. El mundo está recomponiéndose. EE. UU. y la Unión Soviética se encuentran en plena Guerra Fría. Continúa el proceso de descolonización que llevará a muchos países a su ansiada independencia. Y la Unión Europea es un solo embrión. Hoy, han pasado 67 años y al contemplarla, seguimos (algunos/muchos) disfrutando de esta película. No se puede decir de «plena actualidad», pero su humor sí que es actual, sí que es universal. Lógicamente se nota el paso del tiempo, pero esto no es un obstáculo para apreciar la grandeza del arte de Jaques Tati, quien creó un alter ego que ha dejado una huella reconocible en al menos una media docena de artistas (entre los que destacan Mr Bean de Rowan Atkinson o el papel de despistado hindú interpretado por Peter Sellers en El último guateque).

Mr Hulot (Jacques Tati) acude a un hotel en primera línea de playa (rodada en la localidad bretona de Saint-Marc-sur-Mer) un complejo vacacional para gente acomodada. Va a disfrutar de unas vacaciones. Para su desplazamiento hasta la allí, rehúye del transporte colectivo y lo vemos desplazarse en un destartalado y hasta casi ridículo utilitario (una categoría por debajo de nuestro populoso «seiscientos»). Se trata de coche Salmson AL3, apenas un ciclomotor con carrocería, fabricado en los años 20. Está en las últimas. Pese a su estado ruinoso, sigue funcionando y le confiere esa libertad que le falta al bus o al tren. Junto a su sempiterna pipa le da un aire de hombre bohemio.

La película arranca con lo que sería el inicio, el pistoletazo, de las vacaciones veraniegas, recogido en un momento muy gracioso. Con un gran plano general cenital, vemos una estación de tren en el momento en que un grupo de viajeros van de un lado para otro, por los vomitorios de los andenes, siguiendo las indicaciones de la megafonía. Aparecen por la plataforma central, pero, ante la sospecha de que están en la incorrecta, rápidamente vuelven a bajar las escaleras para aparecer por la siguiente. El tren aparece en otra vía, y, otra vez van todos deprisa y corriendo. Es imposible que les dé tiempo a aparecer y desaparecer todos a la vez. Tati emplea el recurso del punto lejano para utilizar hasta tres grupos de actores diferentes (eso sí, ataviados con la misma indumentaria).

Por el contrario, y en contraposición de ese mundo acelerado, nuestro protagonista va en su «flamante» y renqueante utilitario camino de la playa normanda. Es la plasmación de dos mundos totalmente diferentes.

Los huéspedes van llegando al hotel. Un poco más tarde llega Mr Hulot. Son también dos mundos diferentes. A continuación vamos viendo el día a día de lo que acontece en el establecimiento donde se muestran los turistas bastante aburridos, indolentes. No hay diversión, ni espontaneidad, todo parece planificado y hasta diríase que es una copia de su cotidiana vida, la única diferencia es que ahora están frente al mar. La llegada de Mr Hulot trastoca esa rutina, revolucionando a los clientes. Su aire despistado y sus constantes meteduras de pata, un hombre desastroso, que se deja llevar por su espontaneidad. Cuando Mr Hulot aparece por el salón del hotel se acabó la tranquilidad para los huéspedes. Abre la puerta y un vendaval precede a la irrupción de Mr Hulot. Ese viento se cuela por la puerta, como si fuera un aire que refresca la rutina, alterando esa tranquilidad de la que disfrutan los turistas.

Jacques Tati, francés, de origen ruso, está considerado hoy en día (tras una reciente revalorización de su obra) como uno de los mejores humoristas, en la línea de Charles Chaplin y/o Buster Keaton. Como ellos, era director, guionista y actor. Un tres en uno épico. Tal vez la diferencia más significativa sea el grado de reconocimiento y, sobre todo, el número de sus producciones. Tati, perfeccionista, cuidaba sus creaciones y eso contribuyó a una escasa difusión de ellas a diferencia de los otros dos grandes genios mencionados.

Mr Hulot es un personaje de largo recorrido. Tiene un desarrollo en el conjunto de la obra del director francés. Está bien ideado, planificado y mejor ejecutado. Es un tanto snob, pero con alma de niño. Es, a partes iguales, curioso e inquieto. Muy distraído u un tanto inconsciente. Pero tienen un buen corazón: siempre está dispuesto a ayudar al que lo necesita o cree que lo necesita provocando con ello alguna situación embarazosa de la que pretende huir como si fuera un pilluelo infantil al grito de «que yo no he sido». Refleja a la perfección a un hombre corriente, común entre los mortales, algo anodino, solitario, también algo inadaptado a la sociedad, pero que es tierno, exquisito, refinado, educado, aunque pase, en algunos momentos por ser todo lo contrario: un huésped molesto o un vecino de playa del que se recela.

Mr Hulot es un personaje cinematográfico creado e interpretado por el director, actor y guionista francés Jacques Tati (1907-1982). Tras el éxito de su primer largometraje, Días de fiesta, prefirió no dar continuidad al cartero protagonista y centrarse en su evolución para quitarle ese aire tan gabacho que tenía y de familiaridad (le conocía todo el pueblo). Debido a su timidez, es un personaje al que le cuesta existir. Surge, en su primera película, Mr Hulot, un hombre discreto, anónimo, que se funde en el paisaje como un grano de arena en la playa. Es un personaje que está dotado de todas las características propias del cine mudo, pero con la particularidad de que Tati lo llevó al cine sonoro. Zancadas más bien largas (era un tipo largirucho), gabardina beige acampanada, pantalones algo cortos dejando ver sus zapatos y calcetines a rayas. Tocado con sombrero, suele portar un paraguas o bastón y quizás como «accesorio» más característico la pipa. Juguetea con ella y, a veces, vacía la cazoleta golpeándola contra la suela de su zapato. Su aspecto es más anglosajón que francés. Hay un uso de la mímica que le da un aire de un hombre circunspecto. Se tiene que adaptar a una sociedad que está avanzando con nuevos adelantos tecnológico que le rodean. Vive en un mundo en constante transformación tras la Segunda Guerra Mundial. Usa bicicleta en sus desplazamientos frente al avance del automóvil, ese «haiga», ese mastodonte típico de los años 30/40/50. En Las vacaciones de Mr Hulot le vemos en su pequeño y destartalado coche, una reminiscencia del pasado. Se resiste a abandonarlo.

Por medio de sus películas vemos que es un hombre soltero, maduro, extremadamente educado, muy británico, de buen corazón y que demuestra muy buena voluntad. Pero también se muestra patoso, despistado, a veces inoportuno y metepatas. Trata de acercarse, de ayudar al prójimo, pero, a veces, no acaba de encajar en las reuniones sociales. Por esa dificultad, a veces es confundido y pasa por ser un hombre excéntrico, por lo que muchos rehúsan su contacto. 

Ha dejado una huella inconfundible en otros personajes cinematográficos posteriores. Uno de lo más reconocibles es Mr Bean (Rowan Atkinson). Ambos se muestran torpes, como ausentes, en su propio mundo, ensimismados en sus cosas. Mr Hulot es más bondadoso, no tiene malicia, trata de ayudar de corazón a la gente. Aunque las cosas no le salgan como él desea. Mr Bean tiene un lado oscuro. Es más egocéntrico, aunque genere mucha simpatía. Busca la complicidad del espectador.

¿Qué nos encontramos en Las vacaciones Mr Hulot? En la película de Tati hay una crítica a esa sociedad aburguesada del momento. Tras el conflicto bélico la sociedad empieza a levantar cabeza. Surgen las primeras vacaciones pagadas. Y estamos ante la invención de la civilización del ocio con la implantación del turismo de masas. Antes solo viajaban los ricos, ahora se popularizan los viajes internacionales que llegarán a su punto culminante con la aparición de los vuelos de bajo coste (hasta que surgió el Covid-19). Con esa cierta naturalidad en contar las cosas, y ese aire inocentón, el director realiza una crítica ácida que irá en aumento en las siguientes películas como son Mi tío o Playtime o Traffic. Realiza un retrato genuino y fresco de una sociedad en la que prima los adelantos técnicos o tecnológicos en el hogar y también, por supuesto en la fábrica y en las calles de las ciudades. Todo tiene un aire de modernidad que Tati critica con un gusto refinado. Sus personajes rayan la caricatura y son estereotipos reconocibles. El regordete hombre de negocios que sigue atendiendo a los mismos a pesar de iniciar sus vacaciones; un comandante retirado que se muestra muy escrupuloso (como si fuera una misión militar) a la hora de planificar las actividades extras; la señora mayor aburrida; la soltera amable; la joven bella que viaja con su familia y que se ve atosigada por sus «admiradores»; los atribulados camareros del hotel; o esa pareja, cercana a la tercera edad, que constituyen un prototipo: ella dominante y él caminando por detrás de ella con sus tribulaciones, sin prestarla mucha atención (ella le llama la atención sobre las conchas que se va encontrando en la playa y él las va tirando, en una situación muy cómica –una más-). La gente está esperando esas vacaciones y llenan sus coches con todos sus bártulos para tratar de que en el hotel hacer ese espacio habitable como si fuera una trasposición de su propia vivienda. Esa segunda residencia no acaba de cuajar todavía. Es el momento de desplazarse a la costa, a esos hoteles/balnearios que constituían un lujo para la mayoría de la gente, pero que esa nueva clase social se podía permitir. Gracias a su buen ojo narrativo y al dominio de los recursos los sketches funcionan perfectamente para ridiculizar a esa sociedad burguesa. Solo salva de su mofa a los niños (él no deja de su uno de ellos, aunque bastante más alto) y a los animales por los que siente una gran ternura.  

Las vacaciones de Mr Hulot recibió el Premio Louis Delluc y el Gran Premio de la Crítica Internacional en el Festival de Cannes, ambos en 1953. También fue nominada al Mejor Guion en los Oscars de 1956.

En las vacaciones de Mr Hulot, está marcado el estilo de Jacques Tati que terminará de desarrollar en las siguientes entregas. El director se «le acusa» de ser un perfeccionista. Realizó muy pocas películas debido entre otras cosas a su afán por el cuidado del detalle. De esta película se conocen hasta tres versiones. La primera de ellas es la que realizó en febrero de 1953. La segunda fue en 1962 y aprovechó para introducir la música de Alain Romans para dinamizar sonido e imagen y quitar espacio a la palabra. Y en 1978 Tati sorprende al introducir una nueva escena. Se trata de la escena del tiburón, al romperse el kayak, que homenaje a Spielberg con su mítica película (es decir, que más de veinte años después Tati sigue retocando sus obras –una cosa que considero un autentico sacrilegio-). Demuestra un magnífico uso del blanco y negro. Como curiosidad se sabe que tenía planificado en algún momento el uso del color. Así los clientes del hotel aparecerían al principio de la cinta pálidos para acabar colorados tirando a morenos tras la continua exposición al sol en la playa. Hay un contraste tonal bien marcado. A través de la mímica (Tati demostró ser un gran genio al igual que sus antecesores Keaton o Chaplin) y gestos consigue una casi ausencia diálogos que le sirve para centrar la atención en los efectos visuales y así potenciar la razón del cine, la imagen.

Uno de los grandes méritos que tiene Tati es que sus obras se pueden seguir disfrutando, sin perder interés, a pesar del paso del tiempo. Y es que fue un visionario que supo ver que la sociedad comenzaba a sufrir el mal de la modernidad y lo denunció, a su manera, con mucha gracia y estilo: riéndose (la risa nace de lo absurdo).

La película participa mucho de las claves del cine mudo aunque esta sea sonora (casi no hacen falta los diálogos para seguir perfectamente el hilo argumental). Hay abundante mímica y, como sucede en Mi tío (ver artículo Revista Atticus 39, páginas 29-39) los diálogos son apenas susurros, frases aisladas, a veces, inaudibles y otras incomprensivas por ser retazos de conversaciones. Hay muchas gestualidad y muchas exclamaciones. Esto lo podemos observar en una de las grandes escenas. El aprendizaje de Mr Hulot para jugar al tenis. La vendedora de la raqueta le dice como tiene que sacar y ese gesto lo repite nuestro personaje una y otra vez y se vuelve invencible, sin haber jugado nunca antes al tenis, creando el estupor entres sus distintos adversarios. No pueden con él. Todo es hilarante. Una demostración de una mirada brillante cargada de un sarcasmo inteligente que, junto al sabio manejo del sonido, convierte toda la escena en un brillante gag.

Aunque me gustaría destacar otra escena que recoge la grandeza del director Jacques Tati. Quizás no es la más hilarante, o la más deslumbrante de todas ellas (y son muchas). Un pequeñajo lleva un helado en cada mano, uno para él y el otro para su hermano. En su renqueante y titubeante caminar, sube las escaleras, poco a poco, y abre la puerta con la mano ocupada con el helado. Se nota una tensión en el ambiente porque al girar el pomo estás pensando que se le va a caer la bola, seguro, pero no es así. Milagrosamente ha sorteado la dificultad y entra entregando el helado a su hermano. Tati, ha creado una gran escena de suspense dentro de una película de género cómica. Magnífico. Una escena propia del mago del suspense, Alfred Hitchcock.

En el recuerdo permanecerán las imágenes con la música de fondo, cercana al jazz, de la mano de Alain Romans que nos transporta a la orilla del mar para hacernos sentir su brisa. Una banda sonora que también le impregna su particular sello y que culminará con la ya mencionada (y comentada) Mi tío con una de las melodías que forman parte de la historia del cine. Incluso con el paso del tiempo dudaremos si ambas películas eran mudas o no. Es decir, el cine de Jacques Tati es imagen.

En cuanto a la estructura y el guion, no existe una línea argumental clara que sobresalga. Pero eso no quiere decir que no esté bien estudiada. Es coral en cuanto al número de personajes que desfilan por la pantalla, pero lo hacen al tuntún, sin tener tramas auxiliares. Las secuencias funcionan como un ente autónomo, con su estructura bien definida, se abren y se cierran con un fundido a negro. En este contexto sucede (en el centro turístico vacacional) la cotidianeidad del día a día. Tati lo que trata es de capturar esa atmósfera festiva, distendía, con jugos de playa, de mesa, excursiones al campo. Esto le permite una serie de divertidísimos gags, que no son uno ni dos, sino una buena docena de ellos. Se acerca a la línea del slapstick (ver artículo en este mismo número) participando de una de las características que es el minucioso planeamiento y estudio de cada golpe. Las situaciones son de lo más variadas y proporcionan algunos gags memorables: desde el cómo se esconde Hulot del camarero tras un perchero y luego ya solo se le ve sus pisadas como único rastro; el equívoco que provoca entre los jugadores de cartas; el intento de pintar la barca mientras el bote es mecido por las olas llevándole de un lugar a otro sin enterarse; el partido de tenis con su divertidísimo gesto que acaba de aprender para realizar el saque convirtiéndole en imbatible; el accidente con el coche frente al cementerio que al caerse la cámara del neumático se con confunde con una corona de flores al pasar el féretro y su comitiva delante de él; la explosión accidental del cuarto donde tenían guardados los fuegos artificiales… son una detrás de otra.

No hay que buscar ni intriga, ni jugosos diálogos. Estamos ante una crónica visual de una sociedad burguesa que busca la diversión y el esparcimiento en un hotel. Ese pequeño hotel como punto de encuentro de familias que repetían año tras año y que, posteriormente, comprarían en las cercanías una segunda residencia. Tati no se ciñe a un guion encorsetado, sino que deja que todo parezca que fluye suavemente.

Hoy día, no solo se estudia una película de Jacques Tati, se estudia prácticamente todo el conjunto de su obra (tanto los largometrajes como los apreciados cortos). Por supuesto que cada una de ellas tiene su unidad independiente y se disfruta y analiza de forma unitaria. Así se aprecia mejor todo el conjunto. Esto es posible, entre otras cosas porque la obra de Jacques Tati es muy escasa. Hizo seis largometrajes a lo largo de sus treinta años de carrera. Desperdigados se encuentran pequeñas joyas en forma de cortometrajes, siete en total. Se vanagloriaba de que no había estudiado cinematografía. Su cine se basaba en la experimentación, en desarrollar lo que había ensayado en Días de fiesta (Jour de Fête, 1949) con su famoso personaje el cartero François que evolucionaría has surgir la figura de Mr Hulot en esta película, Las vacaciones de Mr Hulot (1953). Después el personaje crecería en Mi tío (1958) con un sofisticado uso del encuadre tanto dentro como fuera de campo, con un gran manejo de la música como hilo narrativo. Playtime (1967) es añadir una nueva pista al circo de Tati. Ideó toda una ciudad para poder rodar en 70 mm. Un formato que resultó carísimo y, al ser tan exclusivo, complicó la distribución de la película, lo que se tradujo inevitablemente en unas cuantiosas pérdidas económicas. Es un formato de alta resolución y la mayoría de las salas de proyección no están/estaban preparadas para poder soportar este formato. Truffaut llegó a decir que fue «un filme hecho en otro planeta». Pero Tati pensó que era el formato adecuado para esa película y apostó por él. Decía que correspondía a las dimensiones del mundo contemporáneo. En el mundo moderno todo se hace a lo grande: autopistas, edificios… Después, vendría Traffic (1971) con la industria automovilística como protagonista.

Las vacaciones de Mr Hulot es una propuesta llena de inteligencia, de una cuidada planificación, llena de emoción. Es un mundo cinematográfico único. La suya es una mirada centrada en los pequeños detalles cotidianos de los que sabe extraer un maravilloso humor. Sus escenas son como en la literatura la poesía: concreción, explosión, fuerza, depuración de lo superfluo. Una lúcida, sensible y genial expresión artística. Tiene sus propias normas y reglas de funcionamiento. En estos tiempos (incluso antes del maldito Covid-19) cuesta encontrar una propuesta tan llena de humor y vitalidad. Tras el paso de los años, resulta gratificante que su visión provoque algo cercano a la carcajada. Su humor es atemporal, gozamos con lo absurdo y nos divertimos con las gansadas de su eterno protagonista Mr Hulot. Una película bajo la fórmula del slapstick, muy popular a comienzos del siglo XX, pero que perfectamente se puede ver en la actualidad. Disfruten con la película y si tienen oportunidad no se pierdan las otras obras de este revitalizado director francés: Jacques Tati.  

Os dejo un tráiler:

Podeís descargar un artículo en formato pdf que está incluído en Revista Atticus 40 de pronta aparición. Pincha aquí

Luisjo Cuadrado

Revista Atticus